Una vez más ha sido confirmado, el presidente electo no atenderá ninguna cuestión critica sobre ninguno de los elegidos para la conformación de su gabinete.
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Ni Rivera Elgue dejará de asumir como subsecretario de Defensa, ni Pablo Da Silveira será dejado de lado para dirigir el Ministerio de Educación y Cultura.
No importa lo que haya dicho el primero, ni que lo dicho por éste, colisione de forma indirecta, con el supuesto compromiso presidencial de continuar trabajando por la búsqueda de información con respecto a los desaparecidos.
Tampoco importa que, considerando el bregar conjunto de la coalición para «terminar el recreo», que la pareja del futuro ministro de Educación y Cultura, esté a la espera de un pedido de extradición luego de un increíble periplo de demoras y confusiones de nombres, por una investigación que la involucra en el esquema delictivo de Odebrecht.
Es además intrascendente, que sea la propia pareja de la indagada, quien como ministro en funciones desde el 1 de marzo, decida o no, la extradición de quien es su pareja y al mismo tiempo una persona sujeta a un proceso de investigación criminal de talla internacional.
Nada de eso importa, el presidente electo no solo mantiene la confianza de sus designados, sino que además, hoy sabemos, a partir de lo declarado en Telemundo, que no se expedirá sobre las conclusiones de la JUTEP sobre las irregularidades de la Intendencia de Artigas durante el mandato de Pablo Caram, quien por estos días será citado a fiscalía a partir de las denuncias del edil del Partido Colorado Bandera.
Sabemos también, lo que viene pasando en el bochornoso affaire Moreira en Colonia y la posición dubitativa de un Partido Nacional que en su momento, previo a la segunda vuelta de las elecciones, presentaba a un entonces candidato a presidente, junto a un batallador plebiscitario y la flamante presidenta del honorable Directorio exponer unas largas caras de «rechazo y desolación».
¿O todo era para la foto? como se solía decir cuando de cualquier decisión del gobierno del Frente Amplio se trataba.
Sean cuales sean los motivos del presidente electo, importa señalar cuán rápidamente van dejando a un lado aquellas super reglas éticas y morales, que levantaban para juzgar a otros.