De acuerdo a los datos publicados por el ministerio del Interior, entre el 1 de marzo de 2020 y el último día de noviembre del mismo año, se han producido descensos en la mayoría de los delitos.
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Las cifras divulgadas en la página web de esa secretaría de Estado, indican: para las rapiñas, un descenso del 9,41%, los hurtos decrecen en un 18,79%, los delitos vinculados a violencia doméstica decrecen un 3,19% y los homicidios un 17,18%.
La información reporta un incremento de los delitos de abigeato, que experimentaron un crecimiento del 2,64%.
La presentación de los datos, hecha en clave política, al referirla a “los primeros nueve meses de gestión del Ministerio del Interior a cargo Dr. Jorge Larrañaga”, no realiza con las cifras de denuncias el mismo tipo de “análisis” que el que resalta respecto a los delitos.
Más allá de estos guarismos, que tomados literalmente sirven para batir palmas y “sacar pecho”, en algún momento, desde las autoridades del ministerio del Interior, se debería asumir una postura menos electorera y fanfarronesca, para pasar a realizar un análisis más de gobierno y en primer término, del trabajo de la policía, aunque no más sea porque no es, justamente el ministro del Interior, quien hace posible estos o cualesquiera otros resultados.
Resulta curioso que, a pesar de la publicación de las cifras de denuncias, en el mismo período y en clave “comparativa” con el año anterior (otra vez la bravuconería de quién es “el mejor”) no se detalle lo que significa, o pudiera significar, las disminuciones que se reportan en las mismas.
Aceptemos que la dirección política del ministerio del Interior, decida ignorar lo que significa en el “análisis del comportamiento criminal”, la situación de pandemia y el modo en que las restricciones adoptadas impactan, inevitablemente, en el comportamiento, frecuencia y modalidades delictivas.
Con respecto a esto, podemos hacer como el avestruz y “meter la cabeza”, como gesto ello solo demuestra la tozudez de quienes, de esta forma, sí o sí, han decidido declararse los paladines de la seguridad pública.
Resulta curioso que seamos el único país que no integre en sus análisis de comportamiento criminal, la variable “pandemia”.
Para los que se esmeran “día a día” en “cantar victoria”, la pandemia no existe porque “los delincuentes no hacen cuarentena”.
Un lamentable y poco sostenible “argumento de análisis criminológico”.
Como “argumento” no alcanza siquiera el plano de la “arenga”, alcanza con ver lo que no se dice que, en todo este tiempo, también, la ciudadanía no termina de tener como preocupación los temas de seguridad pública.
Sin embargo y más allá de ello, el hecho de que las denuncias de delitos si hayan experimentado descensos, no habla muy bien del estado de «las cosas».
Este descenso en las denuncias de todos los delitos, sobre los cuales se afirma han descendido, abre una interrogante que, al no vincularse a la variable “pandemia”, se vuelve como un boomerang que interroga la confianza de la ciudadanía en “esta nueva policía”.
No se trata de un dato menor y en lo que respecta a cualquier análisis serio de política de seguridad pública, ignorar estos descensos en las denuncias es, literalmente hablando, desconocer los posibles significados de esos silencios que, en definitiva, son las no denuncias.
Casi sobre el fin de año y acercándonos ya al “espíritu navideño” y las festividades que, al menos desde el ministerio del Interior nos traen estas “buenas nuevas”, sólo resta pedir el deseo de que, de una buena vez, las autoridades políticas se tomen estos análisis “en serio”, porque es esta postura, la única que nos permitirá entender lo que como país nos está pasando.