El verdadero panorama económico mundial, regional y nacional no se publica adecuadamente en nuestro país, afirmación basada en cifras que se presentarán a continuación, teniendo a la vista los informes del Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), así como los principales artículos y editoriales de medios como The Economist, The Wall Street Journal y el Financial Times, La Nación, El Cronista y Clarín, ninguno de los cuales es de izquierda.
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En orden de prioridades: el FMI y la OCDE han rebajado sus previsiones de crecimiento mundial a los guarismos más bajos desde la catastrófica Gran Recesión 2007 – 2010, que pudo ser mayor que la Gran Depresión de 1929, si no hubiera sido tratada a tiempo, antes en Estados Unidos y luego en Europa, con las medidas adecuadas. A su vez, el FMI, el Banco Mundial e importantes medios como el Financial Times y El País de Madrid previenen contra una nueva gran recesión mundial, contra la cual implementan importantes y muy significativas medidas tanto la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED), que preside Jerome Powell (que recortó las tasas por cuarta vez consecutiva, llevándolas al rango 1,75% – 2%), como el Banco Central Europeo (BCE), que hasta el 30 de setiembre estará encabezado por «el mago» Mario Draghi, y mantiene sus tasas en 0% a la vez que proyecta un nuevo paquete de compra masiva de bonos, la «flexibilización cuantitativa» o Quantitative Easing, explorada con éxito en EEUU por Ben Bernanke y Janet Yellen.
Una reflexión no menor: si bien las medidas adoptadas por la FED y el BCE son de esencia keynesiana, no contemplan totalmente el espíritu de Keynes, porque el economista de Cambridge siempre atendió al circuito productivo completo, incluyendo obviamente el comercio, el consumo y el empleo, y estas medidas no los contemplan en su integralidad. Es decir, sus limitaciones son severas y no anulan en absoluto la posibilidad de una nueva gran recesión global.
La «guerra comercial» y tecnológica entre Estados Unidos y China (que la ha tomado como un asunto oficial de largo aliento; la ralentización del crecimiento en «locomotoras» como EEUU (cuyo presidente Donald Trump no cesa de vociferar por la adopción de más medidas expansivas para que no interfieran en su intento de reelección en 2020), China e India; la crisis europea aumentada por el «Brexit»; y la inestabilidad de los mercados financieros mundiales han aumentado la posibilidad de una crisis global, como lo señalan permanentemente el FMI y el Financial Times, por boca de su prestigioso editor principal, Martin Wolf, y otros destacados analistas.
Volviendo al tema de la información con la que somos «bombardeados» en nuestro país, baste señalar que en América Latina, el miércoles 28 de agosto el gobierno de Mauricio Macri comunicó oficialmente que Argentina entraba en default, mientras tomaba estaba público que la república hermana, Brasil y Paraguay entraban en recesión. Ese mismo día, el presidente Tabaré Vázquez afirmó que «hay que mirar lo que pasa en Argentina, en Brasil, en el mundo (y) cómo está Uruguay», «no estamos en recesión, tenemos respaldo internacional, tenemos grado inversor (…) tenemos estabilidad política (…) tenemos todas las libertades».
Ni el segundo default de Argentina (al pedir públicamente la reestructura de su deuda con mayor acreedor y única fuente de financiamiento, el FMI, para no caer en estado de cesación de pagos por imposibilidad de honrar los compromisos contraídos en tiempo y forma; y reprogramar discrecionalmente los compromisos con acreedores comunes, más claro, imposible), ni las palabras de Tabaré Vázquez, fueron titulares en ningún medio.
Tampoco las recesiones argentina, brasileña y paraguaya, cuya tendencia es lamentablemente creciente, y que llevan a «emergencias alimentarias» como la aprobada por el presidente Macri (a pedido de la Iglesia Católica) en el país que ayer nomás fue el granero del mundo.
Mientras tanto, el Banco Central del Uruguay (BCU) publicó la semana pasada su Informe Trimestral de Cuentas Nacionales / Abril – Junio de 2019, que indicó que nuestro país mantiene su largo período de crecimiento ininterrumpido, en tanto se mantienen las previsiones al respecto para 2019 (+ 0,7%) y 2020 (+ 2,6%, estimaciones que consideramos muy conservadoras, como es de estilo en el ministro de Economía, Danilo Astori, y que seguramente se verán superadas al final del día), que no prevén recesión, sino un incremento de la actividad económica, particularmente por la construcción y puesta en marcha de UPM II y el Ferrocarril Central.
Uruguay tiene un déficit fiscal de 3,1% del PIB (calculado de acuerdo a los manuales habituales, aunque haya tantos tenaces interesados en sumarle el Fideicomiso creado por el ingreso de los reembolsos de las AFAPs por los «cincuentones»; lo cual no significa que sea un tema a atender, y de «mayor preocupación» del ministro Astori); y un desempleo de 9,1%, guarismo calculado según las prescripciones de la OIT, organismo al que no le interesa que el candidato presidencial Ernesto Talvi no quiera computar un cierto número de puestos de trabajo formales, acaso porque en la Universidad de Chicago no lo hacen. También esa usina de pensamiento quiere la eliminación de las Fuerzas Armadas en los países subdesarrollados y la supresión de la moneda nacional y su sustitución por el dólar de los Estados Unidos, opiniones que la inmensa mayoría de los uruguayos rechazamos.
Ya recordamos en esta página que es muy conocida la frase de que cuando estalla una guerra la primera víctima es la verdad, pero lo mismo rige para las realidades económicas, mucho más, obviamente, en tiempos electorales, y esto se ve con claridad en nuestro país.
El crecimiento continúa en Uruguay
La semana pasada se conoció oficialmente el Informe Trimestral de Cuentas Nacionales / Abril – Junio de 2019, del Banco Central del Uruguay, el cual en lo medular expresa que «en el segundo trimestre del año 2019, se registró un 0,1% en la variación interanual del Producto Interno Bruto (PIB). En términos desestacionalizados, el PIB creció 0,3% respecto al trimestre inmediato anterior».
Con respecto al comportamiento por sectores, cabe destacar que «se destaca un aumento en Transporte, almacenamiento y comunicaciones en la variación interanual y en menor medida Suministro de electricidad, gas y agua, y Actividades primarias, contrarrestado por los comportamientos contractivos en Comercio, reparaciones, restaurantes y hoteles, Industrias Manufactureras y Construcción«. (Ver cuadro)
El valor agregado de la actividad Agropecuaria se incrementó 0,9%; Suministro de Electricidad, Gas y Agua y Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones registraron nuevos incrementos en su actividad (3,5% y 5,5%, respectivamente), en tanto el valor agregado de la Construcción exhibió una caída de -4,7%; Comercio, Reparaciones, Restaurantes y Hoteles e Industria Manufacturera mostraron nuevamente una variación negativa, de -2,6% y -1,9% respectivamente.
El subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Santiago Soto afirmó en twitter que “Uruguay se mantiene fuera de la recesión pese a la enorme crisis regional e incertidumbre mundial”; en tanto que la directora del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la UdelaR, Gabriela Mordecki, destacó que «se revierte la caída del sector agropecuario y sigue creciendo «Transporte, almacenamiento y comunicaciones», mientras que del lado de la demanda, sigue estancado el consumo del sector privado, aunque crece la demanda externa y la inversión sigue cayendo, sin perjuicio del aumento que experimentará con UPM II y el Ferrocarril Central.
Conclusiones preliminares
Uruguay sigue creciendo económicamente en medio de una región en caída libre, un continente atravesado por tremendos problemas económicos y políticos y un mundo sacudido por graves turbulencias, que lucha para evitar una nueva gran recesión global.
No es correcto utilizar para nuestra economía la palabra «estancamiento», sino que el término para definir nuestra situación es «crecimiento», mucho más teniendo en cuenta las expectativas positivas por la instalación de UPM II y el Ferrocarril Central, que implican la mayor inversión de nuestra historia, casi un 10% de nuestro PIB, y que implica una profunda y muy positiva medida a favor de la descentralización del país.
Esa gran inversión (una muestra enorme de la confianza mundial en la economía e instituciones de nuestro país), es el fruto de lo que el Ec. Jorge Caumont llamó «el keynesianismo local», timoneado directamente por el presidente Tabaré Vázquez.
Nuestro país viene tomando medidas que han demostrado ser adecuadas para el momento mundial y regional que se vive, y los resultados están a la vista, sin olvidar el tema del déficit fiscal, el aumento de la deuda pública, y sobre todo la contracción monetaria, con sus efectos en la actividad y el empleo.
De lo que no cabe duda es que un ajuste fiscal que va de US$ 900 millones a US$ 1.700 millones, como los propuestos por los candidatos Luis Alberto Lacalle Pou y Ernesto Talvi, aumentarían la contracción de la economía y acaso nos precipitarían en una recesión.
Al punto debemos recordar que las recesiones (recordar las Crisis de 1982 y de 2002), siempre perjudican terriblemente a los pobres, los trabajadores, los jubilados, los pequeños empresarios y productores, y los sectores más vulnerables, mientras no dejan de beneficiar a los sectores más privilegiados.
El crecimiento reciente de Uruguay
En su edición del 24 de setiembre, El País cita un trabajo de de los economistas Marcelo Dianessi, Bibiana Lanzilotta, Gabriela Mordecki, Maximiliano Presa y Silvia Rodríguez titulado «El crecimiento reciente de Uruguay y desacople de la región: ¿adiós a la semisuma?«, que presenta interesantes conclusiones.
Afirma el citado estudio que: «El desempeño de la economía uruguaya de la última década, en contraste al de las economías regionales, alentó la hipótesis de desacople. El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) uruguayo parece haberse alejado de la evidencia de estudios previos que mostraban que el crecimiento de Uruguay, era, en el largo plazo, el resultado de la semisuma de las tasas de crecimiento de sus vecinos».
Agrega que «la economía uruguaya, en el período 2003-2018, ha tenido un crecimiento ininterrumpido de su Producto Interno Bruto (PIB) en términos físicos a una tasa promedio anual de 4,1%. Luego de la crisis de 2002, el patrón de crecimiento constatado en la década previa se habría modificado, consolidándose uno más orientado a los mercados globales, fuertemente basado en productos primarios y con un menor grado de dependencia de las exportaciones hacia la región».
Afirman los autores que «como elementos que ayudan a explicar este cambio se encuentran el boom en el precio de los commodities y la consolidación de China como potencia mundial».
Sin embargo, «ese crecimiento no ha sido a una tasa constante en todo el período. Mientras que, entre 2003 y 2010, Uruguay creció a una tasa promedio anual de 5,4% en términos reales, en los últimos años el desempeño no ha sido el mismo en comparación a ese lapso, creciendo a una tasa de 2,8% entre 2011 y 2018», señala el documento.
Sin embargo «el crecimiento del PIB uruguayo parece haberse desmarcado del desempeño de sus pares argentino y brasileño, alejándose de la evidencia de estudios previos que mostraban que el crecimiento de Uruguay, era, en el largo plazo, el resultado de la semisuma de las tasas de crecimiento de sus vecinos. En el caso de Argentina, entre 2011 y 2018 se verifica un crecimiento anual promedio de 0,7% en términos reales, mientras que en el vecino norteño el crecimiento del PIB ha sido a una tasa de 0,4% anual promedio en el mismo período, también en términos reales».
Agregan que «no sólo parecen haberse modificado los vínculos entre las tasas de crecimiento de los tres países sino también sus relaciones comerciales y financieras» (…) eso se ve en que “la participación en el valor de las exportaciones de bienes uruguayos hacia Argentina y Brasil sobre el total del valor de exportaciones de bienes pasaron de 15% y 22% en 2001 a ser de 6% y 15% en 2018, según datos del Banco Central (BCU) sin considerar zonas francas. A su vez, los depósitos de no residentes como proporción del total de depósitos en moneda extranjera se han mantenido relativamente estables desde la crisis de 2002, mostrando una menor exposición a los flujos financieros, principalmente argentinos».
«Argentina es fundamental en el turismo receptivo, representando en los dos últimos años alrededor del 65% de la cantidad de visitantes y la misma proporción de gasto total, según datos del Ministerio de Turismo. Si bien China ha emergido como el principal socio comercial desde el año 2013, y representa el 26% del valor de las exportaciones de bienes en 2018, la importancia de la región en la demanda externa sigue vigente con 12% Brasil y 5% Argentina según Uruguay XXI considerando zonas francas».
Destaca el cambio de las relaciones con los países vecinos: «en la última década, el peso de Brasil sobre Uruguay, medido por la correlación contemporánea, alcanza su máximo al mismo tiempo que el peso de Argentina se redujo en una magnitud considerable».
Con respecto a los efectos en nuestro país de los schocks que experimentan dichos países, afirma: «un shock en los niveles de actividad de Argentina y Brasil tienen un efecto positivo sobre Uruguay que transcurridos tres años y medio incorpora la mayoría del shock, cumpliendo lo que se espera teóricamente. Esto puede indicar también que el efecto de un estancamiento en ambos países se verá a través de ese período. En cambio, el Tipo de Cambio Real de Brasil respecto a EE.UU. tiene un efecto negativo, de acuerdo a lo esperado y los antecedentes. En cuanto a la magnitud del efecto de los shocks, se tiene que un shock sobre el PIB de Brasil se trasmite uno a uno al PIB de Uruguay, mientras que un shock en el PIB argentino se transfiere en una magnitud de aproximadamente tres cuartos sobre el PIB de Uruguay».
Destaca que «la relación con Argentina parece alcanzar su mayor grado en las décadas de los 90 y del 2000, lo que seguramente se deba a los grandes cambios en las series en el entorno de las crisis de 2001 y 2002 en ambos países». Así las cosas, «de las correlaciones entre los ciclos parece quedar la idea de que existe un cambio en las relaciones con la región, pasando de una situación en los ’90 y 2000 en la que Argentina era el socio predominante, a otra en la última década en donde Brasil parece ser quien afecta en mayor medida al ciclo de Uruguay».
Concluye afirmando que «los resultados de este trabajo muestran que el crecimiento del PIB de Uruguay ya no responde únicamente a una relación de semisuma como fuera hallado” en un trabajo previo de 2003 “para el período 1980 a 2002. El Tipo de Cambio Real de Brasil (respecto de Estados Unidos) aparece como un componente más que interactúa en la relación. Por lo tanto, el crecimiento del PIB de Uruguay es explicado por los PIB regionales de Argentina y Brasil, pero también se ve influenciado por el comportamiento de los precios relativos de Brasil con EE.UU., directa e indirectamente».