Tras la derrota electoral de 2019, reflejo del desgaste de 15 años de gobierno, el Frente Amplio (FA) debió moverse con la limitaciones que una pandemia de alcance planetario impusieron al país. Sin embargo, algunos hechos comenzaron a mostrar un cambio en el estado de ánimo de los frenteamplistas, como la recolección de firmas y las celebraciones del Día del Comité de Base. Todo eso se vio reflejado en los debates del pasado congreso del que la fuerza política salió con la decisión de trabajar por la victoria del SÍ en el referéndum y el desafío de ser capaz de dirigir un proyecto ciudadano de cambios. En ese contexto deberá elegir en diciembre mucho más que un presidente, deberá constituir una dirección para un nuevo tiempo. Así resumió el coordinador Ricardo Ehrlich en entrevista con Caras y Caretas los alcances del congreso y los desafíos que la situación política plantean.
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Han pasado 15 días desde el congreso del Frente Amplio. ¿Con qué perspectiva puede ser analizado?
Fue un congreso en un contexto de pandemia. Hay que seguir atento. Fue un congreso con tapabocas, con islas, grandes burbujas de separación, con limitación de acceso para invitados. Fue un esfuerzo muy grande. Eso lo primero a destacar.
En segundo lugar fue la culminación de un largo trabajo que comenzó hace más de un año con un proceso de análisis en todos los espacios del Frente. Las bases de Montevideo, del interior, los distintos sectores. Se han hecho aportes que se sintetizaron en un primer documento que después fue recirculado en todos los espacios, y que recibió aportes. Ese documento fue la base para el congreso. Tenía como puntos centrales el balance del camino recorrido de lo que podemos llamar esa opción ciudadana, de izquierda, progresista. Y por supuesto, un componente de autocrítica. Los matices vinculados a iluminar lo que fue la construcción de ciudadanía, la construcción de país, no fueron el énfasis principal, lo fue el tratar de iluminar aquellas cosas que quedaron entre sombras y que nos preocupaban. Eso fue un componente importante. El balance, autocrítica y el análisis de la situación en que estamos hoy.
El segundo gran tema fue el de la coyuntura, el momento político, la organización de la fuerza política.
Y tercero la mirada hacia adelante. No fue un congreso de carácter programático, pero en líneas generales la perspectiva fue analizada y discutida.
Con todo eso se llega a la sesión plenaria. Ese fue el desarrollo, con diversidad de miradas, de preocupaciones de distintos ángulos. Lo que vimos es que más allá de la ocasional vehemencia por un argumento u otro, primaba una voluntad de confianza, de síntesis, de ambiente fuertemente fraterno.
Un punto alto fue el homenaje, que pensamos que sería una ceremonia sencilla, pero se convirtió en un momento, tal vez, central del congreso, a varias compañeras, a las fundadoras Alba Roballo y Milte Radiccione, y a dos muy queridas compañeras, referente nacional del punto de vista de la ética y la defensa de los derechos humanos, como lo son Azucena Berruti y Belela Herrera.
Usted mencionó la autocrítica en el congreso. ¿Cómo se manejó ese tema durante las sesiones?
Había un documento de base, público, donde no fuimos suaves con nosotros mismos. Es importante señalar que una fuerza política que haga su balance autocrítico de forma abierta, de cara a la ciudadanía, no es una cosa frecuente. Diría totalmente excepcional. Creo que eso le hace bien a la fuerza política. No es una cuestión de personas, sino de temas sustanciales que significan enseñanzas. Así se encaró. Sin ser suaves. Se trató de ir lo más a fondo posible.
Diría que hubo algunos temas centrales. Uno fue el desgaste. Eso implica varias cosas. Para una fuerza política estar en el gobierno 15 años es mucho tiempo. En el mundo y en nuestro país. Si tenemos en cuenta el período en que se construyó el Uruguay moderno, que fue el de José Batlle y Ordóñez, este fue dos veces presidente, en períodos de cuatro años, separados por otro período con [Claudio] Williman. Después vino el freno. El intento de frenar y marcar algunos retrocesos en cuanto al desarrollo de las políticas batllistas. Eso fueron 12 años. Entonces, 15 años es mucho tiempo. Y hay que agregarle 30 años en el gobierno departamental de Montevideo. Otros 15 en Canelones. No es poca cosa. Es mucho tiempo. Y eso genera problemas. El gobernante, sea cual sea su proyecto, sus sensibilidades, tiene tiempos acotados. Tiene que cumplir el programa, sus distintos compromisos. Pero hay que hacer una buena gestión. Pero hay algunas cosas en esos tiempos que marca el gobierno que son complejas, como es escuchar. Estamos con mucha prisa como para detenernos a escuchar todas las voces y entonces por un lado nos empieza a invadir la soberbia y cuando nos damos cuenta es un poco tarde. Pero sobre todo empezamos a alejarnos de la gente. Yo resumiría eso es una frase, que creo que es repetida, pero que la construcción es con la gente. Pasa por la gente. Tarde o temprano los atajos llevan a vías más complejas.
Lo otro es la construcción más duradera y sólida, sabiendo que no hay construcciones sociales o políticas que duren mil años, se tiene que renovar permanentemente. Pero la construcción más duradera es con la gente. Tal vez este es el punto central de la autocrítica.
Y hay otros puntos derivados. El desgaste interno de la propia fuerza política donde las características que señalaba influyen en la propia vida política.
El último punto es que el Frente Amplio es una coalición por un lado y un movimiento por otro, y su programa de gobierno, sus objetivos, su proyecto es una síntesis de esas sensibilidades. Cuando esa síntesis es más completa, más perfecta, entonces más lejos se puede avanzar. Cuando más imperfecta, limita la acción.
El Frente Amplio sale del congreso con definiciones en torno a la situación política del país, así como en su estrategia. ¿Cómo se va a parar ahora frente a las políticas impulsadas por la coalición de gobierno?
Hay varias cosas. Una es que se está instalando permanentemente, por parte del gobierno, una agenda que está prácticamente sustentada en la Ley de Urgente Consideración. Una ley que fue presentada y votada en plena pandemia. Ese es un punto mayor, no es un tema de oposición del proyecto Frente Amplio con el gobierno. Es un tema del proyecto país. Las propuestas en esa dirección y las acciones actuales comprometen la vida del país por un largo período, mucho más allá de un período de gobierno. Esos temas requieren claramente de políticas de Estado. Ese punto es tal vez un punto central de la etapa, del camino al referéndum. Es un tema ciudadano mayor y así lo está manejando el Frente.
Al mismo tiempo, y derivado de esa ley, hay una serie de problemas instalados y otros que son paralelos y altamente preocupantes. Las políticas de empobrecimiento de las empresas públicas. Eso es un tema central. El ataque a la educación pública y el debilitamiento de la sus estructuras, con un modelo más centralizado y autoritario. También está el tema del puerto, el que nos afecta no solo con una medida nociva para el país, donde se aprueba una especie de monopolio por mucho tiempo. Ahí hay un tema de soberanía.
Además tenemos un elemento que es parte de la agenda interna del Frente Amplio como es la renovación de sus autoridades. Eso no fue un tema estricto del congreso, pero el congreso dio la habilitación para los candidatos y candidata a presentarse en la elección abierta del 5 de diciembre. Las elecciones son para la presidencia del Frente Amplio, los plenarios departamentales y la integración del Plenario Nacional por los sectores y las bases. Son muchas elecciones simultáneas y es importante cómo nuevamente el Frente convoca en forma abierta a ese proceso electoral.
Referéndum a la vista
De acuerdo a cómo viene el control de firmas es seguro que habrá referéndum. ¿Cómo se prepara el Frente Amplio para esa instancia?
Es el desafío mayor de estos tiempos, para el Frente es el tema central. Si vemos como viene el conteo y el bajo índice de anulación, estimamos que a fines de noviembre se estará en condiciones de establecer una fecha. Es una responsabilidad enorme, un gran desafío para el Frente Amplio. Ahora no es solo del Frente Amplio. Tal como se vio en la recolección de firmas el Frente Amplio suma su esfuerzo al movimiento social. Hay que convocar en forma muy amplia a la ciudadanía. Es un reto mayor para el país y debe ser asumido como tal y tratar de explicar no es sencillo. Es una ley con artículos muy diversos donde la coalición de gobierno está en campaña y poniendo acento en algunos aspectos que desde el punto de vista de la comunicación pueden confundir a la opinión pública.
Se lanzó ahora la campaña en defensa de la ley que tiene que ver con temas que son sentidos por la ciudadanía, como la seguridad.
Hay que lograr una comunicación clara para que cada ciudadana y ciudadano pueda hacer su opción a conciencia.
En ese marco se viene la elección de la nueva dirección del Frente Amplio, una dirección para un tiempo nuevo. ¿Cómo se trabaja hacia eso?
Hablamos del proceso de desgaste que no solo fue desgaste sino un retroceso de la fuerza política. Fue un momento de desacumulación después de un proceso de acumulación prodigioso que culminó con el primer gobierno nacional en las elecciones de 2004, con una gran mayoría. Después se ganó con balotaje dos veces seguidas con mayorías parlamentarias, pero se veía una desacumulación clara y lo vimos en la última elección con la derrota electoral. A pesar de esa repuesta ciudadana, popular, que llevó a que en la segunda vuelta se lograra casi arañar la igualdad. La diferencia fue pequeña. Pero el proceso de desgaste siguió.
Pero hubo un echo que marcó un momento de inflexión y fue esa prodigiosa respuesta de la gente al alcanzar las casi 800.000 firmas. Eso indicó para el Frente un sacudón, una señal muy positiva para los militantes de fortalecimiento de nuestra gente en todos los rincones. En los comités de base fue muy claro y eso marca la propia interna de la fuerza política.
Pocas semanas después, el 25 de agosto, el Día del Comité de Base, en la frontera de esta pandemia que se atenúa, hubo una alegría contagiosa. Esa fue otra señal potente.
Eso pegó en la interna muy positivamente. Y se llega a un congreso con ese espíritu fraterno de optimismo de un nuevo desafío, de un camino a recorrer abierto a la gente. El Frente Amplio empieza un proceso de fortalecimiento y entra en una nueva etapa donde su desafío es ser capaz de dirigir el proceso ciudadano progresista.
En ese contexto ese recambio de autoridades marca el comienzo de una nueva etapa. Es la afirmación de principios, es la afirmación de valores, de afirmación de los grandes objetivos, pero también de asumir que estamos en un nuevo mundo.