Por Bernarda Tinetti, especial para Caras y Caretas
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Los datos son alarmantes por la magnitud de la crisis y la velocidad del deterioro del tejido industrial como característica particular, comparado con otros períodos históricos de destrucción del aparato productivo argentino vía una feroz desindustrialización. La tasa ociosa se ubica en el 40 por ciento, y la destrucción de empleos registrados alcanza a 140.000 trabajadores, cifra que, según algunos analistas, se duplica si se consideran al sector asalariado no registrado.
“ A diferencia de otros sectores, la industria, desde que asumió Macri, no cesó en la destrucción de puestos de trabajo, primero por la política de apertura comercial a la que se sumaron el aumento de tarifas y costos, y luego por las tasas de interés elevadas y la recesión interna que describen el claro sesgo antiindustrialista del gobierno”, afirmó la economista Mariana González, investigadora de Conicet, y coordinadora del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).
Si bien los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo de Argentina (Indec) muestran que la utilización de la capacidad instalada en la industria alcanzó en abril un promedio del 61,6%, el más alto de los últimos cinco meses, continúa seis puntos porcentuales por debajo del mismo mes de 2018, cuando fue del 67,6%.
Paula Español, exsubsecretaria de Comercio Exterior y Relaciones Internacionales de Argentina y directora de Radar Consultora, explica que “más allá de que algún sector dejó de caer levemente, la situación general de la industria es grave” y agrega: “La perspectiva indica que va a continuar siendo así porque las proyecciones de consumo en base al salario real siguen en baja, las exportaciones no van a arrancar y la competitividad de las devaluaciones se extingue si no es genuina; acá tuvimos una devaluación del 450 por ciento en los últimos 3 años y las exportaciones crecieron 4.000 millones, es decir, solo un 2,5%”.
El desempeño industrial argentino marcó récords de caída entre los 80 países analizados por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi); según el informe, la industria se desplomó un 11% entre el cuarto trimestre de 2017 y el de 2018. Se trata de la peor performance entre países considerados en “vía de desarrollo”, seguido por Kazajistán (-9%), Turquía (-8%), Vietnam (-6%) y Jordania (-4%).
“ Venimos con caídas, si comparamos 2015 contra 2019, de 6 puntos en el sector, y la capacidad instalada funcionando al 60 por ciento; hay que encarar reformas estructurales que tienen que ver con lo impositivo para darle mayor competitividad a la industria y dotarla de financiamiento productivo que hoy no hay y, a su vez, fortalecer el mercado interno”, afirmó José Urtubey, miembro del comité ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA).
Persianas bajas y máquinas en pausa
El eslabón productivo más vulnerable a las políticas de apertura indiscriminada de las importaciones por su estructura de costos y posibilidad de respaldo para sortear el ajuste lo ocupan las pequeñas y medianas empresas. Un relevamiento de la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios y la Asociación de Empresarios Nacionales da cuenta de la catástrofe: en Argentina cierran 50 pymes por día.
“ Hace unos meses decíamos que cerraban 40 pymes por día, pero el año pasado el número era de 25 por día, y hoy es de 50; sin dudas se trata de un industricidio planificado”, asegura Daniel Moreira, presidente de Asociación Pyme. Otra estadística que ilustra la rapidez con la que avanza la crisis industrial.
Moreira destaca que “es una convicción ideológica que tienen de destrucción sistemática del mercado interno y de la producción nacional, sostenida en forma de neocolonialismo por el gobierno argentino”.
Según un trabajo del Frente Productivo, entidad que nuclea a pymes, productores, comerciantes y profesionales, en 2015 el componente de costo promedio de energía en un empresa pequeña era de entre el 5% y 7%, dependiendo del rubro, monto que se elevó el año pasado al 35% y al 40%.
Al respecto, Moreira advierte que “en 2016 aumentaron las tarifas un 2.000%, la presión popular hizo que las bajen a un 500%, sin embargo, las pymes siguieron pagando el 2.000%” y sintetiza; “Nosotros perdimos el doble, tarifas dolarizadas mientras el 98% de nuestros productos son para el mercado interno, inflación promedio del 40% en tres años y un dólar que pasó de 9 a 46 pesos”.
Por otra parte, una de las características del sector pyme es que “cuando empieza a entrar dinero lo primero que hace el empresario es pagar salarios, luego paga la energía para sostener lo poco que se produce y por último paga impuestos, pero como por el cierre de pymes y comercios el gobierno tiene baja recaudación, genera presión impositiva sobre el sector, embarga las cuentas y provoca el ahogo del mismo. Muchas terminan cerrando, es una espiral que se cierra sobre sí misma”, agrega el presidente de Asociación Pyme.
Lluvia de inversiones y reconversión
El presidente Mauricio Macri dijo en varias oportunidades que llegaría a la Argentina la ansiada “lluvia de inversiones”. La primera vez que pronunció ese anhelo fue luego de vetar la “ley antidespidos” -que había sido aprobada en el Congreso Nacional con el objetivo de frenar la sangría de suspensiones y despidos en 2016- con la excusa de que su decisión generaría empleo de calidad.
Durante su participación en la cumbre de Davos, reiteró que el país estaba en “pleno proceso de recibir nuevas inversiones”, allá por enero de 2018. Frase que repetiría en discursos de aperturas de sesiones legislativas y declaraciones a la prensa, sin que pudieran concretarse en la realidad efectiva.
“ Llegaron con la idea de que iba a haber lluvia de inversiones porque tienen una pésima lectura del contexto internacional en el que asumieron la presidencia”, plantea Español.
La exsubsecretaria de Comercio Exterior durante la gestión Kirchner considera que equivocaron el diagnóstico porque desconocen el movimiento del comercio mundial en la actualidad y la economía argentina; “no puede haber inversiones si el mercado doméstico se contrae y las exportaciones se reducen en un contexto de políticas mundiales proteccionistas”. Y sentenció: “El mundo no está de comprador. Hubo una devaluación del 100% en el último año y las exportaciones crecieron 600.000 dólares (comparando abril-abril) incluida la cosecha”.
En igual sentido, Moreira realiza una diferenciación respecto de lo que ocurría en los años 90: “La geopolítica mundial era otra, había un mundo que compraba; entonces, incluso con todo lo que se destruyó durante esa década, existían algunos pequeños nichos pymes, se podía exportar algo y esa exportación traducida a dólares daba un margen para poder sostenerse. Hoy es distinto porque estamos en un mundo que vende y cierra fronteras”.
Otro de los conceptos que utiliza el presidente argentino y otros funcionarios de la Alianza Cambiemos es el de reconversión productiva, lo que implica que si un sector deja de ser viable en cuanto las demandas del mercado, tiene que cambiar y adaptarse a las nuevas variables económicas. La propuesta consiste en reducir la economía a los sectores que pueden competir a precios internacionales, y esto incluye, según sus parámetros de desarrollo (?), potenciar la flexibilización mediante la eliminación de derechos laborales plasmados en la Constitución argentina.
“ No tienen proyecto para la industria porque la industria no forma parte de su proyecto económico, consideran que el sector industrial no está entre las prioridades de las ventajas comparadas y no puede resistir una apertura de la Argentina al mundo”, detalla la directora de Radar Consultora.
No hay mercado, no hay modelo. Las grandes empresas también están en problemas
En un contexto de ingreso masivo de importados, tarifazos, caída del mercado interno, especulación, endeudamiento, altas tasas de interés, primarización y extranjerización de la economía, y dificultades para colocar los productos excedentes en el mundo, las grandes empresas, algunas multinacionales de origen nacional, también se ven sacudidas por el rumbo económico. Las tasas de interés son superiores al 40% en términos reales y casi nulas las posibilidades de acceso al crédito.
“ Si Arcor, que es multilatina, multinacional que produce valor agregado en los alimentos, no funciona, es que básicamente no hay sector industrial”, aseguró Español.
Las dos gigantes del rubro alimenticio del país, Arcor y Molinos, arrojaron balances negativos. La primera mostró una pérdida de 1.010 millones de pesos en 2018, mientras que el año anterior registraba una ganancia de 3.089 millones. La crisis derivó en el cierre definitivo de dos de sus plantas con más de 70 años de antigüedad, y el cierre temporal de otras dos.
Por su parte, Molinos Río de la Plata tuvo una pérdida de 1.702 millones de pesos en 2018, lo que complicó más el rojo de 754 millones de 2017.
Las cifras se traducen en despidos, retiros voluntarios, solicitud de procesos preventivos de crisis, cierres de industrias enteras o de establecimientos fabriles de firmas grandes (sin que cierre toda la empresa). Algunos ejemplos de sectores que atraviesan esta situación son: el alimenticio, con las conocidas Sancor y Alco-Canale; el de electrónicos, con los sellos BGH y Siam; el metalmecánico, con Metalpar (carrocerías de colectivos); las renombradas Alpargatas y Adidas en lo que refiere al calzado.
El rubro más afectado por la recesión es el automotor, ya que la producción de autos muestra el menor nivel en abril, con un promedio del 37,6%, un 18% menos que igual mes del año anterior.
“ No lo sabe manejar, no tiene plan industrial, no defiende a las autopartistas locales o nacionales, solo gobierna para la timba y el campo”, enfatizó el secretario general del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata) de la ciudad de Rosario, Marcelo Barros.
La metalmecánica presentó el segundo promedio más bajo con un 43,1%, 8,7 puntos porcentuales por debajo del nivel del 55,4% de 2018, afectada por la brutal caída de la producción de autos, que el gobierno intenta detener con planes de descuentos en la venta de vehículos cero kilómetro. Al respecto, Barros es contundente: “El plan es una mentira, si la gente no tiene para comer, menos va a tener para comprar un auto”.
En el caso de la General Motors, los retiros voluntarios -un eufemismo de despidos encubiertos, según cuestiona el titular de Smata, cabeza de los gremios industriales en Argentina- alcanzan los 1.500 en los últimos 3 años, y entre el 15 de junio y el 15 de julio ascenderán a 2.500 los trabajadores suspendidos.
El secretario general de la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica (Camima), Aldo Lo Russo, afirmó que las empresas autopartistas «están trabajando al 15% de su capacidad» y que el plan de descuentos en la venta de autos «no alcanza» para reactivar el sector.
También baja la industria textil que promedió el 49,5% y resultó un 2,8% menos que en abril del año pasado, la elaboración de productos de caucho y plástico con 51,5%, y la producción de tabaco con un 58,6%. Le siguen la reducción en la producción de alimentos y bebidas, el descenso en elaboración de insumos para la industria de la construcción, la de papel y cartón.
Datos difundidos por Índice Construya (IC), consultora que mide la evolución de los volúmenes de los productos para la construcción vendidos al sector privado, alertan sobre la caída en mayo del 12,9% contra igual período del año pasado. En cinco meses el retroceso fue del 16% en la misma medición. En tanto, el informe difundido por Ocipex sobre la base de estudios de la Asociación Latinoamericana del Acero -Alacero-, la caída en el consumo de aceros laminados en Argentina durante el primer trimestre de 2019 fue la mayor de toda la región con una baja de 457.000 toneladas, en comparación al mismo período de 2018.
Crisis generalizada y sin piso
“ La falta de solvencia por el ritmo de endeudamiento argentino, que se manifestó con una corrida cambiaria, llevó a una fuerte devaluación a inicios de 2018. En ese marco de clausura de toma de deuda privada y devaluación, se recurrió al acuerdo con el FMI, lo que a su vez obligó a reducir aún más el gasto público profundizando así la caída”, señala González, miembro de Cifra, y concluye: “La combinación de esas variables, más las altas tasas de interés para tratar de manejar el tipo de cambio, nos lleva a una situación recesiva muy difícil de revertir”.
Los últimos indicadores difundidos por la Universidad Torcuato Di Tella no son optimistas, marcan continuidad en la caída de la actividad económica y estiman en un 10% las probabilidades de ingresar en una fase expansiva en los próximos meses, tal como el gobierno de Macri predica.
Según Urtubey, dirigente de la UIA, “en los próximos meses puede haber una pequeña declinación de la inflación y algún pequeño control del tipo de cambio, pero en lo que hace a la economía real no va a haber cambios”, se lamenta, al tiempo que plantea la necesidad de construir una agenda para la gestión que gane las elecciones, donde se priorice al sector industrial en Argentina “por ser el más rezagado”.
Expectativas
Mauricio Macri buscará la reelección en octubre en medio de un contexto de incertidumbre económica ampliado, donde “la pobreza 0”, “los brotes verdes”, “el segundo semestre” y “el fin de la crisis” no resultan horizontes próximos ni posibles.
Las expectativas de empleo para el tercer trimestre del año están apenas 1% por encima del segundo, pero 4 puntos por debajo, en comparación con el mismo período del año pasado. Así lo detalla la Encuesta de Expectativas de Empleo realizada por la consultora ManpowerGroup, una muestra más de la desesperanza que sembró el gobierno argentino y sus políticas de ajuste en la población.