Bernarda Tinetti
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¿Influyó en los resultados el lanzamiento de Alberto Fernández como cabeza de la fórmula presidencial opositora y el corrimiento de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) al lugar de vicepresidenta? ¿Qué (des)ató la visita de CFK a la sede central del Partido Justicialista (PJ)? Y las encuestas, ¿qué avizoran? La crisis económica como factor decisivo, y la polarización como escenario inevitable.
El pasado domingo en Argentina se desarrollaron elecciones para los cargos de gobernador en cuatro provincias. En todas ganó el peronismo, y en el caso de Santa Fe y Tierra del Fuego, con una característica particular: desbancaron a los oficialismos provinciales. En Santa Fe, tercer distrito electoral del país, el PJ venció al Partido Socialista -que durante 12 años condujo los destinos de ese territorio- y el candidato de Mauricio Macri terminó en tercer lugar, lejos de sus contrincantes. Lo mismo ocurrió en Tierra del Fuego, donde fue derrotada la actual gobernadora.
Ricardo Olivera, presidente del PJ de Santa Fe, colocó como determinante “la unidad del peronismo local” para explicar los resultados: “Recuperamos la construcción colectiva, entendimos que teníamos más coincidencias que diferencias, y fuimos armando acuerdos programáticos”, explicó a Caras y Caretas.
Por su parte, el dirigente de Tierra del Fuego Christian Hervías consignó el revés que sufrió el oficialismo en su distrito a la cercanía de la gobernadora con el presidente de la Nación: “A último momento se quiso despegar pero se encontró con el rechazo del electorado que venía padeciendo las políticas neoliberales. Nuestro territorio fue globo de ensayo de algunas medidas que luego se nacionalizaron, tales como la persecución a los sindicatos y las reformas en la ley jubilatoria”, remarcó.
Estos dos ejemplos debilitan el argumento de los funcionarios de la Alianza Cambiemos que asignan la desaprobación a sus candidatos en el interior del país al hecho de que “la ciudadanía suele refrendar en las urnas la gestión de los oficialismos locales”.
Fuga de votos
Los acontecimientos dejan ver la conformación de un mapa electoral donde el peronismo parece ser el favorito, en el ¿largo? camino a las generales de octubre. Mientras el PJ se consolida, la fuerza gobernante solo ganó en Jujuy, provincia que comanda el radical Gerardo Morales, y donde permanece detenida, desde que asumió su primer mandato en diciembre de 2015, la dirigente social y diputada del Parlasur, Milagro Sala. Vale agregar que Morales fue reelegido con 14 puntos menos que en 2015, en un territorio donde el peronismo a su vez se presentó fragmentado.
“Hay un gobierno muy desgastado, gente del interior muy golpeada por la crisis, gente de clase baja muy enojada y los independientes de clase media que no son ni peronistas ni antiperonistas, ni macristas, ni antimacristas se empiezan a volcar por la posibilidad de un cambio”, afirmó Roberto Bacman, sociólogo y director ejecutivo del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP).
Con los resultados parciales, la Alianza Cambiemos ya perdió 641.445 en comparación con 2015, elección que ganó en ballotage por apenas 700.000 votos, mientras el peronismo en sus diversas representaciones obtuvo 510.177 votos más que en 2015, y las fuerzas provinciales sumaron 105.788, según fuentes de la consultora Asesores en Proyectos Institucionales.
El factor Pichetto
“De los seis candidatos que integran las tres primeras fórmulas a la carrera presidencial, cinco son de origen peronista”, destacó el sociólogo y consultor, titular de Rouvier & Asociados, Ricardo Rouvier.
El peronismo, en la caracterización del historiador Norberto Galasso, es un movimiento policlasista popular, de sentido latinoamericano y con eje en la justicia social; “eso fue desde 1945, luego se resiente con la muerte de Perón en 1974, y más cerca en la historia aparece una versión con algunos rasgos particulares, que es el kirchnerismo”. Sin embargo, aclaró que se trata de un peronismo en condiciones distintas, con “perfil propio”.
A partir del lanzamiento de su libro Sinceramente, la dos veces presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, comenzó una campaña territorial, mediática y digital sin necesidad de presencia física en los lugares. En muy poco tiempo se convirtió en el libro más vendido, generó debates -declaraciones de amor y de las otras- en las redes sociales, ocupó franjas horarias importantes en las pantallas de TV y en los comentarios de las radios, y análisis completos en medios gráficos. En todos lados se hablaba de CFK, sin que CFK hablara más que a través de la publicación editorial.
Luego, la exmandataria desplegó su estrategia hacia la construcción de una unidad amplia que tuvo dos hitos: la visita a la sede central del PJ, a la que no se acercaba desde el año 2003, por un lado; y la elección de Alberto Fernández (exjefe de gabinete, muy cercano al comienzo y muy crítico, luego de su salida del gobierno, de la gestión de los Kirchner) como candidato a presidente, y su corrimiento a la postulación como vicepresidenta.
Ambas decisiones fueron consideradas por distintos dirigentes del espacio nacional popular como “fuerte autocrítica” por parte de CFK. El nombre elegido para la naciente aglomeración opositora con más chances de ganar la elección fue “Frente de Todos”.
“La fórmula peronista clásica es la de Fernández-Fernández porque ahí está el peronismo kirchnerista, hoy mucho más amigado con el peronismo luego del nombramiento de Alberto Fernández, la jugada más inteligente de la expresidenta porque permitió destrabar toda posibilidad de unidad de peronismo”, sostuvo Bacman.
En igual sentido, Rouvier consideró que “el binomio Fernández-Fernández es el sector más claramente peronista”.
El convite
Entretanto, Mauricio Macri invitó -luego de intentos fallidos con referentes radicales y gobernadores justicialistas- a Miguel Ángel Pichetto, histórico alfil peronista, a que lo acompañe en la fórmula presidencial. El hasta hace pocos días senador por el PJ de Río Negro aceptó el convite a ser parte de “Juntos Para el Cambio” y defendió su decisión: “Nunca es bueno que vuelva el pasado. Es un debate que tiene que ver con el destino de Venezuela, tiene que ver con la vigencia de modelos autoritarios”, aseguró. La declaración va en sintonía con el planteo de su ahora jefe político, Mauricio Macri, quien escribió en Twitter: “Los argentinos nos enfrentamos a una oportunidad histórica para consolidar nuestra democracia. En las próximas elecciones decidiremos si queremos vivir en una República o volver a un autoritarismo populista”.
“Hay dirigentes que se rotulan como peronistas y no tienen empacho en ser vicepresidentes de Macri”, sentenció Galasso, al tiempo que advirtió que “peronistas puede haber en todas las fórmulas, pero peronismo solo hay en una”.
La respuesta de Alberto Fernández, cuando le preguntaron sobre la postura de Pichetto, fue específica: “Puede más el odio”.
“El PRO -partido de la capital federal- se unificó con el radicalismo y creó la alianza Cambiemos que no tiene nada que ver con el peronismo, aunque tenga algunos dirigentes que provengan de ese espacio. Se trata de una gestión de anclaje neoliberal, aliada al FMI, con un endeudamiento de 70.000 millones de dólares, y con la agravante del uso del préstamo para evitar la disparada del dólar”, opinó el titular de la consultora CEOP.
Un dato: cuando Néstor Kirchner decidió pagar la deuda al Fondo Monetario con reservas, Argentina debía 9.900 millones de dólares, lo que, según Bacman, “permitió uno de los principios del peronismo que es la independencia económica, mientras que medidas de Cambiemos van en sentido contrario”.
La avenida del medio
Una tercera propuesta lleva como candidato a vicepresidente a un peronista. Es el caso de Roberto Lavagna (exfuncionario del radical Raúl Alfonsín y de los peronistas Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner), que se postula a las presidenciales bajo el sello “Consenso Federal”, junto al hoy gobernador de Salta, el peronista Juan Manuel Urtubey.
“El discurso de Lavagna va hacia los sectores que están enojados con el kirchnerismo, por los últimos años de CFK, electorado que no es peronista, y votó a Macri como independiente en 2015, y que hoy está desilusionado del gobierno; esos votos son los que puede pelear Consenso Federal”, analizó Bacman. Sin embargo, advirtió que el escenario es “de polarización”, a solo dos meses de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Para los analistas, las primarias abiertas son fundamentales, porque funcionan como una “gran encuesta” de lo que definen como “voto táctico”, en tanto los resultados reposicionan a los electores, que pueden direccionarse tanto a votar ganador, como a votar a quien les garantice evitar un triunfo. Esto, según Bacman, “puede generar un mayor nivel de polarización con lo cual el ballotage se adelantaría a octubre”, y dio a conocer que, “desde que apareció la fórmula Fernández-Fernández, fue creciendo en las encuestas, tanto como también empezó a crecer Cambiemos”.
Los nombres definitivos de quienes integrarán las fórmulas y listas a diputados y senadores se conocerán a la medianoche de este viernes.
Octubre: entre el pragmatismo y el marketing, ¿gana la política?
Juan Carlos Pugliese, quien fuera ministro de economía de Raúl Alfonsín, primer presidente del retorno a la democracia en 1983, es el autor de la traducción al criollo de la frase: “Es la economía, estúpido”, cuando declamó: «Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo».
Argentina elige presidente mediada por el blindaje informativo de los medios de noticias de alcance nacional, que desdibujan la crisis económica de magnitudes incalculables que atraviesa el país.
Los datos oficiales difundidos por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec) indican que el desempleo trepó al 10,1% y 2 millones de personas se encuentran sin trabajo (se trata del promedio más alto de los últimos 12 años), la canasta básica anual aumentó en un 61,1%; la pobreza llegó al 32% y alcanza a más de 14 millones de personas. Por su parte, para el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), el 51,7% de los niños y adolescentes en Argentina son pobres, el porcentaje más alto en una década.
Según las encuestas, la desaprobación a la gestión de Mauricio Macri llegó a niveles récord, y supera el 60% de imagen negativa. En este contexto, donde las virtudes de marketing son insuficientes para el oficialismo y la oposición está dispuesta a ser gobierno para “cambiar hacia un modelo productivo y de inclusión”, la política cobra centralidad. De allí, se desprenden estrategias como la construcción de fórmulas presidenciales que incluyen a un peronista en la propuesta de Cambiemos, y el corrimiento de la escena principal de la expresidenta.
“La apertura de Alberto Fernández atrajo a varios sectores tanto de izquierda como de centro derecha; y el crecimiento de la figura de CFK en los grandes aglomerados de pobreza hace que esa fórmula pueda ganar en primera vuelta”, advierte el sociólogo de CEOP.
Los esquemas distritales -según la mayoría de los entrevistados- favorecen y potencian el triunfo del peronismo en octubre. Es indispensable, valoró el titular del PJ santafecino, enmarcar los resultados provinciales “dentro del acuerdo que ha logrado el peronismo a nivel nacional”. Por su parte, el diputado del PJ por la provincia de Tucumán, Pablo Yedlin, aseguró que “nos encaminamos a un triunfo peronista en la nación, que está asociado a la seguidilla de triunfos en las provincias, a la situación económica que no mejora y a un gobierno nacional que ha defraudado a su electorado”.
Al momento, no todos los gobernadores electos o reelectos se pronunciaron sobre las candidaturas nacionales. Aún faltan dirimirse algunos comicios provinciales despegados de la elección general y otros de los distritos que decidieron participar del cronograma electoral el mismo día de la definición nacional, como la provincia de Buenos Aires. Esta contiene al 37% del padrón electoral y por eso se la denomina “la madre de todas las batallas”. En 2015, Cambiemos arribó a la provincia, y desplazó al peronismo luego de 38 años de gestiones ininterrumpidas.
Las encuestas
Un sondeo reciente realizado por la consultora Poliarquía muestra que la imagen de CFK pasó del 38% al 40% de aceptación, y la de Macri se ubica 16 puntos por debajo de los que tenía en 2017.
Otra muestra -llevada a cabo por la encuestadora Celag- colocó como ganadores con 16 puntos de ventaja a los Fernández si las elecciones se hubiesen realizado a principios de este mes. En cambio, la consultora Equis destaca una distancia de entre 5 y 10 puntos de la fórmula opositora por sobre el oficialismo.
Por su parte, la medición de CEOP a nivel nacional le otorga una diferencia de 10 puntos a Alberto Fernández sobre Mauricio Macri, ante lo que Bacman resume como apertura a un “fenómeno de reperonización del voto en cuanto a la búsqueda de una alternativa distinta al modelo neoliberal”.
Para Galasso, la expectativa que genera la posibilidad de la vuelta de un gobierno de urdimbre peronista se explica porque “Argentina fue una semicolonia inglesa hasta la llegada de un gobierno popular peronista, que entra en los sentimientos del pueblo pero, a su vez, provoca el odio de una minoría oligárquica, que derrocó a Perón y secuestró el cadáver de Eva Perón durante 18 años”; a pesar de la brutalidad, reflexiona el historiador, “no pudieron desterrar ese sentir vivo en el pueblo, que se ha transmitido por tradición oral de padres a hijos, de ese tiempo en el cual el obrero pudo ir a veranear, ese tiempo en el que obrero fue feliz”.