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Like Tinder | aplicaciones de citas | Amor

Angustia psicológica

El efecto Tinder: ¿en qué consiste?

Aplicaciones como Tinder pueden llevarnos al agotamiento e incluso al hastío. Cada vez son más las personas sobrecargadas por tantas opciones y decepciones.

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Ahora es más fácil que nunca buscar pareja, pero mucho más difícil encontrar el amor. Aunque es cierto que muchas parejas se conocen y logran un vínculo sólido gracias a las aplicaciones de citas como Tinder, también abunda quien termina por evitar estos recursos porque ha experimentado muchas vivencias como el "ghosting".

El efecto Tinder nos dice que, aunque nuestras necesidades sexoafectivas no han cambiado, la manera de encontrar pareja sí. Es más, estos nuevos mecanismos tecnológicos no siempre son satisfactorios. Ahora bien, es cierto que son muchas las personas que han encontrado a su pareja actual gracias a estos recursos. Sin embargo, no podemos dejar de lado el fenómeno psicosocial que se deriva de estas aplicaciones.

Una investigación de la Universidad de Sydney indica que estas herramientas tecnológicas están incrementando nuestra angustia psicológica. En concreto, aquellas que usan el mecanismo del deslizamiento como Tinder (si nos gusta alguien se desliza a la derecha y a la izquierda si es al contrario).

La antropóloga y bióloga Helen Fisher, quien es además asesora de Match.com, señala que las personas se sienten cada vez más abrumadas y estresadas con este tipo de citas. Es cierto que cerca del 12 % logra consolidar un vínculo afectivo. Pero una parte de los usuarios de las aplicaciones citas tienen, después de meses o años de uso, la sensación de que han estado perdiendo el tiempo.

Aplicaciones que solo buscan activar el sistema de recompensa cerebral

Nadie puede negar que estos recursos innovadores han favorecido, desde la desestigmatización de la sexualidad, el poder tener nuevas experiencias, conocer a gente hasta, cómo no, tener la oportunidad de encontrar el amor auténtico. Sin embargo, el efecto Tinder nos dice que dichas aplicaciones tienen un gran impacto en el cerebro.

La mente busca, inconscientemente, rostros y cuerpos atractivos. Esperamos el match (alguien que, como nosotros, realizó el deslizamiento a la derecha a nuestro perfil). Anhelamos nuevas notificaciones y fantaseamos con nuestra próxima cita. Tinder genera una hiperactividad en la región cerebral del procesamiento de recompensas.

Experimentar un subidón de dopamina no es malo, esperar sentirlo a cada instante, sí. Nos vuelve adictos y nos roba horas y tiempo deseando que lleguen nuevas notificaciones o la conexión con nuevas parejas potenciales.

Cansados de decepciones y experiencias de ghosting

El efecto Tinder nos dice que cada vez son más los usuarios que se sienten agotados por tantas decepciones en sus citas. Es cierto que cerca del 50 % de las coincidencias no dan paso a un mensaje para conectar. Esto puede decepcionar, pero lo que más estresa a los usuarios son las citas infructuosas y las experiencias de ghosting (personas que desaparecen sin decir nada).

Ver a los usuarios como perfiles y no como personas

El amor en tiempos de Tinder se ha gamificado. Es decir, estamos convirtiendo en un juego tecnológico la búsqueda de pareja y esto, en ocasiones, deshumaniza el proceso hasta convertirlo en un mercadeo decepcionante. Darse de alta en una aplicación de citas implica convertirnos en un perfil y no tanto en una persona.

Perdemos con frecuencia esos procesos y dimensiones que solo se dan cara a cara. A veces, podemos rechazar a alguien que sería una pareja estupenda solo porque las imágenes de su perfil no nos atrae.

Por otro lado, el efecto Tinder nos dice que a menudo alimentamos la idea de que tarde o temprano aparecerá la persona ideal, que siempre habrá alguien mejor. La necesidad de seguir buscando nos supedita a una estresante sobrecarga de elección.

Estrategias para mejorar el uso de estas aplicaciones

A pesar de que las aplicaciones de cita nos estresen y decepcionen, no es fácil dejar de usarlas. No todos dan el paso a la hora de eliminar su perfil. No lo hacen porque siempre queda ese resquicio, ese resorte mental que nos repite eso de «tal vez en la próxima cita».

Asimismo, podríamos sugerir que deberíamos buscar el amor en el universo físico y no tanto en el digital. Sin embargo, resulta difícil hacerlo cuando las personas nos pasamos el día en línea y con la mirada sobre la pantalla de nuestros móviles.

Entonces, si el efecto Tinder nos señala que en algún momento llegará el agobio y la decepción… ¿Cómo evitarlo? ¿Cómo hacer un buen uso de estos recursos? Veámoslo:

Consejos para usar Tinder sin sufrir efectos secundarios

Aunque no lo creas, el cerebro no está preparado para tener tantas opciones sexoafectivas. Tener veinte citas mensuales puede ser demasiado para cualquiera. Pasarte horas mirando perfiles, también. Tu salud mental agradecerá que reduzcas el tiempo que pasas en esta aplicación y el número de encuentros que conciertas.

  • Después de una mala cita o una decepción, pasa un tiempo sin entrar en la aplicación. No caigas en el efecto rebote o en la relación liana, buscar a alguien para olvidar esa mala experiencia. Lo mejor es dejar que pasen unas semanas, conectar con amigos y dejar a un lado estas aplicaciones.
  • Cuidado con los sesgos y la exigencia desmedida. Es cierto que nuestros ojos se van hacia los perfiles más atractivos. Sin embargo, no te obsesiones en buscar la persona perfecta, encuentra a personas reales que, más allá de su apariencia, pueden darte lo que más necesitas. Amor, respeto, complicidad y buenos ratos.

Para concluir, el universo de las apps que buscan satisfacer nuestras necesidades sexoafectivas ha llegado para quedarse. Saber adaptarse y, sobre todo, hacer un buen uso de ellas para salvaguardar nuestra salud mental, es clave. Hagámoslo de forma correcta.

Fuente: La Mente es Maravillosa

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