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Entrevistas ONU |

Con Henry Boislorin del CDH

«Haití vive una insurrección popular que dice ya basta»

Haití atraviesa por un momento político y social bastante complejo que pueda resolverse con una intervención militar

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Henry Boislorin integra el Comité Democrático Haitiano (Argentina) y, aprovechando su recorrida por Uruguay, lo entrevistamos para tener de primera mano la situación que se vive en Haití, tan distinta a la imagen dada por las grandes cadenas internacionales de noticias.

Boislorin viene a Uruguay con dos objetivos precisos: dar a conocer los motivos de la lucha del pueblo haitiano contra una situación que no se sostiene más, incluido para sus clases dominantes, denunciar las políticas neocoloniales impulsadas por Estados Unidos, y solicitar al parlamento nacional que no envíe tropas militares al servicio de la ONU.

El primer y segundo objetivo viene contando con la adhesión de amplios sectores sociales y políticos uruguayos que incluso permitió que Boislorin hiciera uso de la palabra en el acto organizado por el Pit Cnt, y que no desconocen los intereses geopolíticos que la Casa Blanca tiene en esa zona del Caribe.

El no envío de tropas parece ser el que demande mayor esfuerzo dada la actual correlación de fuerzas en el gobierno y en el parlamento, y que incluso, bajo las administraciones frenteamplistas costó caro a la bancada de izquierda.

La discusión de que Uruguay forme parte de las Minustah (Misiones de Paz de la ONU en Haití) al Frente Amplio le costó la renuncia de dos de sus diputados, el socialista Guillermo Chifflet y el entonces emepepista Esteban Pérez, y en el Senado, si bien no renunció, el entonces senador comunista Eduardo Lorier a la hora de votar dejó una rosa roja en su banca como expresión de rechazo al envío de tropas.

Represión en Haití.

¿Cuál es la situación por estas horas que se vive en Haití?

Agradecer primero al comité de solidaridad con Haití que gracias al esfuerzo de ellos es posible mi presencia explicando lo que pasa en mi país, en mi pueblo. Apelamos a la solidaridad del pueblo uruguayo para que Uruguay no vuelva a enviar tropas en caso de una invasión militar. Lo estamos pidiendo en Uruguay, pero también en Argentina y en Brasil y en la región, es lo fundamental.

La gran prensa presenta que en Haití hay un gran caos general que es cierto, pero no dicen cuáles son los puntos de partida, el origen del caos, que para nosotros está en la descomposición de un sistema neocolonial y a una insurrección popular que reclama un cambio radical de las condiciones, donde los de abajo expresan que no quieren seguir viviendo como antes y los de arriba no pueden dirigir como antes, ese es el punto fundamental.

La insurrección popular reivindica el derecho a nuestra soberanía y nuestro derecho a la autodeterminación, que se puede traducir en una segunda y definitiva independencia.

Las grandes cadenas internacionales justifican la intervención militar extranjera por la actuación de pandillas criminales descontroladas en el país.

Hay pandillas criminales que justamente son funcionales al sistema neocolonial impuesto tratando de romper la espina dorsal del movimiento popular, por eso realizan masacres en barrios populares, expulsan a la gente quemando sus casas, el secuestro se ha convertido en una de las industrias más prósperas en Haití, pero son pandillas ligadas a algunos empresarios, funcionarios del Estado y encima de todo eso está Estados Unidos porque el uso de armas sofisticadas por parte de la pandillas (que son pobres y no tienen cómo financiar esas armas) demuestra que hay tráfico de armas y municiones que vienen de los aeropuertos y puertos de Estados Unidos.

En Haití siempre el poder se mantuvo de forma violenta desde la época de los Duvalier con la pandilla criminal de los Tontón Macoute.

Durante la intervención militar de la Minustah empezaron a florecer pandillas sobre otras bases y otros roles; el fundamental elemento de amedrentación del pueblo lo vemos claro cuando la señora Helen Lalin (estadounidense), que es la que está al frente de la oficina regional de la ONU en Haití, expresó que la unificación de nueve bandas armadas era una cosa positiva para tener un solo interlocutor.

Luego los embajadores de Estados Unidos, Canadá, Brasil, Francia, España y Alemania y organismos internacionales son los que mandan en Haití; el primer ministro de facto Jean-Michel Lapin fue nombrado por el anterior ministro asesinado Jovenel Moise por Twitter.

Hay más de 70% de la población activa sin trabajo, una hambruna severa que afecta a más de 5 millones de personas en una población de 12 millones, el 90% de las escuelas son privadas y hay millones de niños que no pueden concurrir a las escuelas, un país paralizado en varias actividades, es una situación explosiva.

Es la descomposición de un sistema neocolonial de un país construido en los intereses de los norteamericanos y no del pueblo haitiano, y es ese sistema que una vez más, como en tantas otras crisis, se busca mantener en base a la violencia, a dictaduras, a intervenciones militares extrajeras que se vienen dando desde 1993; Haití desde esa fecha ha conocido 10 invasiones de la ONU en misiones de paz que solamente han agravado los problemas.

Un video del lugar del asesinato del presidente de Haití circula en redes sociales.

¿Cuál es la situación de las organizaciones populares y de izquierda?

Hay un gran esfuerzo por seguir evitando el aislamiento de la lucha del pueblo haitiano, que es nuestra misión en el exterior. Después del asesinato de Moise no había condiciones legales para su sucesión, ya que había ministros que habían renunciado, se había decretado hacía un año la caducidad del parlamento, se gobernaba por decreto y ni siquiera había llamado a elecciones de intendencias.

Las fuerzas de izquierda, sindicatos rurales y otras organizaciones estuvieron recogiendo los problemas de la gente y han armado un acuerdo político que se denomina Montana y que nuclea a más de mil organizaciones campesinas, feministas, barriales, sindicales partidos de izquierda, personalidades que convocan a movilizaciones y es el de mayor peso político y ha realizado elecciones internas para proponer al país un primer ministro y un programa de gobierno.

Algunos de los puntos son llevar adelante juicios contra criminales de las matanzas, los crímenes financieros, convocar a una conferencia nacional donde participen grupos religiosos, estudiantiles y de toda la sociedad para elaborar un proyecto, formar un nuevo proyecto electoral y convocar a elecciones en dos años.

Programa que conlleva como contrapartida la no intervención militar extranjera.

Ah, claro, evidentemente. Si hablamos de una solución de ruptura, es ruptura con el régimen del neocolonialismo, pero los norteamericanos ya se pusieron en contra del acuerdo Montana y en este momento se pusieron en campaña de cooptar algunos dirigentes pertenecientes al ala más reformista y socialdemócrata de este movimiento y buscar una implosión dentro del mismo.

Claramente ante el embate popular lo que ellos buscan es utilizar la amenaza de una nueva ocupación militar, mientras mantienen al primer ministro de facto, la creación de un consejo presidencial y un llamado a elecciones, que van a ser boicoteadas desde ya.

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¿Cuál es el interés de Estados Unidos en una nación empobrecida?

Importante pregunta. Primero la posición geopolítica; Haití es el país mas próximo a Cuba, 77 kilómetros nos separan del canal de los vientos, compartimos la misma isla con República Dominicana, donde hay mas 800.000 haitianos viviendo, estamos a escasos minutos de vuelo de Jamaica y Puerto Rico, y el Caribe es una de las fronteras de Estados Unidos, y a través de este mar circulan flujos de mercancía para ellos. Todo cambio político en Haití impactará forzosamente en el Caribe y en particular en República Dominicana.

Hay una importancia económica, en el norte del país existe una importante mina de oro que es explotada por una compañía norteamericana, cuyo presidente es el hermano de Hillary Clinton.

El asesinado presidente Jovenel Moise entregó importantes extensiones de tierras a un empresario haitiano para producir Stevia para Coca-Cola. Somos el primer país de producción de pelotas de béisbol, aunque no es nuestro deporte nacional y por sobre todas las cosas, un país de mano de obra superbarata; en la polarización de países centrales y países periféricos, nosotros somos un país periférico de los periféricos, que es lo que explica por qué países periféricos como Brasil, Argentina, Uruguay, enviaron tropas a la intervención militar.

Uruguay proporcionó efectivos militares para la Minustah entre 2004 y 2017. Cascos azules uruguayos que participaron en esa misión son parte de los militares extranjeros acusados de violar, explotar sexualmente y dejar embarazadas a mujeres y niñas en Haití. Hay 265 casos de niños concebidos por los cascos azules de la ONU, en una “mezcla preocupante de coerción y abuso que dejó a niñas de tan solo 11 años para criar a sus hijos en condiciones de pobreza extrema”, dice una investigación publicada en diciembre pasado en los medios The Conversation y The Washington Post. De los 265 casos de embarazos, 74 serían responsabilidad de efectivos uruguayos –repatriados, aunque se sabía que iban a ser padres-. En el país sudamericano también recuerdan un video que se viralizó en 2011, que mostraba cómo tres efectivos se burlaban de un joven haitiano mientras lo retenían con los pantalones bajos y lo filmaban. La Justicia uruguaya condenó a los militares sin prisión por el delito de violencia privada.

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