La pandemia de covid-19, que afecta al mundo entero desde comienzos de 2020, «tuvo una profunda repercusión en el mundo de trabajo», señaló a Caras y Caretas Silvia Lema, doctora en Ciencias Sociales con especialización en Trabajo Social. Esa repercusión, entre otras cosas, provocó «un desarrollo exponencial de algunas de las tendencias que veíamos previamente.
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Sobre todo ha puesto de manifiesto la importancia que la nueva combinación de trabajo vivo y el trabajo muerto tienen en el desarrollo de las fuerzas productivas, con el desarrollo de la informatización y robotización, el teletrabajo, las formas de digitalización del trabajo. Eso puso sobre la mesa la importancia que ha tenido esta revolución de la informática como desarrollo de las fuerzas productivas».
«Por otro lado mostró la desigualdad en el mundo del trabajo», precisó. En este sentido señaló que «en este mundo tan heterogéneo, altamente tecnologizado, informatizado, con empleos profundamente precarizados, se genera una brecha mayor. O sea que se desarrolló un mayor nivel de desigualdad en la clase trabajadora y en el mundo del trabajo todo».
Lema indicó que de la pandemia han surgido ganadores y perdedores. Entre los sectores que han ganado en acumulación y en rentabilidad destacó a la industria de la química y el medicamento, al tiempo que «hay otros en los que se ha profundizado ese proceso de empobrecimiento de la clase trabajadora, como es el sector de los servicios, profundamente golpeado».
Destacó que esa tendencia de precarización y flexibilización laboral, «presentada como relaciones independientes», encubre «relaciones profundamente dependientes». A eso se le llama «uberización del trabajo». En ese sentido recordó que se ha registrado «un incremento del proceso de precarización ya que la gente ha salido a buscar por cuenta propia las formas de inserción laboral. Sin embargo, cuando la pandemia aparece a principios de 2020 ya la economía venía en un proceso de recesión, con un aumento del desempleo, de la precarización y de la informalidad. Lo que hace la pandemia es profundizar esas relaciones, esa tendencia. La profundiza además con determinadas ganancias para el capital».
Siguiendo esa línea advirtió por la instalación del teletrabajo. Se trata de una tendencia que venía dándose, «pero que ahora se instala para quedarse». Y llamó la atención sobre la falta de «una visión muy reflexiva, muy crítica, acerca de lo que significa o de las consecuencias que eso puede tener. Ahora, desde el punto de vista de la composición del trabajo, tenemos una clase trabajadora más fragmentada, más precarizada, más flexibilizada en donde estas formas del trabajo que aparecían bajo estas modalidades de uberización claramente se han instalado estructuralmente».
Lema hizo referencia al contenido de la Ley de Teletrabajo, que ya tiene media sanción en el Parlamento, de la que destacó tres aspectos, a su juicio, fundamentales. «Primero, que es un trabajo voluntario, pero en el que la voluntad se establece en la relación uno a uno. Aquí aparece una nueva forma de individualización de la relación laboral que pierde el trabajador colectivo y se transforma en un trabajador individual, donde la negociación de las condiciones de trabajo y la relación laboral queda aún más en ese plano del uno a uno en donde sabemos que una relación de dependencia siempre significa una relación de desigualdad. Es decir, aparece en la ley una negociación entre dos iguales que se ponen de acuerdo para desarrollar el trabajo pero sabemos que, por las condiciones en las que se encuentra el trabajador, muchas veces no tenemos más remedio que aceptar».
Segundo, «se rompen las formas de regulación de la jornada laboral. No se establece claramente el límite de la jornada y se pasa a una acumulación semanal. Sabemos muy bien que es muy difícil para el trabajador poner por sí mismo un límite a la jornada laboral cuando está en esa relación de desigualdad. ¿Cuánto le ha costado a los trabajadores, teniendo una jornada regulada de ocho horas, que se respeten las horas extras? Muchas veces el trabajador tiene que romper con la relación laboral para hacer un reclamo sobre esas horas extras, porque cuando está en en esa relación es muy difícil hacer un reclamo».
Otro aspecto que aparece en la ley es el tema de la desconexión, el derecho a la desconexión. «Es muy difícil establecer en esa relación de uno a uno, oculta, absolutamente privada, porque aparece por fuera del ámbito colectivo, establecer el tiempo de desconexión cuando sabemos que muchas veces están presionados debido a aspectos vinculados a la productividad, al control. Se establece el derecho a la desconexión, pero ¿cuáles son las condiciones verdaderas de realización cuando eso queda en esa relación tan íntima del uno a uno?».
«Otro elemento que aparece es quien provee los insumos», destacó. Esto es quién se hace cargo de los gastos y equipos. «El teletrabajo significa un ahorro de costos para el capital», sentenció. «Al ser un ahorro, el trabajador por sí mismo está asumiendo esos costos, como la luz y el mantenimiento. Son elementos que se agregan a esa negociación personal. El capital lo toma como una disminución de costos y se rompe de alguna manera ese trabajador colectivo que tenía la posibilidad de una negociación, de pertenecer a un colectivo más amplio y de generar un buen proceso de negociación. No se elimina la negociación colectiva en el teletrabajo, pero, claramente, la sociabilidad que da el trabajo a domicilio es una sociabilidad profundamente individualista. El trabajo no significa solamente salario o condiciones de trabajo, es el principal estadio de sociabilidad para el trabajador».
«Entonces, ¿la pandemia que nos dejó? Nos dejó justamente eso, un trabajador más precarizado, más flexibilizado y más empobrecido en las condiciones de reproducción material porque los salarios vienen a la baja. Las condiciones de trabajo vienen a la baja, pero también la sociabilidad viene generándose de manera más empobrecida», subrayó.
Delivery en crecimiento
Por otra parte, Lema hizo referencia al trabajo por aplicaciones y a los delivery. Destacó que hubo un aumento en el sector, aunque no todavía suficientemente cuantificado, porque es como «la estrella de salida laboral, donde los trabajadores tienen la capacidad generarse un empleo por cuenta propia. Ahora, lo que se ha visto también es que al haber un aumento y un determinado manejo de las aplicaciones, ha habido una reducción salarial, en las condiciones de pago, por la productividad que se exige. En ese sentido en la medida que aumenta la oferta, también disminuye el pago. Como es por productividad, al haber más gente para realizar esa tarea, se paga menos».
Destacó que se trata de tendencias que no son nuevas, pero que «profundizan de la precarización, la informalidad del trabajo por cuenta propia. Donde aparece un trabajo subordinado pero que aparece como independiente, donde el capital no se hace cargo de las condiciones de trabajo, de la protección social. Tiene además un impacto no solo en las formas objetivas del trabajo sino también en las subjetivas. Tenemos un movimiento sindical con mayores dificultades para generar organización, movimientos de resistencia, para generar una estrategia más ofensiva. Estamos en un momento de defensiva porque está en cuestión el propio empleo».
No obstante señaló que en este panorama se pueden destacar algunos momentos -«externos al mundo del trabajo»- que «han sido los aglutinadores. Como fue la recolección de firmas. Es un momento aglutinador que no está directamente vinculado al mundo del trabajo, pero que fue como el catalizador para poder avanzar».
A su juicio «la gente que firmó no conocía el contenido de la LUC», pero «firma motivada por esa cosa de desaliento en torno a la pandemia y las formas de actuar. Y además porque se visualizó un elemento central, en el momento de mayor auge de la pandemia, entre abril y mayo, con mayor número de contagios y muertos. Fue el momento en que no se dejó de priorizar el proceso de acumulación de capital. Fue el momento en que hubo menores medidas de protección a los trabajadores porque la economía siguió mostrando la prioridad que tiene en el proceso de reproducción social por encima de la vida y la salud».
Reforma
En este marco de profundas transformaciones e incidencia de la pandemia, Lema hizo énfasis en el proceso de reforma de la seguridad social llevado adelante por el gobierno. Consideró que se hace en el peor momento. «Se instala una discusión en torno a la reforma de la seguridad social en el peor momento. Porque la pandemia movió las bases de la estructura de la seguridad social como sistema. Porque la pandemia tocó el mundo del trabajo. El sistema educativo, que es lo que se junta con el trabajo para ver las formas de producción, hacia dónde vamos. Está tocando el sistema educativo. No sabemos qué va a pasar con el mundo del trabajo en la situación que está».
Subrayó que en la educación «hubo ganadores, o menos perdedores, que otros. Los que tenían determinadas condiciones para seguir acumulando en el proceso educativo, en primaria, secundaria y terciaria, se adaptaron, pero sabemos que hay una gran cantidad de población en el sistema educativo que prácticamente ha quedado relegada en los tiempos de pandemia».
«Si pensamos en seguridad social, vemos que toca las bases de la reproducción social porque la pandemia tocó las tasas de natalidad, las de mortalidad y la esperanza de vida. Si pensamos que la seguridad social tiene esos tres pilares, se basa en ellos, vemos que es el peor momento para pensar en una reforma, cuando la base de ese sistema está en un momento en que no sabemos a dónde va a ir», subrayó.
Recordó que la reforma de la seguridad social de 1996, «en medio de una profunda crisis del mundo del trabajo», creó un sistema que luego «fracasó». Ese sistema, de ahorro individual, «demostró que los trabajadores no tenían la posibilidad de un ahorro ascendente, continuado. Y cuando llegaron los cincuentones al momento de la jubilación se tuvo que hacer una reforma paliativa. Ahora se piensa en una reforma cuyos pilares están en un movimiento sísmico. Es el peor momento para plantear una reforma de la seguridad social que claramente viene en retroceso para la clase trabajadora».