El reciente libro de Mauricio Rosencof Con la raíz al hombro, que se presenta al público el 6 de julio en la librería Puro Verso, es el testimonio de un protagonista directo.
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Rosencof no expone justificaciones ni elude su responsabilidad; pero acude a la memoria para recordar a quienes afirman que el Uruguay era la “Suiza de América”, que existía un norte del país de trabajadores explotados a los que las empresas les pagaban con bonos de cartón y sus hijos morían desnutridos y por enfermedades curables; que el general Aguerrondo, fundador de la logia Tenientes de Artigas un 25 de agosto, fue candidato a presidente por el Partido Nacional junto a Heber, padre del ministro del Interior, partido al que pertenecía el presidente de la dictadura cívico militar Aparicio Méndez. Integrantes de todo el sistema político, la iglesia y los militares mantenían contacto con los tupamaros y que de cara a las elecciones nacionales de 1971 ante la posibilidad de que el Frente Amplio gane las elecciones, el presidente Jorge Pacheco Areco pidió ayuda militar a Brasil para invadir Uruguay en un plan orquestado con el visto bueno del gobierno de Estados Unidos, que llevó el nombre de “Plan 30 horas”. Esta es una entrega de una larga mateada.
¿Por qué la necesidad de este libro en este momento?
De alguna manera todo este material lo tenía adentro, y el detonante fue la característica de estos días que estamos viviendo, donde la memoria está pasando al territorio de las modificaciones, con una gravedad que no sé si colectivamente se aproxima al entendimiento. Que en los programas de enseñanza sobre la historia reciente se halla sustituido a historiadores, profundos, estudiosos, rigurosos, por un periodista y dirigente político como Sanguinetti, u otro periodista, muy buena persona y periodista, pero su visión del pasado reciente está muy flechada, tan flechada que hace poco en una entrevista hablado sobre las “muchachas de abril”, habla de un “tiroteo”, o el “tiroteo” de la Seccional 20.
Con el cambio de algunos términos.
Modifican las palabras, ya no hablan de dictadura cívico militar, hablan de dictadura militar. Frontán le recordaba al senador del partido nacional Sergio Botana que un blanco como Aparicio Méndez fue presidente de la dictadura, que dijo aquella frase, “los uruguayos son humanos y honestos” ante el reclamo de familiares de torturados presos y desaparecidos, pero había muchos más como él y se acuña esa frase de Wilson de los “blancos baratos”. A todo esto se suma el intento de modificar toda la historia con la idea de modificar el águila nazi en una palomita. El historiador Leonardo Borges recuerda que en los 40, legisladores nacionalistas aplaudieron la invasión nazi a Paris.
Hay un relato que centra la actividad de los tupamaros en la teoría de los dos demonios.
Sí y hablan de que nos financiaban del exterior, de Cuba, y nosotros venimos de la época de Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru) cuando le pone sitio a los conquistadores en Cusco y de ahí en adelante hasta llegar a Artigas.
En el año 1956, mientras Uruguay se preparaba para calificar para la “Suiza de América”, se invadía la Guatemala de Jacobo Arbens, donde estaba la United Fruit y había tenido la perentoria idea de repartir la tierra, como ya lo había hecho Artigas en 1815. El golpe militar contra la Bolivia de Paz Estensoro y la nacionalización de las minas. Yo en esos años era bolche, estuve en la primera plana de El Popular y el director Enrique Rodríguez me manda a la Charqueada a una huelga de peones arroceros, me baraja Orosmín Leguizamón en el sindicato, un dirigente metalúrgico socialista que estaba ayudando a organizar la huelga, y al rato llega la competencia, un periodista que nos pispeábamos del movimiento estudiantil, que era Raúl Sendic.
En el libro está la nota que hizo para El sol; ahí empezamos a ver una realidad distinta a la de Montevideo, peones que trabajaban 14 horas y que lo que reclamaban era que les pagaran dinero, no con bonos de cartón, como también hacían en las cañeras.
Y cuando la marcha de peludos llegó a Montevideo los veían como “marcianos”, un Uruguay que no se conocía, pero Raúl tenía claro que cuando volvieran de Montevideo no iban a conseguir trabajo, entonces había que luchar por un pedazo de tierra para afincarse en aquellos latifundios.
Se vuelve a levantar la bandera Artiguista de reforma agraria.
Aquellos trabajadores que organizados en fogones parecen un ejército o, como me dijo el Bebe lacónicamente, “son un ejército”.
Era el mismo Uruguay de los “pueblos de ratas”, de los primeros cantegriles en Montevideo.
Las misiones sociopedagógicas del maestro Julio Castro, que en el año 1930 viene el golpe de Estado de Terra con el apoyo de Luis Alberto de Herrera; Basilio Muñoz del otro lado de la frontera, en Brasil, recluta tropas contra la dictadura y Julio Castro, del Partido Nacionalista Independiente, se suma al levantamiento con Paco Espínola y otros.
En el libro planteás que en varias acciones se llevaron a cabo sin disparar un solo tiro por parte de ustedes.
La toma de Pando se hizo con una limpieza absoluta al ser tomada y quedó un solo teléfono en manos de la caminera que dio parte y empezaron a llegar “las chanchitas”; en Pando no hubo un solo tiroteo, así que si hubo un muerto [Burgueño], no fue por un tiroteo con nosotros, lo “boletearon” ellos [policías], que estaban con la sangre en el ojo porque los habíamos dejado un tiempo encerrados en los calabozos, y que motivó la toma de Pando un editorial de Quijano a la semana, “La tierra purpúrea”, fundamentando que a los orientales no nos quitan la rebeldía.
Tomamos el cuartel de la Marina (Centro de Instrucción de la Marina) sin tirar un solo tiro, sin decir un solo adjetivo y le leímos formados en el patio de armas una proclama, y lo hicimos en ese patio porque ahí tuvieron arrodillados a los trabajadores huelguistas bancarios, a los de UTE, a los de Ancap, y nos llevamos 140 fusiles y municiones, sin un solo tiro, que una parte de esas armas fueron a Bolivia para el “Chato Peredo”.
Estábamos en el Uruguay gobernado por las Medidas Prontas de Seguridad, la extrema pobreza de los peones arroceros y cañeros, los cantegriles en las orillas de Montevideo, al Bocha Benavides, que le requisan su primer libro de las cuatro librerías de Tacuarembó y los queman en la plaza principal frente a la catedral y la comisaría, y no hubo un solo comentario de prensa, se vivía todo ese clima.
Vos reivindicás el MLN como un movimiento político en armas.
Es que no éramos un partido, éramos un movimiento que reclutaba descontento de todos lados, y que por el papel que venía cumpliendo en el año 71 nos convoca Seregni, el que voy soy yo, que teníamos contactos con todos los grupos del Frente, creamos el 26 de marzo porque los clandestinos no íbamos a estar al frente de un movimiento político legal, que nos reuníamos en el local de ASU (Acción Sindical del Uruguay, demócrata cristiana), y Seregni nos plantea que le había llegado información de que hay un golpe de Estado en ciernes y querían asegurar Montevideo, con una fuerza que el tenía dentro de las Fuerzas Armadas y nos dice de participar, y preparamos, junto a otro grupo de izquierda con aparato de autodefensa, la contraofensiva.
Pacheco esperó el resultado de las elecciones de 1971 en un cuartel y había solicitado a Brasil en caso de ganar el Frente una invasión militar que se conoció como el “Plan 30 horas”, que era lo que demoraban en llegar las tropas militares desde la frontera a Montevideo. Las comunicaciones secretas entre Brasil y Estados Unidos y el pedido de Pacheco están documentadas.
La invasión es suspendida porque gana Bordaberry, el “abrasilerado”, y en los documentos se habla del brillante trabajo de inteligencia en las elecciones que permitió el triunfo de Bordaberry contra Wilson. Los blancos deberían tomar nota.
Nosotros fuimos un movimiento político en armas porque todo nuestro accionar tuvo un fundamento político, incluso cuando se crea el frente Amplio, por un lado el Partido Comunista en el Fidel y por otro los socialistas de hierro, algunos blancos en la Unidad Popular, y consultamos a Sendic y nos dice: “Nosotros estamos con todos”.
Movimiento político que tenía contacto con dirigentes de todo el espectro político.
Nosotros veníamos de la militancia de la izquierda, pero el fenómeno que nos identifica más a nivel global incluso de Latinoamérica eran los cañeros, muchos de los cuales luego terminaron combatiendo en Chile , en Nicaragua, pero veníamos del Partido Socialista, del Comunista, y el Pepe era prochino, pero había sido el primer secretario de Erro. Pero contacto tuvimos en todos lados y muchos en el Partido Nacional, sobre todo los wilsonistas y los que estaban en contra del gobierno y en una reunión que estaba el Toba (Gutiérrez Ruiz) y Titito Heber plantearon que estaban sin voz, porque una ley de Pacheco prohibía sacar nuevos diarios por la epopeya de Fasano, que le cerraban un diario y abría otro, que en el herrerismo tenían El debate, pero no tenían con qué sacarlo.
Nosotros habíamos hecho el operativo “cambiario” (expropiación a Mailhos) y le dijimos: “Les damos una mano, y así salió El debate, con una postura clara y nítida de resistencia.
Con el cardenal de Montevideo, con Wilson y Juan Raúl, entregamos a Bardesio luego de que declaró sobre el escuadrón de la muerte.
En el libro cuentas de un activa participación política que puede ser desconocida para los más jóvenes, como la figura de Mario Benedetti.
Eso fue formidable; por un lado pasaba que la organización no podía absorber todo el crecimiento que se venía dando y creamos una columna política que creara un movimiento para ese crecimiento periférico que además desestabilizaba la compartimentación y desde la sombra teníamos relaciones con Michelini y otros dirigentes y creamos el 26 de Marzo, movimiento político sin aspiraciones de tener legisladores, y hablé con Mario Benedetti, con Daniel Vidart, con Pablo Carlevaro y dirigentes sindicales como Rubén Sassano, el flaco Beletti, dirigentes estudiantiles.
Yo había planteado otro nombre pero Mario finalmente lo establece en una asamblea que se hizo para dar nacimiento formal al movimiento.
Nosotros habíamos hablado con Seregni y con Wilson que nos pedían una tregua en año electoral, sobre todo pensando en el reciente Frente Amplio, y nosotros dijimos que sí, salvo dos acciones que llevamos a cabo que fue la fuga de Punta Carretas y la de las compañeras presas.
En el libro también recordás las negociaciones de sectores del Ejército con ustedes en Florida.
Sí, fundamentalmente promovida por los capitanes que eran los que ponían las caras y era una situación difícil porque todos los días había balazos de los dos lados; Cristi largaba la rendición incondicional, pero el Goyo decía que alguna cosa se podía ver.
Nosotros habíamos aclarado que éramos presos, no éramos dirigentes de nada y que cualquier conversación que se fuera a hacer, tenían que parar la biaba a los presos.
Se están por cumplir los 50 años del golpe de Estado y la Huelga General donde algunas voces califican a este movimiento político como ausente.
Si vos le vas a dar pelota a todo lo que dicen, te enfermás; nosotros teníamos fuerte presencia en el movimiento sindical (La tendencia) y los que estábamos presos antes de ser rehenes mirábamos desde el Penal de Libertad si estaba prendida o apagada a la llamita del Ancap, en la resistencia de trabajadores y estudiantiles había presencia de cuadros del movimiento o del 26 de marzo. Son los mismos que dicen que no teníamos afinidad con el Frente Amplio y te estoy contando de las cosas a las que nos convocó Seregni.
Estamos agitando la memoria tal cual es, porque siempre se nos ha pedido autocrítica a nosotros, pero ¿los blancos y colorados no tienen autocrítica para hacerse?