Textos: Alfredo Percovich
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Producción: Viviana Rumbo
Nació un 19 de junio de 1973 en Joaquín Suárez (Canelones), uno de los sitios de esta tierra fundados por Francisco Piria. Hijo de padre obrero ferroviario y batllista, oriundo de Pueblo Ansina (Tacuarembó) y madre obrera de la aguja -muy batllista- nacida en Paso del Cerro, también coterránea de Gardel, José Olivera y sus 14 hermanas y hermanos comprendieron rápidamente que la vida era más que un juego y que había que trabajar para poder comer. Vendió empanadas, pasteles y tortas fritas en trenes y canchas de fútbol, aprendió de su madre el oficio de elaborar boinas y zapatos que se entregaban a domicilio y supo de manera casi natural que todo en la casa tenía que ser tarea compartida: la limpieza, la cocina, la plantación y recolección de alimentos de la quinta, el cuidado de los animales y también el trabajo ‘afuera’ de la casa. Jugó al manchado y a la pelota en la plaza de deportes en la que aprovechó para bañarse en ducha con agua caliente, para evitar el frío de las ollas y el latón que se utilizaba en su casa cuando no había plata para el kerosene. La producción familiar tuvo sus momentos zafrales buenos y de los otros. Hubo espacio y tiempo para tomar el tren e ir hasta la Estación Punta del Este a visitar a don Olivera en su empleo en AFE y también hubo escasez y noches con tan solo un vaso de leche y un boniato hervido antes de ir a la cama. Suele decir que la dignidad por el trabajo la aprendió con su familia casi desde que nació. Y tal vez por ello, le causa cierta gracia cuando lee o escucha «que los sindicalistas son todos vagos». Hace casi 28 años que trabaja en Secundaria, nunca se recibió de profesor de Historia y es un potente defensor del rol de las y los adscriptos. Dice que son el vínculo imprescindible en el ámbito educativo entre docentes, alumnos y familias, y que además conocen y estudian las normativas y los reglamentos para que todo funcione como corresponde. Sostiene que son parte insustituible del ámbito educativo. La vida sindical lo llevó a conocer más aeropuertos que ciudades de casi todo el planeta; a excepción de África, conoce todos los continentes y ha conversado de política, economía, educación, políticas sindicales y democracia, con personalidades de los más diversos ámbitos a nivel internacional. Hoy es el presidente de la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (Fenapes) y uno de los referentes de la campaña para derogar 135 artículos de la LUC.
¿Por qué crees que hay tantos ataques hacia los sindicatos?
Porque es una estrategia para avanzar en un programa de reforma estructural. Creo que debemos afinar la puntería a la hora de los análisis porque nos puede estar pasando frente a nosotros un elefante y no nos estamos dando cuenta. Este gobierno tiene un carácter netamente refundacional, desde una lógica neoliberal conservadora. Eso puede ser un gran título pero no explica en sí mismo las cosas. Por ejemplo, en la LUC hay muchas cosas en juego: el papel del Estado, el de la institucionalidad y la profundización democrática, están en juego temas centrales como la educación y el papel de las empresas públicas. Eso implica una nueva discusión de temas que ya formaron parte de la agenda. Entonces debemos analizar en qué momento y cómo se dieron esos debates en la sociedad. Lo que están intentando hacer hoy es similar a lo que pretendió imponer la dictadura y luego en los 90 el gobierno de Lacalle Herrera, es decir, un cambio estructural de una parte sustancial del Estado, de las empresas públicas y de la educación.
El gobierno sostiene que las urnas laudaron estas discusiones y que para algo los votaron.
Sí, y eso es parte de un proceso que demuestra que la historia no es lineal, que tiene en esa concepción de los griegos cuando se referían al tiempo cíclico o lo circular, y por ello debemos pensar en perspectiva. Estas fuerzas que hoy están en el gobierno van por la reinstalación de las bases del neoliberalismo y por eso insisto en que hay cuestiones que no las estamos viendo. Hace poco Esteban Valenti decía –y yo coincido- que el planteo de la libertad responsable es una de las grandes transformaciones ideológicas que se está intentando matrizar en nuestra sociedad. La lógica de aquellos que decían que no había sociedades y colectivos sino individuos, que el Estado no era la solución sino el problema, eso es lo que hoy están volviendo a colocar arriba de la mesa. Están retirando al Estado de la vida social y lo sustituyen por el discurso de la eficiencia privada. Es un cambio muy fuerte y no lo estamos analizando correctamente. Esto se está dando en un contexto de pandemia que genera una especie de shock en la gente. Y una de las principales fortalezas del gobierno es el miedo que genera la pandemia. Esto es algo que ya ha pasado a lo largo de la historia de la humanidad cuando como consecuencia de situaciones traumáticas que provocan miedo, por pandemias, guerras o catástrofes naturales se genera un acto irracional de adhesión a un líder, aunque ese líder objetivamente vaya contra los intereses populares. Esto ha tenido ejemplos tenebrosos en la historia. Por tanto, decir que esto fue lo que la gente votó es parcialmente correcto. No olvidemos nunca que Adolf Hitler llegó al poder por votación popular. Hoy vemos cómo se genera la criminalización, el ataque y el intento de desprestigio de todo aquello que colectivamente pueda generar no ya una alternativa sino mínimamente un espacio crítico de resistencia a ese proyecto.
¿Cierto desconcierto del FA, a partir de la derrota electoral, puede explicar que algunos partidarios del oficialismo se enfoquen de manera tan persistente en atacar al movimiento sindical?
Puede haber algo de eso. Hay un dato muy importante en la última encuesta de Factum a la que tuvimos acceso y que midió la incidencia de las organizaciones sociales ante la opinión pública. Las cifras señalan poco más del 20 % de incidencia del Pit-Cnt, un 25% del movimiento feminista y 38% los sindicatos de la educación. Sobre todo porque nosotros hemos mantenido una línea crítica en torno a un proyecto que ha trascendido a los partidos. Yo aprendí hace tiempo que incluso las propias fuerzas progresistas una vez que llegan al gobierno se desprenden de la base social que las llevó hasta ahí. Y anteponen razones de Estado por sobre el impulso de un programa de transformaciones. Una de las grandes críticas que hay que hacerle al FA es que ese desprendimiento -que se sabía se iba a dar- no fue acompañado por una tarea política pedagógica, que debería ser permanente de la fuerza política. Acá la fuerza política quedó subsumida por la gestión en el gobierno. Hay una experiencia que dejaron distintos gobiernos de la región y esto lo ha pagado el PT en Brasil, el correísmo en Ecuador y también lo ha pagado el FA acá. Otro aspecto importante es que la derecha y los sectores conservadores que hoy gobiernan, encontraron esa veta, ese divorcio entre la fuerza política subsumida en el Estado con la base social. Nuestra federación siempre tuvo una conducta clara, aplaudir cuando tenía que aplaudir y criticar cuando ameritaba. Y en los últimos años comenzamos a tener un quiebre en la política sindical que molestó hasta dentro del propio FA. Nosotros entendimos que era importante pasar de un sindicalismo meramente reivindicativo corporativo -que no quiere decir dejar de pelear por el salario y las condiciones de trabajo- a comenzar a discutir la política. Y nosotros comenzamos a dar discusión política sobre cuál era el proyecto que en el mundo y la región se estaba impulsando en la educación. Creo que una de las grandes contribuciones que hicimos fue colocar arriba de la mesa el tema de la privatización y mercantilización de la educación. Hay documentos, investigaciones y trabajos que planteamos como aportes para discutir estos temas. Ese rol nuestro de introducirnos en temas programáticos y estratégicos molestó y nos intentaron demonizar. Cuando decimos que Pablo da Silveira es un intelectual orgánico del capital y un mercenario que está al servicio del capital, estamos denunciando a un actor que hoy tiene un papel de gobierno y que muchas de las cosas que está haciendo son en función de los intereses del capital, por ejemplo, toda la reforma que está proponiendo a nivel de formación docente. Decir esto nos expone a ataques. Y aplican nuevas estrategias para atacar. Antes lo hacían con un golpe de Estado, mediante el terrorismo de Estado y la tortura. Hoy tienen otros métodos, otros medios. El efecto es el mismo, tratar de amedrentar, perseguir, silenciar, desprestigiar, buscar la condena social que es una forma de castigo pero que -a veces- tiene efectos mucho más jodidos por el mundo en que vivimos.
¿Hay efectos y daños que repercuten en la vida familiar?
Tremendos. Le tenés que explicar a tus hijos por qué te insultan en las redes. Y depende de la edad que tengan tus hijos para entender más o menos esos insultos, agresiones y linchamientos. O lo que le llega a un niño sobre su padre en la escuela o el liceo. Nosotros asumimos que esto se da así en la actualidad, y estamos convencidos que la respuesta siempre debe ser colectiva y no individual de cada dirigente.
¿Les sorprendió la respuesta de alumnos y familias en San José cuando la sanción a los docentes?
Fue un punto de inflexión y quedó claro que detrás de ese cuerpo docente había una sociedad transversalizada, que se pronunció por el respeto a los docentes y a la institución. Ese es el gran corral de ramas en el que se metió la derecha con este tema. Esto no quiere decir que en un acto de ajusticiamiento, como una sed de venganza, no terminen concretando esta injusticia contra estos compañeros. Pero queda claro que no se esperaban esta respuesta popular. Hubo vecinos y vecinas de todas las edades, que fueron con sus sillitas y se arrimaron a participar en respaldo de los docentes. Y eso es lo que hay que construir con la sociedad, porque ellos tienen un gran problema y es que por más que quieran imponer su discurso -y recordemos que cuentan con los medios y recursos suficientes- hay una relación que nosotros construimos en el día a día, en el centro educativo con las familias, los estudiantes y el barrio. El vínculo de los actores de la enseñanza y el pueblo no se borra por más que pretendan imponer un discurso.
Hay actores que te cuestionan el hecho de no haberte recibido y dirigir el sindicato de docentes.
Son chicanas porque quieren imponer que la educación es tema de técnicos; hablan los economistas y los sociólogos pero no son técnicos. Entonces ¿por qué no podríamos hablar todos los demás actores de la educación? Es típico de aquellos que promueven el pensamiento único y sobre todo que le quitan el carácter político al proceso educativo y a la tarea docente. Pretenden que el sindicato hable solo de salario y de condiciones de trabajo, pero que quede claro, nosotros vamos a discutir de política educativa en serio. Y tampoco nos sorprende que ese proceso de criminalización pretender silenciar las voces que sostiene visiones críticas a su gestión. En insólito pero cuando discutís con algunos actores que están hoy en el gobierno, ponés a discutir de educación con algunos actores que hoy están en el gobierno y no tienen idea de lo que están hablando porque entre otras cosas, nunca pisaron un salón de clase. Además hay un tema político, aquí hay gente que está convencida que el conocimiento es para unos pocos, y que para la plebe tan solo debe existir cierta capacitación para el mercado laboral, porque ese es el proyecto. Y cuando vos confrontás esa postura y decís que hay una posición ideológica y de clase, vos sos el que empezás a molestar.
¿En qué etapa está lo de Marcel Slamovitz?
Nosotros estamos esperando que la administración brinde una respuesta clara. Si habrá algún procedimiento administrativo o si se trata solamente de un linchamiento público. Esa disyuntiva es la que tenemos hoy con el caso de Marcel. Es un compañero que fue acusado en los medios, pero resulta que nadie le inició un procedimiento disciplinario. Entonces estamos en un proceso de linchamiento público y persecución política. Hasta el momento, no tenemos confirmación oficial de que la administración haya resuelto ningún procedimiento, y llevamos casi dos meses en esta situación. Para nosotros, claramente esto forma parte de un proceso político de persecución, anclado en algunos legisladores, jerarcas de la educación y medios de comunicación que le brindan el blindaje mediático al gobierno. Y además, es algo que le ayuda al gobierno a distraer la atención de lo que realmente está pasando en el país. Son cortinas de humo que se arman para distraer los verdaderos problemas sin resolver.
¿Y cómo piensan que se arma este blindaje mediático?
Está claro que hay una concentración de medios en pocas manos y ese es un primer elemento cuya estructura no se modificó durante estos años y creo que los cambios en la ley de medios van en esa dirección. Lo segundo es que hoy las familias que concentran ese poder forman parte del bloque de poder y eso ha quedado muy claro. Los que reclaman libertad de prensa están sometiéndonos a la dictadura de la desinformación y juegan desde ese lugar. A mí una periodista en una radio me trata de demente, sesentista y mucho más y todo a partir de tergiversar un planteo en el Parlamento. Nadie de ese medio me llamó después y en el mejor de los casos te podrán llegar a dar unos pocos minutos para refutar las acusaciones. Y a eso le llaman democracia. Acá no hay que ser ingenuos, los partidos políticos, todos ellos pero en particular los que están hoy en el gobierno, representan intereses que son de clase y tienen una expresión social que está condicionada por el capital concentrado vinculado a los negocios, a los medios de comunicación y a la especulación financiera. Estamos viendo un proceso de persecución del propio Estado, lo ubicamos en actores parlamentarios de la política partidaria y en algunos medios de comunicación. No hay mucho misterio. ¿Cómo es posible que dos periodistas de Radio Carve accedan al expediente de un sumario que es secreto? Ni siquiera los implicados en ese sumario tuvieron acceso. ¿Y cómo es posible que, posteriormente, un diputado en el Parlamento afirme que lo que dijeron los periodistas es lo que está en la resolución?
También se filtran informaciones del Secretariado Ejecutivo del Pit-Cnt.
Sí, pero un expediente con el grado de detalle de quién intervino, quién preguntó, cuándo fue, cuándo vino, no se logra con filtraciones de ese tipo. Se obtiene cuando vos tenés el expediente frente a vos y alguien te lo entregó. No es casual que todas estas cortinas de humo surjan para tapar que no se pudo continuar el proceso educativo, para tapar los recortes presupuestales y sus implicancias en el sistema educativo. Así se crea la agenda en esta dictadura de la desinformación. Se informa con mucha vehemencia de temas que no son importantes para la vida del país y las grandes mayorías. Pero hay otro elemento importante y el mejor ejemplo es el diario El País. Los periodistas de El País nos llaman siempre. Después ponen lo que se les antoja y por ello hemos tenido discusiones. Yo entiendo la diferencia entre el periodista y la línea editorial, pero cuando el trabajo del periodista es un calco de la línea editorial me pregunto dónde está la independencia. Estoy hablando de un diario que ya este año le dedicó unos cuatro editoriales a nuestra federación. Y el otro punto fundamental, es la concentración del poder en los medios en pocas manos. Ese tema no se va a solucionar y no se solucionó porque implica tocar la estructura de poder en el Uruguay, que es algo que no formó parte de la agenda de los gobiernos progresistas. La concentración del capital no se tocó y esa fue una de las críticas de vastos sectores del campo popular a las políticas en materia económica que llevaron adelante los gobiernos del FA. Es cierto que hubo una política de mejor distribución del ingreso, pero no de la riqueza. Y los poderes monopólicos no se tocaron, uno de ellos fue el de los medios. Y tampoco se hizo el esfuerzo por democratizar y generar formas alternativas de espacios del campo popular de comunicación. Hasta las propias radios comunitarias estuvieron en cuestión en los gobiernos del FA. En cuanto a las nuevas formas y recursos, es verdad que se han producido una serie de cambios en materia de comunicación que a los sindicatos nos ha costado mucho entender.
La Comisión Pro Referéndum anunció que se lograron 445.526 firmas durante plena pandemia, en términos de cuasi hazaña y con una campaña artesanal y el puerta a puerta. ¿Cuál es tu lectura de lo que se ha alcanzado cuando aún faltan dos meses para que se venza el plazo constitucional?
Tiene que ver con lo que es nuestro pueblo. Si bien yo tenía siete años en el 80, recuerdo algunas cosas y sensaciones de cuando se produjo el No a la dictadura en Uruguay, que en Chile fue Sí a Pinochet. Yo creo que hoy estamos enfrentando el mismo proyecto de aquellos años. Cambió su forma pero no su contenido. La política de shock que genera la pandemia antiguamente la generaban con los golpes de Estado. Ahora tenemos un gobierno que no solamente comunica bien sino que está generando hegemonía cultural, está construyendo sentido común, porque esa hegemonía comunicacional y mediática influye sobre la subjetividad de la gente. De todos modos, hay un reflejo del campo popular en materia de avances o retrocesos democráticos en términos de derechos. No es lo mismo contar con un Estado fuerte que uno debilitado. Y estas cosas están sobre la mesa de discusión. En relación a lo que ha sido la campaña, debemos recordar que en este contexto de pandemia tuvimos además de la situación sanitaria, otros contratiempos: el aplazamiento de las elecciones departamentales que nos quitó meses de trabajo porque las preocupaciones de buena parte de la sociedad uruguaya eran la crisis sanitaria y las elecciones departamentales. Y además tuvimos dificultades como campo popular para encontrar un punto de equilibro de consenso. De todas formas creo que valió la pena esperar ese tiempo porque eso lo estás viendo hoy cuando salís a buscar la firma, es que la gente firma y que aquellos que no están de acuerdo contigo, buscan el diálogo. Y eso demuestra que fuimos construyendo un espacio. En este marco, esas 445.000 firmas son un gran logro, producto de un trabajo muy artesanal, muy complejo, pero que tiene ese reflejo del campo popular que conmueve.
En el actual contexto de aumento de la pobreza, ollas populares y miles de infancias rotas, ¿qué pensaste cuando el exsubsecretario de la cartera de las políticas sociales del actual gobierno dijo que llegó a su cargo con pocas ganas y sin saber lo que era el Mides?
Todo esto nos genera una gran frustración. Primero porque pensé que no íbamos a volver a ser testigos de cosas que nos marcaron en el 2002. Creo que colectivamente tenemos que asumir una autocrítica muy profunda. Es cierto, es necesario, es justo y está bien que se diga que más allá de la situación sanitaria, todo esto también es el resultado de políticas concretas y definiciones políticas de las actuales autoridades que tienen como programa la defensa del malla oro, que es el capital concentrado. Pero igualmente tenemos que pensar en términos colectivos y preguntarnos qué hicimos como sociedad. Porque en clave de autocrítica debemos admitir que nos ganó la sociedad de consumo. En el 2002 no teníamos ni tiza, ni hojas en los liceos, además de la feroz pérdida de salarios y empleos. Y cuando llegaron los años de crecimiento, de aumentos salariales y se redujo la pobreza tal vez no miramos con suficiente atención que no se había atacado el núcleo de pobreza estructural. Y ahí faltaron políticas para una transformar radicalmente esa realidad. En algo le erramos y tenemos que asumirlo como sociedad. Entonces creo que hoy debemos realizar un trabajo que es político, de profundo contenido humanista. Y ahí está la solidaridad no como sinónimo de caridad, sino de acción política consciente que busca modificar y transformar la realidad. Cuando el sistema, el mercado y el propio Estado dejan a tanta gente a la deriva, el campo popular es el que tiene que dar una mano con perspectiva política, porque de lo contrario también nosotros caeríamos en la caridad.
¿Crees que se lograrán las 700.000 firmas?
Estoy totalmente convencido.
¿Y cómo te imaginas el día siguiente a ese anuncio? ¿Recrudecerán los ataques y las fake news?
Yo creo que ya hay signos de eso. Coincido con lo que dijo el politólogo Daniel Chasquetti que no es casual que el presidente de la República haya hecho el anuncio de la remoción de un ministro desde su cuenta de Twitter a minutos del mensaje del Pit-Cnt por el 1° de mayo. Está claro que en la Torre Ejecutiva leen las encuestas, leen la realidad y son conscientes de lo que fue el 1° de mayo con tanta contundencia, alegría, compromiso y cuidados. Me tocó recorrer todo el eje de camino Maldonado hasta Pando y vi cosas de la gente que hacía mucho tiempo no veía.
En la Torre Ejecutiva saben que eso es así, como también saben que una vez que pasen los efectos terribles que estamos viviendo desde el punto de vista sanitario, cuando pase la pandemia y el blindaje mediático deje de ser el gran sostén del gobierno, el relato se cae a pedazos. El gobierno sabe que su política de ajuste y de recorte, que aumentó el desempleo, la pobreza, que bajó los salarios y las jubilaciones, va a tener un efecto negativo.
¿Son de los que creen que la realidad supera al relato?
Sí, porque siempre el relato está disociado de la realidad. O mejor dicho, no es que la realidad supere al relato, porque el relato es como una gran fábula que toma elementos de la realidad pero no tienen que ver con la realidad. Está disociado de la realidad, claramente que ese relato disociado de la realidad. Y por supuesto, amplificado por los medios de comunicación. Eso genera ciertas condiciones, pero creo que abajo, lo que se ve es que la gente ve con mejores ojos que nadie lo que está padeciendo. En todos los órdenes. En sus vidas, en su economía, con sus salarios y las políticas del Estado. En Y en relación a las firmas en lugares donde veníamos muy flojos, en el último mes hubo un repunte notable. Y hay que ver lo que es militar con una tablita y unas papeletas en Bella Unión, en Cerro Largo, en tantos lugares. Por ello estoy convencido de que la realidad lo supera todo.
¿Sos el duro del que hablan?
No… [risas]. Yo desde hace mucho tiempo que desde el punto de vista ideológico soy un marxista convencido y asumo al marxismo como método, no como dogma. Y eso te permite interactuar con otras corrientes de pensamiento en el campo popular. Tengo una buena vinculación con el campo anarquista e incluso con la socialdemocracia. Para muchos soy un moderado, para otros soy un duro.