El pueblo uruguayo tiene un “humor político” termostático y con más tendencia hacia la izquierda, según un reciente relevamiento de datos. El concepto de “humor político” (policy mood) hace referencia, simplemente, al estado de ánimo de los ciudadanos. El estudio que desarrollaron en Uruguay los politólogos de la Universidad Católica, Rosario Queirolo y Juan Bogliaccini, está inspirado en una investigación que realizó Jim Stimson, en Estados Unidos. “Es un índice que resume las preferencias de los ciudadanos hacia políticas públicas determinadas”, explicó Queirolo. Busca saber, por ejemplo, cuál es la posición de uruguayos y uruguayas frente a temas como la legalización del aborto, o qué tan de acuerdo están con que el Estado debe encargarse de disminuir la pobreza o que Uruguay sea un país abierto a recibir inmigrantes”, agregó la profesional. Todo ese tipo de preguntas conforman un solo indicador que, alguna manera, señala qué tan liberales o conservadoras son las personas que viven en Uruguay. “Los términos conservador y liberal son más anglosajones, pero en Uruguay tienen una acepción diferente, por lo cual nosotros lo traducimos a que tan de izquierda o derecha son los uruguayos”, aclaró.
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El equipo de investigación, explicó que, al analizar los últimos 30 años, las políticas que afectan este índice son en las que se encuentra división. Las que se vuelven consensuadas, dejan de afectar esta medida porque no hay variación.
Un aspecto relevante que subrayó la experta es este índice no mide las propias autoidentificaciones ideológicas individuales (qué tan de izquierda o de derecha se define una persona), sino que mide las preferencias por políticas públicas determinadas, lo cual consideró “más interesante aún”.
Por su parte, Bogliaccini acotó: “La pregunta que nos hacemos es cuáles son las preferencias de política de agregada en la población, no las individuales. Este tipo de consultas solo se suelen hacer en la etapa de discusión de determinada política, después se legisla y nadie más pregunta nada, se pasa a otro tema. Pero mediante este índice, es posible observar de forma permanente cuál es la posición ideológica de los uruguayos promedio. Es decir, lo que llamamos una medida de ideología simbólica, a diferencia de la autoidentificación ideológica, que tiende a ser más estable y más relacionada con los partidos políticos. Si en una escala del 1 al 10, donde 1 es izquierda y 10 es derecha, la persona se posiciona en algún punto de la escala, es muy difícil que cambie de forma abrupta, más allá que en un determinado lapso de tiempo pueda existir algún movimiento, es una medida muy estable. Por tal motivo, no permite medir cuál es la temperatura, por decirlo de alguna manera, de la población respecto de determinadas políticas públicas que estén, por ejemplo, más asociadas al orden o a la redistribución”.
Según explicaron Quierolo y Bogliaccini, Uruguay es, en términos generales, un país que, en un análisis comparativo con otros países de la región, en la escala de izquierda a derecha, “estamos un poquito más corridos a la izquierda” que otros.
El equipo de expertos, señaló que esta tendencia, que de alguna manera ya se conocía, responde al bagaje cultural, a la tradición histórica y a ciertas preferencias que tiene la sociedad uruguaya por aspectos asociados al Estado, al mercado, a la redistribución. “Si se observan las preferencias de Uruguay sobre temas vinculados a la agenda de derechos, tenemos otra evidencia. Fue el país que reguló el mercado marihuana, el aborto, el matrimonio igualitario, etcétera. Existe una tradición en este tipo de políticas que hace a nuestra cultura y que, claramente, están más cerca de la ideología de izquierda o liberal”, afirmó Queirolo.
Para poder llevar a cabo este estudio, realizaron un relevamiento y análisis de datos extraídos de encuestas de opinión pública realizadas en los últimos treinta años. “Clasificamos todas las preguntas que eran sobre políticas específicas y aplicamos un algoritmo que creó el autor norteamericano Jim Stimson por el cual observamos, en promedio, dónde se ubican los uruguayos en términos de su humor de política. Este índice nos permite más variabilidad y ver más allá de las autoidentificaciones, ya que no estamos preguntando por una medida sola, sino sobre un conjunto de medidas, y en determinado período de tiempo. “Encontramos que, a lo largo del tiempo, esta medida [humor político] es termostática. Es decir, se mueve, sube y baja, y que estos movimientos, parecen asociarse a las políticas que se han ido generando. Si un gobierno avanzó en muchas políticas asociadas, por ejemplo, a la redistribución, la población tiende a moverse en sentido contrario y a pendular. Es como si dijeran “ya es suficiente”, dijo el politólogo.
En síntesis, estamos más a la izquierda, pero eso no ha cambiado en el tiempo, señaló el politólogo. En tal sentido, dijo que el mensaje más importante de esta investigación es que “el humor de política oscila”. “La gente de izquierda tiene períodos en que es más conservadora y otros más liberal, y la gente de derecha tiene períodos en que es más conservadora y otros más liberal. Esas oscilaciones, según la investigación que venimos realizando, responden al accionar de los gobiernos. Por ejemplo, después del gobierno de Mujica, que aplicó una serie de políticas importantes en la agenda de derechos, se observó un movimiento hacia la derecha. Y después de la crisis, en 2002, se dio un fuerte movimiento hacia la izquierda, que se condice con el triunfo del Frente Amplio en el gobierno. Hay hechos exógenos, como la crisis, que marcan a los países y pueden generar un quiebre más estructural, pero el estado de ánimo político no siempre se corresponde con los resultados electorales”.
En Uruguay las identificaciones partidarias son muy altas y estables, señaló , entre seis y siete de cada 10 uruguayos, está identificado con un partido político, por lo cual es muy difícil que las personas cambien de partido al momento de votar. Pero eso no quiere decir que la gente identificada con un partido no tenga oscilaciones en sus preferencias por política pública. Lo interesante en la investigación es precisamente eso: que la gente separara lo que piensa de lo que vota.
Al explicar los motivos por los cuales se realizó este estudio recientemente, y no antes, Bogliaccini, expresó: “Para generar esta medida necesitábamos dos cosas que en Uruguay no teníamos: muchas preguntas diferentes sobre distintas políticas y tiempo para analizar la fluctuación termostática. Pero en América Latina en general, y en Uruguay, no tenemos acceso a datos de opinión pública regulares porque los Estados no suelen invertir en eso. Uruguay tuvo un conjunto de encuestadoras del mercado que funcionaron de manera estable, guardaron sus registros, hicieron controles de calidad, pero los datos no eran públicos, sino de las propias empresas”.
Uruguay y la “grieta” política
En los últimos tiempos se viene discutiendo mucho entorno al concepto de “grieta política”, como forma de definir una fragmentación ideológica y, en consecuencia, discursiva de la sociedad que lleva a la intolerancia. ¿Existe esta grieta en Uruguay? Queirolo y Bogliaccini no son partidarios de esta idea. “Creemos que hay algunas grietas sociales y educativas que se están profundizando, pero no políticas”, aseguraron.
“Al mirar los movimientos termostáticos de la sociedad, se puede observar que la mayoría de las personas tampoco se ubican en los extremos, somos más de moderar las ideas, mucho más de lo que mostramos en los discursos”, señaló Queirolo.
“Tener divisiones de ideas no es una grieta, la grieta es cuando yo considero que otro es un imbécil porque piensa otra cosa o porque es votante de otro partido y sus ideas no interesan. Ahí se termina la discusión de ideas y empieza una separación que está dada por los atributos, que es básicamente lo que sucede entre hinchas de Nacional y Peñarol, no hay forma de que lleguen a un acuerdo y podemos ver una grieta deportiva. En política, la llamada ̀polarización afectiva ocurre cuando las diferencias de ideas se transforman en afectivas. Consideramos que en Uruguay eso no pasa, hay diferencias de ideas, y eso es bueno para el sistema, pero los debates se mantienen en términos razonables. Es verdad que todas las sociedades tienen fenómenos que contribuyen a la polarización, pero tampoco podemos pensar que porque existen redes sociales polarizadas se trata de un estado permanente”, expresó Bogliaccini.
Sobre la polarización en redes sociales, Queirolo opinó que suele ser más extrema, pero de sectores pequeño. “En las redes se ven comentarios cargados de agresividad, pero esa gente, cuando se enfrenta con otros, no se lo dice o a la segunda frase ya se desarticuló esa confrontación. Por eso entendemos que no existe tal polarización y que la diferencia de ideas es sumamente importante para la democracia, así como la existencia de partidos políticos que defiendan diferentes agendas. Si no existen esas diferencias, ¿qué hacemos con la representación de la gente?”. “En nuestro país vemos que las élites políticas se pueden sentar a conversar, que trabajan en comisiones juntas, cooperan y, por lo general, no transmiten un mensaje de odio hacia sus contrincantes. Con esto no queremos decir que no pueda suceder, hay que tener cuidado estas cosas porque no estamos vacunados contra la polarización, pero actualmente no tenemos una grieta política”.
Para finalizar, enfatizaron en que existe una grieta “de la que se habla mucho menos”, que es la educativa. Entienden que esta grieta se está profundizando cada vez más y que llevará a una significativa grieta socioeconómica, cultural y de clase. “Si observamos los datos de la Cepal, en referencia a la finalización de educación secundaria, Uruguay solo está por encima de Guatemala y Nicaragua. La mitad de nuestra población de entre 18 y 22 años no termina secundaria, cuando se sabe que la educación es un golfo de oportunidades, de ingresos futuros y de posibilidades desarrollo”.
La otra noticia: hay acervo
Además de conocer cómo ha sido el estado de ánimo político de la ciudadanía uruguaya en los últimos treinta años, este estudio posibilitó la construcción de un importante acervo de datos para el país: un Laboratorio de Opinión Pública y Redes Sociales. Se trata de un proyecto financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y por la UCU, que cuenta con la colaboración de empresas consultoras como Cifra y Opción. “Lo que hicimos fue generar un acervo público a partir de todos los datos históricos que nos entregaron y que nosotros trabajábamos, acondicionamos y llevamos a una curaduría de datos que es el Roper Center de Cornell University. Este es uno de los principales lugares de curación de datos del mundo”. Este archivo ya está a disposición para la consulta pública y se podrá acceder de forma gratuita mediante el portal de la ANII. “Todos los investigadores e investigadoras de Uruguay, tomadores de decisiones, periodistas y otras personas interesadas pueden acceder a estas encuestas de opinión pública. Esto tiene un gran valor porque se generó un acopio de información pública brutal que en América Latina no existía. Ahora tenemos registros de 350 encuestas desde el año 93 a la actualidad. Esperamos que investigadores de todas universidades y del mundo salten arriba de esos datos y que se sumen otras empresas consultoras del Uruguay para enriquecer el pasado y el futuro”.
Para Queirolo este laboratorio de datos debe ser valorado “como si fuese la memoria de lo que pensaron los uruguayos y de cómo se comportaron durante estos últimos treinta años. Este tipo de información histórica se vuelve una fuente para analizar lo que pasó y como hemos cambiado nuestras preferencias y opiniones. Ahora nos podemos plantear nueva investigaciones”.
Como parte de esta sociedad, Cifra y Opción comenzarán a agregar algunas de las preguntas que se usan para medir el índice de policy mood como forma de mantener esta medida a futuro.