Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Noticia destacada |

154 años de la caída de la Heroica Paysandú

Leandro Gómez, héroe asesinado por traidores a la patria

Según Cicerón, la Historia es “maestra de la vida” y para Cervantes la “madre de la verdad”. Hace 154 años, caía la “heroica Paysandú» en una gesta que terminó con la masacre de la población y de sus jefes, encabezados por el gral. Leandro Gómez, a mano de «malos europeos y peores americanos». Su derrota era necesaria para que los imperios europeos, aliados al Brasil de Pedro II, a la Argentina de Mitre y al Partido Colorado del Uruguay, pudieran cometer el genocidio conocido como «Guerra del Paraguay», la mayor infamia de la historia americana.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Como dice la hermosa canción de Los Olimareños: «Señores, la historia manda/Leandro Gómez se levanta/ de su tumba/ y se agiganta».

Si nuestro país se hubiera dado racional y elaboradamente una historia nacional que partiese de la verdad histórica fundada en documentos, el general Leandro Gómez sería acaso el primer héroe de nuestra nacionalidad (Artigas está por encima de ella), y muchas grandes avenidas, que hoy honran a genocidas y traidores, deberían cambiar de nombre.

Dice Carlos Real de Azúa en su ensayo Las dos dimensiones de la defensa de Paysandú: «El 2 de enero de 1965 se celebrarán en Paysandú diversos actos conmemorativos del centenario de la caída de la plaza en manos de las fuerzas de Venancio Flores y del almirante Tamandaré (enviado por Pedro II, emperador del Brasil), y del fusilamiento de Leandro Gómez y sus compañeros. (…) El 2 de enero -también- como desde hace tantos años, correrá, importantísima, desde Cuchilla Grande hasta el Palacio Legislativo, la avenida General Flores. Y desde la Rambla Portuaria a la Rambla Sur, la calle Bartolomé Mitre. El 2 de enero -también- seguirán en su ritmo suburbano, en su empedrado modesto, las callecitas Leandro Gómez, Lucas Píriz, Emilio Raña, Comandante Braga, (…)». (…) «La cuestión merece ahondarse todavía. Si el Partido Nacional no sabe qué hacer con su pasado (…) y, si la nación misma no es capaz de «tener un pasado», es porque ni uno ni la otra parecen tener un futuro. Cuando me refiero a un pasado, entiendo por él algo de lo que T. S. Elliot llamaba «un pasado útil», es decir: inteligible, capaz de sustentar, de dar sentido a una faena histórica y nacional proyectada hacia adelante. Cuando digo «un futuro», mento una cosa distinta a esta mediocre certidumbre de seguir vegetando como colectividad (…)».

Así escribió hace 50 años, en pleno gobierno blanco, este extraordinario intelectual compatriota de origen colorado. Mucha agua y mucha sangre corrió bajo los puentes desde entonces. Pero Leandro Gómez y muchos otros patriotas siguen sin ser exaltados, mientras los traidores y sus descendientes siguen entre nosotros, intocados y, cuándo no, dando cátedra de patriotismo y hasta de democracia.

 

Los hechos

Como narra Carlos Machado en su Historia de los Orientales, el 19 de abril de 1863, el caudillo colorado general Venancio Flores inicia lo que llamó «Cruzada Libertadora», en realidad un golpe de Estado contra el gobierno del presidente Bernardo Berro. En julio aceptó  formalmente la ayuda del Imperio de Brasil y de los unitarios argentinos comandados por Bartolomé Mitre, enemigo y detractor de Artigas. En el tablero geopolítico de entonces, era necesario derribar el gobierno uruguayo para poder avanzar por el río Uruguay sobre el Paraguay, donde el mariscal Francisco Solano López había erigido el primer Estado preindustrial de la región y amenazaba con su proteccionismo el libre comercio que querían las potencias europeas. El golpe de Estado en Uruguay era el prólogo necesario para lanzar la Guerra de la Triple Alianza, el vergonzoso genocidio que arrasó la nación hermana. Flores tomó la ciudad de Florida en agosto de 1864 e hizo fusilar a los defensores de la villa, comandados por el mayor Jacinto Párraga. El 2 de enero de 1865, con ayuda externa, arrasó Paysandú y fueron fusilados los oficiales constitucionalistas. El 20 de febrero de 1865 entró en Montevideo.

Sobre Venancio Flores, también llamado «el caudillo sangriento», escribió Real de Azúa en el ensayo citado: «Aunque esto no se acostumbre a escribirlo y hablando en términos estrictamente nacionales, al invadir, asolar y ocupar el país con el apoyo decisivo de dos poderes externos que nos recelaban y odiaban, Venancio Flores fue -y créase que uso la palabra sin pizca de pasión- el mayor traidor de nuestra historia». Como se sabe, la Guerra de la Triple Alianza terminó en 1870 con la derrota del Paraguay y el exterminio de entre el 70% y el 85% de su población y más del 97% de su población masculina adulta.

 

La «heroica Paysandú»

Leandro Gómez (1811-1865) se incorporó a las milicias del presidente constitucional brigadier general Manuel Oribe en 1836, en ocasión del golpe de Estado del gral. Fructuoso Rivera, respaldado por los unitarios argentinos. Tras la derrota de Oribe, heredero del Federalismo Artiguista, Gómez fue a Argentina, y luego volvió al establecerse el «Sitio Grande» de Montevideo, en plena Guerra Grande. En el Gobierno del Cerrito, fue designado oficial ayudante del general Oribe, que fue padrino de su boda con Faustina Lenguas en 1848, hasta la capitulación final, «sin vencidos ni vencedores». que tuvo lugar el 8 de octubre de 1851.

Leandro Gómez fue, como Oribe, reivindicador de la figura de José Artigas, con cuyo nombre bautizó a la entonces principal avenida de Montevideo, y contradictor de la «leyenda negra» creada por los unitarios de ambas márgenes del Plata. Oribe y Gómez fueron masones que ostentaron el Grado 33, sin perjuicio de fundar iglesias católicas. En 1853, Gómez se instaló en Salto, donde fundó un saladero, y creó y dirigió una escuela pública, laica y gratuita, muy anterior a la reforma vareliana. En las Biografías Masónicas Orientales (1991, ediciones de la Gran Logia de la Masonería del Uruguay) se señala que en 1856 instaló la escuela pública Hiram, en el marco de los trabajos de la Sociedad Filantrópica de Montevideo, que intervino en el combate a la fiebre amarilla. En 1856 volvió a la milicia y donó al patrimonio público la espada de Artigas, que había adquirido en 1842, y hoy se exhibe en el Museo de la Casa de Gobierno en la Plaza Independencia.

En 1863, gobierno de Berro, es nombrado comandante militar de Paysandú. Allí resiste «hasta sucumbir» el ataque golpista de Flores, apoyado por la escuadra brasileña del almirante Tamandaré y contingentes argentinos. Cabe recordar que el ensayo de Real de Azúa está dedicado «A la memoria de José Hernández, que quiso defender a Paysandú, pero llegó tarde», ya que el autor del Martín Fierro, federal y masón, se alistó para defender la ciudadela.

Luego de una desesperada resistencia, en una relación de 1.000 hombres contra 15.000, el 2 de enero de 1865 la ciudad cayó en poder de los intrusos y el gral. Leandro Gómez y su estado mayor fueron tomados prisioneros.

Los generales Flores y Mena Barreto, y el almirante Tamandaré aseguran garantías a los presos, pero estos piden estar en manos de compatriotas y caen en poder del «general» Gregorio Goyo Jeta Suárez, quien los fusila sumariamente tras someterlos a diversos vejámenes. Este mismo «caudillo» colorado prosiguió su sanguinaria carrera en la Guerra de la Triple Alianza, y luego conspiró contra Flores. Así llegó la aciaga noche del 19 de febrero de 1868 en que fueron asesinados Bernardo Berro y Venancio Flores. En los círculos de poder del Partido Colorado y en la familia de Flores, se sostuvo que el asesinato fue obra de Suárez. Su sanguinaria carrera continuó hasta su abrupta muerte, en 1879, que los rumores atribuyen a Lorenzo Latorre.

Leandro Gómez, en cambio, permanece en lo más alto de nuestro panteón de héroes: defensor del artiguismo, de sus aliados indios y negros, masón distinguido, defensor de la educación, de la soberanía nacional y mártir de la lucha contra los unitarios de ambas márgenes del Plata y los imperios a los que siempre sirvieron. Su biografía ha sido narrada por nuestros más destacados historiadores y su nombre cantado por artistas como Tabaré Etcheverry, Gabino Ezeiza, Ruben Lena, Los Olimareños, Carlos María Fossati, Carlos Benavides y Larbanois-Carrero.

No hay canciones, amor de pueblo ni libros para los traidores.

En cambio los héroes, a los que el pueblo ama, siempre están en su memoria.

Al general Leandro Gómez (de Ruben Lena, cantado por Los Olimareños)
El general Leandro Gómez/ señores, tengan presente/ señores, tengan presente/ El general Leandro Gómez tenía una estrella en la frente/ El general Leandro Gómez, patria mía por quererte/ patria mía por quererte/ el general Leandro Gómez gritó: ‘Independencia o Muerte’/ Y en las bocas del Misterio, el general Leandro Gómez/ el general Leandro Gómez se afirmó: ‘Muera el Imperio’/ se afirmó: ‘Muera el Imperio’/ El general Leandro Gómez le hizo una marca de luz/ le hizo una marca de luz, el general Leandro Gómez al cielo de Paysandú/ Señores, la Historia canta/ Leandro Gómez se levanta de su muerte, y se agiganta/ Leandro Gómez se levanta/ Señores, la Historia manda Leandro Gómez se levanta/ ¡De su muerte y se agiganta!

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO