Esa continuidad constituye una fortaleza para la institución. En un país donde el debate sobre la necesidad de políticas de Estado suele centrarse en áreas como seguridad o educación, Otheguy considera que el BSE es un ejemplo tangible de lo que significa sostener políticas en el tiempo. “Somos prueba de que en Uruguay existen políticas de Estado que funcionan”, sostuvo y recordó que el banco atraviesa más de un siglo de historia nacional.
Competencia, confianza y desarrollo
El BSE opera en un mercado abierto desde la desmonopolización de 1992. Allí compite con 16 aseguradoras privadas y mantiene, sin embargo, un liderazgo abrumador. Concentra alrededor del 70 % del mercado. Para Otheguy, esa posición se explica por la eficiencia de la institución, pero también por la confianza que despierta en la ciudadanía. “A la hora de contratar un seguro con el Banco de Seguros del Estado se está resolviendo un problema personal o empresarial, pero también se contribuye al desarrollo nacional. Ese es el valor agregado de esta institución”, afirmó.
La confianza es la gran diferencia con las compañías privadas. Un valor intangible que, en definitiva, fortalece al banco y lo consolida como la aseguradora de referencia en Uruguay.
Si hay un área en la que el BSE conserva monopolio es en los seguros de accidentes laborales y enfermedades profesionales. Para Otheguy, esto es la expresión de una visión de país. “El Uruguay no concibe los seguros como un negocio, sino como una política social. Y yo creo que como una de las políticas sociales más exitosas. El empresario es el que paga el seguro y el beneficio es para el trabajador”, afirmó.
Los accidentes de trabajo en Uruguay han aumentado
Este enfoque coloca al BSE en un rol central en la vida cotidiana de cientos de miles de trabajadores y empresas, y plantea desafíos importantes en materia de prevención. En Uruguay muere un trabajador cada 10 días como consecuencia de accidentes laborales. Otheguy no esquivó la gravedad del problema y aseguró que revertir esa situación es una de las prioridades de su gestión. En coordinación con el Ministerio de Trabajo y la OIT, el BSE lanzó una campaña de bien público enfocada en la prevención, y se encuentra trabajando en la creación de un Observatorio de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales.
“Los accidentes de trabajo en Uruguay han aumentado. Creo que existen varios factores que pueden explicar este crecimiento. Algunos están vinculados al incremento de la actividad económica, un efecto rebote tras la pandemia. Durante ese período, las economías prácticamente se paralizaron y el mundo del trabajo se vio muy resentido. Con el fin de la emergencia sanitaria, se produjo una reactivación de la actividad, que en buena medida significó retomar lo que había quedado interrumpido durante todo ese tiempo. Otro factor es el aumento de la formalización laboral, una tendencia que en Uruguay se ha consolidado en los últimos años. Aunque avanza de manera lenta, lo hace de forma sostenida, baja la informalidad y, en consecuencia, más trabajadores ingresan al mercado formal. Esto implica que pasan a estar cubiertos por el seguro de accidentes laborales, siempre que su actividad presente algún tipo de riesgo. La normativa establece de manera obligatoria este seguro para todos los trabajadores que desempeñan tareas con riesgos asociados. Finalmente, lo que ocurrió —y fue detectado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social— es que en el período del gobierno anterior hubo un debilitamiento en los controles. Por esa razón, asumimos compromisos concretos junto al Ministerio de Trabajo y firmamos un acuerdo por la vida y la seguridad en el trabajo”, explicó.
“El Uruguay no se merece tener un trabajador muerto cada 10 días. Estamos atendiendo alrededor de 40.000 accidentes de trabajo al año. Son cifras a mejorar y este es uno de los compromisos de esta nueva gestión, terminar el período con una mejora sustantiva en esta materia”, dijo. Al mismo tiempo, destacó el rol del Hospital del BSE, recientemente reacreditado internacionalmente por CARF como uno de los mejores centros de rehabilitación del mundo. “Fuimos acreditados en tratamiento del dolor, en salud ocupacional y en internación… No tenemos nada que envidiarle a centros de países desarrollados”, manifestó.
“Por otro lado, para que las políticas públicas sean eficientes, deben basarse en evidencia. Tenemos que conocer qué nos sucede y cómo evoluciona la situación en el país. Hoy esa información está fragmentada. Contamos con los datos que llegan a nosotros, es decir, trabajadores accidentados o con enfermedades profesionales. Pero también están los trabajadores sin cobertura, los que se desempeñan en la informalidad, y los accidentes de personas que no cuentan con seguro de trabajo. Las fuentes de información son diversas, intervienen ASSE, el Banco de Previsión Social y el Ministerio de Trabajo, entre otros. Por lo tanto, es necesaria la creación de un Observatorio de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales que consolide toda esa información y la ponga a disposición de la sociedad es, desde nuestro punto de vista, un instrumento indispensable para debatir con fundamentos. Ya estamos trabajando en el Observatorio, antes de fin de año tendremos un primer avance y, durante el próximo año, quedará operativo. Consideramos que implicará un cambio cualitativo en la forma en que Uruguay releva y disponibiliza esta información, permitiendo discutir en profundidad cómo mejorar. La idea es contar con información de calidad, accesible para los trabajadores, para las empresas y también para la academia, de modo de generar conocimiento y aportar a la mejora en todos los aspectos vinculados a la seguridad laboral”, afirmó.
Seguros agropecuarios
El campo es otro de los grandes ámbitos de acción del BSE. Con el 70 % de los seguros agropecuarios del país, la institución se enfrenta a un escenario cada vez más desafiante debido al cambio climático. Sequías, inundaciones, heladas y granizadas impactan con fuerza creciente en la producción, obligando a diseñar coberturas cada vez más sofisticadas.
“Es una actividad que cada vez debe gestionar más riesgos vinculados a la variabilidad climática. El cambio climático está teniendo efectos realmente profundos en la producción agropecuaria. Eventos extremos que antes ocurrían con cierta periodicidad ahora se presentan de manera mucho más recurrente, ya sea por excesos hídricos, sequías prolongadas u otros fenómenos climáticos intensos y puntuales. Las granizadas, por ejemplo, se registran con mayor frecuencia. Lo mismo sucede con las turbonadas, que afectan sobre todo a los invernáculos. Este año se produjo un impacto muy fuerte en la citricultura, debido a heladas tempranas que comprometieron la maduración de las plantas, lo que repercutió directamente en la producción. Contamos con un área agronómica altamente profesional y comprometida, que trabaja de forma permanente en coordinación con el sector productivo. Su objetivo es generar instrumentos a medida de las necesidades del agro y, al mismo tiempo, que resulten viables para la compañía”, detalló.
Actualmente, el BSE cubre unas 800.000 hectáreas productivas, de las cuales 200.000 corresponden a seguros de rendimiento contra sequías y excesos hídricos. El objetivo para el próximo año es llegar al millón de hectáreas aseguradas y a 300.000 con seguros de rendimiento.
“Esto nos convierte en el país con mayor penetración de seguros agropecuarios de toda América Latina. Es un enorme esfuerzo, porque son seguros de altísimo riesgo, pero también una necesidad para acompañar a un sector que sigue siendo clave en la economía nacional”, explicó Otheguy.
Jubilaciones y ahorro
Pocos saben que el BSE es hoy el único actor que paga las rentas vitalicias a los jubilados del régimen mixto. Hoy el banco gestiona unas 120.000 jubilaciones y administra activos por más de 11.000 millones de dólares, cifra que, según Otheguy, podría llegar a 20.000 millones en los próximos cinco años.
“Este aspecto no siempre es conocido, pero surge a partir de la reforma previsional de 1995, cuando en Uruguay se creó un sistema mixto. Desde entonces, una parte del aporte del trabajador se destina al Banco de Previsión Social y otra a las AFAPs, dentro del sistema de capitalización individual. Cabe aclarar que no todos los trabajadores están en el régimen mixto; depende de los ingresos a partir de los cuales ingresaron al sistema. Lo que la ley estableció es que, al momento de jubilarse, no es la AFAP la que paga la renta, sino una compañía de seguros. Así, cuando comenzaron a jubilarse los primeros trabajadores por el régimen mixto —algo que empezó a ocurrir hace cinco o seis años—, se encontraron ante la necesidad de elegir una aseguradora que les pagara su renta vitalicia. Se trata de una actividad abierta a la competencia, pero ninguna aseguradora privada ingresó en este mercado. Por lo tanto, somos los únicos que estamos pagando esas jubilaciones.
De esta manera, acompañamos a los trabajadores durante su etapa activa —cubriendo accidentes laborales— y, posteriormente, a una buena parte de ellos, garantizándoles su jubilación por veinte o veinticinco años, en función de la sobrevida que tengan. Nosotros estamos creciendo a un ritmo de alrededor de 13.000 nuevas jubilaciones por año. Actualmente pagamos unas 120.000 jubilaciones. Esto implica que estemos gestionando activos únicamente por el sistema previsional, a partir de los fondos que nos ingresan desde las AFAPs. Hoy el Banco administra activos por más de 11.000 millones de dólares y, en un plazo de cinco años, gestionará activos cercanos a los 20.000 millones. Esa dimensión nos ubica entre las empresas públicas más grandes del país y nos convierte en el inversor institucional más importante del Uruguay. Esa es, además, una de nuestras responsabilidades fundamentales. Buena parte de las carreteras, los puentes, la infraestructura educativa que el país desarrolla tiene detrás dinero que invierte el BSE. Y esos son dineros de los trabajadores uruguayos, puestos al servicio del desarrollo nacional. Si esto lo hiciera una multinacional extranjera, no tendríamos este círculo virtuoso que estamos logrando a través de esta empresa pública”, resaltó.
Los seguros más demandados en Uruguay
En Uruguay crecen con fuerza los seguros de vida con ahorro, impulsados por la necesidad de prever la vejez en un contexto de cambios demográficos y laborales. Profesionales jóvenes, por ejemplo, los ven como alternativas más seguras y eficientes frente a la crisis de algunas cajas paraestatales.
“En general, el seguro más demandado y donde suele haber mayor competencia es el seguro de automóviles, sin embargo, la cultura aseguradora ha avanzado muy lentamente, a pesar de que ha sido objeto de mucho debate. ¿A qué se debe esto? A que muchas de las coberturas que las compañías aseguradoras ofrecen en otros países, donde existe una larga tradición de mercados aseguradores competitivos y dinámicos, históricamente las ha resuelto el Estado uruguayo. Por ejemplo, la salud, que en muchos países se maneja mediante seguros privados, en Uruguay la cubre el Fondo Nacional de Salud (Fonasa). Los seguros de salud privados son marginales, aunque en el resto del mundo son de los más buscados, porque en Uruguay el Estado garantiza la cobertura. El país ha mantenido históricamente un Estado de bienestar muy sólido. En materia de seguros para la vejez, esto también ha sido tradicionalmente responsabilidad del Banco de Previsión Social y de otras cajas paraestatales” afirmó Otheguy.
Sin embargo, aclaró que estas realidades están comenzando a cambiar, al compás de transformaciones económicas y sociales.
“El seguro automotor sigue siendo muy competitivo y ha sido el foco principal de las compañías aseguradoras. Además, existen seguros patrimoniales para inversiones, construcción, comercio exterior y plantas industriales, que también se desarrollan en mercados competitivos”, explicó.
“Recientemente, han comenzado a crecer los seguros de vida con componente de ahorro, un tipo de seguro ampliamente difundido en el mundo, pero que en Uruguay ha tardado en consolidarse. Este año, en el primer semestre, la cartera de seguros de vida del Banco ha crecido más del 9 %, casi un 10 % en términos reales, lo que representa un avance significativo en este segmento de negocios. Este crecimiento responde a varios factores. Por un lado, las personas con capacidad de ahorro están viendo en estos instrumentos una forma segura y rentable de proteger su dinero. La crisis de ciertas modalidades de ahorro tradicionales, que no ofrecían respuestas a las necesidades de los ahorristas —por ejemplo, en el sector agropecuario— ha favorecido que los seguros de ahorro y de vida con ahorro se consoliden como alternativas confiables y sostenibles. Por otro lado, los cambios demográficos también impactan en los sistemas previsionales. Estos sistemas fueron concebidos para que una proporción elevada de activos financiara a los pasivos. Hoy, esa relación se equilibra cada vez más, debido a que la población vive más tiempo. Además, los modelos laborales han cambiado, el trabajo ya no es estable ni de por vida en una misma empresa; predominan modalidades intermitentes, freelance o a distancia. Esto hace que las nuevas generaciones deban prever su vejez mediante instrumentos privados. Este tipo de seguros resulta eficiente y rentable para planificar la jubilación y adaptarse a los cambios estructurales en la economía y la sociedad. Las cajas paraestatales, como la caja profesional, enfrentan problemas estructurales que motivan a muchos profesionales jóvenes a buscar alternativas privadas para asegurar su futuro. En consecuencia, se generan oportunidades de crecimiento en carteras que antes eran minoritarias, poco dinámicas y con escaso desarrollo. Hoy, gracias a estos cambios estructurales, estas carteras muestran un crecimiento sostenido y una dinámica muy interesante. Los seguros de vida con ahorro son, sin duda, un segmento en expansión”, expresó nuestro entrevistado.
Pensar el futuro del BSE es pensar en la continuidad de un modelo de Estado de bienestar que Uruguay supo construir desde inicios del siglo XX. La empresa pública debe seguir cumpliendo el mandato de sus fundadores, ser garante del desarrollo nacional y del bienestar de la ciudadanía. “Todo lo que hacemos queda en el Uruguay. Las ganancias se invierten acá, se ponen al servicio del desarrollo del país. Ese es el rol que tenemos que seguir cumpliendo en los próximos diez años”, concluyó Otheguy.