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Cultura y espectáculos

EMILIA DÍAZ

«El Carnaval invita a provocar revoluciones pacíficas y silenciosas»

Después de veinte años se coló en Doña Bastarda, una murga con mucho por decir, con presencia de grandes voces, gran vestuario y una muy buena puesta en escena. Emilia cuenta la vivencia de un conjunto que quiere transmitir sensaciones recogidas en el pueblo.

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“Hacía veinte años que no salía en carnaval, tuve un período con Queso Magro para niños en invierno, en la temporada infantil de murga para niños en 2017. Ahí mis hijos vivieron por dentro esta fascinación de pintarse la cara, cantar en un coro, aprenderse letras graciosas, participaron de los ensayos y les gustó mucho.

Mi hijo más chiquito, Felipe, preguntaba siempre: Mamá, ¿cuándo vas a volver a pintarte la cara? Cuando le dije que había decidido salir en la murga se pusieron muy contentos. Una de las razones y la más importante es que ellos vivan la fiesta por dentro, gracias a la familia Abellá que me abrieron las puertas de su familia, porque Doña Bastarda realmente lo es, me hace acordar mucho a mis primeros años en 1997, que fue mi primer contacto con una murga. Soy de Maldonado, Punta del Este; cultura carnavalera, nada. Mi tío tocaba el tambor en Pan de Azúcar, a mi padre le decías murga o comparsa y para él era la misma cosa, para que tengas una idea de la cultura de carnaval que había en mi casa.

La primera razón son mis hijos, pero la segunda creo que es un momento histórico en el que a los artistas se nos invita también a ponerle el cuerpo, no solamente por el compromiso estético, artístico, político-cultural que puede tener el fenómeno de una murga o cualquiera sea la categoría en esta fiesta popular, sino además quienes podamos arrimar otras formas de pensar la realidad, y el arte es una de ellas, en tiempos en los que parece que hay pocas formas, cuantas más haya para pensar la realidad, más plural y democrática va a ser nuestra existencia”.

Ahí te invitan a Doña Bastarda.

No me invitan, me cuelo en Doña Bastarda, pido bolada. Pinocho Routín postea en su Instagram: ‘Voy a mi primer ensayo de Doña Bastarda’. Le respondo: ¿hay lugar ahí? Comenzamos una serie de conversaciones, Pinocho me llamó, me reuní con la familia Abellá, con Carlos, con Camilo, con Imanol (Sibes), en un café a tres cuadras de casa, me mostraron la idea del espectáculo y gran parte de lo que ya estaba escrito con autoría de Camilo e Imanol y me encantó. Me pareció que la idea tenía una potencia estética y política fuerte; después vería qué lugar iba a ocupar yo, no estaba pensando en participar, quedé muy contenta y sorprendida de encontrarme con un grupo de gurises muy talentosos, con el liderazgo horizontal de Camilo que potencia las individualidades, fomenta la discusión sobre los temas, esto lo viví desde octubre que empecé a ensayar. Una diversidad de verdad, de convivir entre opiniones distintas sin quebrar nada en el grupo, por el contrario unirnos más por sabernos distintos.

Te escuché hablar de esto con respecto a la parte que vos escribiste del tabladito, discutiendo entre todos el tema.

Ellos no sabían si iban a tocar el tema del abuso, decidieron hacerlo a través de nuestra presencia como mujeres, Camila Sosa y yo, es una responsabilidad, pero también es un honor, es lindo un grupo de varones que se mire a sí mismo y diga: nosotros no estamos prontos, pero queremos decir y apoyar que ustedes lo digan. ¿Cómo lo podemos hacer? No solo apoyaron sino que tuvieron que sostener el tabladito cuando se quebró en escena, lo digo y me emociono, porque fue un acto genial que sucediera esto. Primero que se rompió la fiesta, se rompió el tablado, algunos dijeron: se rompió al fin la fiesta y otros: yo quería que se rompiera la fiesta. Había que sacarse la máscara de verdad, porque si el carnaval es ponerse máscaras, hay algunas de ellas que son imponibles; no te podés poner la máscara de la violencia y menos solicitando que la sociedad sea menos violenta. Es rarísimo.

Pero el carnaval tuvo un cambio grande en ese sentido.

Creo que es un cambio que está empezando a crecer, que gracias a grupos como Doña Bastarda que lo trabajan y lo mastican de esta manera, porque es un tema masticable y que lleva su tiempo de digestión, de conversación, de debate, de lágrimas, de sonrisas, de sátira, porque hay que reírse también, hasta el punto moral que tu ética te lo indique.

Pero vos pasás por muchos lugares en la murga porque el género así lo indica, partes muy críticas y muy satíricas, lo tuyo con lo de Achurena es genial.

La idea original de Camilo Abellá era una sátira a la aristocracia más hegemónica que es la feudal, aunque lo que más criticamos es una consecuencia de un liberalismo más moderno, pero el carnaval tiene eso que te permite viajar históricamente. Desde esa composición de aristocracia aparecen personajes que pueden verse reflejados en nuestra realidad o dentro del oficialismo político de este momento. En esa coherencia es que tiene sentido Achurena, sola no sería nada. Achurena sin los compañeros que están atrás y apoyan con toda su aristocracia y con todo el desparpajo, cuando Achurena reivindica el gobierno anterior, tampoco tendría sentido. Es un trabajo de grupo, es Pinocho Routín poniendo su magia como dice Camilo. Hay mucho trabajo de Imanol Sibes sosteniendo el personaje del rey Lewis, es un gran cupletero y todos descubrimos que puede brillar escribiendo.

Con Camilo (Abellá) estoy anonadada, compone, dirige la murga, hace las armonías, elige la música, hay mucha canción pensada; hizo investigación, para escribir La Cárcel leyó durante diez días Vigilar y Castigar de Michel Foucault, para escribir La Libertad con Imanol en lo de la Marsellesa, no sé si lo puedo decir, pero después pregunto, pero hay algo de militarismo ahí mezclado, el lado oscuro de la Revolución francesa. Pero volviendo al talento te podría hablar cómo compuse a Achurena, que fue un trabajo que hice en dupla con Imanol como actor, es muy difícil para una mujer mantener la mirada de un varón mirándote en escena con cariño y respeto, te lo digo por experiencia.

Se ve complicidad en el escenario.

Es que no es de la boca para afuera y no es que pasa ahora en carnaval, el fenómeno de venir a los ensayos y divertirnos entre nosotros, discutir las cosas, probar y sentirme bienvenida. Porque es difícil cuando una viene de otro lugar, donde hay demasiada visibilidad, a veces te reciben con resquemores, a veces recelo, acá nada de eso, me abrieron las puertas de sus casas, fui a los cumpleaños, compartimos muchas cosas, que mi familia entera se pueda subir a la bañadera, donde suben las compañeras de los componentes, donde dicen cosas de bañadera, se escucha canto, va de todo, menos murga de los 80, hay más tropical que otra cosa, bailamos, hay siete y tres, pero no pasan cosas oscuras, es la fiesta de Momo, es un lugar donde se pueden subir niños, que a veces hay que taparles los oídos porque alguna palabrota se escucha, pero no hay que taparles los ojos, eso es bastante (risas).

Esta Fiesta Clandestina que presentan es la vivencia de ustedes mismos.

Es un poco la fiesta del pueblo, es que el carnaval debería ser una fiesta menos reglamentada, menos oficial, aunque también ahora parte de la fiesta es el reglamento, es increíble, es como todo en la vida; buscás ser libre, cuando sos adolescente te querés ir de tu casa, te peleás con tus padres, pero cuando te quedás solo y tenés que pagar las facturas ahí decís: ¡ay, las milangas de mamá! Ellos podían hacer las milangas porque había cosas que estaban más seguras. Debería ser una fiesta cada vez más plural, brego porque la fiesta se expanda.

La murga tiene muy buenas y lindas cosas visuales, en las letras, lo gestual, comienzan vestidos con un reciclado negro, por aquello que se viene de la oscuridad, la pandemia y lo que pasó en los dos últimos años, pero terminan a todo color con una despedida diferente, con algo que también ha pasado en los últimos años y que ha crecido, que son los migrantes y ustedes los visibilizan de una forma diferente.

Es una idea de Camilo Abella, hace tiempo la murga viene compartiendo espacios con migrantes incluso en el invierno, eso es coherencia. Después surge la idea de que sea su misma voz, organizada con el arte de ellos y la forma de decir de Camilo. Ahí vos decís: por qué alguien de afuera no va a entender lo nuestro, quién que no haya sido oprimido y que no tenga ganas de vestirse con las ropas de su opresor para satirizarlo va a negar esta fiesta como una fiesta suya. Ahí la murga se pone anarca, en el sentido de sin fronteras, un poco somos todos bastardos de nación cuando te pulsa el corazón y querés sembrar semillas en otras tierras. No es solo un fenómeno virtual, que te pueda ver alguien en Instagram en otro país, es un fenómeno cultural en el que podés sentir tu voz representada por diecisiete uruguayos cantando tu dolor y tu alegría, tu dolor de haber perdido y tu alegría de empezar a ganar otros sueños, me parece que si la fiesta es popular y en este marco el pueblo está siendo sustraído de algunos derechos, sobre todo los migrantes, y si migrar es un derecho, por qué no hacerlos escuchar. Me pareció una idea brillante.
En esta ciudad he visto guetos y he visto vecinos denunciando las manifestaciones culturales de esos lugares, imposibilitando una convivencia de diversidad pacífica, criminalizando a migrantes, entonces también es un ejercicio pedagógico de sensibilidad el poner en escena esa voz y conmover. Después uno lo puede llevar a su vida, momento de despedida, de viajes y muertes, porque crecer es morir de a poco y revivir cada vez.

Dentro de todo esto tu histrionismo, tanto en el tabladito como en tu personaje de Achurena, estaba todo junto, la crítica la risa, la sátira, el decir. ¿Cómo lo sentís?

En el cine me dicen: por favor, no actúes Emilia, no me va bien en el cine, no hay cámara que aguante esta carita (risas).

No serán para el cine pero para el carnaval son maravillosas.

No sé, me potencia el grupo y el género de murga, la música, las letras, es un sueño cumplido, siento que soy muy afortunada entre bastardos y bastardas; me sorprenden todos los días, a veces arriba de la bañadera, incluso sobre el escenario, gestos, detalles, cariño, compañerismo, de verdad, no pour la gallerie.
Bueno y el viejo Carlos Abellá, un padrazo, más que el padre es el abuelo, lo gastamos con eso, y el abuelo cuida, está en todos los detalles, siempre tiene la palabra justa, es intenso, apasionado y justo. Estoy muy orgullosa de él como papá, porque veo a sus hijos (Camilo y Gastón que suben con la murga) y decís: qué lindo. No soy muy de la tradición, familia y propiedad, pero sí soy fanática de los valores que se maman de la casa.

¿Ves un carnaval diferente a otros?

Tiene mucha agua, muchas suspensiones de tablado. Me imagino que sí por las oídas, pero hace veinte años que no estoy en la fiesta por dentro, pero me dicen muchos que por suerte es bastante distinto, sobre todo muchas voces femeninas de la platea, agradeciendo la canción que cantamos con Cami (Camila Sosa, ¡qué voz! Un gran acierto en la tercia) a veces con ojos llorosos, a veces llegan muy emocionadas a darnos un abrazo, eso me llena de compromiso y alegría. El arte sana y son las revoluciones que podemos invitar a provocar desde arriba del escenario, las más pacíficas y las más silenciosas, pero las que finalmente duran más.

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