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La necesidad de verificar

Por Rafael Bayce.

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En diciembre de 2018, un conjunto de periodistas, medios de prensa, académicos y universidades, teniendo en cuenta antecedentes similares en otros países, constituyeron un colectivo de verificación sobre lo dicho por los candidatos en las campañas electorales y de circulación viralizada en redes sociales. Los criterios de inclusión del material analizable son la huella audiovisual de las declaraciones de los candidatos en los medios analógicos y portales digitales de comunicación, los ‘likes’ en Facebook, Instagram y Whatsapp, y los ‘retuits’ en Twitter. En suma, lo dicho (escrito y hablado) y lo gesticulado en medios analógicos por los candidatos y el impacto digital de algunos de los hechos circulantes de mayor relevancia comunicacional. Por más y mejores detalles, vea www.verificado.uy, así como recopilaciones del trabajo en Radiomundo y en el programa En Perspectiva.

 

Una herramienta contemporánea

Cuando uno busca en la red -en especial en Google- por un tema, hecho, persona, colectivo o palabra de interés, la cascada imparable de menciones recibidas, sin destaque entre sí, sumergen al esperanzado buscador en una culta desesperación ante la cantidad de información accesible, frente a la cual posee pocos modos de jerarquización que no sean alguna recomendación privada, el atractivo de algún título, el lugar en el todo y algún autor conocido.

Esta situación vuelve imprescindibles herramientas de verificación de datos. ¿Por qué? En primer lugar, como se ha dicho, porque el mero acceso, sin siquiera filtros de calidad, novedad y cantidad, a la catarata creciente de información publicada en medios analógicos y digitales, es cada vez más difícil para la gente común, aunque también lo sea -menos dramáticamente- para consumidores especializados y formados.

Al hecho constatable de que es imposible acceder a todo lo publicado analógica y digitalmente, aun en los temas de mayor interés para cada uno, se suma otro factor no menor: los medios de comunicación analógicos y las redes sociales digitales han convertido la antigua desinformación relativa, frente al aumento geométrico de los hechos y opiniones novedosos y de interés, en sobreinformación abusiva, frente a la cual se necesitan también variados filtros orientadores si se quiere evitar ser manipulado.

Cuándo se recibe la información, sobre determinada consulta, de que hay más de dos millones de datos disponibles, no es fácil resolver el dilema. ¿Cuáles revisar y cuáles no? ¿En qué orden? ¿Con qué grado de fiabilidad y pertinencia relativas? No hay, al día de hoy, buenas orientaciones sistemáticas o filtros que no sean los ya mencionados, o la cantidad de visitas o aprobaciones aportadas por buscadores anteriores, lo que es notoriamente insuficiente, dada la discutible jerarquía de los autores de las mismas. Cualquiera que haya estado en este lugar puede dar fe de la mezcla de estupor, desorientación y desesperación sufrida por los inicialmente esperanzados buscadores. Mucho peor -y es imaginable- es la situación de quienes aspiran a chequear el grado de verdad y/o realidad de cada información a la que acceden, más o menos filtrada. Y a esta carencia responde una iniciativa como la de verificado.uy.

 

Chequeos de realidad y de verdad

Desde que por medios técnicos y por credibilidad cultural creciente es cada vez más fácil ‘disimular’ algo existente y ‘simular’ algo inexistente, el universo modélico y del simulacro (gracias a Jean Baudrillard por su precoz clarividencia en todo esto) se indiferencia del materialmente fáctico y cuestiona la ‘verdad’ y la ‘realidad’ de lo perceptible y de lo creíble. Esta progresiva dificultad para discernir entre lo real y lo ficticio, lo verdadero y lo falso, lo exacto y lo inexacto, de identificar lo exagerado y lo dramatizado, se hace particularmente necesaria cuando se trata de la información destinada a influir en elecciones nacionales.

La realidad y la verdad de lo dicho por los candidatos, o por sus voceros, es una de las bases de la adhesión posible del electorado potencial, aunque sin duda no es la única, ni siquiera la más importante. Las atracciones y repulsiones emocionales, dictadas por profundidades psíquicas y psicosociales, unidas a los intereses que pueden ser servidos por las adhesiones a algún mensaje, pueden ser tan decisivos electoralmente como la verdad o la realidad de lo manifestado por los candidatos, o lo impuesto por las redes sociales.

Es fundamental que la gente pueda tener más y mejores instrumentos para discernir qué grado de realidad y de verdad contienen los mensajes de campaña y sus reflejos en los medios de comunicación analógicos y en las redes sociales digitales, ya que estos grados de realidad y de verdad son importantes elementos decisorios, además, argumentables -erróneamente- como los más importantes para una idealizada decisión racional, altruista, de las decisiones electorales en una también idealizada ‘democracia’. Porque la gente no decide -básicamente- ni racional ni altruistamente; ni la calidad de la democracia depende centralmente de la creencia en la verdad y la realidad de las argumentaciones. Sin embargo, la realidad y la verdad de los enunciados intercambiados analógica y digitalmente es un aspecto científicamente mejorable de la comunicación psico-socio-electoral, al contrario de aspectos de psicología profunda, de jerarquías de valores consolidadas y de intereses arraigados, indudablemente más duros de roer que los chequeos de verdad y realidad.

Como en el caso de cualquier información contemporánea, pero perceptible -dudosamente- como más importante, la distinción entre lo verdadero y lo falso, lo real y lo construido intencional y técnicamente, lo exacto y lo inexacto con sus matices de intencionalidad funcional y de instrumentalidad político-electoral, se vuelven focos posibles y deseables de un trabajo científico-comunicacional.

 

Fake news y hechos electorales

Dentro de ese trabajo tan básico como imprescindible de elucidación de verdad y realidad en los contenidos ‘electorables’ en medios analógicos y digitales, procede una aclaración sobre qué lugar tienen las ‘fake news’ dentro de este trabajo de elucidación de verdad y realidad.

¿Qué son las fake news al interior de estos chequeos de realidad y de verdad influyentes potencialmente en decisiones electorales? ‘Fake’, en ‘american english’, significa ‘engañar’, ‘amagar’, conducir la atención psíquica o sensorial en una dirección para ocultar la mejor dirección para percibir ilustradamente algo. El paradigma de ‘fake’ es el amague en deportes, bien conocido en fútbol y básquetbol pero tan común también en otros deportes. Se finge, simula, que se va a hacer algo para hacer otra cosa ayudado por la distracción provocada en el receptor de la simulación, del amague. ‘Fake news’ serían, en puridad, enunciados o imágenes audibles o visibles que fingirían, simularían, amagarían, buscando así disimular lo que más profundamente se intenta hacer o hacer creer, engañando. Y en esa simulación, amague, que disimula, engaña, hay una intencionalidad de desorientar, de conducir al receptor del mensaje o enunciado en una dirección que le dificultará ir en la dirección o sentido verdadero o real, indeseable para quien intenta simular para disimular, orientar para desorientar. La clave de investigación y de elucidación, en el caso de las fake news, es descubrir cómo se simula, se disimula, se engaña y se desorienta para provocar una creencia determinada, pero descubriendo también para qué se hace eso, la finalidad de dicha operación.

Los chequeos de verificado.uy se refieren fundamentalmente al establecimiento del grado de realidad y de verdad de los enunciados. No necesariamente algo debe ser descartado solo por irreal o falso; puede ser inexacto, por exagerado o minimizado, hiperbólico o ‘litótico’. Otra importante operación a detectar es la falacia, la incorrecta o ilógica inferencia inductiva o deductiva desde determinada afirmación o cadena de enunciados. Queda para el futuro, lo proponemos; porque la falacia es tan importante como la irrealidad, la falsedad y las fake news para influir decisiones electorales y para toda la comunicación cotidiana.

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