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Entrevistas democracia | Fito |

FITO GALLI | ACTOR, CONDUCTOR, HUMORISTA

«Vivimos en una democracia frágil y renga»

«Seguimos con un aparato militar que viene de la dictadura que sigue intacto» y que «los mismos militares que destruyeron las instituciones hoy ocupan una banca en el Poder Legislativo», afirmó Fito Galli

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Caras y Caretas Diario

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Es uno de los actores y conductores más queridos y admirados de Uruguay. Su sonrisa encantadora es un bálsamo de humanidad entre tanta crispación. Fito Galli es honestísimo con el espejo de sus convicciones, con su ADN y con su público. Nada menos. Sin maquillaje y ya con los focos de la TV apagados hasta el día siguiente, habló de los asuntos pendientes de nuestra democracia, de los restos óseos encontrados en el Batallón 14 y sostuvo que la verdad sobre los desaparecidos «la tienen secuestrada un puñado de personas».

A pocos días de conmemorarse los 50 años de la Huelga General que enfrentó al Golpe de Estado de 1973, el Uruguay se conmovió ante la noticia del hallazgo de restos óseos en un predio militar, dentro del Batallón 14, a muy pocos metros de donde en 2011 fueron localizados los restos del maestro Julio Castro. La noticia fue uno de los ejes centrales de la charla con Galli, en la que el actor y conductor televisivo repasó sus desvelos, los asuntos pendientes de la democracia, los mensajes de odio de las redes que le llegan «de izquierda y de derecha» según lo que haya opinado sobre algún tema de la realidad nacional. Se siente un privilegiado por el amor y cariño de la gente, y eso lo reitera en cada oportunidad que puede, frente a cámaras o cuando le acercan un micrófono. Es feliz. Es agradecido. Es Fito Galli.

“Últimamente casi no leo las redes porque cuando lo hago tengo que bloquear a la mitad de los que envían mensajes de odio, de izquierda y de derecha. Eso depende de lo que diga, si es sobre temas de abuso, discriminación o como cuando acompañé a mi amiga Beatriz [Argimón] el día de su asunción. De todos modos, me quedo con todo el amor y las cosas divinas que la gente me regala. Por eso siempre digo que soy muy privilegiado y agradecido. ¿Sabés qué me pasa? Si un día estoy deprimido, salgo a dar una vuelta a la manzana y vuelvo con el humor a tope, porque la gente me transmite amor, cariño y una gran responsabilidad, ya que me dicen que soy la voz de muchos”.

¿Cómo hacés para defender tu felicidad en una sociedad tan crispada, malhumorada y al límite de la tolerancia por lo que piensa el otro? ¿Se puede convivir con tanta agresividad?

En mi caso la estoy soportando [risas]. Estamos en una sociedad en que la gente está muy enervada, muy sensible, con la violencia a flor de piel. Al mismo tiempo, hay gente que está pasando muchas necesidades y esto también te descoloca. Pero como en el Yin y el Yang, también surgen otros movimientos, otra gente, otros lugares que tratan de contrarrestar todo eso. Y creo que en el fondo, eso está bueno. Me refiero concretamente a la gente que está en el movimiento popular, en las ollas populares, en los movimientos gremiales que se hacen fuertes a la hora de protestar y defender derechos. Está también la búsqueda de los desaparecidos, que es una batalla sin armas, son los gritos del silencio. Una Marcha del Silencio que atraviesa a toda la ciudadanía, porque supera a Madres y Familiares, y cada año se suman nuevas generaciones con sus propios carteles. La gente tomó conciencia de que esos desaparecidos no solo son de esas familias sanguíneas, sino que son de todos nosotros; a toda la sociedad le tienen secuestrada la verdad, a toda la sociedad le tienen secuestrada cerca de 200 personas y la verdad sobre los desaparecidos la tienen secuestrada un puñado de personas. De esto está tomando conciencia la sociedad. Y todo esto no sucedió hace 100 años, fue hace 50 y muchos de los responsables están aún con vida. No se trata de buscar sin ninguna información, esa información está, existe y hay gente que aún vive y tiene esa información. Eso es lo terrible.

Hace relativamente poco tiempo que surgió -primero en Argentina y después acá en Uruguay- el colectivo Historias Desobedientes, que nuclea a hijos e hijas de represores que, al descubrir la verdadera historia de sus padres y lo que hicieron en la dictadura, no solamente cuestionan, sino que han rechazado duramente los actos que cometieron. ¿Cómo ves esas otras historias?

Bienvenidos al mundo real. Debe ser durísimo para esos hijos e hijas. No le deseo a nadie esa realidad porque debe ser un proceso tan complicado y difícil de manejar. Algo tal vez similar a la experiencia de los niños secuestrados por el terrorismo de Estado y que fueron criados por los represores. Es muy difícil luego encontrarse con su propia identidad. Eso no se lo deseo a nadie porque debe ser terrible. Honestamente, no sé qué me pasaría por la cabeza si me entero de que mi padre es un torturador. Menos aún si sé que tiene respuestas sobre los desaparecidos y no se las brinda a la sociedad. Y en términos más generales, hay información que está en los documentos y los actores políticos de ayer y de hoy se encargan de mantenerlos secuestrados. La verdad no solo está en la cabeza de los asesinos, de estos genocidas, torturadores y desaparecedores, que siguen cometiendo ese delito en contra de la sociedad toda. Cuando me hablan de esos “pobres viejitos” digo que no son pobres viejitos, son gente que todos los días se levanta y decide seguir cometiendo ese delito.

¿Faltó un mensaje del presidente Lacalle el 20 de mayo? ¿Te sorprendió que no concurriera al acto público de reparación del Estado por el asesinato de las “muchachas de abril”?

En realidad creo que no pasa por las palabras del presidente y sí pasa por las acciones del sistema político. Lamentablemente nosotros vivimos en una democracia muy frágil, muy renga. Está comprobado que los servicios de inteligencia siguieron funcionando, se mantienen en secretos documentos que están guardados y la información, los archivos, están. Lo único que pedimos es la información, saber qué fue lo que pasó y poder encontrar esos restos para cerrar los ciclos de cada una de esas familias y de la sociedad toda. Hoy no vivimos en una democracia plena. Salimos de la dictadura con candidatos naturales proscriptos y sabiendo quién sería el presidente. Seguimos con un sistema de privilegios de un aparato militar que viene de la dictadura y que sigue intacto. Hoy, además, nos encontramos con un partido político militar integrando la coalición de gobierno y en el Parlamento. Los mismos militares que destruyeron las instituciones hoy ocupan una banca en el Poder Legislativo. Resulta muy contradictorio todo esto y difícil de entender. Este partido militar se encarga de intentar cambiar el relato de cosas que están claramente comprobadas y demostradas. No me podés cambiar el relato de las “muchachas de abril”, fueron acribilladas cuando estaban atrás de un armario, no estaban resistiendo ni tenían armas. Incluso el policía que resultó herido fue producto de una ametralladora de las que tenían los militares. Pero insisten en repetir y repetir un relato para que se convierta en verdad. Aunque confío que eso nunca pase.

¿Convence a muchos la teoría de los dos demonios?

Estamos hartos de escucharla, pero insisten, ¿no? Esta democracia tiene como líder de uno de los partidos que integra la coalición a una persona que en los años 60 fue ministro e integrante del gobierno de ese momento. Y creador de la ley de educación [Julio María Sanguinetti]. Es muy raro todo. Es como muy cruel. Me gustaría que quienes intentan cambiar el relato dijeran esos mismos discursos de dar vuelta la página y dar por superado el pasado y los mantuvieran cuando se conmemora el Holocausto del pueblo judío o del pueblo armenio. Que utilizaran las mismas palabras que aplican para intentar dejar atrás a los desaparecidos, pero para los actos masivos a los que concurre todo el sistema político uruguayo. Aplauden porque capturan a un nazi de 90 años y lo enjuician, pero acá nos dicen que son pobres viejitos que tienen que ir a su casa. Es algo contradictorio, como mínimo. Imagínense que alguien diga que liberen a esos pobres viejitos nazis y que los dejen ir a sus casas y den vuelta la página. Es como que en España se dijera que no sigan haciendo zanjas para encontrar las fosas comunes donde enterraron a cientos de personas. Suena a tomadura de pelo que un ministro te diga quién no quiere saber la verdad porque van a publicar los archivos de la dictadura y al otro día está negándose a dar los archivos donde hay datos de los desaparecidos. Uno siente que le están tomando el pelo.

¿Cómo se revierte este escenario tan complejo? Porque al mismo tiempo que crece de manera exponencial la participación de personas y particularmente jóvenes en la Marcha del Silencio, también aumenta el discurso de odio.

El cambio viene a través de la educación, ya que la ignorancia tiene mucho peso en todo esto. El ignorante es mucho más fácil de manipular, de manejar, de convencer y asustar. Cuanta más información tenga el ciudadano, será más libre de elegir, pensar y decidir. Ellos juegan con ese tipo de cosas, más allá del clientelismo político que hemos podido comprobar en este período de gobierno. Por un cargo o un contrato muchos pierden los ideales. En todos lados hay cosas extrañas, a tal punto que hubo sectores del FA que no ensobraron la papeleta rosada. En su momento, me asombraron algunas respuestas de Eleuterio Fernández Huidobro, cuando fue ministro de Defensa, ante algunos pedidos de información. Esto no pasa por un color político, es de la sociedad toda. De todos modos, está claro que los violentos están de un solo lado. En la manifestación más grande que hay en Uruguay, como es la marcha de 20 de mayo, no se registró ningún acto violento. No se sale a pintar o a insultar, por esta causa se milita con amor, con esperanza, por verdad, justicia y reparación. Lo que está pasando es que la sociedad está sintiendo que es un crimen que se comete todos los días en contra de todos nosotros. No conozco a ninguno de los que desaparecieron, capaz que no era nacido cuando desaparecieron algunos, pero los siento tan míos como si fuera el vecino de la esquina que se lo llevaron ayer. Esto es de todos los días; todos los días deciden seguir cometiendo el delito de la desaparición. No estamos ante un delito que prescriba ni que muera, es un secuestro que todos los días deciden seguir cometiéndolo. Y no hay partido que haya estado en el gobierno que les haya dicho basta. Reconozco que se avanzó en un montón de cosas, pero tardamos tres períodos de gobierno para que un presidente de la República recibiera a Madres y Familiares. Tenemos expresidentes que dijeron que los desaparecidos son apenas media docena de personas, negando todo lo que pasó. Y lo niegan porque fueron parte. No fue una dictadura militar y sí fue cívico militar. Y hay personas enjuiciadas que fueron civiles y fueron procesadas. Por eso estoy deseando que esta impunidad se termine de una vez por todas y se sepa la verdad. Que hablen, que muestren, que digan dónde están, que muestren los archivos. Estamos en un país donde los militares le mintieron a un gobierno democrático, como al de Jorge Batlle en la Comisión de la Paz. Está comprobado que le mintieron a cara de perro y no pasó nada. Ahora, si mentís en un juicio común, quiero ver lo que pasa si se comprueba el falso testimonio. Pero acá no pasa nada, siguen con una coronita especial, como si no fueran uruguayos, ciudadanos y empleados públicos como cualquier otro. Tienen tareas distintas, claro, pero no tienen ninguna diferencia como seres humanos y sociales con una maestra, un funcionario del BROU o del BPS. Yo soy empleado público y como empleado público tengo el deber, la obligación, de denunciar cuando se produce un delito en mi institución. Y los militares parece que no, que tienen un código aparte y siguen llenos de privilegios. Es rarísimo que esto siga, después de tantos años que terminó la dictadura cívico militar.

¿Cuál es el rol de la cultura en este proceso de información y búsqueda de la verdad como sociedad?

Para quienes trabajamos en arte y comunicación es un lugar de profunda responsabilidad. Hay una responsabilidad frente a la sociedad de decir la verdad, de plantear la temática y relejar lo que está pasando. El ejemplo más claro es el carnaval y los comunicadores. Cualquiera que tenga un micrófono, una cámara o un lápiz adelante, tiene la responsabilidad de justicia, de informar, de sacar las vendas de la cara y de educar. Tenemos un rol importantísimo que desarrollar. Por eso un gobierno autoritario lo primero que ataca es la cultura y el humor. Lo hacen porque le tienen miedo, saben que el humor es un arma muy poderosa. Para algunos sectores derechistas -como tenemos en el país- la cultura es de izquierda, es el enemigo. Hace muy pocos días una senadora discutió por las redes con un humorista, algo impensable unos años atrás. Si bien debemos reconocer que las redes sociales eran inimaginables en otro momento, es increíble el nivel al que están bajando algunos legisladores, un nivel de violencia vergonzosa. Y si bien también lo utilizan como estrategia de distracción, hay que decir que es un juego perverso, inmoral y obsceno.

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