La ley incluye crear cargos en año electoral, algo especialmente vedado por la Constitución y que le permite al Gobierno nombrar por seis años al director de los medios públicos, incurriendo en una flagrante arbitrariedad con la intención de prorrogar, más allá de los límites de este período, su control de los medios de comunicación del Estado.
Apuesta al blindaje
Hace rato que se sabe que el Gobierno de Luis Lacalle Pou apostó al blindaje. Su desfachatada costumbre de beneficiar a los grandes medios perseguía ese propósito, pero, incluso en el contexto de esa convicción, la ley que acaban de aprobar es sorprendente. De buenas a primeras, en un cúmulo de normas que perjudican a Antel y favorecen a los grandes medios, legisla descaradamente para garantizarse un blindaje post mortem.
Por supuesto que el Frente Amplio deberá conseguir las mayorías parlamentarias que le permitan derogar este adefesio, pero hay que tener mucho cuidado con los “derechos” adquiridos que alegarán las pocas familias que controlan el ecosistema comunicacional, porque la reversión nunca es gratuita.
El filtro de la SCJ
Cabe preguntarse si las groseras inconstitucionalidades que exhibe la norma pasarán el filtro de la Suprema Corte de Justicia cuando les toque abordarlas, pero, en el mejor de los casos para la democracia, de todos modos hay otro montón de artículos nefastos para la sociedad y ruinosos para el Estado.
Ya es tiempo de abandonar la cantinela de que este Gobierno hace todo mal, pero comunica todo bien. Ninguna de las dos cosas se sostiene: el Gobierno hace negocios que a alguien favorecen y tiene un amplio dominio de la comunicación pública, apenas esquirlado por algunos medios y periodistas críticos, la dinámica libérrima de las redes sociales y la habitual grosería insoslayable de sus prácticas que terminan por convertir en un desafío mayor el ocultamiento sistemático.
Los pinta de cuerpo entero
Lo único bueno de esta ley de medios es que los desnuda, los pinta de cuerpo entero como lo que verdaderamente son cuando se retira el maquillaje: una coalición de partidos de derecha, con una vocación autoritaria de manual, completamente embarcados en una estrategia de supresión de la información y de la crítica para mantener el control político de la sociedad y continuar favoreciendo un entramado de intereses privados y una orientación conservadora de la cosa pública.
Como advertimos hace mucho tiempo, se conducen directamente a la derrota porque el pueblo no mastica vidrio y la mayoría ya no les cree. Pero, mientras tanto, siguen ejerciendo, haciendo daño y preparando el terreno para tiempos mejores, cuando una mezcla de olvido masivo y marketing de ocasión les brinde nuevamente la posibilidad de volver como si nunca hubiesen gobernado, o hubiesen cambiado en algo o se hubiesen arrepentido.