Entrevista al diputado Gonzalo Civila, representante por el Frente Amplio.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
El spot del Campamento Beraca 2021 generó revuelo los últimos días. ¿Estamos subestimando este fenómeno, exagerándolo?
Es un fenómeno que tiene mucho tiempo y aparece ahora con fuerza porque un spot llamó mucha la atención e indignó con justicia a mucha gente. A mí me impacto. Hay que poner este fenómeno en perspectiva y no ubicarlo exclusivamente en relación a este grupo porque trasciende y tiene mucho más fuerza que eso. Es un fenómeno que las democracias hoy en Latinoamérica y el mundo tenemos que mirar con cuidado.
Llamó la atención la estética militar y belicista, esos símbolos que nos llaman a una reflexión profunda. Si eso convoca gente, si ese discurso polarizante y maniqueo del bien contra el mal en lógica militar convoca muchos jóvenes es para muchos de nosotros motivo de preocupación; atrás de esto hay una mentalidad primitiva y violenta que pone al otro como un enemigo y eso en una lógica de convivencia democrática es complicado.
La cuestión religiosa para la izquierda es difícil, necesitamos asumir que el ser humano tiene una dimensión trascendente que la canaliza de distintas maneras. Puede ser en lo religioso, en la propia militancia política o en otras formas de organización colectiva.
Cuando hablamos de lo religioso no hablamos de una cosa sola, no puede meterse todo en una misma bolsa. Hay prácticas religiosas emancipatorias y hay prácticas religiosas alienantes. En América Latina han venido avanzando una serie de grupos religiosos que han sido promovidos sistemáticamente desde centros de poder.
En los documentos Santa Fe de la CIA de los 80 hay un diágnostico de que venía avanzando en América Latina la teología de la liberación, que la Iglesia Católica se había convertido en algo peligroso, tenía un discurso comunista y revolucionario, había que estimular la aparición de otro tipo de fenómenos que fueran ganando terreno y estuvieran sostenidos en la teología de la prosperidad, una concepción que atraviesa a distintas confesiones religiosas según la cual la pobreza en realidad es sinónimo de carencia de Dios y aquel que pueda acceder a un proceso espiritual de superación va a poder salir de esa situación por una vía meritocrática asociada a lo religioso.
Esto se contrapone con la teología de la liberación que propone un enfoque diferente. Si ustedes ven el discurso de estos mensajes es espiritualista, de combate espiritual contra un discurso liberador que pudiera plantear que en realidad para los seres humanos una forma de ir contra su propia condición es la pobreza, es la desigualdad, es la injustica y que frente a eso hay que generar formas de organización para encontrar salidas liberadoras de forma colectiva.
En el campo de lo religioso, como en todos los campos, se da la misma batalla que en todos lados, una batalla de valores y miradas diferentes, formas de pensar la sociedad y expresar intereses diferentes. Nos toca asumir que este es un fenómeno que viene ganando terreno, hay mucho dinero y gente vinculada. Tenemos que cuidarnos de no ofender a las personas que son parte de estos grupos, no se trata de tratar a nadie de tarado, podemos caer en esa tentación, pero en realidad hay un sinsentido de la vida muy fuerte que está en las sociedades capitalistas y bueno eso se expresa en estos movimientos.
Estos grupos de cierta forma se apropian de lo religioso para vehiculizar sus ideas políticas
Desde mi formación cristiana diría que todos esos discursos discriminatorios de opresión y violencia no tienen nada que ver con lo cristiano, por lo menos no en el sentido original del mensaje de Jesús de Nazaret. Se usa para eso, ahí hay un sentido político. Todo este discurso anticomunista, poner un enemigo comunista es un delirio. Aparece la necesidad de construir a un enemigo que tiene que ver con atentar contra lo tradicional, contra algo que se entiende que no debe ser modificado porque es parte de la naturaleza o de un designio de Dios. Eso ha tenido en América Latina una función política muy importante, el caso de Brasil es un caso típico.
¿La bancada está trabajando en este tema?
Nosotros nos hemos preocupado desde la bancada por analizar este tema. Hay distintas cuestiones que tienen que ver con lo jurídico que son parte del análisis. Estas cosas se terminan justificando por la libertad de culto. Parte de la respuesta fue decir que esto es un planteo antirreligioso. No lo es. Decir que estos mensajes no favorecen la construcción de una sociedad plural y pueden generar incitación a la violencia o al odio no es antirreligioso. Refugiándose en que es antirreligioso se evita por la vía legal que esto aparezca como un delito. Más allá de los obstáculos en ese plano tenemos que trabajar para darle a este problema la dimensión que tiene, analizarlo con cuidado, no ofender a las personas involucradas en ninguna confesión religiosa, pero tomar recaudos como sociedad. Se trata de analizar el fondo de estos fenómenos.
Se da un juego entre lo público y lo privado: estos grupos inciden en la política, pero luego se refugian en un plano individual. Hay una línea muy fina que separa tener ciertas creencias y dejar que ciertos intereses incidan en las decisiones políticas.
Todos tenemos creencias, pero lo que no corresponde en un país laico que ha trabajado mucho por tratar de mantener y sostener esa laicidad es que se confundan las pertenencias. Cuando uno integra un poder del Estado no está ahí en representación de una iglesia o una cierta confesión. Puede tener las creencias que tenga y eso influye su visión de la realidad, pero está ahí representando a otro sector de la sociedad. Esto es importante porque cuando se empiezan a confundir estas esferas en un sentido de cooptación por ejemplo, personas que llegan ahí por una inquietud que tiene que ver con el sentido de la vida, con lo espiritual, con lo religioso terminan siendo utilizadas políticamente. Eso lo hemos visto. Lo hemos visto en personas en situación de vulnerabilidad. Ese entrecruzamiento tiende a derivar en el fundamentalismo. Esas formas son buenas para la política ni para las distintas expresiones religiosas que tienen que preservar su autonomía y no depender de un partido o de la posición política de un pastor.