A casi un siglo de su publicación, Cómo ganar amigos e influir sobre las personas todavía es uno de los libros más vendidos: la precursora obra del estadounidense Dale Carnegie (1888-1955), considerado “el padre de la autoayuda”, aún se vende como pan caliente, quizás por la sencillez de sus postulados.
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Ahí radica la fortaleza, y a la vez la debilidad de esa y otras obras del género de autoayuda, una multimillonaria industria que no deja de facturar: cada propuesta promete una receta para la felicidad, el amor, el éxito financiero, la paz interior, como quien devela secretos milenarios por un módico precio.
En el caso de Carneige, su gran “best seller” de autoayuda lleva más de 15 millones de copias vendidas tan solo en la plataforma Amazon. Concebido inicialmente como un suplemento a un curso de oratoria y relaciones humanas, el texto inspiró a gente de todo el mundo que adoptó sus mandamientos, con una fe ciega en que los logros llegaría con una mejor actitud. Algo así como lo que, décadas después, promovía la seudocientífica y divulgadora Rhonda Byrne en su libro El Secreto, sobre una presunta ley de atracción del pensamiento.
El negocio de la prosperidad
De vuelta a Carnegie, su libro se enfoca en la importancia de desarrollar habilidades sociales y de comunicación efectiva para establecer relaciones interpersonales positivas y lograr el éxito en la vida personal y profesional: en otras palabras, hacerse de contactos que ayuden a prosperar.
A partir de entrevistas previas a personas de éxito, el texto ofrece principios prácticos y técnicas para tratar con las personas. Estos eran algunos de sus consejos más famosos:
• “No te preocupes por las críticas, preocúpate por tus errores”. En vez de agobiarte por lo que piensen los demás de ti, enfócate en aprender de tus errores para crecer y mejorar.
• “El elogio sincero y honesto es una de las herramientas más poderosas que tenemos para influir en los demás”. Para Carnegie, las personas anhelan ser apreciadas y reconocidas por sus esfuerzos y logros, y ofrecerles elogios sinceros y específicos ayudaba a construir lazos.
• “Interésate sinceramente en los demás”. Carnegie aconsejaba mostrar un interés sincero en los demás, preguntarles sobre sus vidas, escuchar sus historias y conocer sus intereses.
• “No hables mal de nadie”. Evita las críticas negativas directas, pues estas crean conflictos y tensión en las relaciones.
• "Sonríe". Para el autor, la sonrisa haría que las personas se sintieran más cómodas y relajadas ante los demás.
Manipulame que me gusta
Aunque a priori no parece haber nada mal con estas propuestas, lo cierto es que la teoría y los métodos de Carnegie también recibió su buena dosis de críticas:
• De entrada, se enfoca en la manipulación, o para ser más suave, en persuadir a los demás para lograr objetivos personales, y no para construir una verdadera interacción y comunicación auténtica.
• Le falta una perspectiva crítica, por ejemplo, al abordar realidades como las desigualdades de poder y la injusticia social, que afectan la capacidad de las personas para construir relaciones positivas.
• Simplifica en exceso las complejidades de las relaciones humanas y los factores que inciden en una comunicación y un liderazgo efectivos.
• Falta evidencia empírica de su efectividad: millones de personas han abrazado la teoría de Carnegie, pero, ¿cuántos han cumplido sus expectativas?
En definitiva, ¿la autoayuda es efectiva o es pura charlatanería? Pues no hay una respuesta concluyente para un asunto tan complejo: sus defensores argumentan afirman que sirve para superar obstáculos, mejorar la autoestima, aumentar la motivación y fomentar un cambio positivo, y sus detractores alegan que esta industria se aprovecha de personas vulnerables para venderle ilusiones y soluciones rápidas a problemas complejos.
Como sea, después de Carnegie han surgido miles de gurús de la autoayuda, cada uno con enfoque propio, pero con una misma esencia: todo el mundo tiene la capacidad de ser mejor, si recibe la guía adecuada.