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Editorial

El día de mañana

Lo que se viene

Por Alberto Grille.

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Caras y Caretas Diario

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Las elecciones ya fueron y ganó Lacalle Pou. En lo personal, creo que no hay razones para mantener la incertidumbre. La inmensa mayoría de la gente ya asimiló la idea de que Luis Alberto Lacalle Pou será presidente. Está bien que si quiere ganarse los puntos, vaya a la línea y ejecute los libres, pero pienso que ya está.

Ganó por poco, pero así son las elecciones, se gana o se pierde, aunque sea por un voto. Hubiera preferido otro resultado, pero la mayoría de las veces en mi vida he perdido elecciones. Estoy bastante adaptado a la idea de perder elecciones. Nunca vi un empate. Por otra parte, alguna vez el Frente Amplio iba a perder. La democracia política supone alternancia. Da mucha pena por la gente que se puso la candidatura de Martínez al hombro y sobre todo por los jóvenes frenteamplistas que no saben que con los blancos, los colorados, y también con Manini, se puede vivir. Perdió el Frente Amplio y ganó un frente variopinto con certezas e incógnitas, cosas que ya eran conocidas y otras que iremos conociendo.

A partir del momento en que todos reconozcan la irreversibilidad de los resultados, estaría bien una reflexión personal de cada uno y una colectiva como sociedad, analizando nuestras conductas, revisando nuestras acciones y evaluando nuestras apreciaciones.

Si hay que hacer autocrítica, hay que hacerla sinceramente, porque muchas veces nos equivocamos, cometemos errores y los errores a veces involucran a otros.

El viernes pasado, en el estadio, un señor me encaró diciéndome que “me iba a dejar de escribir esas mierdas y que yo era un hijo de puta”. Calavera no chilla. No me voy a quejar porque yo me enojé y lo insulté a él. En realidad, aunque el hecho me sorprendió y me pareció horrible, me hizo reflexionar, por las razones por las que estaba tan ofuscado y creía que yo merecía tanto odio. Parecía una persona común y corriente. Por suerte se fue porque hubiera sido un desastre si termino inscripto en la “lista negra”. También he pensado que debe haber mucha más gente que se enoja con mis opiniones en Caras y Caretas y que los que no me insultan, pero mascan la bronca, merecen más respeto que los que me quieren pegar. Me reconforta que si nuestra sociedad está dividida en dos mitades, existiría igual cantidad de personas que me odian y que me aman, pero eso solo es consuelo de tontos. Por lo pronto, los que presuntamente me aman no se hacen notar tanto. Lo del estadio no es un hecho aislado; leyendo los comentarios de mis  notas editoriales, se ve que hay unas cuantas personas que me insultan todas las semanas.

Es verdad que muchos son trolls, robots, algunos perfiles truchos, gente que usa su correo para insultar desde el anonimato. Pero también hay muchos que están enojados, ofendidos o que sienten que yo los agravio con las notas o agravio a los  líderes que ellos aprecian. En esta semana aparecen, además, los que están eufóricos y se sacan las ganas. Hay lectores que me han conminado a que bloquee a esta gente. Yo, por ahora, me resisto y solo trato de administrar el debate y evitar los insultos. Creo que tienen derecho a putearme y yo la obligación de tolerarlos, pero a veces se sube de tono y motiva que haya gente que se va del chat porque no toleran los insultos, el lenguaje obsceno o escatológico. Conste que en esas ordinarieces también hay de los nuestros.

Se espera que pasada la hora de las pasiones y el proselitismo electoral se restablecerá un ambiente de convivencia pacífica.

Estaría bueno que el clima cambie, que el ambiente sea menos crispado, más tolerante, menos agresivo, más civilizado. Tal vez a muchos les resulte curioso que yo diga esto porque Caras y Caretas y yo mismo hemos sido muy críticos, duros y hasta crueles con el candidato ganador, del que hemos dicho todo lo que pensamos y sabemos de él, de su partido, de su padre, del herrerismo, de sus ideas y sus políticas. Creo que pasada la campaña electoral de 2014 no debía haber seguido con lo de Pompita, máxime que, mirándolo bien, Lacalle fue inteligente en no darme bola y siempre adoptó un tono educado y tolerante. En definitiva, si uno lo ve en el plano personal, me ganó dos veces: me hizo dejar de usar el apodo y ganó la elección. El primero que me dijo “yo que vos, bajaba un cambio” fue Jorge Barrera. Quizás si alguien me hubiese tirado de la manga, no la hubiera seguido, pero lo cierto es que sus propios compañeros de partido se prestaron para el bullying . Recuerdo que hace un año y pocos meses, el hoy senador Sergio Botana dijo que Lacalle era bueno para salir segundo y que no tenía calle, ni carnaval ni boliche como para ser presidente. Y en eso de corsos, mostradores y piringundines, Sergio es un profesor.

 

Para los de la casa

Estoy seguro de que mañana me dirán que estoy aterrorizado porque Caras y Caretas se terminará con el nuevo gobierno.

Nadie tiene asegurada la vida eterna, pero hace más de 200 meses que Caras y Caretas vive de milagro en milagro. No obstante, no deberían creer que la publicidad oficial es la causa del milagro. Es más, yo no podría enseñarle a nadie a hacer una revista que ha sobrevivido en el mercado durante casi dos décadas. Si algo tengo que enseñar, es que no hay que depender de la publicidad oficial. De la publicidad oficial dependen El País y El Observador, por eso el movimiento de la llamada Asociación de Diarios para obtener más recursos del Estado, y por eso golpearon a las puertas de Tabaré y volverán a hacerlo a las de Lacalle. La duda que yo tengo no es si Caras y Caretas sobrevivirá si se la discrimina en la pauta de la publicidad oficial en el próximo gobierno; la duda es si seguirá existiendo sin mí, y yo creo que sí. Además, no soy tan viejo. Nosotros hicimos una revista sin llamar a una consultora catalana. La hicimos como nos gustó y creo que nos ha ido bien. Han pasado por la revista más de 200 empleados y creo que nunca hemos pisado un juzgado de trabajo ni recibido una sentencia penal, civil o laboral en contra. Los que trabajan en Caras y Caretas están al día con sus sueldos y se cumplen los laudos y los derechos laborales. Los pagos con la DGI y el BPS están al día, pagamos el alquiler y los gastos comunes, el teléfono, el agua, la electricidad, las cuentas de Movistar. Por primera vez en muchos años, no tenemos deudas y tenemos una administración celosa de los equilibrios. Hace muchos años, Sanguinetti, en el living de su casa, me dijo que consideraba que mantener a Caras y Caretas era una hazaña. “Ninguna revista ha durado tanto”, me dijo. “Ni Peloduro”. Creo que exageraba porque recién teníamos dos o tres años cumplidos, pero 18 para 19 como tenemos ahora, ninguna, ni Peloduro, ni Guambia, ni Tres ni Posdata han sobrevivido. Hace 18 años que se edita todos los viernes y ninguna semana, salvo los viernes de Turismo, ha dejado de estar en los quioscos. La colección de la revista ocupa una pared entera. Son 97 tomos de diez revistas cada uno. Si las pongo en fila, son como cuatro cuadras. Allí hay mucho trabajo intelectual; son como 100.000 páginas. Eso es tenacidad. Lo primero es la tenacidad, porque muchas veces hemos estado “boqueando” e igual salimos. En estos tiempos en los que se habla tanto de la educación en valores, la tenacidad es un valor que casi siempre se olvida. Yo creo que es el más importante. Todos tuvimos un amigo en el barrio que jugaba al fútbol mejor que otros y ese nunca llegó a primera. Pero el que llega no es el más vistoso, o el más veloz o el más técnico, sino el más tenaz. El mejor es el que llega hasta el final, y el final, en esto de conseguir la felicidad de los más postergados y de darles voz a los sin voz, no existe porque llegar es detenerse. Otra clave para este “milagro” es ser auténticos, ir para adelante y hacerse responsables, firmar las notas y decir lo que se piensa, opinar sin temor a equivocarse y poner la cara cuando se mete la pata. Ir a ver a Peñarol o a Aguada sin custodia, acompañado solo por los nietos. Reconocer cuando se comete un error y cumplir rigurosamente con el derecho de respuesta, sin excepciones. Otra clave es tener lectores, tener la revista en los quioscos de todo el país y suscriptores físicos y virtuales, abrir sin excepciones la página web a quien lo desee, tener una comunidad de lectores de más de 13.000 compatriotas, comunicarse con la Comunidad todos los días con un newsletter que se envía diariamente con noticias o notas a todos ellos. Por último, un punto clave es tener una gran cartera de  avisadores privados. Más de 250 empresas privadas han puesto algún anuncio en Caras y Caretas en el último año. Los avisos públicos nos vienen muy bien, pero todos los medios los reciben. Es más, los medios más opositores al gobierno del Frente Amplio reciben, por mucho, el mayor volumen en la pauta publicitaria del Estado. Para poner un ejemplo, en los últimos días de la campaña electoral, cuando los medios hegemónicos aseguraban que Lacalle ganaría por robo y mentían a mansalva, El País, Búsqueda y El Observador recibieron una pauta de más de dos docenas de páginas de publicidad de la Agencia Nacional de Desarrollo, dependiente de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, sin que Caras y Caretas y sus lectores fueran siquiera considerados por sus planificadores de medios.

Como me dijo el botonazo que me insultó en el Campeón del Siglo, son 80.000 o 100.000 dólares pagados con nuestros impuestos. Cien palos verdes de nuestro bolsillo para financiar a los medios de la oposición en plena campaña electoral. Y todavía desde las redes me amenazan, y algunos nabos, como Sotelo y Nacho Álvarez, y uno del British, que se llama Juanchi con apellido medio pituco, les aconsejan a los periodistas de los medios progresistas y de los medios públicos para  que vayan preparando el currículum. Como dicen mis nietos, estos botones dan asquito. Es más, me imagino el próximo año una revista mejor, más moderna, más elaborada desde el punto de vista de los contenidos, más linda desde el diseño gráfico. Además, creo que tendremos que incorporar nuevos elementos audiovisuales, mejorar el portal web y otorgar más beneficios a la Comunidad de manera de continuar construyendo una verdadera familia de lectores.

 

Lo que se viene

Uruguay es un país que tiene una ideología nacional reformista que imprimió el batllismo. El nacional reformismo es la cultura política nacional. En realidad, lo más parecido a una ideología conservadora en el sistema político es el herrerismo. Lacalle es eso. No sé si el hijo es igual al padre, pero él mismo dice que la fruta nunca cae lejos del árbol. El herrerismo es neoliberal, quiere un Estado chico y un mercado que es monarca de casi todo; en la disputa entre el capital y el trabajo, está del lado del capital, está contra las políticas de género, contra la ley de aborto, contra el matrimonio igualitario, contra la liberalización del consumo de las llamadas drogas blandas. Entre libertad y orden, prefieren el orden; entre patrones y obreros, optan por los patrones. Así son, o al menos así los siento. Digo esto, pero reconozco que ya Lacalle (padre) en la campaña electoral de 2009 tenía un discurso más moderno, aggiornado, bastante liberal y lejos del falangismo de sus años mozos.

Recuerdo que luego de cuatro años de gobierno frenteamplista, Lacalle decía que la prosperidad del primer gobierno de Tabaré debía alcanzar a todos los uruguayos, que en la política uruguaya no debe haber enemigos, sino competidores, que la gente quiere que las cosas se hagan bien sin importar quién las haga, que aquel que reconoce las virtudes del adversario tiene más derecho a criticarlo, que hay que ser prudente con las promesas electorales y aceptar las razones de los que piensan distinto. Que hay que educar en valores y hacer un culto del servicio público, y que no hay que temerle al debate. Esto lo dijo el Cuqui el marzo de 2008. Pero no nos encariñemos con el Cuqui; ese mismo día me desperté de un sueño. En su decálogo de buenas ideas y mejores intenciones también hay motivos para no quererlo. Por ejemplo, en ADM enumeró los únicos  valores: nación, familia y persona. Lo demás son instrumentos. Para Lacalle no son valores la solidaridad, la generosidad, la tenacidad, el altruismo, el humanismo. Sin los valores de Lacalle, todo es relativismo ético y materialismo económico. Sin ellos, se pierde la esperanza y sin esperanza no hay inversión porque nadie  va a invertir para engordar al Estado. Sin propiedad, no hay capital. Sin capital, no hay inversión, no hay trabajo ni libertad empresarial. Libertad empresarial es libre mercado, libertad para emprender, para explotar, para la educación privada. Familia, nación y propiedad. Tal vez eso es lo que nos espera.

Es verdad que salvo en el caso de Dios, el padre y el hijo no son lo mismo, pero el herrerismo es un pensamiento, un sustento ideológico que tiene casi un siglo.   Menospreciar a Lacalle Pou sería un gran error. Por algo es el que eligieron más de un millón de uruguayos y el candidato de un partido político en que por lo menos 1.000 quisieran ser candidatos a presidente. Lacalle Pou probablemente es más capaz  de lo que imaginamos y detrás de él hay mucha experiencia política, toda la experiencia acumulada a lo largo de la historia política de Uruguay.

La verdad que de este gobierno no hay que esperar nada muy bueno. Creo que bajarán el salario real y las jubilaciones, se debilitarán la salud y la educación públicas, se afectarán las políticas sociales, se disparará el precio del dólar, se invertirá menos en cultura e investigación científica, se beneficiarán los exportadores y los productores agropecuarios, se reducirá el papel del Estado en la economía, disminuirá el consumo, particularmente de los más pobres, y aumentará la conflictividad social. No obstante, quiero creer que el conflicto social se tratará de manejar responsablemente, se mantendrán los derechos adquiridos y se tratarán de evitar, o resolver equilibradamente, las confrontaciones.

He leído declaraciones muy atinadas de Álvaro Delgado, al que se menciona como secretario de la Presidencia, que se apresuró a marcar la aspiración del nuevo gobierno de dialogar y reconocer la posición del Frente Amplio como el importantísimo actor político que es. Lo mejor que espero es que el Frente Amplio recapacite y corrija errores graves que ha cometido en 15 años de gobierno. Que recupere energía en el ejercicio de la oposición, que se democratice en su estructura, que renueve y fortalezca sus organizaciones de base y su militancia, que se una más sólidamente la fuerza política, que renueve sus liderazgos, que le otorgue preponderancia al interior, que atienda las demandas de los pequeños y medianos  productores agropecuarios, que  organice nuevamente su relación con las capas medias, los artistas, los profesionales, los científicos, que recuerde que la lucha de clases no se detiene en la puerta de los cuarteles y que los salarios de los soldados de menos jerarquía deben ser equiparados a los de los policías; que también recuerde que en la sociedad los medios de comunicación juegan un rol fundamental y que se debe apoyar a todos los que quieren dar voz a los que están condenados al silencio.

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