Textos: Daniel Alejandro
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Sin dudas para aquellos que creen en los dioses y sus mandatos, estaba escrito que Fabián Cardozo vino a este mundo para ser periodista. A pesar de su juventud, tiene el olfato de esos viejos de antes que marcaron el periodismo uruguayo. Su fuerza y su audacia le abrieron camino a una profesión que, como decía García Márquez, es la mejor del mundo, aunque se sufra como un perro.
El encuentro con este periodista de raza -hoy presidente de Asociación de la Prensa Uruguaya- es en el Mercado de la Abundancia, rodeados de gente y murmullos. Sin embargo, en esta burbuja no caben interferencias. Y como si estuviéramos solos, los minutos se hacen agua en un diálogo directo y sin pelos en la lengua. Los dos nos dejamos llevar por lo que más amamos: el periodismo.
Mañana bien temprano pasa por el kiosco a comprar el diario, no importa cuál. ¿Qué gran titular le gustaría leer? Puedo aceptar hasta una utopía.
Coyunturalmente, sin duda, que se terminó la pandemia en Uruguay y la región. Nos vendría muy bien para volver a una vida normal, para que aquellos que vieron afectada su fuente laboral puedan recuperar el trabajo, para que vuelvan los abrazos y los asados en familia. Me imagino un título que diga: “Se terminó la pandemia en Uruguay”. No es una utopía, estamos lejos, pero sería hermoso.
¿Con qué presidente de la actualidad le gustaría tener un mano a mano?
Con Alberto Fernández me gustaría hablar porque le tengo un respeto intelectual muy claro. Todo el proceso del nuevo peronismo argentino, el kirchnerismo, me llama mucho la atención favorablemente. En su mirada nacional e internacional, me cae muy bien el estilo de Alberto. Y te puede resultar extraño, pero me gustaría hablar con Bolsonaro para efectivamente saber si todo lo que hace lo piensa o es parte de un personaje nefasto.
¿Cree que Lula será el nuevo presidente de Brasil?
Creo que sí por lo que ha sido el nefasto tratamiento popular de Bolsonaro en todas sus políticas. Además, Lula es un caudillo al que intentaron borrar del mapa en la política latinoamericana y claramente no pudieron. Sin dudas va a volver.
Retrocedamos la cinta de la vida. ¿Quién es Fabián Cardozo?
Alguien que está cumpliendo el sueño de comunicar. Creo que de niño definitivamente iba a ser comunicador, en especial en la radio. Una vez conté que a los 8 o 9 años se me cayó una radio prendida arriba de la cabeza, entonces me desperté con un tipo que me hablaba prácticamente desde adentro mío. Y ahí descubrí que yo quería estar ahí adentro. Mi madre cuenta que cuando era aun más chico, tiraba al piso las radios y las abría queriendo encontrar al hombre que hablaba.
¿Cuál fue el hombre más importante de la radio? Ese que lo marcó.
El tipo que más respeto y admiro de la radio en Uruguay es Gustavo Rey. Me parece una referencia brutal. He pasado noches en vela escuchando Caras y más caras.
¿Por qué Gustavo?
Porque para mí es el señor radio. Su voz es radio, su manejo de los tiempos y de los temas es radio. Y te voy a nombrar dos más: Alejandro Ferreiro, a quien además tengo el gusto de conocer mucho; y Efraín Chury Iribarne, con el que tuve el honor de trabajar en la 36. Otro señor radio, lamentablemente fallecido.
¿Se puede ser periodista y ser realmente independiente?
Se puede, para mí hay cuestiones que no se transan. Por ejemplo, con el tema derechos humanos no se transa: no hay posibilidad de estar del lado de los malos. Siempre voy a estar del lado de las víctimas, no importa el lugar que sea. No te hablo solo del Uruguay, sino de la región y el mundo. Después, lo político-apolítico partidario se puede, a pesar de que a veces es bastante trucho el discurso de la independencia, porque normalmente los que posan de independientes ya sabemos de qué lado del mostrador están. Rinde mucho decir que soy independiente, pero en realidad estar del lado del poder económico o de los conservadores. Yo con los derechos humanos y laborales no transo, estoy del lado de los desposeídos, los trabajadores y las víctimas.
De los perdedores de siempre, como decía Galeano.
Sí, ahí no hay posibilidades ni siquiera de imparcialidad porque eso significaría estar del lado de los malos. Y del lado de los malos no podés estar.
¿Cree que realmente hay censura en Uruguay o somos nosotros que a veces nos autocensuramos?
Hay mucha autocensura y tiene que ver con cómo el poder maneja el poder justamente. Últimamente con todo el tema de redes sociales, que tiene muchas cosas buenas y otras malas, el poder político de Uruguay ha empezado a cuestionar más duramente el trabajo de los periodistas. Eso genera mucha autocensura. Muchos periodistas piensan dos veces al momento de dar su visión de las cosas porque saben que vendrá una catarata de insultos, agresiones y amenazas. Así que algo de censura existe porque el poder político está marcando la cancha. En ese sentido, hay algún que otro riesgo democrático.
¿Se refiere a este gobierno?
Se ha empezado a notar mucho más en estos últimos tiempos. No le echo la culpa al gobierno directamente, sino a algunos integrantes de la coalición que están teniendo una postura más evidente en eso. Y después al fenómeno de las redes, donde hay mucha impunidad. Cuando hablo de las redes siempre digo que hay tres grupos a la hora de cuestionar el trabajo periodístico: los que dan la cara y con respeto plantean una discrepancia, los que dan la cara y te amenazan e insultan y los anónimos, que a esos no hay que prestarles atención, pero existen.
Como presidente de APU, y le pido que deje de lado la humildad, ¿qué es lo más importante que ha logrado hasta ahora?
La visibilidad del sindicato, que venía un poco caída. Tiene que ser una organización visible porque trabaja con comunicadores. Además, tenemos una característica y es que no solamente hacemos sindical, sino que también, por mandato de la carta fundadora de APU, tenemos que trabajar en formación y libertad de expresión. Entonces, recuperar la visibilidad del sindicato fue un objetivo que nos pusimos. Seguir haciendo por lo bajo el trabajo sindical de afiliar compañeros y crecer, pero también plantear debates que tienen que ver con libertad de expresión, como hicimos en el 2019 con el tema de las noticias falsas. Impulsamos muchas actividades de formación e instalamos los debates obligatorios entre candidatos presidenciales. Creo que visibilizar el trabajo de una organización como esta es algo que salió bien.
¿Y su mayor desafío por delante?
Que los periodistas entiendan que también son trabajadores y deben formar parte de un sindicato. Hay un problema grave de conciencia de clase en los periodistas, que sienten que no son trabajadores y que no tienen que estar sindicalizados; que no tienen que protestar cuando hay una irregularidad con su situación laboral o que hay que hacer un paro cuando corresponda o ir a un acto del Pit-Cnt. Es un desafío tratar de incorporar ese chip cultural, especialmente en los trabajadores periodistas, hombres y mujeres, para que entiendan que somos trabajadores como cualquier otro.
García Márquez decía que se sufre como un perro, pero que es la mejor profesión del mundo. ¿Coincide?
Por supuesto. Te da pila de oportunidades que no tendrías con otro; entrevistar a presidentes, futbolistas, líderes mundiales. Es una profesión maravillosa que además todos los días tiene un desafío nuevo, especialmente para los que trabajamos con actualidad porque nunca sabés cómo va a ser tu vida. Sos periodista las 24 horas, no tenés horario. Así que se sufre mucho y se paga mal, pero es la mejor profesión del mundo.
¿Qué le ha tocado sufrir como un perro?
Las guardias eternas, con calor o frío, en la puerta del juzgado, por ejemplo. Ayer pasé cinco horas en la puerta de un juzgado esperando que una persona entregue un escrito. Porque no sabía bien a qué hora iba y tenía que conseguir esa imagen para la tevé argentina. En los tiempos que iban los represores de la dictadura, 2005 o por ahí, llegue a estar de 10 a 12 horas en la puerta de un juzgado esperando que caigan. Ahí no importa si hace calor o si llueve a cántaros, hay que estar. Y en el último tiempo también me ha tocado sufrir injustas críticas que surgen en las redes, sobre todo anónimas, que buscan descalificar el trabajo. Eso duele un poco, pero hay que bancarlo y seguir adelante con lo que uno está convencido. Siempre hay gente que te critica y gente que te aplaude. Es parte del juego.
¿Por qué se es periodista?
Por pasión. He trabajado desde chico de muchas cosas: vendí cables, fui empleado en una zapatería y cadete de lo que te imagines, pero siempre quise ser periodista. Y cuando no lo era, grababa programas de radio en mi grabador con casete.
Dígame tres características que sí o sí debe tener un periodista.
Curiosidad total, voluntad de trabajo y un poco de atrevimiento.
Alguien dijo que para ser periodista, ante todo, hay que ser buena persona.
Sí, está bien. La ética es un valor fundamental porque ahí es donde tenés problemas de credibilidad. Todo ese discurso de la objetividad es falso y mentiroso, porque es muy difícil ser objetivo, no así imparcial, pero siempre se debe ser auténtico y creíble. Entonces, si sos poco ético, no sos autentico ni creíble, y ahí perdiste el partido.
Voy a ser un poco radical: ¿daría la vida por su profesión?
Es difícil la pregunta. Estuve en lugares jodidos, pero nunca con riesgo de muerte por suerte. Me fui al Congo, pero no en un momento de conflicto, y he estado en lugares donde ha habido represión. Lo máximo que me pasó fue desmayarme porque el gas lacrimógeno me afectó. Sí me gustaría estar en lugares donde hay riesgo y cubrir un conflicto civil o militar. Y no sé si dejaría la vida, pero estaría cerca de eso.
Lo llevo a un caso histórico, triste y a la vez heroico. ¿Viviría un momento como Augusto Perro Olivares con Allende en La Moneda?
Sí, claro. Ese es un momento histórico en el que hay que estar, sin dudas. Una de las movilizaciones más crueles en la que estuve fue en Chile, donde todavía está la herencia de la dictadura pinochetista. Fui a cubrir una elección y me encontré con una movilización de estudiantes. Y ahí la Policía reprime en serio. Fue donde me desmayé por el gas lacrimógeno. Si bien no es lo mismo que trasladarse al 11 de setiembre del 73, esa cultura represiva está presente. Así que pude imaginar lo que debe haber sido aquel día.
Si le tocara morir ahora como el Perro Olivares. ¿Qué le gustaría que la gente dijera de usted?
Que era un laburante que dejaba el cuero en la estaca, como dice la frase. Cuando más allá de la pantalla que tengas, te saludan por tu laburo y tu esfuerzo, está bueno. Y ahora que estoy estudiando de nuevo y volví a la facultad para capacitarme en algunas otras esferas de la comunicación política, también está bueno que se valore la formación que uno tiene.
Osvaldo Soriano decía que los ideales son la única forma de saber que estamos vivos. ¿Es así?
Sí, los ideales son fundamentales para el desarrollo intelectual y profesional en mi caso. Yo no poso, tengo claro cuáles son mis ideales y con ellos actúo. No tengo nada que mentir. Y por supuesto, los ideales son una necesidad que nos debe acompañar todos los días para seguir adelante.