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Los juegos del miedo

Por Enrique Ortega Salinas.

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Caras y Caretas Diario

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La última semana de octubre fue particularmente sangrienta, con ocho homicidios en 48 horas, y el promedio de un homicidio por día en los últimos tres meses parece tender (esperemos que no) a empeorar.

A lo anterior deberían sumarse los suicidios de dos reclusos el domingo 31 de octubre. En realidad, uno de ellos (de 39 años) se ahorcó el domingo con una sábana en un baño, pero los guardias lo reanimaron y lo llevaron a un hospital; murió el lunes. El hecho ocurrió en el penal El Campanero, de Lavalleja.

El mismo domingo se suicidó otro recluso (30 años) en el penal de Santiago Vázquez, dos horas después de haber ingresado al ex-Comcar. Aquí cabría indagar sobre la responsabilidad de las autoridades correspondientes, pues resulta que este recién llegado venía de la cárcel Piedra de los Indios de Colonia, donde ya había intentado suicidarse. ¿Qué atención y contención se le dio? ¿Qué precauciones se tomaron para evitar lo que finalmente sucedió?

Tal como indica la diaria, en 2020 se registraron 17 suicidios en el sistema penitenciario; 89% más que en 2019. En 10 meses de 2021 van 12. En 2020 hubo 48 muertes en las cárceles y 66 en lo que va de 2021, 37,5% más que en el año anterior.

Sin embargo, estas no son las cifras que al ministro del Interior le gusta manejar y el gobierno no cesa de vanagloriarse por su brillante gestión.

Para colmo, Luis Alberto Heber va de patinada en patinada. Primero dio información errónea sobre la fuga de un narcotraficante y tuvo que rectificarse y pedir disculpas; luego informó que se habían registrado en octubre 17 homicidios menos en todo el país con respecto a octubre de 2020 y tuvo que rectificarse nuevamente, ya que ese dato correspondía solo a Montevideo. Al margen de la burda trampa de dar las cifras de octubre antes de que el mes finalizara, lo cierto es que se registraron 36 homicidios, sin contar casos dudosos de los que aún no se sabe si se trató de suicidios, accidentes u homicidios. La verdad es que este delito creció 20% en octubre.

Hay más cifras que molestan y están ausentes en los discursos oficialistas de autocelebración.

En el primer semestre de 2021 se registraron 3.957 casos de violencia contra niños y adolescentes, lo que implica un aumento de 55% con relación al mismo período de 2020. María Elena Mizrahi, coordinadora del Sipiav, sostiene que la no presencialidad en los centros educativos obstaculizó la detección de estos hechos.

También se registra un femicidio por semana en Uruguay; pero parece que lo que importa son los delitos contra la propiedad, caso del abigeato.

Por otra parte, tanto el ministro de Defensa, Javier García, como el presidente, Luis Lacalle Pou, han afirmado que a varios meses de vigencia de la LUC nada extraño ha sucedido. Obviamente, a ninguno de ellos le importó lo sucedido con Marcelo Ayala. Marcelo no era un delincuente; tenía la mente de un niño en un cuerpo grande como un rancho. Una larga cadena de decisiones erróneas, arbitrarias y carentes de sentido común y humanidad de varios sectores del Estado lo llevaron a un penal y del penal a la muerte. Tenía un retraso mental de unos seis años y desde los cuatro estaba medicado. Fue la primera víctima de la LUC. Su caso lo cuento con detalles en la nota “Historia de una infamia”, por lo que solo debo señalar que jamás debió pisar la cárcel ni pagar con su vida por haber insultado a los policías. Para colmo, a seis meses de su muerte, la familia continúa esperando el resultado de la autopsia. ¿A qué obedece tal demora? ¿Qué se está tapando?

 

Los blancos están nerviosos

Crece el oscurantismo y disminuye la transparencia. A cuanto expediente pueden le colocan el rótulo de reservado. Son reservadas las negociaciones por la compra de vacunas, son reservadas las negociaciones con Katoen Natie, son reservados los nombres de las personas que visitan al presidente y es reservado el expediente del Tribunal de Honor contra el militar retirado Armando Méndez.

El teniente coronel Armando Méndez fue en su momento una figura de alta consideración para el Partido Nacional, a tal punto que su nombre se mencionó como posible candidato a la presidencia de la República y fue director nacional de Aduanas durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle. En 1973 integraba el Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) y participó en la detención del militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores de Argentina Gerardo Alter. Alter, de 27 años, era el enlace de dicha agrupación con el MLN-T. En la noche de su detención lo torturaron, lo golpearon y aplicaron la picana eléctrica hasta matarlo en el Batallón Florida de Infantería 1, en el Buceo. El 21 de octubre de 2021, Méndez fue procesado por un delito de homicidio muy especialmente agravado en calidad de coautor. Al día siguiente (y tras un pedido de acceso a la información pública presentado por la Asociación de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos) se supo que el ministro de Defensa había declarado reservadas por 15 años las actas del Tribunal de Honor sobre Armando Méndez.

Nuevamente se impone la pregunta: ¿Qué desean ocultar?

 

¿Quiénes regulan el termostato?

Según algunas encuestas, la seguridad (que antes era el primer tema de preocupación de la población) hoy se encuentra en el tercer lugar.

Era previsible y obvio.

La gente no se siente más segura porque se redujeron los delitos, sino porque los medios hegemónicos redujeron los espacios que dedicaban a la crónica roja.

La percepción de inseguridad no depende de los delincuentes, sino de los medios de desinformación. Si la cantidad de muertes con que finalizó octubre hubiera sido en 2019, los medios se hubieran hecho un festín y estarían hasta ahora repitiendo cada noticia, entrevistando a las familias de las víctimas y exigiendo la renuncia de Bonomi. En marzo de 2020 terminó mágicamente la manija y Sergio Puglia comenzó a sentirse más seguro de la noche a la mañana.

Por citar un ejemplo, el diario de la dictadura le dedicó mucho más espacio a la sanción aplicada a Miguel Ángel Toma que a los 8 homicidios de ese fin de semana. A eso le dedicó una oración el martes. Una.

Por otra parte, ya hemos señalado que en la inmensa mayoría de los países se redujeron los crímenes por efecto de la pandemia. Más gente en la casa, menos invasión a domicilios; menos dinero en la calle, menos rapiñas y hurtos; menos niños y niñas en la escuela, menos oportunidad de estos de contar a sus docentes casos de violencia o abusos sexuales sufridos en sus hogares. A medida que retorna la movilidad, las cifras de delitos aumentan; pero los blancos siguen argumentando que la baja se debió a las geniales gestiones de Larrañaga y Heber y la LUC.

Es mentira que los delitos bajaran en su momento porque la Policía se ha sentido más respaldada. El gobierno solo ha respaldado a los malos policías, no a los honestos, que son la mayoría. Se respalda a los que esperan con ansias la oportunidad de balear a alguien; se respalda a quienes optan por la ejecución en primer lugar y no a quienes usan la persuasión y la disuasión, dejando la represión violenta como última medida.

Los blancos tienen motivos para tener miedo. La Corte Electoral ya ha validado más de medio millón de firmas y su nave insignia peligra; por lo que quieren hacernos creer que el país se convertirá en un caos si se derogan los 135 artículos más abusivos de la LUC. Tienen miedo porque la paliza que le dio la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza del Uruguay (CSEU) al lema del oficialismo en las elecciones del Codicen deja en evidencia la disconformidad de los docentes con las autoridades actuales.

Tienen miedo y no saben qué hacer con la LUC. Saben que si la aplican, pierden el plebiscito por goleada. Gracias a las firmas y la inevitable convocatoria a las urnas, hemos logrado frenar el aumento de las tarifas de los combustibles. Ya van dos meses en que no se aplica el mecanismo establecido en ella y no dudo que, hasta que pase el peligro electoral, los desalojos exprés se suspendan con alguna excusa.

De todas maneras, cuidado, porque si no logramos el objetivo de tumbar esta nefasta ley, los blancos se sentirán con el respaldo suficiente para llevar adelante todos sus planes neoliberales, hambreadores, privatizadores e impopulares.

En estos meses recurrirán a su arma más eficiente: el miedo.

Por ahora, el miedo lo tienen ellos; y tienen sobrados motivos para sentirlo.

Saben que se les viene la noche.

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