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Cultura | reino | serie |

Date una vuelta por Netflix

En nombre del Reino, de Emilio y la derecha que los parió, amén

La plataforma Netflix ya estrenó la esperada segunda temporada de "El reino", con Diego Peretti y Mercedes Morán en los roles protagónicos.

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Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia, debería advertir el gráfico que precede a las primeras imágenes. Sea en su primera o su segunda temporada, en El reino, la ficción tiene una íntima relación con eso que llamamos realidad. El relato y sus personajes, vienen de un cotidiano no siempre bien entendido pero que atraviesa toda América Latina, se funde en todos los sectores sociales, se incrusta en los vericuetos más turbios del poder económico y político, se erige como salvación para las historias más desesperadas. Aquí no hay "meras coincidencias".

Esto es El reino, serie argentina creada por Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro, que integra el catálogo de producciones de Netflix, y que a mediados de 2021, en plena pandemia, estrenó su primera temporada (8 episodios) y se convirtió en un suceso en el mundo de los contenidos audiovisuales on demand. A las críticas favorables y los buenos registros de audiencia, la serie también cosechó reclamos iracundos, sobre todo de sectores que se sintieron "tocados", o quizás expuestos con toda crudeza, por el relato. Pero esto, al final, "habla bien" del proyecto, ya que introduce una valiosa fisura para genera una reflexión en torno a un fenómeno que conecta el problemático coqueteo entre religiosidad, institucionalidad religiosa, el apetito de poder y los grupos que, encaramados en las sombras, mueven los hilos de la sociedad.

Ahora, el 22 de marzo de este año, la plataforma de la ene roja estrenó la esperada segunda temporada (6 episodios), con el título El reino, temporada final. Y "la cosa" se pone mejor.

El Reino: Temporada 2 | Tráiler oficial | Netflix

El elenco que protagoniza este cierre de la historia vuelve a tener a Diego Peretti como el pastor Emilio Váquez Pena, Mercedes Morán en una estupenda interpretación de Elena Vázquez Pena, la esposa de Emilio. El siniestro personaje de Rubén Osorio crece en protagonismo y profundidad con la actuación de Joaquín Furriel. Y completan este reparto principal Chino Darín, como Julio Clamens, Peter Lanzani como Tadeo Vázquez, y Nancy Dupláa como Roberta Candia. Marcelo Piñeyro es el responsable de la dirección de los seis capítulos, y coescribió los guiones con Claudia Piñeiro.

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El ascenso y el poder

La primera temporada impactó con el inquietante ascenso de Emilio Vázquez Pena como líder de un grupo, que se ajustaba muy bien con algunos de los rasgos más característicos de los movimientos religiosos conocidos como neopentecostales. Su historia jugaba a dos puntas. Por un lado, procurar la satisfacción inmediata de una necesidad de trascendencia en personas vulnerables. Por otro, utilizar su carisma para turbias manipulaciones, para lo que contaba (y cuenta) como aliada a su esposa Elena (Mercedes Morán).

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La ambición económica y política de esta pareja y sus familiares más cercanos, pronto captó la atención de grupos de poder que jugaron a catapultar la figura de Emilio a una carrera por el sillón presidencial de la Casa Rosada. En el proceso de esa trama se sucedieron conflictos, excesos y quedaron descubiertas historias muy nefastas, como el abuso de menores.

En el comienzo de la segunda temporada, Emilio ya aparece como presidente. Pero hasta ese rol no llega por fuerza de los votos, sino como secuela de la "misteriosa" muerte de quien fuera su compañero de fórmula, Armando Badajoz, interpretado por Daniel Kuzniecka. ¿Le suena conocida esta historia?

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Ahora Emilio está en el podio presidencial. Se goza con su poder, pero también lo padece, ya que las inescrupulosas operaciones de Osorio (Furriel) lo reafirman como un títere de la derecha, mientras el país se hunde en una crisis cada vez más grave, más violenta.

Para lidiar con este estado de cosas, Osorio, siempre obediente a los grupos que mandan desde las sombras, pergeña un plan siempre efectivo: inventar un enemigo. Y Emilio lo secunda.

El asunto es que ese enemigo, al que habrá que combatir como sea (por la fuerza de las armas o la fuerza de las fake news), es Tadeo (Lanzani), quien había abandonado la iglesia hiperlucrativa montada por Emilio y Elena, se fue a recorrer parte del continente y para convertirse en un militante de los derechos humanos, y que ya en la segunda temporada reorientó su lucha social hacia un objetivo: desenmascarar y destronar al nefasto líder espiritual y político encaramado en la Casa Rosada.

Quizás al borde de los estereotipos, la historia de El reino es un thriller efectivo, lúcido, crítica. Aterriza en personajes creíbles e intensos la lucha entre el bien y el mal: un combate moral que no está exento de contradicciones, crisis, pero que sigue siendo un asunto clave en la construcción de la sociedad. El combate, lo sabemos, es desigual. El poder que estructura el sistema se impone sin piedad, sin escrúpulos, apelando a cualquier recurso para preservar sus "seguridades", sus certezas. Del otro lado, la lucha se dirime en el cuerpo, en las sensibilidades, incluso en la insatisfacción de las necesidades más básicas.

¿Vale la pena ver El reino? La respuesta debería ser rotunda: sí. Sea por su realización fotográfica, la narrativa, la composición de personajes, esta serie vale como interesante disparador para abrir (nuevamente) la reflexión sobre esa entreverada y no lineal correlación entre la fe, la institución religiosa y el poder, y cómo ciertos grupos se han afirmado como eficientes y eficaces manipuladores de la sensibilidad popular, y cómo erigen discursos nefastos para justificar la explotación en nombre de lo divino.

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