En apenas una semana, por cierto muy intensa, las elecciones en Argentina, Bolivia y Uruguay, las manifestaciones populares en España, Chile, Ecuador y Bolivia, y el suicidio del acorralado jefe del Isis, Al Bagdadi, pueden hacernos reflexionar sobre distintas vías de obtención del poder, de persecución de fines y de ocupación de cargos públicos en la especie humana. Que quede claro que, además, hay un importante tema que liga estos sucesos: la coexistencia y sucesión de muy diversos modos en un mismo espacio-tiempo.
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En efecto, durante la historia han coexistido y alternado las elecciones democráticas con las manifestaciones en contra o a favor respecto de diversos temas más o menos concretos, con el recurso a la violencia material como modus operandi para obtener lo que se pregona desde las manifestaciones y se fuerza desde la violencia, en una de sus manifestaciones más actuales: el terrorismo. La discusión, muy venerable y profunda ella, remite a dos criterios sumables pero distinguibles: su efectividad y eficiencia y su moralidad. No se asuste, lector/a, que en una columna no puede darse cuenta de tal recado ni aun acotado a lo que sucedió esta semana en dichos rubros alternativos, pero dramáticamente coexistentes e inductores de polémicas acerca del modo como suceden y alternan. Pero algo diremos sobre todo esto.
Primeras conclusiones uruguayas
Uno: el Frente Amplio fue el lema más sufragado pero tuvo su peor votación desde que accedió al gobierno, peligrando seriamente por primera vez su retención de la presidencia en el balotaje de noviembre, donde, pese a que seguimos creyendo que acortará su distancia respecto de su rival Lacalle Pou, se hace más difícil su reducción con vistas al triunfo presidencial. Las dinámicas electorales actuales muestran al blanco como leve favorito, debiendo el Frente rezar por vuelcos poco esperables como para obtener una victoria. Obtendría 41-42 diputados y 13 senadores. Muy atrevidamente, y esperando confirmación de cifras definitivas de la Corte Electoral, los senadores serían de (en orden de votos) MPP, Partido Comunista, Futuro Cierto, Vertiente Artiguista, Asamblea Uruguay y Partido Socialista, sublemas que también sumarían diputados de Nuevo Espacio, Casa Grande y Plataforma. El promedio de las encuestadoras la última semana preelectoral lo describió con un 40,4%, el promedio de las proyecciones el día electoral, 38,7. Parecería que las cifras finales estarán en medio de ambos guarismos, lo que es un buen resultado global para las encuestadoras.
Dos: la votación de Partido Nacional, 29,4%, estuvo algo por encima de los promedios preelectorales, siempre dentro de los márgenes de error muestral admisibles. Parece levemente favorito para el balotaje. Sus 10 senadores provendrían, en orden electoral, de Aire Fresco, Herrerismo, Alianza Nacional y Espacio 40, que también obtendrían 30-31 diputados, acompañados en esta cámara por representantes de Todo para el Pueblo y de Sin Sector. Exactamente en línea con los sondeos del día electoral, 2,5 puntos promedialmente de lo radiografiado en la semana preelectoral.
Tres: el Partido Colorado finalmente no concretó su resurrección electoral, que pareció despuntar cuando el furtivo auge de Talvi y el regreso de Sanguinetti. Su 12,7% le daría 4 senadores, en su orden, de Ciudadanos y de Batllistas, que participarían de los 13 diputados, acompañados en esta cámara por Uruguay Batllista y Tercera Vía. Perfectamente en línea con encuestas anteriores y simultáneas a la elección.
Cuatro: el cuarto lema más votado fue el nuevo partido de esta elección, Cabildo Abierto. Su votación, cercana al 11%, adecuadamente prevista preelectoral y electoralmente, le daría 3 senadores y 11 diputados.
Cinco: entonces, se parte a la campaña específica para el balotaje con una leve ventaja para Lacalle Pou sobre Daniel Martínez. La Cámara de Senadores contaría con representantes del FA, PN, PC y CA, en orden de magnitud, acompañados casi seguramente en la Cámara de Representantes por un diputado del PERI, del Partido de la Gente y del Partido Independiente, con UP y el PVA esperando por el juego de los cocientes para acceder a alguno.
Seis: pese a que recién en mayo de 2020 se vota por las autoridades ejecutivas y legislativas de los 19 departamentos, en el nivel mayor que el municipal, y que estas cifras electorales de octubre 2109 no deberían tomarse como predictores electorales cercanos para mayo 2020, el PN ganó en 9 departamentos (Tacuarembó, Cerro Largo, Durazno, Treinta y Tres, Flores, Florida, Lavalleja y Maldonado); el FA en 8 (Salto, Paysandú, Soriano, Colonia, San José, Canelones, Montevideo y Rocha); y un Departamento del Partido Colorado (Rivera). Río Negro, al momento de escribir esta columna, aún irresuelto entre el FA y el PN.
Siete: el referéndum impulsado por Jorge Larrañaga, de 4 reformas constitucionales para ‘Vivir sin Miedo’, saldría derrotado por no llegar al 50% + 1 de los votos escrutados (quizás no llegue al 47%). Vale recordar que la iniciativa comenzó con viento a favor, pero fue desflecándose hasta hacer prever su derrota electoral, como sucedió en 2014 con el impulso por bajar la edad de imputabilidad penal. Es reconfortante comprobar que los miedos inducidos y magnificados, electoralmente explotados y alimentados por la prensa y los que lucran política y económicamente con la sensación exagerada de inseguridad, pueden ser revertidos con argumentación y movilización políticamente palanqueada. No todo está perdido con la conformación de la opinión pública pese a la creciente hegemonía de medios de comunicación a su vez hegemonizados, y luego imbecilizados y simplificados por las redes sociales.
Ocho: las encuestadoras de opinión e intencionalidad electoral salieron gruesamente bien paradas, entendiendo bien su carácter probabilístico y los ámbitos de aplicación de sus resultados: Factum, Cifra, Equipos, Opción y Radar. Otro gallo cantaría si se revisara la evolución de los sondeos en el tiempo. Aquí cabrían importantes precisiones, pero que merecen un espacio del que no disponemos hoy, pero que ya vendrá.
Elecciones, manifestaciones y terror
Reiteramos que este no es espacio suficiente para dar cuenta de temas de tal magnitud histórica. Sin embargo, debemos rescatar algunas características de las manifestaciones mencionadas arriba en sus posibles vínculos con procesos electorales. En efecto, las manifestaciones observadas combinan reivindicaciones políticas con reivindicaciones económicas, no solo consumistas sino también relativas a la desigualdad socioeconómica que se vive.
El asunto global es cómo se vinculan esos procesos con organizaciones políticas que son parte del juego político-electoral democrático. En qué medida participan partidos, corrientes o fracciones con formas y contenidos de la protesta, en sus orígenes, en su desarrollo y en su posible cooptación o articulación electoral ulteriores. Comentaristas de recalcitrante derecha, por ejemplo, argumentan que la espontaneidad de las manifestaciones no es tal, que son digitadas por organizaciones políticas formales preexistentes, y que consignas y temas son meras excusas para una movilización opositora y desestabilizadora; me temo que esta paranoia aumentará. Y la creemos muy exagerada.
Sin embargo, un gran tema político a futuro será la articulación de los ‘movimientos sociales’, de variada solidez y permanencia en el espacio y tiempo, con los partidos políticos, sus estructuras y componentes. ¿Concretan el impulso hacia temas puntuales, u optan por grandes alternativas de contenido ideológico amplio y posiblemente profundo? Parecería que el impulso es más puntual y concreto, y que la adhesión más ideológicamente articulada podría venir después, y que es cada vez menos probable la sobrearticulación metapuntual en tiempos de comunicación por Twitter y redes sociales, más allá de explosiones puntuales que puedan hasta forzar decisiones de reversión política inmediatas, como sucedió recientemente con Sebastián Piñera y Lenín Moreno.
El tránsito a un nivel político-ideológico más amplio temáticamente y más articulado técnica y axiológicamente es posible pero crecientemente difícil. Lo mismo sucede con la vía terrorista como actualización radical y a la vez desesperada de la vía terrorista, fácilmente derrotable si quiere afincarse materialmente en el espacio, como le sucedió al intento de califato del Isis, pero casi inmune al control tradicional si se mantiene sin intenciones de fijación espacio-temporal en territorios competitivos con países establecidos. Lo sucedido en la semana de elecciones hace necesario trascender el impacto mediático de cada cosa y pensarlas en conjunto. Los invitamos a hacerlo y lo haremos.