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Entrevistas Florencia Bielli |

La generación que viene

Juventud, feminismo y compromiso: la mirada renovadora de Florencia Bielli en Canelones

Con una mirada crítica, empática y profundamente comprometida con la realidad del territorio, Florencia Bielli recorre cada municipio convencida de que la transformación comienza por el encuentro cara a cara. En esta entrevista reflexiona sobre el rol de los ediles, la cercanía con la gente y su visión para un Canelones más participativo, inclusivo y humano.

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Habla con pasión, pero también con una calma que nace de la convicción. No promete soluciones mágicas, pero sí un compromiso sincero: estar presente, construir puentes, legislar con conciencia social y con la voz colectiva de quienes le abrieron las puertas de sus casas y le confiaron su realidad. Esta entrevista es una invitación a conocer no solo a la candidata, sino a la mujer que busca que la política vuelva a tener sentido.

Una mirada joven para renovar la política departamental

Para comenzar y que quienes nos leen puedan conocerte un poco más, ¿quién es Florencia Bielli y cómo fue tu camino hasta involucrarte en la militancia política?

Soy Florencia Bielli, tengo 29 años y actualmente soy abogada. Aunque soy joven, llevo prácticamente la mitad de mi vida militando. Me acerqué al Frente Amplio a los 16 años, cuando todavía estaba en cuarto año de liceo. Fue gracias a un grupo de estudiantes que hacían trabajo voluntario en mi centro de estudio. Me llamaba la atención lo que hacían, aunque en ese momento no sabía que eso era militar. Un día me animé, les comenté mis ganas de participar, me invitaron a algunas reuniones y ahí empezó todo.

Al principio milité como frenteamplista independiente, y al poco tiempo, junto con otros jóvenes, fundamos la Juventud Socialista en Las Piedras en 2012. Desde entonces, la militancia se volvió una parte fundamental de mi vida: fui dirigente nacional de la Juventud Socialista, integrante suplente del Comité Central del Partido, referente de la Juventud Socialista de Pando, y hoy soy parte del Comité Departamental del Partido Socialista en Canelones.

He participado en diversas campañas y luchas sociales: desde el No a la Baja, pasando por el rechazo a la reforma constitucional impulsada por Larrañaga, la campaña contra la LUC, y más recientemente la recolección de firmas por el plebiscito sobre la seguridad social. Para quienes estamos comprometidos con la política, esta no es una tarea que aparece cada cinco años: es una construcción diaria, cercana a las organizaciones sociales y a las demandas reales de la gente. Esa ha sido mi forma de vivir la militancia, y así se ha ido construyendo también mi camino.

Vos empezaste a militar desde muy joven, a los 16 años, y con el tiempo te integraste activamente a la Juventud del Partido Socialista. ¿Qué aspectos ideológicos o conceptuales te llevaron a identificarte con el Partido Socialista y elegirlo como tu espacio de militancia?

Obviamente sería un error decir que a los 16 años me sumé al Partido Socialista porque había leído todo su programa y me convenció intelectualmente. No fue así. Como pasa con muchos y muchas, entré movida por un impulso más emocional: por las ganas de cambiar las cosas, por la sensación de que algo en el mundo y en nuestra sociedad no estaba bien. Me dolía ver injusticias, el sufrimiento ajeno, y me preguntaba qué podía hacer yo, qué rol podía jugar para transformar eso. Fue ahí donde apareció la política como herramienta.

Con los años, y ya con 13 años de militancia en el Partido Socialista, sí puedo decir que estoy convencida de que este espacio es una herramienta poderosa para la transformación. Es un partido que representa y defiende a los trabajadores, que apuesta a una vida digna para todos y todas. Pero más allá del partido, sigo creyendo firmemente en la política como el medio que tenemos para construir un futuro más justo. Hoy vemos cómo se intenta desprestigiar la política, cómo se la presenta como una élite alejada de la gente, y eso no es casual. Hay quienes prefieren que la gente se aleje de la política porque, cuando eso pasa, pierde su poder. Por eso creo que es fundamental recuperar el valor de la participación, entender que la política es de todos y todas, y que involucrarse, opinar y proponer también es hacer política.

En ese sentido, y hablando del valor de la participación ciudadana, ¿qué representa para vos dar el paso de presentarte como candidata a edila en Canelones? ¿Qué te motivó a asumir este nuevo desafío político y qué creés que te diferencia dentro de un contexto donde hay mucho descreimiento hacia la política y hacia los dirigentes, algo que se vive no solo a nivel local sino también regional?

En lo personal, llegué a la política desde un lugar muy claro: el deseo profundo de cambiar lo que duele. Vengo de una familia trabajadora, de esas que saben lo que cuesta todo, y desde muy joven entendí que nada cambia si no hacemos algo para moverlo. La política me dio esa herramienta, una forma de transformar la realidad, de no aceptar como natural lo que está mal.

Ser joven y mujer puede verse como un diferencial —y lo es, porque faltan muchas mujeres y jóvenes en los espacios donde se toman decisiones— pero no es lo único que me define. Me mueve la convicción de que es posible hacer política con sensibilidad, con empatía real. Creo que quienes estamos en lugares de responsabilidad no podemos estar anestesiados ante la injusticia. Necesitamos que nos siga doliendo cuando alguien no llega a fin de mes, cuando un niño pasa hambre. Porque esa sensibilidad también es política.

Quiero estar en la Junta Departamental no solo para representar mi historia o mi generación, sino para ser una voz que escuche y se vincule con todas las realidades diversas de Canelones. Un departamento tan extenso y distinto requiere eso: una lectura atenta del territorio, un compromiso cotidiano con los vecinos y vecinas. Como dice Francisco Legnani, se trata de hacer una política de mucho territorio y poco escritorio. Y a eso vengo.

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Una candidatura joven y feminista

En las últimas semanas se difundieron datos que muestran que solo el 17% de las postulaciones a las intendencias están encabezadas por mujeres. ¿Qué reflexión te genera esta baja representación femenina en cargos de relevancia política? ¿Y cómo evaluás esta realidad dentro del propio Frente Amplio, que históricamente ha impulsado la participación política de las mujeres?

Es un problema estructural y de fondo. El error muchas veces es que nos empezamos a preocupar por la baja representación femenina cuando se acercan las elecciones, al ver listas encabezadas en su mayoría por varones. Pero este tema no se soluciona solo en campaña: hay que trabajarlo durante todo el período. Mujeres capaces en política hay muchas; lo que falta es promover activamente sus liderazgos. Y esto no es exclusivo de la política: el sistema patriarcal atraviesa toda la sociedad, y condiciona también las oportunidades dentro de los espacios de poder.

Un claro ejemplo de lo que enfrentan las mujeres en política lo vimos en las elecciones pasadas con la compañera Carolina Cosse. Se cuestionaba su tono de voz, su forma de hablar, su actitud, incluso su ropa en actos oficiales. A ningún candidato varón se lo mide con esa vara. A las mujeres se nos exige más, y muchas veces se nos evalúa con criterios impuestos por varones. Por eso creo que debemos seguir avanzando en políticas que promuevan la participación real de las mujeres. En ese sentido, el Partido Socialista fue pionero en aplicar listas paritarias mucho antes que existiera la ley de cuotas o que el Frente Amplio lo estableciera como norma. Son pasos pequeños pero fundamentales para transformar esta realidad.

¿Qué opinión tenés sobre la ley de cuotas? ¿Creés que es suficiente para garantizar una verdadera paridad en la representación política o pensás que habría que avanzar en nuevas legislaciones o medidas complementarias para lograr una equidad real?

Creo que las leyes deben surgir como respuesta a las necesidades de la sociedad, y en ese sentido, la ley de cuotas ha sido una herramienta útil. No es la solución definitiva, por supuesto, y es lamentable que muchas mujeres accedan a espacios de representación solo porque una norma lo impone. Ojalá lleguemos al punto en que sea natural y equitativo que mujeres y varones compartamos los espacios de poder y toma de decisiones. Pero hoy eso aún no ocurre.

Por eso la ley sigue siendo necesaria. Y más allá de mantenerla, es fundamental pensar en otras políticas que aborden las causas estructurales de la desigualdad. Las mujeres seguimos siendo quienes más asumimos las tareas de cuidado y domésticas, lo que limita seriamente nuestra participación política. Esto también debe ser parte del debate si realmente queremos lograr una representación paritaria y justa.

Siendo una mujer joven y candidata, ¿cómo imaginás que podés aportar una mirada renovadora a la política departamental? ¿Qué cambios te gustaría impulsar desde tu lugar, desde tu generación y experiencia?

Apostamos a llegar a la Junta Departamental para ejercer un rol activo como edila, asumiendo las competencias que eso implica: controlar y legislar. Controlar significa asegurar que tanto el gobierno departamental como los municipios estén cumpliendo con sus funciones de acuerdo a la normativa vigente. Y legislar implica impulsar propuestas que mejoren la vida de las y los canarios.

Más allá de esas funciones formales, la Junta también es un espacio de visibilidad política. Esa visibilidad no es menor: vamos a estar allí porque hubo personas que confiaron en nosotros, que creyeron que nuestra voz podía representarlas. Por eso, mi compromiso personal es no perder el vínculo con la gente. Quiero estar cerca, ser una referente accesible, que informe, oriente y acompañe a la hora de buscar soluciones. Porque ser representante también es ser servidora pública.

Hoy uno de los grandes desafíos es la comunicación. Hay gente que ni siquiera sabe que el 11 de mayo hay elecciones, que no tiene claro qué se vota o qué funciones cumplen los distintos niveles de gobierno. Si queremos una democracia más profunda y participativa, tenemos que trabajar en acercar esa información, en explicar las herramientas que existen para impulsar cambios reales.

También es clave fomentar la participación sin caer en la lógica de la "cadena de favores". No puede ser que una persona tenga una solución más rápida solo porque conoce a alguien. La política tiene que ser accesible para todas y todos por igual. Nuestra tarea es justamente esa: ser un puente, enseñar los mecanismos, acompañar los procesos y construir una política más transparente y cercana.

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La Junta no puede ser una torre de cristal

Muchas veces la tarea legislativa a nivel departamental se percibe como algo lejano para la ciudadanía. En ese sentido, ¿qué estrategias tienen pensadas para acercar ese trabajo a la gente? Más allá de la campaña de visibilización y comunicación, ¿cómo planean generar un diálogo real con los vecinos y las organizaciones sociales? ¿El edil va a estar presente en el territorio o se espera que la ciudadanía se acerque a la Junta?

Es muy difícil sentarse en un escritorio y pensar en soluciones para la gente si una no sale a recorrer, a caminar, a ver con sus propios ojos lo que está pasando. No se puede legislar con realismo si no se conoce el territorio. Por eso, más allá del trabajo formal en comisiones o sesiones en Canelones, creemos que el vínculo con la gente y con la realidad concreta es fundamental.

Ni yo ni nadie lo sabe todo. Y está bien reconocerlo. La política no puede estar basada en la soberbia de creer que uno tiene todas las respuestas. Lo que se necesita es sensibilidad, empatía, y sobre todo, la voluntad de escuchar. Nuestra apuesta es esa: escuchar mucho, con atención, con humildad, y construir desde lo que la gente nos dice, desde lo que vemos y compartimos en cada lugar.

Cuando nos toque levantar la mano para votar en la Junta, queremos hacerlo con plena conciencia de a quién estamos representando. Que cada decisión lleve el peso de todas esas voces que nos contaron su realidad, sus problemas, sus esperanzas. Que no sea la opinión personal de Florencia Bielli, sino una decisión construida con la gente y para la gente.

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En esta etapa de campaña, en la que han estado recorriendo intensamente los municipios, ¿qué respuestas han recibido de la gente? ¿Hay algún momento o encuentro que te haya conmovido especialmente en ese contacto directo con el pueblo?

La recorrida ha sido realmente muy fructífera. En cada lugar nos encontramos con historias que te marcan. A veces no se trata de grandes encuentros o actos masivos, sino de momentos íntimos: una vecina o un vecino que se acerca, muchas veces al ver una bandera que le despierta un recuerdo, y nos cuenta su historia de vida.

Algunos nos dicen que militaron en otros tiempos, que se alejaron por distintas razones, y ese gesto de acercarse, de compartir, es profundamente valioso. Porque ahí se construye el lazo real, de tú a tú, mirando a la gente a los ojos, entendiendo de dónde viene, qué alegrías lleva consigo y también qué dolores carga.

Esos intercambios retribuyen emocionalmente. Le dan sentido a la militancia, a la caminata, al esfuerzo. Y creo que hoy, en un mundo tan globalizado donde parece que estamos conectados todo el tiempo pero en realidad no nos miramos nunca a los ojos, salir al encuentro del otro es, en sí mismo, un acto revolucionario.

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Para cerrar la entrevista: si tuvieras que resumir en una frase o en una imagen tu visión para Canelones, una vez que se definan los representantes tras las elecciones departamentales, ¿cuál sería?

Me cuesta resumirlo en una sola frase, pero si tuviera que sintetizarlo, diría que Canelones a más. Y no lo digo como un eslogan, sino como una convicción profunda. Venimos de años de transformaciones importantes en el departamento, de avances que mejoraron la vida de muchas y muchos canarios.

Ahora el desafío es dar un paso más. Llevar a Canelones a otro nivel de desarrollo, de inclusión, de bienestar. Y eso implica trabajar con una mirada integral, que entienda su diversidad, su extensión, la riqueza de cada uno de sus municipios. Porque si algo tengo claro es que Canelones está para más, y tenemos la responsabilidad de hacerlo posible.

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