–“Nada cambiará, no habrá que volver a empezar/ Si nada va a cambiar/ Juntos para siempre la historia no ha de terminar/ Vivimos una historia sin final/ El mismo sentimiento y así estaremos juntos/ soñando un nuevo mundo/ un juego compartido y singular”.
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–Gracias, Álvarez, por salir de Calamaro y Cabrera. Estaba un poco cansado, discúlpeme. Gran temón del maestro Alejandro Lerner: Juntos para siempre. Ahora conociéndolo a usted, viejo lobo de mar, picarón, esta canción tiene que ver con alguna noticia que formará parte de su relato.
–Exactamont! Una ironía. Pero, como se dice vulgarmente, no le voy a dar el pescado sino la caña de pescar. Usted deberá adivinarla…
–Ok. Acepto el desafío ¿No me tira la peli del fin de semana?
–Bien, Álvarez. Le sugiero el film argentino La griteta de Jara, protagonizado por Óscar Martínez y Joaquín Furrier.
–Pero es una película política…
–¿Qué dice, Álvarez? Es una obra basada en la novela de Claudia Piñeyro.
–Gracias, Borges. ¿Qué tiene para hoy?
–Fui a desayunar con un dron nacionalista…
–Déjese de embromar, Borges, usted solamente puede desayunar un té con hielo, dijera el mariscal Kesman.
–Oiga, Álvarez. Exigo respeto. De lo contrario, me levanto y me voy y a otra cosa mariposa.
–Por favor, Borges. Discúlpeme. Cuente, cuente…
–Ok. La conversación rondó en torno a la figura del presidente electo, Luis Lacalle Pou. Una de mis inquietudes pasó por “el aguante” del próximo mandatario en cuanto a la cantidad de horas de trabajo que soporta.
–¿Y qué le dijo, Borges?
–Lacalle Pou se levanta las 6 de la matina. Y a las 6:30 ya está instalado en un gimnasio que hay en el complejo La Tahona. “Mete fierros como loco”, me transmitió el dron blanco, mientras se devoraba una tostada untada con mermelada de arándanos. “Ese es su secreto porque comer, come de lo lindo”, agregó, mientras se llevaba la copa de jugo de naranja a la boca para digerir el sólido elemento.
–Lo llenó de migas…
–Por suerte, había abundantes servilletas.
–¿Y ahora qué va a hacer el presidente electo, ya que se instalará en la residencia de Suárez y Reyes? Se va a levantar con abstinencia de fierros…
–Instalarán una especie de gimnasio en el lugar.
–¡A la pipetuá!
–Así que llegará descargado a la Torre Ejecutiva…
–Ahora, me pregunto, ¿Por qué ir a vivir a Suárez y Reyes, estando más cómodo que un 4 a 0 en La Tahona?
–Álvarez, la explicación que me daba el dron blanco es que a los Lacalle le gusta sentirse presidentes en todos los aspectos hasta, quizás, en los más nimios.
–¿A qué se refiere, Borges?
–A ver… tocar la campilla que está sobre mesa y que venga un funcionario y diga: “Señor presidente, ¿necesita algo más para cenar? ¿Señor presidente, quiere que le baje el aire acondicionado? ¿Señor presidente, quiere flores blancas para el banquete?
–Un lord
–Exactamont, Álvarez. Exactamont!