Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Entrevistas MUME | Chile |

Con la antropóloga Begoña Ojeda

"Las vivencias de las mujeres y las infancias en el terrorismo de Estado"

El objetivo de la Directora Ojeda es que el MUME sea una referencia para los más jóvenes en la comprensión de lo que fue el Terrorismo de Estado.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

La antropóloga Begoña Ojeda es ,desde septiembre de este año, la nueva directora del Centro Cultural Museo de la Memoria (MUME), luego de ganar un concurso. Asume el cargo mientras coordina un proyecto universitario y escribe un libro sobre políticas públicas culturales. Su apuesta para el quinquenio es que el MUME se convierta en una referencia para los más jóvenes y visibilizar las historias de las infancias y las mujeres durante el terrorismo de Estado.

La vida en una arpillera

La encontramos ordenando su escritorio como una muestra febril de su capacidad de trabajo, por lo que ella eligió para hacer la entrevista un rincón del museo que, cuando llegó a asumir el cargo, le deparaba una sorpresa. Por que la vida da revanchas, Ojeda, oriunda de Chile, asumió su cargo con los proyectos encaminados por su antecesora y, entre los mismos, está la exposición y talleres de un colectivo de mujeres chilenas que rescatan la memoria de hombres y mujeres asesinados por la dictadura de Pinochet.

Emulando el arte en arpillera de Violeta Parra, la muestra “No me olviden” resignifica y representa por ahora a 1307 víctimas de la dictadura, entre ellas, el padre de la flamante directora del Museo de la Memoria.

¿Cuáles son, de acá a fin de año, los eventos que están previstos?

La idea es en estos meses del año continuar la programación que ya había estado establecida por la directora interina, Susana Souto. Entre ellas, la muestra que se acaba de inaugurar el día del patrimonio, “No me olviden”, que es de la “Colectiva Crear Poder Popular” canadiense, que son hijas de exiliados chilenos en Canadá y que hicieron una representación del informe Rettig (Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, entregado al expresidente de Chile, Patricio Aylwin, el 8 de febrero de 1991), donde constan 3.550 denuncias, de las cuales 2.296 se consideraron casos calificados, que son las víctimas de la dictadura chilena en el marco de los 50 años del golpe de Estado, lo cual se cumplió el año pasado y se empezó esta arpillera gigante.

La muestra estuvo hasta el 20 de octubre y realizamos talleres. A partir de allí la arpillera fue a Buenos aires donde siguen las actividades.

Otra de las muestras que también se inauguró el Día del Patrimonio, que es organizada con la Asociación de Amigos del Museo, es una exposición de fotografía en conjunto con CDF y Aquelarre, “Resistencia y Libertad”. La muestra está en la glorieta y va a ser un poco más permanente.

Además, tenemos prevista una exposición que se inauguró el viernes 11 de octubre, que se llama “Fueguitos en la oscuridad”, fotografía de Martín Varela, que va a estar hasta finales de diciembre, una representación de fotografías que también da cuenta de las memorias y vivencias del artista en relación a las resistencias. Finalmente, tenemos dos muestras más, una prevista para el 7 de noviembre y otra para el 15 de noviembre. La del 7 de noviembre también es una muestra chilena, que se organiza con Uruguay, en este caso de la artista Dagmara Wyskiel, que no es chilena de nacimiento pero reside en Chile, y la muestra se llama “La ley reservada”, que es como una representación temporal de la historia chilena, de los hitos de violencia, y que lo representa como en rojo y negro; es una instalación que se va a realizar en el patio del museo con las fechas específicas más audios y videos, y tiene la curaduría de un uruguayo que se llama Fernando Foglino, que también nosotros tenemos obras en el museo de él.

Hay otra exposición, en este caso de lienzos, de Aníbal Lattanzio, que se va a inaugurar el 15 de noviembre bajo el título “Un acto de resistencia”.

Tenemos la premiación del concurso literario Nibia Sabalsagaray, el 9 de noviembre, organizado por la Asociación de Amigos. Y hay otras actividades como “Tramando cultura” con Esquinas de la Cultura; hay un evento de mujeres destituidas que también va a ser en noviembre; o sea, tenemos como varias instancias de reuniones, la visita al 300 Carlos, que se realiza el segundo sábado cada mes, todo eso se mantiene como estaba previamente establecido.

La idea es dar continuidad a lo que ya estaba fijado, acordado con los artistas, con la comunidad. Y la idea después, posterior a eso, es en los meses del verano, de lo que viene de diciembre, mantener las muestras permanentes y las que son temporales extenderlas un poco más de tiempo, como éstas últimas que te estaba comentando, generarnos como equipo del museo un espacio de noviembre en adelante, sobre todo para pensar estratégicamente el museo a nivel quinquenal, en relación a desarrollar un plan estratégico o un plan rector del museo que analice un poco cuáles son las debilidades y fortalezas que tenemos y cómo proyectarnos en relación a las líneas que queremos cumplir estratégicamente.

Las muestras chilenas vienen de la gestión de Souto, su antecesora, pero le vino a calzar justito.

Sí, coincidentemente yo soy chilena y esta muestra “No me olviden” yo no sabía que era específicamente de las víctimas del informe Rettig. El comisario de la muestra, Adrián Silva Pino, que es un chileno, hablando de la arpillera gigante con las compañeras del museo, contándoles de qué trataba la obra, les comenta que es del informe Rettig, y yo le digo “ay, bueno, pero entonces debe estar mi padre, porque mi padre fue una de las víctimas, a él lo asesinaron el 11 de septiembre en los enfrentamientos de la fábrica Indumet, el mismo día el golpe de Estado, y es una de las primeras víctimas de la dictadura chilena”. Le preguntó a las artistas y efectivamente mi padre estaba representado en la arpillera.

Cada una de las representaciones textiles de las 1603 que figuran en la arpillera que tenemos acá en el museo, tiene un número en la patita, y ese número se identifica con la persona que figura en el informe Rettig. La idea es que se continúe generando con las representaciones textiles que hicieron en Chile, con las que se van a hacer acá, con las que se van a continuar en Argentina, otra arpillera también de cinco metros y medio, para terminar con 11 metros, en conmemoración del 11 de septiembre específicamente, y que la arpillera finalmente se exhiba de forma permanente en el Museo Violeta Parra.

WhatsApp Image 2024-10-08 at 14.28.13 (1).jpeg

Así que fue casi como un regalo de la vida su asunción en el museo.

Justo en el momento, porque además hicimos una proyección conjunta con Susana (Souto). Yo le decía que asumí un 9 de septiembre y para mí el 11 teníamos que hacer algo en relación al golpe de Estado de Chile. En esa proyección, en coordinación con ella, se exhibió “El edificio los chilenos”, un documental autobiográfico de Macarena Aguiló que representa su vida, como la de muchos otros hijos e hijas, cuando sus padres, militantes del MIR, deciden retornar a Chile de forma clandestina, y a los hijos los dejan en Cuba con familias políticas, familias que de alguna manera cuidaban a varios niños.

¿Cómo ve actualmente el rol del MUME? ¿Considera que el Día del Patrimonio fue como un termómetro en el seno de la sociedad, porque a veces se corre el riesgo de naturalizar su presencia y puede perder parte de su esencia?

Yo creo que quienes, de una manera u otra, ya sea como militancia o como hijos que transcurrimos lo que fue la dictadura en sus múltiples formas, desde la cárcel hasta la represión, el exilio o el insilio, o a los que de alguna manera somos más veteranos y peinamos canas, nos significa mucho este museo. El desafío está en cómo generar estas interpelaciones en las nuevas generaciones, que es un poco el acento del proyecto que me gustaría desarrollar, como esta arpillera que tenemos acá, una arpillera muy colorida y que relata algo muy trágico, que no representamos a 1600 personas muertas; y a los niños que visitaron el Día del Patrimonio y a los que la están visitando ahora con visitas guiadas que nosotros tenemos permanentemente, el museo los interpela muchísimo, porque da cuenta del dolor, pero como el dolor de alguna manera se manifiesta de diferentes formas, incluso las cosas tan trágicas como las muertes de niños, los asesinatos de niños que se cometieron en Chile, los interpela, los emociona, los resignifica. Yo vi durante estos días a gurises con lágrimas en los ojos.

El taller es como una resignificación; es, a partir de la historia de la persona, realizar representaciones textiles, información que brinda el informe Rettig dando cuenta de la muerte de la persona y las características de esa persona.

Por ejemplo, si es un fotógrafo, entonces está representado con la cámara de fotos, y si murió una familia entera, se recrea toda la familia. Los oficios están representados. O sea, están representadas las personas como lo que dice el informe, y quien hace el trabajo de representar a esa persona de forma textil, digamos, la resignifica para sí mismo. Eso es un trabajo. Yo creo que de alguna manera también hay algo de sanación en esto. Y sobre todo lo que me parece más interesante es el diálogo intergeneracional. Yo creo que esto dialoga mucho con las infancias y las adolescencias en relación a ver esta arpillera.

WhatsApp Image 2024-10-08 at 14.28.12.jpeg

Justamente hablando de eso del intercambio generacional, si usted tuviera que decirle a un joven que venga a visitar el museo, ¿Cuál sería el caminito que le convendría hacer?

Bueno, el museo tiene un guion que está pensado como para hacer múltiples caminos. O sea, uno podría empezar por la sala de instalación de la dictadura o por la resistencia, no hay un único camino. De hecho, es interesante que sea de esta manera, porque yo creo que la dictadura nos atravesó de múltiples formas. La sala de instalación de la dictadura es importante visitarla y es importante comprenderla, porque da cuenta de que no existieron dos demonios y que en realidad esto (la represión) ya venía de mucho tiempo antes, del golpe de Estado.

Lo que más les emociona a muchos gurises es la parte de las artesanías que hacían los presos y presas. Igualmente, yo creo que nos faltan a nosotros acá en el museo las voces de las mujeres, están muy invisibilizadas, y de las infancias, eso tenemos que trabajarlo en el guion, es parte de lo que me gustaría proyectar con el equipo y ya hemos estado pensándolo, pero bueno, queremos terminar el ejercicio de este año 2024 antes de meternos de lleno a pensar cómo dialogar de mejor manera con las infancias y cómo hacer que esta transmisión no quede en una generación o en algunas generaciones, sino que se pueda reconstruir la memoria de múltiples formas.

Cuando me habla de los dos demonios, me habla de la teoría de los dos demonios, pero en realidad sí hay dos en este cruce de la historia, porque hay una historia que tiene que ver con lo que el museo recoge, pero también con el propio lugar donde está instalado, el otro demonio que en realidad sobrevuela.

Sí acá estamos en la quinta de Máximo Santos, que fue, en otro periodo histórico del Uruguay, un dictador y representante del militarismo también, y sí es simbólico que estemos acá.

Aunque yo creo que los museos deberían tener en Uruguay espacios específicos, aunque sean casas de antes; por más que se resignifique, como en este caso, no tenemos un espacio propio. No hay museo en Uruguay, por lo menos en el ámbito público (sí lo hay en el ámbito privado, como puede ser por ejemplo en Manantiales, el MACA, de la Fundación Atchugarry), que sea pensado específicamente para una exposición museológica que tenga un diseño arquitectónico específico. Acá son muchas casas viejas reacondicionadas como espacios museísticos y que en realidad pueden no ser lo más adecuado para el diseño de una buena exposición.

Sería un ideal, para mí, pensar en que nosotros podamos construir un museo con unas características similares a las de otros museos de la memoria en la región, donde han sido pensados desde lo arquitectónico, como para pensar la memoria y construir la memoria, y estoy pensando por ejemplo en el Museo de la Memoria de Chile o el de Perú.

Cómo antropóloga, ¿Cuál es el rol de la memoria en las sociedades?

Yo creo que no es una memoria, es una construcción de memorias, es la construcción colectiva de la memoria. Y en este sentido, como sociedad es sumamente importante que podamos rescatar, construir, saber también qué estamos dejando en el olvido. Porque cuando uno construye la memoria hay cosas que no se cuentan.

Bueno, ¿ qué se está quedando en el olvido y qué es necesario estar revalorando? Siempre hay una toma de decisiones, incluso acá en la exposición, en este museo, hay cosas que no se cuentan, como por ejemplo el relato o las memorias de las mujeres o la invisibilizarían de eso. Entonces, me parece que como sociedad es muy importante porque nos constituye también pensando en un futuro.

Nosotros no podemos pensar el presente y el futuro sin tener una memoria construida. Y es esto lo que muchas sociedades indígenas plantean; por ejemplo, Silvia Rivera Cusicanqui plantea esto de transitar con el futuro en la espalda, es decir, esta cosa como de tener lo que pasó, lo que nos sucedió, siempre presente.

El futuro está en la espalda, a mí me parece muy gráfico. El pasado es el futuro también, en cierta medida, y eso permite construir otras formas de mirar lo que viene, otros mundos posibles, que tienen que ver mucho con la lucha de muchos, de las utopías que tenían quienes lucharon en la dictadura, quienes defendieron un mundo más justo, que eso es lo que no podemos perder de vista en esta construcción. O sea, ¿por qué sucedió todo esto? Porque en definitiva, aunque parezca utópico, se quería un mundo más justo, un mundo sin desigualdad social, un mundo donde los niños no tuvieran hambre, un mundo donde no existieran las inequidades que aún existen hoy y que eso no se ha solucionado.

WhatsApp Image 2024-10-08 at 14.28.13.jpeg

¿Son las memorias de la derrota?

No, yo no creo que sean las memorias de las derrotas. Yo creo que es la memoria de cómo construirnos y cómo aprender de lo que se vivió, de alguna manera, en esta perspectiva de construir un mundo más justo.

Temas

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO