-Dígame Borges, ¿qué chusmeríos tiene del debate entre los precandidatos Carolina Cosse y Jorge Larrañaga?
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-¿Me habla en serio? Yo despliego mis drones informáticos hasta abajo del agua. Me subestima, Álvarez.
-Perdón, no era mi intención, Borges.
-Ok. Le voy a contar hasta el más mínimo detalle, así tendrá que ir a buscar la pelota al fondo de red.
-Ok, hago la gran Fernando Muslera frente a Japón.
-Los asesores de Cosse llegaron exactamente a la hora 19.10 a los estudios de canal 4. Mientras esperaban a la precandidata, hicieron un gran sacrificio.
-¿Cuál?
-Comieron unos mustios sándwiches de pan negro, unos bastoncitos de verdura y bebieron refrescos. Quince minutos más tarde, arribó Cosse. Tras saludar a sus compañeros, se dirigió a la sala de maquillaje de la emisora, en donde solicitó tener una presencia “suave” o “discreta”. Pido disculpas, porque la verdad que yo de ese tema no se nada.
-Pero se entendió la idea, Borges. Tranquilo.
-Gracias, Álvarez.
-Cosse, como se pudo ver por las pantallas de televisión, llegó vestida de blanco. Según me contaron sus asesores, la ingeniera prefiere evitar los colores oscuros.
-¿Y quiénes estaban con ella, Borges?
-En su mayoría, personas integrantes de Lista Amplia. Estaban la exdiputada Carmen Beramendi, la artista Patricia Kramer, Ana de Rogatis, Valeria Gaidisso, el ministro de Industria, Guillermo Mocecchi, y su mano derecha, Raúl Speroni.
-Ajá.
-Media hora más tarde, llegaron Larrañaga y sus cortesanos. Entre otros, estaban el exministro del Interior Juan Andrés Ramírez, el Gato Pablo Abdala y el amanuense servil de Jorge Gandini, que soñó con ser senador, pero Juan Sartori lo dejará fuera del Parlamento. ¡Gracias, Dios! La pelota no se mancha.
-Ya lo dijo el más grande.
-Una de las asesoras de Cosse, que estaba en los pasillos del canal, me dijo: “Eran los hombres de negro. Todos vestidos igual”. Larrañaga arribó con su hijo más pequeño entre sus brazos. Se cruzó con Cosse y se saludaron amablemente, pero sin intercambiar palabras.
-Había poca onda, Borges.
-No era eso. El asunto es que Cosse estaba sumamente concentrada y hasta el segundo previo en que se encendió la cámara de televisión estuvo leyendo. Podría haber pasado Batman que ella estaba enfocada en repasar sus apuntes.
-Aplicada.
-Y sí, rigurosa como toda ingeniera.
-¿Y qué se comentaba en los cortes, Borges?
-Una de las asistentes de la precandidata le dijo: “No entres en el lugar sucio al que te quiere llevar. Vos tenés que ser vos”. Ya Larrañaga había señalado que el FA mandó a Uruguay a una crisis económica estructural, puso énfasis en los temas de seguridad, la pasta base y la educación. Pero hubo una situación de clímax. Fue cuando el Guapo manifestó que en el país se cerraba un tambo cada 40 minutos. Y ahí fue el momento en donde se produjo una silenciosa carcajada entre los asistentes de Cosse.
-No es para menos, Borges.
-Le cuento, Álvarez, que en el comando de campaña de la ingeniera me informaron que buscan imprimir en una suerte de “librillos” las dos intervenciones de los precandidatos para dejar en evidencia el contraste respecto a las propuestas de país.
-Y cuando terminó el partido, ¿qué sucedió?
-Larrañaga buscó un acercamiento más “intenso” con Cosse.
-Oiga, Borges, ¿de qué me habla?
-El Guapo, siempre conservando su caballerosidad, buscó sellar el encuentro con un abrazo -me dijeron-, pero Cosse lo “contuvo” con un apretón de manos.
-¡A la pipetuá! ¿Y qué hizo la señora cuando se apagó la luz roja de la cámara?
-Se sentó en una silla, encendió el celular y habló con su madre y su hijo. ¿Quiere algún detalle más, Álvarez?
-¿Usted no será un escolta del conductor del debate, Daniel Castro?
-Ja, ja, ja. No creo. Yo uso barba, tengo canas y soy más parecido al Negro Carlos Monzón que a Brad Pitt. No califico. Tengo más para contarle.
-Hoy vino con todo, Borges.
-Le cuento, Álvarez, que Carolina se fue a descansar. Mientras tanto, los asesores se fueron al bar Imperial (manden sólidos, dijera el maestro) para juntarse con la barra de la precandidata, que vio desde allí el debate a través de la televisión.
-Bueno, Borges, hoy me dejó pipón, pipón. Así como quedé en el mediodía del sábado, después de cocinarle un monumental locro a mi querida viejita.
-Su colesterol debe estar hermoso.
-Al igual que su hígado, borrachín.