El viernes 1° de abril el colectivo ¿Dónde están nuestras gurisas? (DENG) amplió la denuncia colectiva que presentó en septiembre de 2021 junto con las familias de seis gurisas desaparecidas en Uruguay desde 2019.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Este jueves 7 de abril, a su vez, realizaron una concentración en Luis Batlle Berres y Camino de las Tropas en el marco de la ampliación de la denuncia. Eligieron este punto porque las gurisas que desaparecieron (y cuyas familias se juntaron para impulsar este accionar judicial conjunto) están vinculadas al barrio.
Desde DENG contaron a Caras y Caretas que la ampliación implicó la entrega de material que las familias fueron recopilando en estos años y, lamentablemente, la inclusión de otro caso de desaparición: el de Tatiana Pintos Sastre, desaparecida en febrero de 2022.
La denuncia colectiva es por las desapariciones de:
-Florencia Barrales Techera, desaparecida desde el 25 de marzo de 2019.
-Gina Rodríguez Sánchez, desaparecida desde el 5 de noviembre de 2019.
-Yamila Estévez Techeira, desaparecida desde enero de 2020.
-Jennifer Gómez Reimundo, desaparecida desde el 11 de febrero de 2020.
-Daniela Bera Fernández, desaparecida desde febrero de 2020.
-Micaela Ramírez Olivera, desaparecida desde el 15 de diciembre de 2020.
-Tatiana Pintos Sastre, desaparecida desde el 5 de enero de 2022.
DENG entiende que estos casos «tienen muchos factores en común», explicaron a este medio y en un comunicado de prensa publicado con motivo de la denuncia. Por ejemplo, «el margen de desaparición (entre 2019 y 2021), estar en una situación de consumo problemático de drogas, ser jóvenes, el contexto socioeconómico vulnerable, que frecuentaban zonas similares e incluso varias se conocen entre sí y, sobre todo, que son mujeres».
Por eso, para las familias y para la organización «era importante impulsar [la denuncia colectiva] más allá de que cada una de las denuncias ya estaba radicada [de manera individual]». En todos los casos «las familias no estaban pudiendo acceder a saber qué era lo que se estaba investigando, si es que se estaba investigando algo, que después constatamos que no». Por ello, «era importante poder exponer este vínculo» entre desapariciones.
Desde setiembre hasta este abril nadie tuvo noticias. Las familias no fueron llamadas a declarar, relataron desde DENG, no se notificó a ninguna de las personas que presentó la denuncia.
Al presentar la ampliación de la denuncia colectiva y realizar una conferencia de prensa frente al juzgado, el viernes 1° de abril, las familias y DENG fueron recibidas por un equipo fiscal. «La respuesta en principio fue muy buena, se generaron algunas respuestas alentadoras, veremos si se mueve la investigación», relataron; sin embargo, les confirmaron que no había habido avance alguno en los casos desde septiembre.
Un dato que les «preocupó muchísimo» es que si bien las denuncias se tomaron en su momento, cada una de manera individual cuando las familias las presentaron, eso no generó investigaciones. Esto se debe a que las desapariciones no son tipificadas como tales, sino como una «constatación de ausencia». Si la persona es mayor de edad, «no se presume delito y por ende no hay necesidad de hacer un movimiento», explicaron desde DENG a Caras y Caretas.
Son las familias las que aportan datos. «¿Dónde está toda esa información, qué se hizo con todo eso?», se preguntan. «Una persona se desaparece de un día para otro, deja de frecuentar absolutamente todos los lugares que frecuentaba, su familia, sus hijos, hijas, sus amigues, las redes sociales, los lugares físicos y eso no genera presunción de un delito», se lamentan, aunque admiten que era algo que sospechaban.
Manifestación
La intención de la concentración del jueves fue acompañando la voluntad de las familias de poder visibilizar esta situación en el barrio, explicaron desde DENG.
«Nos parece importante visibilizar esto no solamente en el centro de Montevideo, sino también en todos lados, sobre todo en los lugares donde estamos constatando que están ocurriendo desapariciones, y poder señalar la falta de prevención que hay también desde el Estado, porque si en septiembre presentamos la denuncia y en enero desaparece Tatiana en condiciones muy similares, eso evidencia una falta de accionar sobre el problema que es brutal», sentenciaron.
Además, «de estas gurisas sabemos, pero, ¿cuántas más hay que no sabemos? El cuerpo de Karina Saracho se encontró porque se estaba buscando a Ayelén. A Karina no la estaban buscando, eso nos parece brutal».
Consumo
Para DENG hay un elemento «fundamental» sobre el que hay que ser claras, porque ellas mencionan el tema del consumo de drogas, «que a veces las familias son un poco reticentes a nombrar, porque lo que han recibido cada vez que lo dicen es esta respuesta desde el prejuicio y el estigma, el consumo parece ser casi que hasta un agente responsabilizador para la gurisa que está desaparecida, casi que justifica su desaparición, parece que entonces no importara su búsqueda».
Para ellas «es importante señalar que el consumo es un elemento de vulnerabilidad. Porque, primero que nada, el consumo de por sí genera que puedan ser objeto de un montón de violencias y, aparte, por los riesgos a los que se exponen al momento de consumir, de buscar».
Sobre el colectivo
¿Dónde están nuestras gurisas? es un colectivo que surgió en 2017 a raíz de la desaparición de Milagros Cuello Baladán, que ocurrió en 2016. Vieron que Nancy, la madre de Mili, estaba en la búsqueda «relativamente sola, ayudada por vecinos y vecinas, pero que tenía muchas dificultades en el acceso a la justicia, falta de respuestas de qué era lo que se estaba haciendo en relación a la desaparición de su hija».
DENG busca acompañar los casos de gurisas desaparecidas, niñas, adolescentes, adultas, y personas trans presuntamente vinculados a explotación sexual y trata. Acompañar a las familias en la búsqueda de acceso a la justicia, visibilizar la problemática como sociedad y trabajar en la prevención. En ese sentido, realizan talleres con adolescentes y personas adultas, sobre todo en centros educativos para poder generar estrategias en común y brindar herramientas.
Proclama
El texto que DENG leyó en la conferencia de prensa del viernes 1° de abril puede leerse como una proclama porque allí se articulan todas sus reivindicaciones, los reclamos y las denuncias sociales.
Aquí algunos fragmentos:
La Justicia tiene una obligación y una deuda con las víctimas, que no son solo las mujeres que hoy permanecen desaparecidas, sino también sus madres, hermanas, hijas, hijos y familiares que las buscan.
Una deuda de toda la sociedad generada por la indiferencia, una deuda y una obligación del Estado que no ampara a estas vidas, ya en riesgo antes de desaparecer. Un Estado que por pasividad y negligencia se vuelve cómplice.
Parece que no importan, ni a la Justicia, ni a los ministerios, ni a institución alguna. No se las busca, como tampoco se persigue el delito que cuenta con la complicidad de quienes deben actuar llevando a cabo, nada más ni nada menos, que su trabajo. En esta sociedad prostituyente, basada en la cultura de la violación, hay víctimas y victimarios VIP.
Lamentablemente no estamos frente a casos mediáticos, que involucren reconocidos nombres y apellidos. Ellas circulan en los bordes de esta sociedad hipócrita, mientras sus captores y proxenetas viven sin culpas entre nosotras y nosotros. Desde esos márgenes, forman parte de la cadena que las vulnera, desaparece y aprisiona.
Es necesario que como sociedad comprendamos que esta problemática nos incumbe a todos y todas, y que es necesaria la presión social para que la Justicia haga su trabajo, que es entre otras cosas investigar. El silencio es cómplice.