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Mundo Argentina |

Doble discurso del organismo multilateral

El FMI ayuda a Macri a ocultar su crisis

Ante la posibilidad de una nueva turbulencia cambiaria, insinuada el viernes 12, el FMI adelantó su Informe, muy elogioso, y los fondos. Sin embargo, el valor del dólar retomó su tendencia alcista el lunes y el martes, y el riesgo país y la tasa de interés siguen siendo altísimos. Vista la cercanía electoral, es una clara intromisión del FMI en asuntos internos de un país miembro, consecuente con su trayectoria.

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La nota relativa a los 75 años y el doble discurso del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicada en la pasada edición, omitió uno de sus últimos grandes errores, que en realidad es un intento de intromisión en las decisiones políticas soberanas de un país miembro del organismo multilateral, como lo es, claramente, tanto en Argentina como en Estados Unidos, tratar de modificar el resultado electoral en favor de un candidato, en este caso el ingeniero Mauricio Macri.

El referido «error» consistió en otorgar el mayor crédito de su historia nada menos que a la República Argentina, un país con historia de defaults (o repudio de sus obligaciones soberanas; el más cercano ocurrió en 2001) por un monto de US$ 57.100 millones, equivalente al 13,21% del PIB argentino actual, monto que, a pesar de las cifras oficiales, seguramente ya ha llevado su deuda pública más  del 90% del PIB, en una estimación conservadora.

Como bien sabe el lector de Caras y Caretas, el FMI otorgó ese enorme crédito en un intento de frenar las turbulencias cambiarias que comenzaron en mayo de 2018, y que lo único que representaban (para quienes creen o mienten en nombre de «los mercados», que siempre tienden a ser oligopólicos o monopólicos, como bien lo señaló el insospechable Adam Smith en su opus magnum La riqueza de las naciones, una obra citada sin leer ni respetar) era la más que comprensible desconfianza de la población argentina y sus agentes económicos en el gobierno oligárquico, ineficaz y negligente de Mauricio Macri y su gabinete aristocrático encabezado por Marcos Peña y la «barra del Colegio Cardenal Newman», que se dio el lujo de expulsar a Alfonso de Prat-Gay, el único con formación y experiencia económica suficiente para la tarea.

Pero, como era previsible para cualquier ser humano, la desconfianza de la población argentina en su gobierno (el mismo cuyo actos fundacionales fueron eliminar las «retenciones», o impuestos a la fabulosas ganancias de los agroexportadores, lo cual generó un enorme agujero fiscal en beneficio del 0,1% más rico de la población y subir 700% la tarifa del gas), la desconfianza de la población y agentes económicos continuó, y aumentó cuando fue claramente perceptible que, a pesar de todos los pesares, la abominada Cristina Fernández de Kirchner crecía hasta convertirse en la candidata con mayores posibilidades de ganar las elecciones nacionales del 27 de octubre próximo, o el eventual balotaje.

La deseada estabilidad (que tanto conviene también a nuestro país) parecía haberse alcanzado cuando se anunciaron las fórmulas electorales conformadas por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner (anunciada el 18 de mayo pasado) y Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto, comunicada el 11 de junio, hecho que pareció llevar calma a los mercados (agitados por turbulencias imparables desde mayo de 2018, que llevaron el dólar de $A 23 a $A 46,50, sobrepasando en algún momento los $A 50, entre otros indicadores explosivos), permitiendo vislumbrar que Macri podría culminar su mandato y llegar a las elecciones de octubre.

El dólar llegó a bajar a $A 42,85.

Pero la turbulencia se anunció la semana pasada y el dólar (que había descendido) subió lunes y martes consecutivamente hasta alcanzar el valor de $A 43,60 con tendencia ascendente; en tanto que el riesgo país alcanzó otra vez a 775 puntos básicos (o sea, que si Argentina pudiera tomar préstamos en el mercado financiero debería pagar 7,75% por encima de la tasa de referencia de la Reserva Federal); mientras que la tasa de referencia de las ‘Leliq’ (Letras de Liquidez emitidas por el Banco Central de la República Argentina (BCRA)) se situó en 58,83%.

Los demás indicadores económicos continuaban siendo desastrosos: pese a las estrictas medidas fiscales dispuestas por el FMI en el segundo acuerdo stand by, la inflación acumula 57,3% en los doce meses cerrados a mayo; el Producto Interno Bruto cayó a US$ 432.241 (cifra de un detallado informe de El Economista), en tanto que su deuda pública habría superado el 80% del PIB según el Indec; la pobreza alcanza al 35% de los argentinos; y el desempleo al 10,1%.

Según el informe Perspectivas de la Economía Mundial -Abril 2019, presentado el 9 de abril en Washington durante la apertura de la Asamblea Conjunta del FMI y el Banco Mundial (BM), en 2019 y 2020 América Latina y el Caribe crecerían 1,4% y 2,4%, respectivamente; en tanto que Argentina (la niña mimada del organismo multilateral que le otorgó el mayor préstamo de su historia) caería -1,2% en 2019 y crecería 2,2% en 2020.

Pero esas cifras debían necesariamente ajustarse a la baja, porque a fines de junio se comunicó oficialmente que el PIB de Argentina cayó un  rotundo 5,8% en el primer trimestre de 2019, sumando cuatro trimestres consecutivos de caídas interanuales. En 2018 la economía del país vecino cayó 2,5%, siempre según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), y para este año el presupuesto macrista preveía una caída de 0,5%.

Como se ve claramente, estas cifras implican que la recesión,  el desempleo, la miseria, la violencia y la desesperación avanzan sobre Argentina.

Entretanto, el presidente Macri presidió junto al senador Pichetto (la fórmula electoral oficialista y no el binomio presidencial) un gran desfile militar el 9 de julio, aprovechando la fiesta patria, y el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, sigue hablando de la eliminación del déficit fiscal y la inflación.

Hasta para esto falla el gobierno: como se sabe, la contracción de la economía, con su directo efecto en el consumo y el empleo, constituye la mejor forma de perder elecciones.

 

Llegan los fondos y la bendición del Fondo

El 12 de julio, el Directorio Ejecutivo del FMI dio a conocer una declaración oficial (orlada por una foto de David Lipton, actual director -gerente interino, ya que Christine Lagarde está de licencia, aguardando su elección como presidenta del Banco Central Europeo (BCE)) que da por concluida la cuarta revisión en el marco del acuerdo stand by a favor de Argentina, y aprueba un desembolso de US$ 5.400 millones de los US$ 57.100 negociados.

Como se recuerda, el gobierno de Macri se comprometió con el FMI a reducir a 0 su déficit fiscal primario (la diferencia entre ingresos y egresos gubernamentales antes del pago de los intereses de la deuda externa) y a combatir la inflación con una política de emisión 0 y altas tasas de interés, lo cual supone una fortísima contracción de la actividad.

Una misión del FMI, encabezada por el economista Roberto Cardarelli, trabajó en Argentina entre los días 11 y 22 de mayo de 2019, entrevistando a diversas personalidades y funcionarios para llevar a cabo la referida cuarta revisión del programa firmado un año antes. La misión se reunió con el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, el presidente del BCRA, Guido Sandleris, otros funcionarios gubernamentales, líderes políticos del gobierno y la oposición, del sector privado y representantes sindicales.

Como resultado se emitió un informe de 88 páginas que, si bien aumenta la caída prevista en la economía para 2019 (de -1,2% a -1,3%) y reduce a la mitad la previsión de crecimiento para 2020 (de 2,2% a 1,1%), y eleva la previsión de inflación de 30,5% a 40,2% para 2019, autoriza el quinto desembolso y cubre de elogios la gestión gubernamental.

El informe fue presentado el 16 de julio por el ministro Dujovne, que dispone ahora de otros US$ 5.400 millones para cubrir los vencimientos de su deuda externa y contener la depreciación del peso mediante intervenciones del BCRA.

La Misión del FMI concluyó que «las autoridades argentinas continúan mostrando un sólido compromiso con su programa de política económica, y han cumplido con todas las metas pertinentes en el marco del plan respaldado por el FMI. Si bien ha tomado tiempo, los esfuerzos realizados en materia de políticas están empezando a dar frutos», agregando que «los mercados financieros se han estabilizado, la posición externa y fiscal mejora y la economía está empezando a recuperarse gradualmente de la recesión del año pasado. El FMI apoya decididamente estos importantes esfuerzos».

Señala sin embargo que «los riesgos del programa son elevados» y que  «Argentina sigue expuesta a brotes de volatilidad en los próximos meses», y que «lo más desafiante es la incertidumbre por el período electoral que se avecina». Si bien no lo dice, parece claro que está haciendo referencia a la posibilidad de un triunfo de la oposición kirchnerista. Entre las posibilidades negativas, el FMI señala: «La disminución de la confianza de los inversores podría trasladarse rápidamente a un aumento de la tasa de interés de los bonos y dificultades para hacer frente a las necesidades de financiamiento. […] también podría generar cambios en los portafolios de los inversores, alejándolos de activos en pesos y eso presionaría sobre el tipo de cambio».

Sin embargo, a pesar de mencionarlo, no señala con claridad que hasta ahora el gobierno del presidente Macri viene fracasando rotundamente en su lucha contra la inflación, mientras que la recesión devora la economía y el empleo.

La declaración del Directorio Ejecutivo del 12 de julio afirma: «Aunque sigue estando en un nivel alto, la inflación ha entrado en una trayectoria descendente que se espera continúe en los próximos meses. La gestión prudente de la política monetaria por parte del BCRA sigue siendo esencial para anclar tanto el tipo de cambio como el proceso de desinflación.

El gobierno argentino ha demostrado constantemente su compromiso con la disciplina fiscal y ha superado ampliamente las metas fiscales fijadas para marzo y junio. Las autoridades han solicitado al FMI que apoye el aumento de la meta del balance primario correspondiente a fines de setiembre, como una señal de su prioridad para garantizar que la relación deuda/PIB se sitúe de manera decisiva en una trayectoria descendente».

El Directorio Ejecutivo señala: «El gobierno pudo cumplir sus objetivos fiscales protegiendo al mismo tiempo los programas sociales y recurriendo a herramientas fiscales para defender a los más vulnerables de los efectos de la recesión».

Concluye señalando: «La implementación firme de las políticas sobre las que se asienta el programa respaldado por el FMI será fundamental para continuar progresando. A medida que la estabilidad macroeconómica se vaya afianzando, los esfuerzos de políticas deberán centrarse más en revitalizar los planes de reformas estructurales. El acuerdo Mercosur-UE suscrito recientemente es un paso importante en ese sentido. […] Estas reformas tienen un potencial significativo para elevar el crecimiento de Argentina, crear empleo, reducir la pobreza y mejorar el nivel de vida de todos los ciudadanos.»

Las implicancias de esta declaración podrían provocar muy duras ironías si la población argentina no estuviera expuesta a una verdadera tragedia social que se ejemplifica en un 35% de pobreza.

Como se observa, este no es el mismo FMI que aconsejó a Estados Unidos y China Popular mantener sus políticas expansivas para aumentar el consumo y la actividad, como se vio oportunamente en Caras y Caretas al mencionar los informes de consulta del Artículo IV de ambas superpotencias.

El FMI mantiene el cruel doble discurso, uno para potencias desarrolladas, y otro para los países subdesarrollados (a los que se condena a ajustes fiscales que se traducen en recesión y miseria), al que se hizo referencia en la nota anterior, señalando que se trata de «una gran traición» a las ideas y principios que estuvieron en las discusiones originales para la creación de los organismos de Bretton Woods.

 

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