En todas las casas
Blanca, así la llamamos todos, es un familiar más en todas las casas de los uruguayos que, junto a la radio o a la televisión, serán acompañados hasta el próximo viernes por su presencia insoslayable.
Su simpatía, su carisma, su seriedad, su credibilidad y, por qué no, su belleza, la vuelven irrepetible y será muy difícil de sustituir, aún por el encanto de Carolina García, quien la reemplazará a partir de mañana.
Apuestas a su futuro
Hoy todos los medios especulan acerca de su renuncia y hacen apuestas sobre su futuro.
Blanca prometió seguir adelante con su vida y todos nos resistimos a perder a quien sus conocidos destacan por su honestidad intelectual, su talento, su generosidad, tenacidad, coraje, compañerismo, laboriosidad, creatividad, y su don de gente.
Tal vez nunca he vertido por nadie tantos elogios y, aunque la veo y escucho todos los días desde hace décadas, yo casi no la conozco, salvo algún encuentro más que casual y muy esporádico en el que apenas intercambiamos sonrisas y saludos.
Eso sí, aunque no miro nunca informativos de televisión, la escucho diariamente en la radio y me sorprende su sentido del humor, su picardía y su gracia tan distante de su austera imágen televisiva.
Si su futuro es la actividad política, como parlamentaria, como ministra o como candidata a la Intendencia, y tal vez intendenta de Montevideo, la política ganará muchísimo, porque a Blanca todos la respetamos, porque parece un referente para las mujeres y un ícono si se habla de sensatez, tolerancia y firmeza de ideas.