La Coordinación por Palestina es un colectivo que funciona, que en el 2017 lamentablemente tuvo una acción mancomunada de varias organizaciones sociales, culturales y colectivos que son solidarios con el pueblo palestino. Y a raíz de lo sucedido en octubre del 2023, y luego la reacción furibunda y criminal del régimen sionista, de ahí en más nosotros nos reunimos en forma sistemática, prácticamente todas las semanas, organizando lo que son las respuestas, las movilizaciones, las exigencias a nuestro gobierno y la puesta en público de una información que siempre es sesgada. Los medios hegemónicos siempre hacen mención a la resistencia palestina con una caracterización, una catalogación como terroristas, de manera que eso invalida luego cualquier reivindicación, aunque fuese legítima o justa. Entonces, ese colectivo, que hoy reúne a más de 50, 60 organizaciones sociales, políticas y culturales ha definido dos voceros. Una es la compañera Alejandra de Bittencourt, y el otro soy yo. Después hay otros compañeros y compañeras que han participado en distintos programas radiales, televisivos, pero los que siempre estamos con más frecuencia en los medios somos nosotros dos. Sin embargo, de alguna manera las posturas de la Coordinación por Palestina se definen en forma consensuada. Raras veces se vota por una cosa o por la otra. En general se llega a acuerdos y consensos.
En la movilización en la calle parece haber habido un crecimiento de la Coordinación.
La impresión mía es que este colectivo fue creciendo a lo largo de estos dos años en forma exponencial. Fíjate tú que a la última marcha, que fue la de febrero, adhirieron más de 110 organizaciones sociales, políticas y culturales, y fue una marcha mucho más nutrida, con mucha más gente que en ocasiones anteriores. Y este colectivo va a seguir trabajando, esta Coordinación por Palestina va a seguir abogando por los derechos del pueblo palestino, por su autodeterminación, por el cese al fuego, para que ingrese la ayuda humanitaria, para que pueda sacarse de encima la opresión de un régimen sionista que lo hace desde hace más de siete décadas; esto no empezó el 7 de octubre del 2023.
Ustedes empezaron con las movilizaciones a partir del 7 de octubre, cuando se comenzó a generar un nuevo escenario en Palestina, pero en el medio los agarró un cambio de gobierno y en algún momento habían planteado incluso al Gobierno de Luis Lacalle la posibilidad de ruptura con Israel.
El Gobierno de Lacalle instaló una oficina de innovación y emprendedurismo que implicó un convenio entre la ANII y la Universidad de Jerusalén (La ANII es la Agencia Nacional de Investigación e Innovación), pero hay que ser claros en que no es un acuerdo interuniversitario. No se trata de un acuerdo entre dos universidades, la Udelar y la Universidad Jerusalén, de ninguna manera. Es la ANII, que depende del Ministerio de Educación y Cultura, es decir, Poder Ejecutivo, y una universidad en Jerusalén, nada menos. Entonces, nosotros ya habíamos planteado las objeciones desde el punto de vista del derecho internacional, en primer lugar. En segundo lugar, toda decisión política se toma en el marco de un contexto y en ese contexto se abre esa oficina, que implica de alguna manera legitimar lo que está haciendo el régimen sionista, el Gobierno de ultraderecha de Netanyahu. Entonces hoy nosotros le planteamos, no solamente la ruptura de relaciones con Israel, en concreto con relación a la oficina, le planteamos desandar el camino o al menos suspender la actividad de esa oficina hasta tanto el Estado de Israel cumpla con el derecho internacional.
(Christian Mirza. Foto: Meri Parrado)
¿Esa solicitud también se la hicieron al Gobierno de Orsi?
Lo pedimos en este gobierno y en particular, y muy personalmente, yo le dije al ministro de Relaciones Exteriores (Mario Lubetkin) el jueves pasado que tenía que dar señales muy claras de la no neutralidad del Gobierno.
Una neutralidad que no se anima a definir si es una guerra o n genocidio.
Genocidio. No es una guerra. No hay dos Estados enfrentados y mucho menos en forma proporcional a sus recursos bélicos, militares, de ninguna manera. Hay un pueblo oprimido que tiene manifestaciones en una resistencia palestina que es plural, que tiene, entre otros, a Hamás como un movimiento emblemático, pero no es el único. Está el Frente Popular para la Liberación de Palestina, el Frente Democrático por la Liberación de Palestina, la Yihad Islámica y otras formaciones políticas y de combatientes propiamente fuera de las fronteras, específicamente de Gaza y Jordania, que son solidarias con la resistencia palestina. Entonces no es una guerra. De que es un genocidio no cabe ninguna duda. Basta leer las definiciones de la Real Academia Española para dar cuenta de lo que significa un genocidio, que es el exterminio planificado, sistemático de un grupo.
Yo me exaspero cuando un periodista me dice: “Pero fíjese que en 1948 los palestinos eran 2 millones y algo y hoy son 6 millones. O sea que no me puede hablar de genocidio, porque en realidad, en lugar de desaparecer, se han reproducido en forma exponencial”. ¡Es una barbaridad por donde se lo mire!, ¡es un disparate! Más te digo, un militar fue condenado por genocidio a raíz de una masacre que hizo en Sarajevo después de haber exterminado a una población de 18 mil personas, y acá estamos hablando de 50 mil muertos, más de 100 mil heridos ahora desde 2023. Y si vamos para atrás son muchos más. Pero además, el genocidio no se trata de esperar a que maten a 3 millones, o 4 o 5 millones de palestinos que hay entre Gaza y Cisjordania. Se trata de decir que hay una intencionalidad de exterminio planificada, sistemática, puesta en terreno día tras día con crueldad, con sadismo. Es una orgía de sangre que nosotros vemos a diario. Entonces es un genocidio. Efectivamente es un genocidio. Además del apartheid, que significa algo tan oprobioso como lo fue el régimen sudafricano en el siglo pasado.
¿Cómo consideran la actuación de los organismos internacionales?
Tanto la Corte Internacional de Justicia como la Corte Penal Internacional ya emitieron fallos de que hay fuertes indicios de un genocidio en curso. Y por otro lado, se declara a Netanyahu y otras autoridades del Estado de Israel como criminales de guerra. Por eso tienen órdenes de arresto, no solamente él, sino varios más. Entonces, el problema de la ONU es que es incapaz de poner en marcha acciones coercitivas o sancionatorias, tales como las que impuso para el caso de Rusia cuando invadió Ucrania.
Lo que pasa es que en el Consejo de Seguridad está EEUU, con poder de veto, y que obstruye y obstaculiza toda resolución que implique medidas punitivas para el Estado de Israel.
Para ustedes, ¿la Cancillería uruguaya está trabajando sobre la definición de guerra o de genocidio?
En realidad, no habla claramente y explícitamente de genocidio. Sí hablan de masacres sistemáticas y en algún punto me parece que hay un cierto error de apreciación, porque tienden a equiparar, aunque no lo quieran, a Hamás como una organización terrorista (más allá de lo que yo piense acerca de los actos que cometieron el 7 de octubre y si yo estoy de acuerdo o no con las tácticas y estrategias de Hamás), pero en los comunicados siempre se habla de los rehenes por un lado y las organizaciones terroristas por otro, o los actos terroristas por otro. Y el Estado de Israel y lo que efectivamente está realizando en términos de masacres hacia la población civil en Gaza y en Cisjordania, y no solamente allí, porque también trasladan su capacidad de muerte al Líbano, a Siria y donde ellos entienden que están siendo vulnerados o en riesgo su propia existencia. Entonces la Cancillería se mueve en esas aguas turbulentas tratando de mantener una cierta ecuanimidad, pero no lo logra plenamente.
¿Esa postura piensa que está condicionada por una definición sobre política exterior con respecto a este conflicto o por el peso de la comunidad en Uruguay?
Yo creo que hay un lobby sionista que es muy fuerte y que actúa en todos los niveles. Fíjate tú que el Secretariado Ejecutivo del Frente Amplio saca una resolución en la cual sigue un poco en esa línea de condenar los actos terroristas y bregar por la libertad de los rehenes (entre paréntesis, había que bregar por los miles y miles de palestinos encarcelados en Israel que son prácticamente rehenes en pésimas condiciones) y, por otro lado, el supuesto argumento de defensa del Estado de Israel. Y entonces, más allá de mis matices con esa declaración, fíjense que inmediatamente la Embajada de Israel emite un comunicado denunciando y criticando severamente esta declaración del Secretariado Ejecutivo del Frente Amplio, que entre otras cosas sugiere suspender, que no es cancelar ni cerrar, es suspender de momento, la actividad de la oficina de innovación y emprendedurismo en Jerusalén. Entonces, el lobby es fuerte, el lobby actúa, actuó siempre y sigue actuando más a nivel parlamentario. Cuando yo actué en estos cinco años, junto con otro diputado que yo quiero subrayar y destacar, que es el exdiputado Ubaldo Aíta, del Partido Comunista, toda vez que nosotros hacíamos mención al drama palestino, a lo que está sufriendo el pueblo palestino, a las acciones aberrantes y totalmente repudiables del régimen sionista, la Embajada de Israel y el Comité Central Israelita, entre otros, enviaban cartas o llamaban por teléfono a la Cancillería. En la última oportunidad enviaron cuatro cartas a la presidenta de la Cámara de Diputados Ana Olivera y a la presidenta de la Asamblea General, que era Beatriz Argimón, prácticamente condenando y rechazando las intervenciones que nosotros como parlamentarios hicimos en el hemiciclo del Palacio Legislativo. ¿Eso no es lobby?
Marcha por Palestina FotoDante Fernández.JPG
Marcha por Palestina en Montevideo.
Foto: Dante Fernández / FocoUy
¿Por qué el pueblo uruguayo debería ser solidario con la causa palestina?
Porque es una razón humanitaria. Porque yo de hecho me puedo solidarizar y empatizar con el pueblo congoleño que sufre mucho, o con el pueblo sudanés, y hay muchos otros pueblos que sufren, el pueblo saharaui en África del Norte… En nuestro caso, en mi caso personal, porque tengo una historia arraigada, porque soy egipcio de nacimiento, porque mi abuela era palestina que huyó de Haifa, porque mi otro abuelo es libanés, en fin, hay razones afectivas, culturales. Pero al pueblo uruguayo yo le digo: esto es una causa humanitaria. No se precisa ser ni de izquierda ni de derecha, ni activista de todos los tiempos. Basta ver en pantalla lo que les hacen a los niños y a las mujeres en forma cruel, que es dispararles intencionalmente mientras huyen o tirarles una bomba con fósforo para quemarlos en vida. Con eso yo creo que sería más que suficiente para alzar la voz y movilizar al pueblo uruguayo en defensa de ese pueblo que además sufre, desde hace más de siete décadas, el apartheid, la opresión, la represión, la muerte. Es un pueblo que ha sufrido y que sigue sufriendo.
¿Ustedes, además de alguna movilización puntual que puedan volver a convocar, van a iniciar alguna acción legal o jurídica?
Estábamos pensando precisamente en eso, en algún tipo de acción legal, particularmente en lo que concierne a la oficina de innovación, pero todavía no hemos concretado. Hay otras acciones como son el boicot, el famoso BDS, que es boicot y desinversión y sanción. O sea que no es solamente la denuncia, sino también acciones que impliquen apoyos solidarios de alguna manera. También otros colectivos han recaudado fondos, han recaudado medicinas para la ayuda humanitaria.