Esta moneda tiene dos caras, una tiene la imagen de la herencia que el Frente Amplio le deja al gobierno electo, la otra es la de la curiosísima y efímera «luna de miel» en que el presidente electo Luis Lacalle Pou le echa veneno a la transición, develando todos los días misterios que la hacen cada vez más conflictiva.
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Lo cierto es que lo que oculta parece ser más gravitante que lo conocido, máxime que al pasar de las horas descubrimos múltiples facetas de una estrategia que resultó exitosa y que hace evidente que la mayoría de las veces la verdad no está detrás del escenario sino que se mueve en las bambalinas.
Vamos a ser muy cautos porque el país merece una oportunidad y los uruguayos merecemos cautela, pero, me temo, pese a que el dictamen electoral de la mayoría lo ignoró, hay mucho de cierto en que detrás del vago programa que el Partido Nacional le comunicó a la población, (del que no conocemos aún los 300 a 500 artículos de la Ley de Urgente Consideración), no estaba el país de las maravillas que prometían Luis y Beatriz, ni nos introducíamos a vivir un cuento de hadas.
Lo que parece ser muy cierto de ésta breve historia que nos contaron es que se acabó el recreo.
Cuando calienta el sol
Todo era dulzura en esa mañana radiante en los alrededores de Kibón. Los militantes festejaban. La mayoría aplaudían el fin de una era y el principio de otra en que los “malandras se iban a ir” -algunos a la casa y otros a la justicia-, otros pocos tendían su mano a “los que se iban”, sin omitir despedirlo con el índice para arriba.
Lacalle estaba contento, rodeado por su esposa y sus hijo festejaba el triunfo y el fin de una trabajosa y merecida victoria.
El discurso tuvo como centro una frase memorable de Eva Perón con la cuál tituló su libro autobiográfico: «Ustedes son la razón de mi vida». Cuando finalizó, nos ilusionamos con una transición perfecta como sabemos que deseaba Tabaré Vázquez y con una luna de miel, más o menos duradera como la que acompaña los primeros meses de todos los gobiernos y desearía también Lacalle Pou.
Pero el pícaro diablo va metiendo la cola y lo que no se preveía fue dando lugar a lo que fatalmente parece que va a ocurrir.
Es que me parece que el volante está en manos inexpertas.
Con uno, alcanza
En realidad, la diferencia es exigua pero alcanza, sobretodo porque los que perdimos, partido, gobierno, militantes y votantes, demostramos por enésima vez que somos auténticamente demócratas, pacíficos y tolerantes. A decir verdad, somos sólo la mitad pero más o menos iguales a la mayoría inmensa de los uruguayos, de todos los partidos.
El Partido Nacional, entonces, le debe su victoria enteramente a la «Coalición Multicolor» (lo que Oscar Bottinelli llama La Oposición, o sea los Partidos Colorado, Cabildo Abierto, de la Gente e Independiente), ya que en las elecciones parlamentarias del 24 de octubre obtuvo solamente el 28,62% de los sufragios, contra 39.02% del Frente Amplio. También con esto, aunque esmirriado, alcanza.
Cuando se instale el nuevo Parlamento, el Partido Nacional dependerá de los votos de esos partidos para conformar incluso las mayorías simples, lo cual adquiere especial significación en el caso de Cabildo Abierto que tiene 3 senadores y 11 diputados (es la «llave» de la mayoría simple), y que no concuerda con la visión antiestatista de Lacalle Pou ni con la visión anti Fuerzas Armadas y rabiosamente neoliberal de Ernesto Talvi. Para empezar, también esto alcanza.
El Partido Nacional obtuvo 10 senadores y 30 diputados, el Partido Colorado 4 senadores y 13 diputados, Cabildo Abierto, 3 senadores y 11 diputados. O sea que, en principio, la C.M. tiene 18 senadores, contando a la Vicepresidenta, y 56 diputados, contando los obtenidos por el Partido Independiente y por el Partido de la Gente, restando ver qué hará el electo por el PERI.
El Frente Amplio cuenta con 13 senadores y 42 diputados.
El gobierno que se instala es, pues, pese a las reiteradas declaraciones de Lacalle Pou de que «tengo 56 diputados y 18 senadores», un gobierno frágil y vacilante, entre cuyos líderes, como dijo Talvi de Manini Ríos (pero bien sabemos que no es el único caso), hay «océanos» que los separan.
No dudamos en que va a haber ocasiones en los cuales partidos que hoy son de la Coalición. votarán con el FA, y otra en los cuales el Partido Nacional vendrá a buscar los votos del FA, porque Cabildo Abierto no los acompañará.
Ya lo verán.
Así las cosas, y tras las primeras declaraciones del presidente electo y de quien después sería designado como Secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, quienes sutilmente se refirieron a esa escasa diferencia entre los dos bloques ideológicos en los que se divide la población, todo parecía augurar una transición ordenada, en paz y armonía, e incluso con algunas formas de consulta del futuro gobierno al saliente (más allá de la participación del FA en la Administración, las Empresas y Bancos Públicos y los Organismos de Contralor, costumbre que ha signado los gobiernos posteriores).
En esos primeros días, en la mayoría de la población, tras conocerse el triunfo de la C.M, un sentimiento de paz y tranquilidad se adueñó de todo el territorio nacional, salvo algunos hechos delictivos que la Justicia se encargará de aclarar y unos cuántos exabruptos de algunos desubicados, entre los que fogonearon operadores como Sotelo, el tal Juanchi del British, Ignacio Álvarez y agregado a último momento Sonsol quién arriesga con sus desplantes, hundir el trabajoso e inteligente posicionamiento político del llamado grupo Magnolia que lidera El espectador. Como al pasar, no lo bancan ni sus compañeros.
Tengo para mí que ese sentimiento de paz y amor era resultado de que el Frente Amplio había sido finalmente derrotado, porque durante todos los días anteriores y todavía ahora, en manifestaciones aisladas, el FA recibió las manifestaciones de un profundo y rabioso rencor que yo mismo, como ya conté, experimenté en carne propia, y que más de uno convirtió en amenazas de muerte a autoridades y a la gente en general aludiendo directamente a reiterar los crímenes de la dictadura, a la que nunca creímos que alguien pudiera elogiar.
Ese profundo rencor de alguna gente de la llamada Coalición contra el Frente Amplio fue cuidadosamente inculcado desde hace más de cuatro años en una operación psicopolítica que los técnicos y politólogos de la academia y particularmente los frenteamplistas, podrían dedicarse a investigar, ya que me temo que se comieron la pastilla.
Pero el caso es que hubo varios días de paz, hasta que la verdad y las asperezas empezaron a llegar y revelar realidades.
Tarifas, ajuste, seguridad y nombramientos militares
El primer gran episodio disruptivo tuvo lugar el mismo lunes 2 de diciembre, en el cual el presidente Tabaré Vázquez recibió al presidente electo Luis Lacalle Pou en la Torre Ejecutiva.
Al tomar conocimiento de que el Poder Ejecutivo iba a dar cumplimiento estricto a la promesa formulada el 29 de junio pasado (un día antes de las elecciones de candidatos por partido) en el sentido de que este 1º de enero no se aumentarían las tarifas en virtud de los ahorros y esfuerzos realizados por las Empresas Públicas, Luis Lacalle Pou estalló en furibundas declaraciones que fueron consignadas de esta forma por el diario El País bajo el sugestivo título de «Lacalle: se tendrán que sumar US$ 400 millones de ajuste por congelamiento de tarifas».
Allí, el presidente electo afirmaba: «El gobierno no ahorró, tiene el déficit mayor de los últimos 30 años, y cuando le toca ajustar las tarifas, que lo podría haber hecho por inflación, dice ‘no voy a aumentar'». En una frase que hasta podía resultar graciosa, Lacalle Pou declaró el lunes a Telenoche que el actual gobierno «decidió dejarle (realizada) al gobierno que viene la rebaja tarifaria que nosotros íbamos a hacer», y agregó, muy suelto de cuerpo que eso «significa que no ingresen aproximadamente 400 millones de dólares en este año», a la vez que recordaba su promesa electoral de «ahorrar (ajustar fiscalmente, digo yo) US$ 900 millones y después proceder una baja de tarifas y de combustibles».
Furioso como en sus mejores épocas, el presidente electo continuó: «El gobierno nos pone la carreta adelante de los bueyes, no ahorró, tiene el mayor déficit de los últimos 30 años (no cita los déficits de su socio Julio María Sanguinetti que llegaron al 7,5% y a la hiperinflación que denunció su padre; ni el destrozo que dejó en su segundo gobierno, ni la Crisis de 2002 que dejaron entre los tres), y cuando le toca ajustar las tarifas, que lo podría haber hecho por inflación, dice ‘no voy a aumentar las tarifas».
Y entonces, seguramente basado en los cálculos de la futura Ministra (que se quedó sin aire y clausuró una conferencia de prensa cuando le preguntaron por el déficit de US$ 700 millones que su partido no quiso eliminar), soltó: «si proponíamos ahorrar US$ 900 millones, agregále US$ 400 millones, con lo cual el esfuerzo (ajuste fiscal, digo yo) tiene que ser mucho mayor».
Así, sin anestesia, Lacalle nos vacunó para lo que se viene. ¡Apronten el culo uruguayos! , que la jeringa viene de punta y es más grande que el Himalaya.
Y para ser más gráfico , el nuevo Presidente afirmó: «A mí no me cabe la menor duda que si el Frente Amplio ganaba las elecciones, aunque no tengo como comprobarlo, ajustaba las tarifas».
Al día siguiente, tras reunirse con la futura Ministra de Economía, Azucena Arbeleche, el actual director de la OPP, Álvaro García, afirmó que el no aumento (no la rebaja, como equivocadamente se la denominó) de las tarifas había sido anunciado el 29 de junio, y respondía a los ahorros efectuados por las empresas públicas, que detalló una por una. Asimismo señaló que le parecía muy exagerada la cifra de US$ 400 millones de dólares atribuida al no ajuste de tarifas por dos meses, los que van entre el 1º de enero y el 1º de marzo, en el cual el nuevo gobierno podrá hacer lo que entienda conveniente.
Cabe señalar que el miércoles 4, en un gesto que el lector juzgará ya que yo no quiero hacerlo porque me trae viejos recuerdos, el presidente electo afirmó que pidió al actual gobierno que suba las tarifas en enero y le «pasen la factura».
El razonamiento de Lacalle es rarísimo. Lacalle creyó que el 29 de junio el gobierno mentía, porque creyó que todos eran como él. Declaró que sus asesores lo engañaron y asumió que «el anuncio de que no se tocarían las tarifas hasta el fin del período era como un compromiso electoral, de los cuales no están acostumbrados a cumplir». «¿Qué otra granada van a dejar sobre la mesa?
Increíble, se enojó porque el Frente Amplio cumplió su promesa y no subió las tarifas que el prometió que iba a bajar… Y lo más sorprendente es el anunció de que como penitencia, “tal vez, el nuevo gobierno las va a subir…”
Ya está.
El segundo gran disgusto, por ahora, vino cuando el gobierno entrante recibió la noticia de que el Presidente Vázquez, como corresponde, iba a proceder a realizar ascensos militares, y que no consultará al gobierno electo. «Esto me parece un gran error y lo vamos a plantear formalmente», dijo Lacalle Pou.
¿A quién se lo va a plantear formalmente? , ¿al Padre?, ¿a Sanguinetti?, ¿A Manini?, ¿al Papa o a la Constitución?
Mejor plantear la queja a la Constitución , que es la única que manda
La tercera muy mala señal que da el presidente electo tiene que ver con la presunta defensa propia de los policías, también llamada “gatillo fácil que serái incluida en la llamada Ley de Urgencia.
Reitero, estamos recién en el comienzo, pero me temo que a medida que se conozcan los 400 artículos de la Ley de Urgencia, nos vamos a desayunar de que lo que se viene y de que nos espera el propósito de abatir derechos adquiridos, restaurar privilegios ya perdidos y construir un modelo excluyente que creíamos que ya era cosa del pasado.
El país que el Frente le deja al nuevo gobierno
Ya hemos insistido hasta el cansancio que el FA le deja al gobierno electo un país con 15 años de crecimiento económico ininterrumpido, que se proyectan en el tiempo, en contraste con los terribles problemas de los gobiernos de Macri, Bolsonaro y Piñera, que él nuevo gobierno admira. Ese crecimiento se hizo con inclusión social y tenemos los mejores indicadores económicos de América Latina y el Caribe.
Somos un país modelo de democracia en el mundo, de estabilidad, de certezas y las pruebas PISA nos dan primeros en América Latina.
La herencia que recibe el nuevo gobierno es la que cualquier gobierno del mundo desearía recibir. Nada será sorpresa, los números se conocen con total transparencia y la transición será perfecta. No habrá “malandras” y la vida demostrará que lo de los “malandras” fue una reverenda mentira, una canallada electoral, sin ética ni principios. Con 17 mil millones de dólares de reserva en el BCU, con salud para todos y todas, con la mejor redistribución de la riqueza, con una ley integral para personas históricamente vulneradas no se justifica que nos echen.
Se van esos que empezaron a dar medicamentos de alto costo, se van los que dejan el país con la menor tasa de pobreza y desempleo de la historia. Se van los que dieron computadoras a todos los niños y ancianos, se van los que introdujeron la robótica en las escuelas, los que abatieron hasta lo aparentemente imposible la mortalidad infantil y el embarazo adolecente. Se van los que universalizaron el derecho a la salud, los que aumentaron el salario real de los trabajadores y las jubilaciones hasta hacerlo el de salario real de mayor crecimiento sostenido en la historia. Se van los que implementaron un Plan de Salud Bucal para todas las escuelas públicas del país. Los que metieron preso a los torturadores, los que respetaron a la justicia cuando ésta falló en su contra, lo que buscan a los desaparecidos hasta encontrarlos, los que repararon a los expresos políticos y exilados en la dictadura. Se van los que dieron casi 100000 lentes gratuitos a niños y niñas, los que les dan las “jackes” a los hijos de los trabajadores, lo que detectan la sordera infantil en todo el país, los que proporcionan pelucas gratuitas a las mujeres sometidas a quimioterapia. Se van los que hicieron realidad el sueño de volver a ver gratis a miles de personas con cataratas. Se van los que dignificaron los hospitales, los que eliminaron las “tarjetas de pobre”, los que subieron e hicieron dignos los sueldos de maestros, profesores, médicos, policías. Se van los que dieron derechos a los peones rurales y a las domésticas, se van los que ampliaron los derechos de los discriminados, Se van los que electrificaron las zonas olvidadas, se van los que tecnificaron a la policía que no tenía ni para la ropa. ¡Se van! Se van del país del halago internacional, del país más democrático de América Latina: ¡Se van! Se va el país ejemplo de ley antitabaco: ¡Se van! Se van los que hicieron de Uruguay esa “isla en el caos”, según Le Monde.
Se van los que pusieron a los pobres en lugares que era hegemonía de privilegiados.
¡Se van!
¿Quién dijo que se van?