Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Columna destacada |

El destino de Lula y el destino de Brasil

Por Emir Sader

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Nunca el destino de una persona se ha identificado, de forma tan estrecha, con el destino de Brasil. Ya no bastará la trayectoria de vida de Lula, con apellido Silva, niño pobre del interior del nordeste brasileño, expulsado por la sequía hacia el sur, lustrabotas, hasta llegar a ser obrero. No bastará que Lula se haya vuelto el mejor presidente de la historia del país y que haya dejado el gobierno con 74% de apoyo. No bastará todo eso; ahora Lula refleja la situación de Brasil.

Todos sabíamos que del destino de Lula dependería el destino de Brasil. Que Lula libre significaría su candidatura a presidente, su victoria en primera vuelta y ser de nuevo presidente del país. La derecha también lo sabía. De ahí que inventó un proceso sin ningún fundamento y quitó la presunción constitucional de inocencia, lo ha metido en la cárcel, le ha negado el habeas corpus, le ha quitado el derecho a participar en las elecciones y hasta de dar entrevistas y declaraciones públicas para que alguien de la (extrema) derecha fuera elegido en su lugar.

Lula vive una situación similar a la Brasil y del pueblo brasileño, de lo que tiene plena conciencia y lo expresa. Sin respaldo alguno del Poder Judicial, que muere de miedo de una decisión que lo favorezca y sea destrozado por los medios, con un nuevo proceso y una nueva condena en camino, presto a tener que sufrir que el juez que ha fabricado todo ello se vuelva ministro de Justicia, Lula se siente tan desamparado como el pueblo brasileño.

Los brasileños sufren, en grado máximo, la falta de protección de sus derechos, de su empleo formal, de su salario mínimamente digno, de su escuela pública, de su servicio público de salud. Sufren tener que convivir con un gobierno que les quita el servicio de médicos cubanos, que se entrega absolutamente a las manos de Estados Unidos, que tiene ministros que dan vergüenza a los brasileños y hacen el ridículo ante el mundo.

El presidente elegido del país escoge lo peor de cada sector para componer su gobierno; no le importan las advertencias de China y de Rusia sobre los efectos económicos adversos que las posiciones de Brasil tendrán con socios económicos importantes, como esos países, más todo el mundo árabe. Como ha prestado un servicio inestimable a los grandes empresarios, a los medios, para impedir la victoria electoral del PT, se siente en el derecho de decir y de hacer lo que de la da la gana, como si no dependiera de nadie. Como si administrara una hacienda, sin contrapesos. Por ello hace anuncios y después recula, lo que más ha hecho hasta ahora.

Nadie tiene idea de lo que será Brasil en manos de gente así. Como nadie tiene idea de lo que será el destino de Lula en manos de gente así. Lula fue interrogado la semana pasada por la jueza sustituta de Moro, nombrada por él, que ha reproducido la misma prepotencia de aquel. Gente sin ninguna calificación se siente orgullosa de practicar la arbitrariedad en contra del más importante líder político brasileño, que cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo.

¿Pero qué es esto frente al poder de judicialización de la política, que se ha adjudicado sin límites el Poder Judicial brasileño, algunos activamente, otros por el silencio cobarde y miedoso? No hay límites para ello. Han cambiado la historia de Brasil, expropiando al pueblo brasileño el derecho de decidir sus destinos, de elegir a Lula presidente de Brasil.

Es una situación nueva. La izquierda tiene que enfrentar ese escollo, además de enfrentar campañas electorales fundadas en noticias falsas y en su propagación por millones de robots. Son nuevos desafíos, pero hay que enfrentarlos porque el ensanchamiento de los espacios democráticos es la única vía de la izquierda.

De eso depende la vuelta de los gobiernos progresistas en Latinoamérica, porque está claro que la situación de Lula prefigura la situación de Cristina, de Rafael Correa, de Petro. En Brasil, el destino de Lula está  indisolublemente ligado al destino del país. Lula preso, condenado, sin ningún tipo de respaldo jurídico, vive una situación similar a la del pueblo brasileño. Su lucha de resistencia es similar a la lucha de todos los brasileños.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO