La necesidad de una política de riego integral es urgente y tiene que ser una respuesta a los efectos que ha causado la sequía reciente. Pero ante todo es una estrategia fundamental para generar las bases de un modelo de desarrollo que amplíe las posibilidades de producción en forma sostenible e innovadora, donde el rol del Estado, en tanto inversor, regulador y articulador, es central.
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Uruguay tiene pendiente una agenda de desarrollo y fomento productivo de largo plazo; lidera la misma el riego como herramienta fundamental para mantener el impulso del sector agropecuario pilar en nuestra economía. El tema no es una utopía romántica de pensar como algo a largo plazo, sino que es una necesidad de nuestro modelo productivo que se ha puesto más que de manifiesto con la sequía reciente y sus terribles efectos en la producción con pérdidas mayores a 1.800 millones de dólares.
Se han hablado en los últimos meses de objetivos de irrigación de cuatro veces lo que se riega actualmente, lo que significarían en el entorno de un millón de hectáreas irrigadas. Se podría llegar a estimar que las pérdidas podrían haber sido hasta un 40% si se hubiera dispuesto de esas superficies con riego.
El análisis simple a nivel micro de la conveniencia o no de invertir en riego no siempre es el adecuado y se requiere de una visión más integral y en diversos planos. La relevancia y conveniencia del riego es mucho más que un análisis de rentabilidad individual y de corto plazo, debe verse desde el punto de vista de la rentabilidad económica y social, en términos intertemporales y a nivel macro. El desarrollo del riego es por diversos motivos una política pública que debe ser una política de Estado jugando este un rol de relevancia en tanto inversor y generador de incentivos a la inversión privada y regulador.
Amerita un análisis desde el punto de vista económico, entendiendo que el riego genera importantes externalidades positivas impactando a lo largo de la cadena de producción y en forma complementaria a otras actividades. De esta forma trasciende cualquier inversión privada y requiere de una estrategia de promoción que va mucho más al incentivo a la inversión, a la vez que debe tener importantes niveles de regulación y atención de los impactos sobre el medioambiente.
Sin dudas existen diversidad de razones como ser el sector, el tipo de inversión, la escala, el lugar, el rubro. También es una realidad que no toda actividad es objeto de riego y existirá un porcentaje de producción que mantendrá los riegos climáticos.
Repasamos algunas premisas relevantes a la hora de pensar una estrategia a nivel país.
Es fundamental para aumentar la producción, rentabilidad y estabilidad en los rendimientos. Los temas que hacen a la producción son claves, a nivel general, tanto en el sector exportador como en lo que hace a la seguridad y soberanía alimentaria.
Las políticas de riego bien implementadas son estrategias de mitigación de riesgos por pérdidas por sequía. A nivel de la actividad agropecuaria las inversiones en riego son fundamentales en la medida que la misma aporta mejora sustancial en rendimientos, aumento en la producción y estabilidad en los mismos, ya que se contribuye a controlar y disminuir los riesgos asociados a las secas. Los sectores que disponen de riego disponen de rendimientos más altos y con una importante estabilidad.
Si bien desde el punto de vista de los resultados de la inversión no todos los rubros deben ser parte de un proceso de incorporación de riego, es una realidad que avanzar en este no solo es parte de una inversión que mejora la rentabilidad de la producción. Existen una cantidad de casos en los cuales se dan motivos de seguridad alimentaria, apoyo a determinado tipo de productores como los de menor escala o familiares, o mismo avanzar en tecnologías más eficientes y que tengan mejores resultados a futuro.
La incorporación de tecnología y los procesos de transformación digital a nivel del agro que avance en mayor proporción producción regada son aspectos fundamentales para optimizar el uso del agua como recurso limitado y cuidarlo.
En general, el efecto de la incorporación del riego tiene importantes externalidades positivas que van mucho más allá de la actividad para las cuales se realizaron originalmente y permiten que otros rubros puedan desarrollarse en forma complementaria. La existencia de riego permite que otras actividades puedan aprovechar la disponibilidad de agua y facilita las rotaciones entre diferentes cultivos o entre cultivos y ganadería, entre otros.
El agua es un recurso cada vez más limitado y de mucho valor y, por tanto, su preservación es fundamental. La necesidad de regular el uso eficiente, minimizando cualquier tipo de impacto, es fundamental. De esta forma una política de promoción de riego va de la mano de una normativa de regulación y contralor estricto por la preservación del recurso.
Las inversiones y tecnologías en riego son diversas y dependen mucho del tipo de actividad, zona y disponibilidad del recurso. En este sentido, es fundamental que se pueda complementar la inversión pública para obras de gran escala que pueden aportar a diversidad de actividad, grandes áreas y diferentes escalas de producción y empresas.
Una estrategia de riego no es aislada, sino que va de la mano de la necesidad de infraestructura y energía que atienda una mejora en los procesos logísticos y productivos en general, claves para un país pequeño que requiere de mejoras sustanciales a nivel de todas las cadenas de producción para poder competir a nivel de los mercados internacionales.
Uruguay tiene un acumulado importante en lo que es el riego, con sectores que han liderado y con estudios y normativas diversos; también con hitos importantes en términos de política. Uruguay se debe una estrategia de riego de largo plazo que permita impulsar el crecimiento de la producción y los rendimientos, generando una nueva frontera de posibilidades de producción, dando mayor estabilidad en los rendimientos y minimizando los riesgos a los que hoy los efectos del cambio climático nos están condicionando.
Existe una diversidad de opciones desde el desarrollo de represas multiprediales, que deben ser inversiones de tipo público, hasta diversidad de incentivos para la inversión.
Uruguay tiene una amplia disponibilidad de agua para riego que hoy es menor al 2%; con embalses e instituciones adecuadas podría aprovecharse un 6% de agua de lluvia para riego sin menoscabar otros usos.
No existen sistemas únicos y las opciones de inversión a largo plazo y las tecnologías adecuadas son fundamentales para lograr buenos equilibrios costo-beneficio, complementando diferentes modelos de irrigación desde sistemas por inundación, irrigación de baja intensidad por tuberías o por sistemas de aspersión.
El Uruguay agroexportador requiere de una mirada de futuro que se construya desde ahora, lo que es una de las políticas claves para el desarrollo. Desde el análisis económico no podemos dejar de aportar elementos claves en lo que hace a la importancia del riego en cuanto represente un pilar de desarrollo de la mano de la energía y la infraestructura y entendiendo que se debe generar una política de Estado que atienda fallas en el mercado en cuanto a la necesidad de inversiones relevantes que puedan, en el mediano plazo, aumentar la frontera de producción, potenciar diversidad de actividad y regular en forma estricta las inversiones y el uso y la afectación de los recursos naturales.