“Nooo… ¡Qué va a ser difícil! Nooo… La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar. En mi presidencia la inflación no va a ser un tema”. “La inflación se produce por culpa de un gobierno que administra mal”.
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Estas frases fueron pronunciadas en 2015 por el entonces candidato presidencial Mauricio Macri y rematadas luego por él mismo, y con la misma vehemencia, en la mesa de Mirtha Legrand, aseverando que liquidar la inflación si llegaba al gobierno sería facilísimo.
-Pero yo pensé que era complicadísimo -dijo la “Señora”.
-¡No, Mirtha! ¡Cómo puede ser complicado algo que resolvió el 99% de los países del mundo! Estamos en el 1% peor. Si yo le digo a uno de los que están en esta mesa que está en el 1% peor en lo que hace profesionalmente, no me saluda nunca más en la vida.
Ya como presidente, y en el programa Animales sueltos del 21 de julio de 2016, la completó afirmando que el abatimiento de la inflación “es responsabilidad primaria del gobierno, porque yo soy un puesto perverso que cobra a un gobierno que administra mal y estafa siempre primero a los que menos tienen”.
Resulta obvio que semejante frase se le escapó sin querer y no se trataba de una confesión, sino de un acto fallido.
“Yo me comprometí a que la inflación iba a bajar… y va a ir bajando, lentamente, todo el segundo semestre y el año que viene va a ser menor que este año, sustancialmente menor, y el otro va a ser menor. Va a estar debajo de 20%”.
Un incrédulo Alejandro Fantino preguntó: -¿El año que viene?
-Sí. El año que viene.
-¿Debajo de 20%?
-Debajo del 20%.
No mucho después, Argentina cerró 2018 con una inflación sólo superada por Sudán, Sudán del Sur y Venezuela, la que, aparte de los sabotajes y violencia de la oposición, sufre un bloqueo impulsado por Estados Unidos y sus aliados.
En 2015, la inflación argentina estaba en 30%; para enero de 2019 llegó a 47,6%, la más alta en más de un cuarto de siglo, y para febrero ya había trepado a 51,3%.
Usando todos los recursos legales y también los otros, el gobierno neoliberal ha hecho lo imposible por silenciar las voces de los periodistas que se atreven a denunciar la crisis o la corrupción. De una manera u otra, 3.500 periodistas perdieron su trabajo desde que Mauricio Macri llegó al poder en diciembre de 2015 en complicidad con los grandes empresarios de los medios masivos de desinformación. Detenciones arbitrarias, intimidaciones, pauperización salarial, presión a los pocos medios opositores con el dinero destinado a pautas publicitarias, brutalidad policial, jueces enviados por el poder para hacer las tareas sucias… todo vale en la Argentina de Macri, mientras Mirtha Legrand, leal al fin y al cabo al suprapoder, afirma que lo volvería a votar con tal que no vuelva lo otro. Lo cierto es que con “lo otro”, la prensa actuaba con total libertad, hasta con exceso, incluso.
La otra promesa del millonario durante la campaña fue la de pobreza cero; sin embargo, la misma subió a 33,6% para fines de 2018 y es el porcentaje más alto de toda la década, de acuerdo a un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA). Esta cifra implica un aumento de 19% con respecto al informe del Observatorio de la Deuda Social emitido el año anterior. La indigencia, por su parte, subió a 6,1%. En pocas palabras, más de 13,2 millones de argentinos viven en la pobreza; 20% padece inseguridad alimentaria y 7,9% sufre inseguridad alimentaria severa, es decir, pasa hambre.
La UCA está a punto de presentar un nuevo informe en marzo y ya adelanta que estos niveles empeorarán.
Todo está peor que antes: la inflación, la pobreza, el endeudamiento, el déficit fiscal y todo lo que los tecnócratas de derecha aseguraban desde el Olimpo de la soberbia que solucionarían con sus mágicas fórmulas harvardianas. Argentina es hoy el país más endeudado de América Latina y su moneda se ha devaluado 50% en el último año.
Mientras que Estados Unidos le rapiña 300.000 millones de dólares a Venezuela, el “rescate” del FMI (57.000 millones) llega a Argentina con la condición de siempre: la crisis deben pagarla los más débiles.
Los argentinos son castigados así por su ignorancia y su incredulidad. Se les avisó y explicó una y otra vez, en todos los idiomas y con lenguaje de señas, con bananitas y manzanitas, que esto sucedería y no quisieron creer, no quisieron escuchar; sólo les importaba si Macri bailaba bien en el programa de Tinelli.
En Uruguay, el país con menos pobreza e indigencia de América Latina y el Caribe, el del salario mínimo nacional más alto y de más cristalinidad, estamos advirtiendo a nuestros compatriotas lo que sucederá si gana de nuevo la derecha, una derecha que ha gritado hasta quedar afónica en las celebraciones por las asunciones de Macri en Argentina y Bolsonaro en Brasil.
Por el bien de nuestros hijos y los hijos de nuestros adversarios, esperemos que de este lado del río el que tenga oídos oiga y el que tenga ojos vea, porque las decisiones erróneas se pagan con sangre, sudor y lágrimas.
Hay que salir a defender con uñas y dientes lo alcanzado para que la historia no nos condene por no haber hecho lo suficiente.