La confluencia dinámica entre arte y sociedad no solo es inevitable: es, sobre todo, necesaria. Es un hecho político, que está más allá de banderas partidarias, de los discursos pronunciados desde los estrados del poder. Y quizás solo el arte, y el cine particularmente, como en el caso de la película Utama, pueda encarnar esa confluencia que define la profundidad del sentido de lo político, en el que se juega la vida.
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Utama, que es la ópera prima del director y guionista boliviano Alejandro Loayza Grisi, va hacia ese hecho profundo. Una historia que, sin excesos estéticos ni parafernalia técnica ni narrativa, captura la inmensidad del altiplano boliviano para centrarse en las vidas de tres miembros de una familia quechua. Vida y paisaje austero. Todo quieto, suspendido en el tiempo, lejos de la vorágine urbana. Silencio.
Allí está la vida de Virginio y su esposa Sisa. Allí está la rutina, el ritual diario de la supervivencia. En esa inmensidad ha pasado un año sin llover, pero Virginio tiene que sostener esa rutina: sacar su rebaño, lidiar con sus problemas respiratorios. Sisa, encargarse de las tareas de la casa e ir hasta el pueblo a buscar agua. ¿Por qué no se van? ¿Por qué no abandonar la situación adversa? De eso intentará convencerlos su nieto Clever, que llegará de la ciudad.
El director dispara con Utama múltiples lecturas, pero con elementos que las unifican. El gran tópico son los olvidados de siempre, los que son forzados a quedar al margen. Pero los olvidados de Utama portan en sus cuerpos, en sus vidas, en sus hábitos, las huellas de una historia que también está amenazada por la pérdida, por el olvido. Una historia que funde al ser humano y su entorno, sus animales, su paisaje desértico, sus cielos, sus lluvias y sequías. Una historia que no se relata en extensos discursos: las palabras -los diálogos en la película- son breves, son aliadas de las miradas, de los movimientos; están ensambladas con sus identidades de género, sus roles, sus mitos, sus creencias. Las palabras en Utama, y en ese entorno, están los bordes del silencio.
Puentes
Esta ópera prima de Alejandro Loayza Grisi fue el resultado de una coproducción con Uruguay, en la que participaron algunos artistas y técnicos compatriotas. La producción de Loayza fue compartida con el uruguayo Federico Moreira, quien también fue el responsable de la realización sonora. En este rubro, el sonido, también participaron Fabián Oliver y Alejandro Grillo.
La fotografía fue de la uruguaya Bárbara Álvarez y el montaje de Fernando Epstein. Y la canción que cierra la película es de Fernando Cabrera.
Toda la banda sonora fue creada por un especialista mayior, el reconocido compositor boliviano Cergio Prudencio, uno de los nombres más importantes de la creación contemporánea en América Latina, que tiene, desde larga data, estrechos vínculos estéticos y personales con compositores uruguayos, y que ha destacado por sus búsquedas en los instrumentos y sonoridades originarias. También se destaca en este rubro musical el aporte de una canción de la excelente Luzmila Carpio.
Utama, la ficha. Bolivia, Uruguay, Francia, 2022. Dirección: Alejandro Loayza Grisi. Guión: Alejandro Loayza Grisi. Fotografía: Barbara Alvarez. Música: Cergio Prudencia. Producción: Alma Films Elenco: Luisa Quispe, José Calcina, Santos Choque.