Por Dino Cappelli
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“Tengo referencia del viejo molino, donde he ido registrando todas y cada una de las crecientes del río Santa Lucía Chico, en Florida. La subida de este año se ubica 30 centímetros por encima del año 82 u 84, no recuerdo bien. Es la mayor inundación de todas hasta el momento”, asegura el escribano Jesús Bentancor, dueño de un terreno donde registra los ascensos del río que bordea a la capital de la Piedra Alta.
A 80 kilómetros de allí, al norte, otro caso similar. Si bien los nativos indígenas le llamaron ‘Yi’ como ‘agua mansa’, seguramente no lo conocieron discurriendo hacia la ciudad, eludiendo casas primero, tapándolas más tarde. Ese río de aguas tranquilas creció 11,91 metros. “Nunca lo había visto así, ni en 2007, que fue terrible. Esto de hoy es espantoso”, comenta Mauber, vecino de la ciudad que urbanísticamente se ubicó exactamente en el sitio donde no debía ir, costas abajo.
Acá y allá, Florida y Durazno, padecen por estas horas el drama de los desplazados. Miles de personas que, con ayuda estatal o sin ella, debieron abandonar sus hogares ante el aumento del caudal de los ríos que sin embargo los representan como habitantes de cada región. El Santa Lucía Chico y el Yi se posicionaron fuera de cauce como nunca antes, creando situaciones dramáticas a cada paso.
Desde los buses de Empresa Nossar y Turismar que no pueden conectar ciudades y pueblos por la crecida del arroyo Paimi, hasta los más de 50 perros que fueron rodeados por las aguas en Santa Bernardina. O los 60 vacunos ahogados por la embestida frenética del arroyo Tejera, que no se pueden comparar en el mismo ítem que los 6.000 desplazados de la capital departamental del centro del país.
Aún no es tiempo de evaluar los daños estructurales de ambos departamentos, especialmente en caminería rural. “La situación está controlada”, aporta tranquilidad el intendente de Florida, Guillermo López. Se refiere a la rápida intervención del Comité de Emergencias. Pero sabe que luego vendrá el tiempo de contabilizar las rutas cortadas, los puentes desestabilizados, las alcantarillas rotas. Primero, está el drama humano.
Las aguas que sacan
Los drones permiten tomar dimensión visual de la tragedia. El contacto personal nos habla de historias de pérdidas y derrotas. “Nunca me había tocado salir por las aguas. Fue mi primera vez, y te puedo garantizar que es un drama. No solamente por las pertenencias que se deben sacar de la casa, sino por las noches sin dormir, por los nervios”, dice una mujer desplazada de la calle Acuña de Figueroa, en la ciudad de Florida.
A pocos metros de allí, el intendente de Florida daba cuenta -luego de la reunión del Comité Departamental de Emergencia- de la existencia de 800 kilómetros de caminería rural dañada severamente. “En Florida pasó lo peor, pero en 25 de Agosto se llegó al máximo. Por suerte pudimos trabajar de día para la logística, en la madrugada actuó el Ejército y personal municipal para brindar apoyo a los desplazados. Estamos preocupados por la sanidad de los evacuados que están retornando en la capital departamental. A la humedad, al agua, hay que sumarle eventos de baja temperatura que afectan la salud de los evacuados. Tuvimos la visita del coordinador del Sinae y distintos ministerios, la situación en Florida está retornando a la normalidad. Vemos ahora los daños, en el Prado de la Piedra Alta, por ejemplo, unos 800 kilómetros de caminería rural, establecimientos lecheros que no pueden sacar su producción. Será un costo importante de recursos económicos, recursos humanos y de tiempo recuperar la normalidad. Apelaremos a seguir trabajando interinstitucionalmente con el gobierno nacional para recuperar cuanto antes esa normalidad”.
Ayuda por todos lados
La ayuda se ramifica, se coordina. Las autoridades del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) trabajan codo a codo con los asistentes sociales, con los técnicos. Más allá, soldados del Batallón de Ingenieros de Combate Nº 2. Acá, voluntarios que comparten tarea con los empleados municipales.
El subsecretario de Defensa, Andrés Berterreche, destacó que su cartera ministerial desplegó en las zonas afectadas carpas, comida y vehículos terrestres y fluviales.
“Hay que apoyar a los damnificados en estas situaciones que son sistemáticas y se profundizan por los efectos del cambio climático. Estamos muy conformes con el despliegue de los efectivos militares, que están cumpliendo sus objetivos, y con la vocación de servicio que tienen. Los saludamos y felicitamos por ello”, aseguró.
Cuando saluda y felicita tiene que pensar en Carlos, un soldado del Prado Español que trabaja en el Batallón con asiento en la ciudad de Florida… pero que tuvo que abandonar su hogar por la crecida del río.
Carlos asiste, y al mismo tiempo es asistido.
Las cifras se multiplican. Las aguas bajan río arriba, pero suben más abajo, hacia el sur. Los autoevacuados en Florida fueron 600. Eligieron casas de familiares, terrenos de amigos, espacios públicos. En 25 de Agosto la plaza principal se pobló de carpas y de testimonios.
“ Saqué una ropita y un televisor chico, pero venía de golpe. A las 2 de la mañana empecé a llamar a mi nuera y dos hijos que viven al fondo. De ahí no me voy a ir, cuando Dios me lleve que me lleve, pero mi casita que quede ahí para poder vivir con mis hijos y mis nietos hermosos. Fue lo que me dejó mi madre”, dice entre lágrimas una señora.
A su lado, un hombre de unos 60 años. “Acá está todo bien, pero al hijo le dio un ataque de pánico, hubo que llamar al médico. Le dije que las cosas van y vienen, lo principal es la salud”.
Con salud, otro habitante de la triple frontera de Florida, San José y Canelones admite haber perdido demasiado. “Perdimos todo, heladera, cocina, camas, todo lo que hay en una casa. Fue tan rápido todo”.
No hay tregua, con descenso de la temperatura mediante. Más viento, más frío, más agua.
Un productor salvó sus cerdos, y los ató a los árboles del Centro, en la plaza principal. Al menos, conservó su producción. “Mil crecientes hicieron la represa de Santa Lucía, pero empeoró, enganchó el agua para acá. Esta creciente es más grande porque a mí me dejó en pelotas. Tengo una barraca chica y perdí un platal, y un camión que se lo llevó la corriente. Vengo con pobreza, y esto no es de gobierno, es de clima. No se hace con política”.
Acción interinstitucional
De situaciones complejas tiene mucho para contar Dinorah Lanz, directora departamental del Mides en Florida. Desde que se disparó la alerta, trabajó sin descanso en ayuda de evacuados.
No se duerme, no se descansa. La tensión permite sobrellevar tantas horas de trabajo. Y al final de la tarea, un rápido relevamiento hacia todos aquellos trabajadores del Ministerio que colaboraron en la eventualidad.
“ Primero agradecer a todos la disposición, el trabajo y estar pendientes de la situación. En Florida hay 100 evacuados alojados en dos lugares, el Pabellón de Deportes y el Centro Juan Pablo II. El río está en su cauce normal, o sea, que va a demorar el tiempo que sea necesario para que se sequen las casas. Están las personas atendidas allí por el Comité, con la responsabilidad y el cuidado en esos dos lugares. En 25 de Agosto donde estuvimos, el tema está controlado también. Hay 50 evacuados por Cecoed, las personas autoevacuadas no tenemos la cifra exacta porque no se han registrado. Hubo cambios en los lugares de realojo, pero quedó bastante ordenado todo. Tenemos tres carpas con gente que se negaron a ir a un lugar obtenido, tenemos el compromiso de ellos de irse a un lugar más seguro si vienen vientos fuertes. Las cuatro comidas aseguradas para todos los evacuados”, relató el miércoles a primera hora.
El Comité de Emergencias consta de la tarea de varias instituciones, y la Intendencia Departamental de Florida es una de estas, en primera línea de acción.
Su personal está al frente de la atención junto con otros referentes territoriales. Cuentan: “Esto afecta psicológicamente porque tenemos familia, estamos saturados y no tenemos cómo alojar a tanta gente. Alimentos, niños mojados, somos una contención hacia ellos como referentes, como lugar donde vienen a buscar cosas, brindamos ayuda médica por parte del Comité de Emergencias”.
La cocina es un sitio de mucha tarea, allí donde se atiende a la mañana, mediodía, tarde y noche. “La gente tuvo que salir, y proporcionamos algo calentito, por eso elegimos la polenta. Unas 120 porciones, pero sigue saliendo gente. Hacemos polenta, guiso, saltado de arroz y lenteja, se les brindan las cuatro comidas del día. La gente puede llevárselo o, si prefiere, comer en el comedor. Habilitamos las duchas del comedor para los niños con agua caliente, donde tienen jabón, detergente, pañales, agua sin gas, el sistema médico habilitado las 24 horas. Estamos con todos los servicios”, expresan a los medios de comunicación que llegan desde la capital, los que buscan mostrar la situación.
Políticos de por medio
Otras visitas que también buscan estar presentes en estas realidades son las figuras políticas. Mientras algunos optan por “no ser parte de la foto”, como el caso del diputado Carlos Rodríguez Gálvez (Frente Amplio), Juan Sartori y Edgardo Novick llegaron a Florida.
“ Pasando por acá, era importante recorrer para ver la situación de primera mano, trágica para muchas familias. Hay gente tratando de secar los muebles, preparándose por si crece en los próximos días un poco más. Se debe pensar hacia el futuro, el cambio climático es una realidad. Estas crecientes que antes pasaban cada 20 años se repiten cada vez más seguido y debemos tener infraestructura adecuada y preparada para estas situaciones”, dijo Sartori, desde el Partido Nacional.
Recomendó “ayudar en lo posible. Primero la seguridad, tener las familias evacuadas con seguridad y que no estén rehenes de esas situaciones como hemos visto en el pasado y luego tratar de pensar hacia el futuro, evitar esos tapones de agua, los desastres naturales pasan y lo importante es que los gobiernos estén ahí para tratar de aliviar y ayudar”.
Su presencia, y otras, despiertan críticas y comentarios de adeptos. “Hay que embarrarse más”, tuitea alguien afín al gobierno departamental que lideró Carlos Enciso hasta hace unas semanas. Y le apoyan también desde las redes sociales. “Si no venís a mojarte, al menos no molestes a los que estamos haciendo algo”.
Los ríos crecidos, los arroyos fuera de cauce, las rutas y caminos que no permiten el tránsito vehicular ni peatonal. Dos departamentos identificados con la inundación. Y en el medio de todo, la solidaridad que se organiza.
En Sarandí Grande, una ciudad ubicada exactamente en el punto medio entre Durazno y Florida, el Grupo Solidario ‘De Corazón Sarandí’ y el gobierno municipal establecieron una jornada de recolección de elementos de ayuda. “Nos sirve que la gente pueda donar productos de limpieza, alimentos no perecederos, ropa, abrigo, pañales”, dice, e invita la secretaria del Municipio, profesora Alejandra Eyheralde. El Gimnasio Municipal fue el punto de encuentro, y pese a la lluvia hacia allí confluyeron decenas de personas, prestas a colaborar.
Al norte, en Durazno, se conformó la Coordinadora Durazno Solidario. Este grupo está integrado por organizaciones gremiales, colectivos y personas de la ciudad con el fin de reunir donaciones de alimentos no perecederos, artículos de limpieza, de higiene personal y cal, destinadas a las personas damnificadas. Según se indicó a Caras y Caretas, “se coordinará con el Comité de Emergencia Departamental”.
El edil Raúl Licandro del Frente Amplio integra este grupo desde su convocatoria. “Invitamos a gremios, colectivos y personas a sumarse a esta tarea tan necesaria en estos momentos críticos”.
Las donaciones se reciben en el local de AUTE Durazno, en calle Oribe 459 esquina Galarza. También se abren cuentas a efectos de recibir aportes económicos, en el Banco República, en las redes de cobranza.
Al mismo tiempo se especifican detalles que hacen a la sana convivencia de los que colaboran y los que reciben. “La entrega de las donaciones se realizará a quienes estén registrados en el Cecoed, en fecha que comunicaremos mediante los medios de prensa local”, se avisa por parte de Cielo Ramos, Rosario Benítez y Lilia Durán, integrantes del grupo solidario.
Las aguas lentas
Y las horas pasan, y el río comienza a bajar a razón de un centímetro por hora. Es mucho más lento de la forma en que subió, tan vertiginosa que no acompasa los tiempos de las familias. Esas mismas familias que luego se acercan para ver el techo de sus hogares. Entre lágrimas se observa la desolación, y al caer la tarde se retorna a las carpas montadas en Durazno. Allí está la atención.
“ A veces se piensa que el drama es solamente de las familias que habitan contra el río. Sin embargo, hay que posicionarse con aquellas familias a las que la inundación les llegó por primera vez. Porque aquellos a los que el agua saca cada año están acostumbrados, y juntan todo en un camión de la Intendencia y salen. Y en las carpas están seguramente mejor atendidos que en sus propios domicilios. Reciben cuatro comidas, ropa, abrigo, están contenidos hasta psicológicamente. ¿Y las familias que no pueden sacar todo de sus casas? Ese es otro drama, volver y encontrarse que aquello que tanto esfuerzo costó hacer hoy ya no está. Eso también hay que considerar”, relata Julio, solidario entre Durazno y Florida.
El Comité Departamental de Emergencias (CDE) y el Centro Coordinador de Emergencias de Durazno (Cecoed) mantienen el estado de alerta y las precauciones pertinentes para aquellos hogares que se encuentran dentro de la franja hasta los 13 metros. Es miércoles de una de las peores semanas de los últimos 12 años. Hay registros casi similares, en 2007.
“ Reiteramos la importancia de que las familias en la medida de lo posible procuren que los niños retomen la asistencia a los centros educativos (…) El personal médico se encuentra realizando rondas de salud previstas en estos casos. También recomendamos a la población desplazarse con precaución en la ruta nacional número 5 y diferentes arterias de tránsito, evitando maniobras riesgosas”, dice el intendente Carmelo Vidalín, que no es novato en este tipo de intervenciones.
Y allí nadie habla de la Copa América, ni de las próximas elecciones internas. Los partidos políticos suspenden sus agendas “hasta tanto retorne la normalidad”, los candidatos se remangan y colaboran, porque el agua puede más. Y mientras esos 12 metros de río discurren hacia el mar, la gente vuelve a ser vulnerable ante la naturaleza y sus eventos. Entonces todos se solidarizan para ser un poco más humanos.