Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Política pandemia |

Lo que se mueve, se saluda; lo que está quieto, se pinta

La pesada desembarcó en Salud Pública

La verticalidad y la disciplina son la columna vertebral de una estructura militarizada. Es el principio fundamental del funcionamiento del Ejército, una unidad táctico operativa destinada a cumplir una misión. El error de querer llevar la organización militar a la sociedad civil es no comprender que en un sistema republicano democrático la organización militar está subordinada a la autoridad civil. La sociedad civil se rige por otros valores, como el del diálogo, la tolerancia, y el debate.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Por Ricardo Pose

 

La formación militar setea el razonamiento; la lógica de que todo lo que se mueve se saluda y lo que no se mueve se pinta de blanco. En el ejército no se proscribe la inteligencia, se anula.

Para esta visión del mundo, fuera del cuartel campea la mugre, la indisciplina, el desorden, la ineficiencia y el escaso sentido de la autoridad. Por eso una fuerte desviación de poder es el militarismo en donde esta visión se involucra en las actividades civiles con el propósito de intervenirlo para establecer conductas que son propias de la actividad militar.

El recurso de la intervención es usado para sustituir a las autoridades civiles. En el curso de estas conductas desviadas, los militares, en actividad o retirados, ocupan las jerarquías legítimas para restablecer lo que consideran “el orden”.

De interventores llenó la dictadura cívico militar las instituciones públicas nacionales y departamentales, los entes, los tribunales, la Policía, todo el aparato del Estado.

Permitió la participación de civiles, serviles al régimen, en organismos públicos, pero cada directorio, cada institución tenía su interventor militar; porque en la concepción marcial, los interventores son los que garantizan la centralidad del mando supremo.

No importan los años que un militar pueda tener de estar retirado; hasta el mismísimo club de bochas o de pesca, si decide integrar a un militar retirado a su directiva, puede darse por intervenido. Y, por supuesto, a partir de ese fatídico día, se subvierte la lógica imperante; se pasa solamente a “arrimar el chico” o pescar tarariras. No hay más espacio para lo diverso. Al menos, casi siempre es así.

 

El primer tiempo

El Ministerio de Salud Pública fue uno de los ministerios asignados, en el reparto de cargos entre los multicolores, a Cabildo Abierto. Cabildo Abierto no es fascista, pero carga con una pesada mochila que a veces lo incomoda, está lleno de fascistas.

El Ministerio de Salud Pública es muy sensible por su proyección social, en su órbita está un servicio público, ASSE, que presta servicios de salud a medio millón de uruguayos. Es el mayor prestador del país, su red se extiende a toda la geografía de Uruguay y atiende a los sectores más humildes de la población. Con una larga historia de clientelismo, de inequidades, de privaciones, de carencias y humildad de recursos en todos los niveles de asistencia, hizo un casi total abandono de la atención primaria hasta la llegada y los esfuerzos de las administraciones frenteamplistas.

En la concepción de funcionamiento burocrático, para el cuño militar, el ministro Daniel Salinas es una suerte de Aparicio Méndez para los Tenientes de Artigas.

En el tablero de ajedrez de esta concepción, el rey y los peones son políticos civiles, pero el resto de las piezas, reina, torres, caballos y alfiles son militares, aun retirados.

Al frente del desembarco va un médico neurólogo con grado militar, que se desempeñó en el Hospital Militar durante un cuarto de siglo, el Dr. Daniel Salinas.

Lo acompañan, como subsecretario, un joven herrerista, el Dr. José Luis Satdjian, y como director general de Secretaría, otro cabildante, el Dr. Carlos Benítez Preve, un abogado de 75 años,que habría sido hace 45 años edil pachequista y que fuera funcionario destacado del Ministerio de Cultura en la dictadura, ocupando cargos de responsabilidad durante el ministerio del Dr. Edmundo Narancio.

Un interventor no es lo mismo que un “acomodado” en la jerga de los funcionarios públicos. Tampoco es un “ñoqui”.

En la práctica del clientelismo, un acomodado puede ser designado director o portero. Un “ñoqui” puede o no ir a trabajar.

El interventor es una figura, más relevante, interviene sobre lo organizado, ejerce la autoridad que recibe por delegación y asegura la centralidad de mando. Como el origen de su autoridad es muy arbitrario, goza de la licencia de esa arbitrariedad.

Por eso se lo ubica en lugares claves del funcionamiento, generando una figura de mando y responsabilidad, aun por fuera del organigrama de funcionamiento presupuestal.

El control de los recursos humanos y los materiales forman parte de los servicios estratégicos en la concepción militar.

Con los recursos económicos de la Comisión de Apoyo de ASSE para compensar algunas jubilaciones militares, y poder ocupar puestos que no están previstos como presupuestados o contratados, se nombraron sin resolución ministerial interna, salvo una comunicación verbal, según nuestras fuentes, al teniente coronel retirado Juan Antonio Machado al frente de Recursos Humanos, y como director de Seguridad, Transporte e Infraestructura del Ministerio de Salud Pública, al comisario retirado y experto internacional en seguridad privada Carlos Popovich.

También se habrían reforzado con nombramientos de integrantes de Cabildo Abierto otros lugares como la División Fiscalización y la de Descentralización del ministerio y se esperan, tal vez no se produzcan nunca, cerca de 20 nombramientos más entre asesores y directores, completando el cuadro del desembarco.

 

Tropiezos y virus

El ministro Daniel Salinas fue muy cuestionado  cuando se supo de su designación porque desde su anterior trabajo como gerente de Compras de Casmu se anunció su destitución y la eventualidad de una denuncia por irregularidades no muy precisas. También se hizo público su vínculo como socio en una clínica con su suegro, el médico psiquiatra Martín Gutiérrez, acusado de violación a los derechos humanos durante el terrorismo de estado en el Penal de Libertad, y de haber sido sancionado en la década del 60 por la Universidad por su participación en el asalto a esa casa de estudios. Estos cuestionamientos, sumados a que el propio Dr. Julio María Sanguinetti había señalado a Martín Gutiérrez por su ideología nazi, motivaron que el Dr. Salinas fuera convocado por el presidente Lacalle Pou para aclarar estas situaciones, que al final no merecieron objeciones a nivel  presidencial y facilitaron la renuncia a Casmu y la continuidad de las acciones legales contra su exgerente.

La explosión de la pandemia puso un manto de silencio sobre estos episodios que se acallaron aun más por la discreción con que se manejaron estos cambios y por la dificultad de los distintos integrantes de la coalición para obtener cuadros competentes como para reemplazar a profesionales con amplio desempeño de sus responsabilidades, carreras prolongadas, cargos efectivos y presupuestados y respaldos académicos sólidos.

Sin embargo, lentamente fueron produciéndose movimientos en las distintas áreas y surgió cierto malestar de las autoridades con las distintas direcciones que se desempeñaban en la conducción técnica de las acciones referidas a la pandemia y los diferentes programas técnicos del ministerio.

También empezaron paulatinas destituciones. El 25 de marzo, varios directores plantearon su discrepancia con las autoridades de la cartera por la forma en que venía gestionando la emergencia sanitaria contra el coronavirus y pusieron sus cargos a disposición.

Entre los directores se encontraba la directora de Epidemiología, la Dra. Raquel Rosa, y la directora del laboratorio del MSP, Verónica Seija, quien fuera destituida el 14 de abril, al parecer, por discrepar con los criterios de evaluación de los tests.

 

El segundo  tiempo

Una emergencia sanitaria para una concepción marcial medio fascistoide como la del integrante de Cabildo Abierto, doctor Fernando Silva, recientemente nombrado director de la región oeste de ASSE, debe ser lo más parecido a un escenario de guerra. Con uniforme bioprotegido, municiones de alcohol en gel, trapo, fregón y lampazo, papel higiénico al por mayor, lavandina y garrote. Silva no le tiene miedo a nadie.

Asegurada la línea de mando,  Silva fue nombrado director en sustitución de la Dra. Alejandra Caputi y con ella fue sustituida todo su equipo regional. Por supuesto el nombre de Silva es propuesto y votado por el representante de Cabildo Abierto en el Directorio de ASSE, el coronel retirado Enrique Montagno, junto a los otros dos representantes políticos y el voto en contra de Natalia Pereyra, representante de los usuarios; Pablo Cabrera, representante de los trabajadores, no se encontraba presente. Por supuesto que en las redes sociales, Silva agradece a su coronel y se compromete a limpiar, la institución con esponja de alambre y a “poner el culo” en el sillón las horas que sean  necesarias en una cruzada que parece tener el propósito de volver la asistencia pública a lo que era antes, un espacio,lleno de carencias, para una salud de cuarta destinada a los más pobres.

“Es una pena y genera un gran malestar recorrer los hospitales públicos… la mugre, la desidia, la falta de control es un común denominador. No sé si tendremos más o menos plata, más o menos recursos humanos. Pero urge la vergüenza de no hacer nada, es un compromiso, más que partidario, moral, el cambiar el estado de los hospitales públicos. Acá hay que arremangarse y meter fregón, lampazo, agua Jane y voluntad. La plata está, el recurso humano se consigue, hay que poner y poner voluntad, que es lo que falta. Esperemos transformar estas lágrimas en sonrisas, ojalá podamos volver a dignificar la salud pública como se merece, volver a que sea orgullo nacional como fue otrora la educación, esa es nuestra misión”, publicó Fernando Silva el 3 de abril en su muro de Facebook.

En rápida y muy digna respuesta, los médicos de la región oeste presentan su renuncia.

En un comunicado hecho público y firmado por los médicos del regional oeste (San José, Colonia, Flores, Florida, Durazno, Soriano y Rio Negro), el 21 de abril, afirman: “Entendemos que estas formas no nos garantizan el respaldo necesario para actuar y decidir en el marco de la actual pandemia y la imprescindible transición responsable, lo cual ha quedado en evidencia en las declaraciones públicas del nuevo director de nuestra región, Dr. Fernando Silva. En las mismas se manifiesta un absoluto desprecio por la tarea que durante tanto tiempo y con tanta responsabilidad y dedicación venimos llevando a cabo, y gracias a las cuales ASSE está preparada para enfrentar la pandemia”.

Contradiciendo lo afirmado por Silva, además de su voluntad de comprometerse a un período de transición, declaran: “Por último, queremos manifestar el orgullo de haber pertenecido a la generación de gestores que llevaron a cabo la reforma sanitaria, transformando a ASSE en el mayor prestador de servicios de salud del país, liderando la reforma con cambios sustanciales en el modelo de atención, mejorando sustancialmente la calidad de asistencia de los usuarios que hoy eligen afiliarse a ASSE”.

Sumándose a la crisis, algunos integrantes de los equipos de gestión de la región Este ponen sus cargos a disposición.

En ambas notas, se expresa lo que es fácil percibir; por encima de las visiones sobre la gestión de la administración pasada, lo que prima en las nuevas autoridades del MSP y ASSE es imponer la fidelidad partidaria.

Y siempre hay uruguayos que se resisten a estos tiranos de cartón y dan pruebas de que en la vincha de cada oriental hay una divisa que nos une por encima de sectarismos partidarios, y la llevan uruguayos vestidos de milicos o de  paisanos: “Nadie es más que nadie”.

 

El alargue

Conocido lo de las renuncias de más de 50 médicos de todo el país, que se encuentran desempeñando cargos de jerarquía por  designación directa o por concurso, el Directorio de ASSE metió violín en bolsa y puso en el congelador la designación del más  boca abierta de los boca abierta de Cabildo Abierto.

A este Dr. Fernando Silva no le dieron tiempo de denunciar que le hackearon el celular ni decir que se lo robó un amigo que escribió los tuits que motivaron la renuncia de 50 médicos de ASSE. A Fernando Silva le sacaron la roja porque se pasó de vivo y creyó que se podía atropellar a la gente como atropellan los trolls en las redes sociales. Pero, en esta oportunidad, será como en el vóleibol, solo una rotación.

Leonardo Cipriani, presidente de ASSE, es un joven médico que agarró un fierro caliente y caminó tropezando, esquivando minas explosivas que le ponen sus propios camaradas de la coalición. Es evidente que fue alguno de los suyos el que la semana pasada le pasó a Búsqueda una información que lo involucraba y que, al parecer, resultó falsa. Ahora, es un cabildante el que le pisó la piola. Cipriani sacó de nuevo la pata del lazo y consiguió el apoyo del presidente para voltear a ese pichón de Manini que estaba designado para ser director de la regional Este del MSP.

Cipriani anunció que será designado para otro cargo porque así “lo ha propuesto el representante de Cabildo Abierto en el Directorio” del servicio descentralizado (sic)” (conste que los directores no pueden tener actividad política).

Cipriani lo está haciendo bastante bien, superó con inteligencia la crisis provocada por 50 casos de coronavirus en el hospital Vilardebó y lo hizo rápido y con inteligencia. Tres crisis en una semana está muy bien en semejante pandemónium.

No la va a llevar de arriba porque, como dijo Lacalle, una coalición de cinco socios no es cosa fácil.

Todo lo demás seguirá igual, o aun peor.

 

Temas

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO