La adquisición que hizo Minerva de un grupo de plantas frigoríficas en Uruguay contribuye a un muy importante proceso de concentración del sector. Se ha generado una cantidad de manifestaciones de preocupación por parte de instituciones y productores, ya que con esto se estaría dando una concentración del 45 % de la faena y, considerando la totalidad de la capacidad instalada, de más de un 60 %. Este proceso es el resultado de la adquisición de parte de Minerva Foods de plantas que hoy pertenecen al grupo Marfrig, proceso que se está dando a nivel de la región entre estos dos grupos que hoy son Fondos Globales de origen brasilero.
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Las manifestaciones y preocupaciones han surgido de diferentes ámbitos, pero en particular de los grupos e instituciones de productores sin haber tenido una respuesta contundente de parte del gobierno por el momento, y habiendo varios antecedentes en términos de un viraje en lo que son las políticas e institucionalidad de defensa de la competencia que se venían consolidando en el país.
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La concentración económica es una tendencia que se ha hecho muy importante en muchos sectores. En la agroindustria es un tema de mucho tiempo, pero que ha tenido cambios sustanciales en los últimos años con la presencia de los Fondos Globales que hoy están en el mercado de tierras, en la carne en diferentes etapas, en la lechería, en la agricultura, entre otros.
Si vamos a una definición tradicional en defensa de la competencia, una concentración económica ocurre cuando dos o más empresas realizan cualquier operación que las une; es decir, cuando se fusionan o se asocian, o bien cuando una empresa adquiere otra empresa, una parte o un activo de la otra.
En general, se ha demostrado y analizado en profundidad que los mayores niveles de concentración tienen un conjunto de efectos negativos. Por ello es que se ha instalado la necesidad de medidas tendientes a controlar los diferenciales de poder de mercado y sus efectos sobre las empresas del sector, el control de precios, la información que tiene como principal objetivo la defensa de los consumidores.
El antídoto para estos procesos es la regulación y la institucionalidad, espacios donde el Estado asume un rol de relevancia necesario y como único actor con capacidad de hacerlo atendiendo a los intereses nacionales, mirada de largo plazo y bienestar colectivo. Pero, a su vez, cuando existen empresas que son transnacionales o fondos de inversión con intereses muy diferentes a los que pueden tenerse desde una lógica país, o hasta sectorial, este tipo de política cobra aún más importancia.
Los aspectos a considerar del procesos pueden ser muchos, y hoy el tema ha tomado mucha presencia a nivel de la opinión pública en particular con las manifestaciones que han realizado parte de las instituciones más relevantes a nivel del sector, que son las gremiales de productores.
En concreto, en muy poco tiempo este grupo, Minerva, se está haciendo de siete plantas de frigoríficos habilitadas en el país para exportar, aumentando una preocupación que existe desde hace ya mucho tiempo, que es la concentración en la demanda por la hacienda de parte de un fondo de gran poderío en el mercado regional y mundial, y que tiene presencia a lo largo de toda la vertical. Para ser claros: juega de este lado de la competencia y, si bien en un plazo considerable parece difícil incidir en precios internacionales, sí se puede en el corto plazo, afectando la formación de precios en el mercado nacional de faena.
Cabe destacar que la concentración ha sido de siempre porque ha sido parte del desarrollo mismo del sector que, con historias de fracasos, ha tenido un desarrollo de la cadena y de la industria, con procesos que han venido de inversiones extranjeras, importantes economías de escala, saneamientos financieros y procesos de innovación que van desde la mejora genética en animales, pasturas, nuevos desarrollos, certificaciones, entre muchos otros.
Pero, a la vez, a diferencia de otras realidades en Uruguay, se ha generado una importante institucionalidad en términos de información, negociación y agregados de valor que va desde la trazabilidad ganadera, innovación desde lo público privado e instituciones como el Instituto Nacional de Carnes, que ha jugado a lo largo de toda la cadena.
De alguna forma son todos factores relevantes en un mercado donde existen unos pocos de un lado (los frigoríficos que demandan faena y juegan de los dos lados) y los productores del otro, que los hay de todas las escalas y niveles, con diferente poder de negociación y de acceso a las propias institucionalidades de presencia, ya sea privado como público-privado.
Antecedentes existen, pero hoy la realidad es mucho más evidente y, de acuerdo a los datos que han trascendido en conjunto entre los dos grupos involucrados en el proceso Minerva y Marfrig se llegaría a un 68 % de la capacidad de faena instalada, habiendo un altísimo nivel de concentración en el mercado y con una importante capacidad de fijación de precios y de definiciones a nivel de la cadena.
Si bien la tendencia a la adquisiciones y presencia de mayores empresas ha sido una realidad en el sector producto de los importantes costos fijos, economías de escala, márgenes del negocio, plazos y características de los financiamientos y necesidades de crecimiento de nivel de los diferentes eslabones de la cadena, existieron diversidad de jugadores, así como una institucionalidad que instaló un conjunto de reglas y de políticas que tuvieron una lógica de relevancia a nivel nacional. Como mencionamos en los últimos tiempos, fue desde el desarrollo del INAC con los sistema de información y diferentes herramientas, la trazabilidad ganadera, los desarrollos a nivel de INIA, los procesos de certificación y la propia defensa de la competencia.
Hoy, en un proceso reciente de cambio en la tendencia en lo que ha sido la defensa de la competencia y con muy poco eco de las preocupaciones manifestadas a nivel de los productores de lo que puede significar el resultado de este negocio, se suma el incremento del poder de los Fondos Globales en uno de los sectores de mayor importancia estratégica que tiene el país, y con el agregado de que responde a intereses que van mucho más allá del negocio en sí mismo, siendo parte del sector que muchas veces es competencia a nivel de exportación y destino.
No podemos dejar de mencionar que no se trata de un fenómeno aislado del sector cárnico. Existen otros que se viene dando y que también pueden ser parte determinante del cambio de naturaleza de los propios sectores.
Hasta ahora, lo claro es que el desarrollo que ha tenido el país en cuanto a agregado de valor y presencia internacional ha sido el resultado de una importante institucionalidad que diferencia a los que son los sectores agroexportadores uruguayos del resto del mundo, y que han tenido bienes públicos diferenciales que han permitido mantener diferentes escalas y atender a la lógica de una estrategia país. Es momento de revisar toda esa institucionalidad y potenciar en procesos que, si bien son globales, pueden ser determinantes del futuro de sectores de relevancia y que hoy trascienden a la industria cárnica. Llama la atención la poca respuesta del Gobierno, más allá de unas magras manifestaciones, pero sin ninguna señal de una preocupación real. El tema es mucho más complejo y amerita seguir profundizando en sus aristas y realidades.