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Cultura | brujas |

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El manifiesto de las brujas en la Edad Media

La Caza de Brujas, como fenómeno político y social, surgió en el marco general de la magia medieval.

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En el año 1968 explotó en Nueva York el estallido del Movimiento por la Liberación de la Mujer en los Estados Unidos de Norteamérica y nació una de las reivindicaciones más recordadas en la historia del feminismo occidental: el manifiesto W.I.T.C.H. («Women International Terrorist Conspiracy from Hell» - Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno). Witch es la palabra inglés para bruja. Estas mujeres se decían brujas.

Diana Paola Salazar Arana explica en su libro "La caza de brujas en la Edad Media": a pesar de la efervescencia y declive prematuro del movimiento W.I.T.C.H su manifiesto de creación sentó las bases para la posterior difusión que tendría -entre los círculos activistas por la lucha de la equidad de género- el autodenominarse como bruja. ¿De dónde viene la resignificación del "ser bruja" en la modernidad? ¿Por qué se le da un significado político en el marco de las reivindicaciones de los movimientos feministas?

El manifiesto apela al rol histórico de las brujas y dice que: "Las brujas siempre fueron mujeres sin miedo de existir, de ser valientes, agresivas, inteligentes, inconformes, curiosas, independientes, liberadas sexualmente, revolucionarías (tal vez eso explica porque nueve millones de ellas fueran quemadas). Las brujas fueron las primeras en practicar el control de los nacimientos y el aborto, las primeras alquimistas (¡transformar piedra en oro, es muy peligroso para el capitalismo!), ellas no se quedaron de rodillas frente a ningún hombre, eran sobrevivientes de la más antigua cultura, antes que la represión espiritual, económica, sexual, mortal de la sociedad fálica, imperialista, fuera severa, destruyendo las sociedades humanas y la naturaleza".

La Caza de Brujas, como fenómeno político y social, surge en el marco general de la magia medieval. Esta premisa, es sustentada por Kieckhefer (1992) quien nos recuerda la necesidad de situar a los magos, y a las brujas, como miembros de grupos sociales donde la magia circulaba como un marco cultural mayor. Así, preguntarse por el contexto de la Caza de Brujas, implica remitirse a los significados que tuvo la magia en el contexto medieval. Para el autor, la magia en la Edad Media se presentó como una intersección entre la religión y la ciencia, entre la cultura popular y la cultura erudita, y entre la ficción y la realidad.

"Se puede resumir la historia de la magia medieval, de forma muy breve, diciendo que a nivel popular la tendencia fue concebir la magia como algo natural, mientras que entre los intelectuales competían tres líneas de pensamiento: un supuesto (…) de que cualquier tipo de magia implicaba, al menos implícitamente, una dependencia de los demonios; un reconocimiento de mala gana (…) de que la mayor parte de la magia era de hecho natural; y un temor (…) de que la magia comportara una invocación demasiado explícita a los demonios, incluso cuando pretendía ser inocente", explicó Kieckhefer.

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