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Política

Periodistas militantes

La voz detrás de la careta

Con bombos y platillos, la edición del 19 de marzo de este año del diario El Observador anuncia el relanzamiento de la filial uruguaya de la organización internacional PEN (Periodistas Ensayistas Novelistas) en defensa de la libertad de expresión y ante algunos signos de intolerancia; intolerancia que en boca de sus representantes parece provenir siempre de un solo lado. Al decir del humorista Eduardo D’angelo: “¿Usted no desconfiaría???”.

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Por Ricardo Pose

 

Catharine Amy Dawson-Scott, poeta, dramaturga y activista británica de la paz fundó PEN como una forma de unir a escritores después de la devastación de la Primera Guerra Mundial. Al principio no era nada más que un dinner club que ofrecía un espacio a los escritores para compartir ideas y socializar. La organización, hoy conocida como PEN International, comenzó en Londres, Reino Unido, en 1921. Después de cuatro años había ya 25 centros PEN en Europa y en 1931 también ya varios centros en Sudamérica y China.

PEN celebró su primer Congreso en 1923, con la participación de 11 centros. A lo largo de la década de 1920, la organización era la única dedicada a reunir a escritores sin importar la cultura, idioma u opinión política, especialmente considerando los disturbios políticos que el mundo había empezado a experimentar. De hecho, una de las ideas originales para la creación de PEN se expresó como “no política en los PEN clubs, bajo ninguna circunstancia”.

En 1926, en el cuarto congreso de PEN, en Berlín, las tensiones habían aparecido ya entre el Club PEN alemán y la comunidad PEN en general. Varios escritores alemanes jóvenes, Bertolt Brecht, Alfred Döblin y Robert Musil, entre ellos, expresaron su preocupación en relación a que PEN en su país no representaba el verdadero rostro de la literatura alemana. Estos se reunieron con Galsworthy para expresar su consternación. El dramaturgo Ernst Toller insistía en que PEN no podía ignorar la política, que estaba en todo lugar e influía todo.

Hacia fines de la década de 1930, PEN apelaba ya activamente a favor de escritores y se manifestaba en contra del maltrato recibido por estos. El caso del húngaro Arthur Koestler (en ese entonces periodista), que había sido arrestado en la España fascista y sentenciado a muerte, fue un éxito incipiente: este fue liberado después de que PEN hiciera una campaña para su liberación. El gran poeta español Federico García Lorca, sin embargo, fue ejecutado al poco tiempo después de su detención; trágicamente, PEN no pudo actuar hasta recibir un telegrama -ya demasiado tarde- en que se informaba a la organización sobre el peligro al que se enfrentaba. Una resolución en el congreso de PEN de 1937, en París, rindió homenaje a García Lorca y expresó su consternación al pueblo español por su muerte. Esta respuesta fue posiblemente un factor importante en el resultado positivo del caso de Koestler.

El derrotero de esta organización, como es fácil suponer, fue con los intelectuales del llamado socialismo real. La reivindicación de lo apolítico de esta organización ofició en su momento como un movimiento indiferente ante los horrores del nazismo, el franquismo, el fascismo y las  intervenciones militares de Estados Unidos.

En todo caso, no parecía ser el escenario del Uruguay de aquellos años, donde la literatura, el periodismo y los ensayistas gozaban de todas las libertades y prestigios para su realización.

 

Dime con quién andas

Este relanzamiento es el tercer impulso, al menos conocido públicamente. El 18 de mayo de 2017 en el Ateneo de Montevideo se hizo un lanzamiento especial con una suerte de conferencia sobre el rol de los escritores, en el que participaron Mercedes Vigil y Hugo Burel bajo el patrocinio de los integrantes de PEN Uruguay, el exembajador y escritor Carlos E. Orlando, Daniel Gianelli (columnista del semanario Búsqueda) y Álvaro Casal (columnista del diario El País).

El 11 de octubre del 2018 los antes mencionado anuncian un relanzamiento, pero en esta oportunidad el argumento ya no será un encuentro de escritores, sino un posicionamiento sobre los riesgos que la labor de periodista y escritores estaba sufriendo en Uruguay ante algunos signos de intolerancia.

Carlos E. Orlando dirá en el semanario Búsqueda con motivo de la difusión del relanzamiento: “Trataremos de hacer todo lo que hace PEN en el mundo, sobre todo en Centroamérica, Cuba y Venezuela… esta es una organización totalmente apolítica que buscará replicar la actividad PEN Internacional en Uruguay, defendiendo la libertad de expresión”.

Siendo embajador en la India, Carlos Orlando escribió una novela de acción policial desarrollada en los escenarios del país donde le tocó representar a Uruguay. Esto habla de una fina capacidad de observación. Por eso llama la atención que forme parte de una organización internacional que además de sumarse a algún mandado sobre la situación de los periodistas y escritores en los países nombrados (Cuba, Venezuela), también alerte sobre la situación en otros países y Orlando las excluya olímpicamente, por ejemplo, la bloguera asesinada en Estados Unidos.

Pero, además, a este selecto círculo de escritores, en este nuevo intento de relanzamiento, se suman las agudas plumas de Gerardo Sotelo, Martín Aguirre (director de El País), Patricia Madrid, Adela Dubra (directora de revista Galería). El grupo sostiene estar preocupado por la libertad de Expresión; ¿es preciso recordar (recordarles) que fue en la época de administraciones de las fuerzas políticas con las que estos periodistas y escritores comulgan cuando este país conoció de censuras, clausuras y persecución?

Cabría preguntarse, además, si la existencia de las fake news son el producto posible en un país con un total ejercicio de la libertad de expresión. Salvo que para ellos el signo de falta de libertad de expresión sea la política de regulación de medios de comunicación, estaría bueno analizar brevemente qué pasó desde la aprobación de tan temible ley.

 

¿La venda en la boca?

Gerardo Sotelo: “Mujica justifica la delincuencia”. (Informativo radio Carve, 6/8/18.)

Mercedes Vigil: “Pepe Mujica, rezo cada noche para que desaparezcas de la faz de la Tierra”. (16/9/18.)

Mercedes Vigil sobre Sendic: “A ese señor lo quiero ver entre rejas con alguna enfermedad jodida, sin que pueda recibir medicamentos”. (Ecos Uruguay, 27/2/17.)

Martín Aguirre, editorial de El País sobre gobierno de Mujica: “Tan mala fue su gestión como la degradación cultural que le infligió al país y que hoy sufre el propio Frente Amplio, y especialmente el presidente Vázquez, que notoriamente no comprende las nuevas reglas del Estado de cabotaje que le legó su predecesor”. (Por menos de esto Batlle mató en duelo a Beltrán.)

Patricia Madrid: “¿En serio la Udelar se puede dar el lujo de tener como docente grado 5 a una mentirosa como la señora Jana Rodríguez?”.

Se nos agotaría toda la revista sólo en reeditar las frases, escritas, dichas desde diversos medios masivos de comunicación radial y televisiva.

Un pequeñito muestrario de “esta boca es mía”, o sea, de quienes hoy figuran impulsando la presencia de PEN Internacional en esa suerte de autovictimización de la falta de libertad de expresión y la intolerancia.

 

Tu siembra, tu cosecha

Los integrantes del Centro PEN Uruguay están escandalizados por los niveles de intolerancia en las redes. Si quienes escribimos en Caras y Caretas nos guiáramos por los comentarios que recibimos, no sólo deberíamos ser los primeros afiliados a tal entidad, sino seguramente viviríamos en los pasillos judiciales presentando demandas.

Pero resulta bastante irónico que quienes promueven el accionar de esta organización se escandalicen del propio remedio que han recetado o de cosechar lo que han sembrado.

Un ejemplo podría ser este tuit de ‏Patricia Madrid que dio lugar a un feroz debate en la red, espetando frases nada tolerantes por cierto, inapropiada conducta para una comunicadora pública al menos.

“Campaña del MSP con el ‘condonizate’ vs. campaña del Ministerio de Turismo invitando a procrear. Uruguay, we are fantastic”.

O podríamos mencionar, además de la elaboración propia del periodista Gerardo Sotelo, las sostenidas por los integrantes del movimiento Un Solo Uruguay, del cual Sotelo fue uno de sus oradores estrella: “Gobernantes y delincuentes nos han robado nuestra libertad”, pancarta que lucía en Durazno el día de la concentración.  Sostienen los integrantes del Centro PEN Uruguay que están preocupados por el clima de intolerancia que puede prevalecer en plena campaña electoral; lo cierto es que, más que ponerse a cubierto, lo que están manifestando es lo que podemos llegar a esperar de sus voces y plumas.

Porque una muestra de intolerancia no es sólo la frase hiriente, una discusión como entre sordos, sino también la difusión de acusaciones que, después de no comprobadas, siguen de largo sin que nadie se haga cargo o al menos pida disculpas.

El llamado a formar parte de una “comunidad internacional” de “intelectuales libres” es el ofrecimiento a usar la mascarita para colaborar desde ciertos grupos intelectuales a derribar el proceso de una distribución más justa del ingreso y la riqueza.

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