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Editorial pobreza | gobierno |

LÁGRIMAS DE SAL

Pobreza infantil en el Uruguay de los malla oro

La pobreza sigue creciendo, el 10,4 % actual ya supera los valores previos a la pandemia cuando Uruguay se transformó en el país de la región que menos invirtió en ayuda social

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En poco más de un año asistimos al destape de la corrupción de Alejandro Astesiano enquistada en plena Torre Ejecutiva, al revuelo internacional por la liberación del narcotraficante más buscado por cinco países, la impactante perversión de Penadés, la inacción asfixiante de Luis Alberto Heber, un negador serial de la inseguridad ciudadana, y a la inoperancia de OSE, que nos dejó sin agua potable por dos meses.

Esto, sólo para citar lo más grueso de un gobierno marcado por el escándalo y por la falta de transparencia.

Y como si todo esto fuera poco, ahora llega lo peor: la pobreza infantil alcanza niveles de vergüenza y somos el país con mayor infantilización de la pobreza en la región.

Un dato lapidario

El problema de la pobreza infantil no es nuevo, nos interpela como sociedad y golpea a todo el sistema político que no ha encontrado caminos que logren al menos atemperar esta tragedia social.

Obviamente es pura demagogia prometer pobreza 0. Prometer 0 pobres es como prometer 0 ricos.

Si hay ricos hay pobres. Si el gobierno apuesta a fortalecer a los malla oro recogerá los resultados que hoy la Encuesta Nacional de Hogares devela sin fantasía alguna: en este país hay 160.000 barrigas con hambre que aún no han cumplido los 18 años. El 50 % de los niños que nacen, lo hacen bajo la línea de pobreza, el 20 % de los niños tienen necesidades básicas insatisfechas.

Un dato lapidario que debiera no dejarnos dormir. La pobreza sigue creciendo, el 10,4 % actual ya supera los valores previos a la pandemia cuando Uruguay se transformó en el país de la región que menos invirtió en ayuda social, con fondos que no alcanzaron para cubrir las necesidades básicas de la población más vulnerable.

La pobreza entre menores de 6 años es 11,6 veces mayor que la de los adultos mayores de 65, una disparidad que refleja una tendencia en las políticas públicas, que han dejado desatendidas las necesidades de la infancia uruguaya.

La desigualdad se da en los hogares que viven con niños y niñas que no llegan a cumplir sus necesidades básicas debido a que las políticas de Estado no llegan en tiempo y forma.

No podemos darle de comer al 5 % de la población más vulnerable. Paradojalmente, hay gente que cree que el país es más rico cuando nace un ternero y más pobre cuando nace un niño. Un ternero engorda 500 kilos en tres años y la desnutrición infantil se transforma en una tragedia nacional.

La mentira hecha gobierno

Lacalle Pou llegó al gobierno prometiendo cosas que nunca pudo cumplir, pero una de las más graves fue la de combatir la indigencia.

"Con la pobreza no podemos perder más tiempo como se ha perdido", dijo en 2019 en Rocha, cuando todavía era candidato.

Acomodándose los pocos pelos que le quedaban arremetió contra la ayuda social del Frente Amplio, culpándolo de "asalariar la pobreza" en lugar de “aumentar gradualmente la autonomía personal de los pobres”.

"No podemos perder más tiempo, hay que actuar ya”, dijo Lacalle Pou con la misma cara de póker con que prometió que nunca subiría los impuestos ni aumentaría el combustible.

Cuatro años después, la verdad terminaría cayendo sobre sus espaldas. No solo no pudo bajar los índices de pobreza, sino que aumentaron a niveles vergonzosos en un país donde se ha consolidado la tendencia de que la proporción de pobres aumenta en los menores de seis años y es 11,6 veces mayor que la de los adultos mayores a los que ahora se busca castigar con una reforma de la seguridad social injusta e inequitativa.

Las excusas del gobierno

Lejos de hacer un mea culpa por su error de diagnóstico, el gobierno intentó salir del paso buscando excusas. Primero cuestionó al cartero, poniendo en duda los datos del INE, y después desde el despacho de Arbeleche llegaron los justificativos más técnicos.

Para el equipo de la ministra “históricamente, la pobreza en el primer semestre tiende a ser mayor que en el segundo período del año, por una presión inflacionaria al alza, que cambiará en los próximos meses”.

Arbeleche sueña con que la incidencia de la inflación y de un mayor nivel de empleos al final del año, terminará dándole la buena noticia que por ahora nunca pudo llevar a su líder y conductor que prometió dejar al país con menos pobres.

Inacción del MIDES

Entre las mentiras con que el Partido Nacional llegó al gobierno, la reestructura del MIDES es una de las más graves. Los cambios que prometieron llevar adelante, con una reorganización paulatina del Ministerio nunca dieron resultado.

“Vamos a desmontar el actual formato burocrático y compartimentado para pasar a una organización flexible, centrada en la ejecución de programas globales”, dijeron con grandilocuencia en su plan de gobierno.

La realidad fue más fuerte que sus sueños de grandeza. No solo hay más pobres y somos el país de la región con mayor infantilización de la pobreza, sino que este año subió más que nunca el número de personas viviendo en las calles.

El número de personas en situación de calle subió un 24 % y solo las bondades de un invierno menos frío que el de años anteriores impidió que tuviéramos hombres o mujeres muertos de frío.

Las cosas en su sitio

El Uruguay tiene muchos problemas pero el de la pobreza infantil es terrible.

Hay 160.000 niños pobres. Podrían ser muchos más si no existiera la Tarjeta Uruguay Social. Son el 20 % de los menores de edad que hay en Uruguay. Esa cifra está contenida, además, por las políticas de protección a las adolescentes de contextos más vulnerables y al desestímulo del embarazo no deseado.

La infantilización de la pobreza va de la mano de las mujeres que comparten con sus hijos hogares monoparentales, de la desocupación de las mujeres jóvenes y también de otras formas de discriminación como la racial.

Los niños pobres tienen problemas de nutrición, más rezago escolar, alta prevalencia de caries, acceden con más dificultades a la corrección de patologías oculares y auditivas y tienen mayor prevalencia en las enfermedades que provocan discapacidad.

El próximo gobierno, gane quien gane, no puede mirar para otro lado. Parece una gran hipocresía decir que si atendemos mejor a los adultos mayores vamos a destinar menos recursos a los niños con necesidades insatisfechas. La sociedad tiene que encontrar los recursos y nadie debe hacerse el zonzo. Hace unos meses se difundía que se habían depositado ahorros en el exterior por 10.000.000 de dólares. Hoy mismo festejamos que hay proyectos en diversos grados de desarrollo en la costa de Canelones de más de 100 barrios privados con una inversión de 3.000.000.000 de dólares en donde procurarán refugiarse detrás de cercos y seguridad privada miles de familias que procuran poner distancia de la pobreza.

Yo creo que no hay muchas más oportunidades y por suerte hay mucha gente que se da cuenta. Estamos incubando un terremoto y cuando estalle no habrá de qué quejarse.

Paradojalmente, viven en un país que festeja cuando nace una vaca y se preocupa más para que gane peso y desarrollo un ternero, y menosprecia y hasta sufre el nacimiento de un niño.

Paradoja. Cuando nace un novillo el país es más rico y cuando nace un niño el país es más pobre.

Desde hace unos años nacen 10.000 bebés menos por año en Uruguay. La inmensa mayoría de los que no nacen hubieran sido niños pobres y la mitad de los que nacen también lo son. El crecimiento de la pobreza infantil es geométrico.

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