El Stade de France fue el escenario elegido para albergar una nueva final del Mundial de Rugby, que tuvo frente a frente a dos potencias mundiales como lo son Sudáfrica (Springboks) y Nueva Zelanda (All Blacks). Por segunda edición consecutiva, los africanos fueron los campeones.
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En la previa se esperaba un encuentro del más alto voltaje, sin embargo, en cuanto al juego el partido quedó en el debe, no así la entrega y esfuerzo de ambos equipos. La primera parte encontró a los Springboks poniéndose en ventaja rápidamente, y a través de los penales ejecutados por Pollard, se fue al descanso con un parcial de 12 a 6 puntos.
El segundo tiempo dejó entrever el cansancio acumulado y el bajón físico de algunos de los jugadores de ambos planteles. Cuando el reloj marcaba los 58 minutos, Barret marcó el único try del partido, poniendo el encuentro 12 a 11 y teniendo la posibilidad de poner en ventaja a los All Blacks su convertían el penal. Sin embargo, la ejecución fue errónea y la ventaja siguió siendo para los africanos. Faltando tres minutos, nuevamente los de Oceanía pudieron dar vuelta el marcador a través de un penal, pero nuevamente fue fallado.
De esta manera, Sudáfrica se llevó el partido y el campeonato por 12 a 11. Es el segundo título consecutivo para los sudafricanos, y el cuarto de su historia, siendo ahora, la selección más laureada de todas.