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Científicos revelan que convivir con mascotas fortalece las defensas

Estudios revelan que convivir con perros o gatos desde el embarazo o la primera infancia fortalece las defensas, el sistema inmune y reduce el riesgo de alergias.

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Durante años, la imagen de un niño jugando con su perro o acariciando un gato fue vista solo como una postal de ternura. Sin embargo, la ciencia demuestra que ese vínculo con las mascotas tiene un efecto mucho más profundo, podría ser una de las claves para fortalecer las defensas, construir un sistema inmunológico fuerte y menos propenso a las alergias.

Una investigación japonesa publicada en la revista PLOS ONE analizó los datos de más de 65.000 niños y encontró una relación directa entre la convivencia temprana con animales y un menor riesgo de alergias alimentarias. Los resultados fueron contundentes: los niños expuestos a perros o gatos durante el embarazo o los primeros años de vida presentaron menos probabilidades de desarrollar alergias al huevo, la leche, las nueces, el trigo o la soya.

Este hallazgo se suma a otros estudios realizados en Europa y Finlandia, donde se observó que los niños que viven en ambientes agrícolas —rodeados de animales— tienen menor incidencia de asma, rinitis alérgica y sensibilización inmunológica. La explicación podría estar en lo que los científicos llaman “efecto de la granja”: la exposición temprana a una diversidad microbiana que enseña al sistema inmunitario a tolerar los estímulos inofensivos como el polvo o el polen.

Los mayores beneficios

La ventana de oportunidad es breve. Las investigaciones coinciden en que los mayores beneficios se obtienen cuando el contacto con animales ocurre antes del primer año de vida o, idealmente, incluso durante el embarazo. En esa etapa, el sistema inmunitario está desarrollando su capacidad de distinguir entre amenazas reales y estímulos benignos.

Sin embargo, no todos los casos son iguales. Factores genéticos influyen: una variante del gen NPSR1, por ejemplo, puede potenciar el efecto protector del contacto con animales. Además, no todos los entornos ofrecen la misma ventaja. Las granjas pequeñas o los hogares con espacios abiertos y contacto natural parecen más beneficiosos que los ambientes excesivamente cerrados o estériles.

La recomendación de los especialistas es fomentar una convivencia responsable, sin caer en la obsesión por la limpieza, y con supervisión médica en familias con antecedentes de alergias. El contacto temprano, la diversidad ambiental y la observación constante son las claves para aprovechar los beneficios sin riesgos.

La evidencia científica es cada vez más sólida y crecer junto a un “amigo peludo” puede ser una inversión natural en salud inmunológica. Y tal vez, en el futuro, compartir la infancia con un perro o un gato no solo sea sinónimo de afecto, sino también de menos estornudos y más defensas.

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