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Sociedad pandemia |

Pandemia y educación

Los riesgos de no ir a la escuela

Hace 38 días que niñas y niños no asisten a la escuela en este año lectivo. La medida se tomó para reducir la movilidad y así frenar los contagios, pero está comprobado que la infancia no es un grupo de riesgo para la covid-19. Expertos en salud, educación y familiares de escolares sostienen que los riesgos de quedarse en casa, para las infancias, son mayores que los de asistir a clases.

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Las clases presenciales están suspendidas desde el 23 de marzo como consecuencia de las medidas adoptadas por el gobierno para combatir la pandemia de coronavirus. No se trata, en este caso, de una medida específica para proteger la salud de la infancia, ya que esta población no es considerada un grupo de riesgo para la covid-19. La escuela se cerró por todo lo que moviliza la educación en época de clases: familiares, docentes, auxiliares, talleristas, trabajadoras y trabajadores de rubros vinculados a las escuelas.

Según el último informe del Ministerio de Salud Pública sobre contagios de coronavirus en menores de 15 años, «desde el inicio de la pandemia hasta el 12 de abril de 2021 el total de casos confirmados de covid-19 es de 17.250». De ese total, 13.905 ya se recuperaron y 3.345 se encontraban cursando la enfermedad al momento de la publicación de los datos.

El estudio también señala que del total de casos solo 100 requirieron internación y tres de ellos debieron ingresar a CTI. Todos los casos, señala el documento, evolucionaron favorablemente y, al 15 de abril, se registraron solo dos pacientes internados: uno de 1 mes en cuidados intensivos y una adolescente de 14 años en cuidados intermedios.

 

Sin calendario seguro

Las autoridades de educación anunciaron el pasado lunes que el próximo 3 de mayo iniciará el proceso de retorno a las clases presenciales, que se encontraban suspendidas desde el 23 marzo. El ministro de Educación Pública del país, Pablo Da Silveira, y el presidente del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, explicaron que el regreso a la escuela se realizará de forma «gradual» y priorizando la educación inicial y las escuelas rurales.

Los jerarcas también dijeron que aún no estaban en condiciones de pautar un calendario y que se continuará trabajando en los detalles para el retorno a la presencialidad.  Tampoco aseguraron que en el mes de mayo la totalidad del estudiantado comience las clases. «Reivindicamos y valoramos profundamente la presencialidad en la educación, sabiendo que vamos a avanzar progresivamente, en forma responsable y segura, combinando presencialidad con virtualidad», expresó Silva.

 

Las condiciones para volver

En diálogo con Elbia Pereira, secretaria de la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM), explicó que si bien «el magisterio no concibe la profesión de otra forma que no sea presencial», en un contexto de pandemia es necesario que se cumplan algunas condiciones para garantizar el retorno seguro.

«En marzo, cuando se suspendieron las clases presenciales, estuvimos de acuerdo porque estábamos teniendo serios problemas de funcionamiento en las escuelas debido al alto contagio que había entre niños y docentes. No el contagio directo, pero el contacto con positivos y la cuarentena del personal obstaculizaban el funcionamiento», recordó.

Sobre el anuncio actual de volver a la presencialidad a partir del 3 de mayo, dijo que desde el sindicato no están seguros que sea posible abrir las escuelas en la situación actual. «No creemos que para esa fecha las clases vuelvan a ser presenciales teniendo en cuenta el aumento de contagios. Si no se toman otras medidas para que las condiciones en centros escolares sean distintas a las que habían al momento de suspender los cursos, vamos a estar en las mismas circunstancias que antes».

Sobre este asunto, Pereira agregó que la FUM está trabajando intensamente en generar propuestas para hacerle a la dirección general de Primaria porque  «hay aspectos para minimizar el riesgo de contagios en centros escolares que tienen que ser materia de negociación colectiva». Con ese objetivo, solicitaron una reunión con las autoridades, pero no han recibido fecha. «No nos extraña porque ya habíamos anticipado que cuando el Consejo de Primaria pasara a ser dirección general, las solicitudes de entrevistas y los pedidos de información se iban a retrasar, pero nosotros seguimos reclamando los espacios de diálogo».

La principal preocupación del sindicato, dijo Pereira, es que el retorno a clases se realice en condiciones que garanticen la seguridad. «No puede seguir habiendo 470 grupos de niños de nivel inicial con 30 o más alumnos y sin auxiliares más allá del docente».

Según Pereira, para poder aplicar los protocolos exigidos por las autoridades, como el distanciamiento, es necesario revisar los 1400 grupos, de primero a sexto, que tienen 30 o más alumnos.» Hay circunstancias que deben cambiar. El hecho de tener personal de servicios en cantidad suficiente e insumos necesarios es un aspecto a ser atendido antes del retorno a la presencialidad».

Por otro lado, enfatizó en la necesidad de generar las condiciones para poder retomar las clases de forma segura. «La no presencialidad afecta directamente a los niños y niñas en situación de vulnerabilidad que no tienen las condiciones adecuadas para continuar con el proceso educativo y que carecen de situaciones familiares de contención para acompañar el proceso. Estos niños van quedando rezagados en sus aprendizajes, situación que nos preocupa porque lesiona el derecho a la educación de los niños y las niñas uruguayas».

 

No presencialidad vs desarrollo

Para Eloísa Bordoli, licenciada en Ciencias de la Educación y coordinadora del Instituto de Educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, la no presencialidad de niñas, niños y adolescentes a las instituciones educativas implica importantes riesgos en sus procesos de desarrollo.

En tal sentido, Bordoli planteó que la educación debe analizarse desde dos perspectivas: una cognitiva y una social. «Asistir a las instituciones educativas tiene una importancia fundamental en el desarrollo cognitivo de los sujetos, pero también es fundamental la dimensión social. Está comprobando que la copresencia, el compartir cotidianamente el trabajo en la escuela, sobre todo en  la educación pública, también contribuye a la configuración y al desarrollo de las personas».

«Las investigaciones han demostrado que el conflicto y la oposición con otras personas  habilita el proceso de desarrollo cognitivo de los sujetos. La convivencia cotidiana en los ámbitos escolares es de vital importancia no solo en las horas clase, sino en los espacios donde interactúan entre sí, como el recreo. No ir a clases no solo afecta el desarrollo curricular, sino que se pierde el sentido de la construcción con los otros. El intercambio con docentes, el trabajo en equipo, el sentido de pertenencia, las solidaridades entre pares y con personas adultas, el ser parte y sentirse parte con otros, son elementos sustantivos para la configuración social y psicoafectiva. «, agregó la experta.

Otro aspecto a tener en cuenta, según Bordoli, es «la sobredosis de lo familiar» que implica la no presencialidad . «Desde punto de vista psicoemocional, el hecho de que el aula sea el ámbito familiar no contribuye al proceso de desarrollo de las niñas, niños y adolescentes. Es necesario el apoyo de la familia, pero el intercambio con personas ajenas a ese entorno es sustantivo para la maduración y la autonomía de las personas».

Bordoli reconoció el rol histórico que ha tenido la escuela pública en Uruguay y rememoró la época de la reforma vareliana, en el siglo XIX, cuando se establecieron los principios de laicidad, gratuidad y obligatoriedad que le otorgaron identidad a la enseñanza en nuestro país. En tal sentido, señaló «importantes omisiones por parte de las autoridades actuales». «Para hablar de inclusión educativa es necesario que existan los recursos materiales para que todos se puedan conectar. Si bien el Plan Ceibal y la fibra óptica posibilitaron la educación a distancia, sabemos que no es la realidad de todos los docentes y alumnos».

Si a la falta de recursos, siguió Bordoli, se le suma la no obligatoriedad y la falta de políticas que garanticen la inclusión, se agudiza la desigualdad educativa. «A nivel mundial se observó un aumento políticas de Estado para paliar los efectos negativos de la pandemia, mientras que en nuestro país se tomó una dirección contraria. El Estado no está garantizando el mandato constitucional del derecho a la educación de niñas, niños y jóvenes».

 

El impacto en la salud mental

Por su parte, la licenciada en psicología María Laura García, quien trabaja en consulta con niños y adolescentes, le aseguró a Caras y Caretas que durante la pandemia aumentaron los síntomas de ansiedad. «La mayoría de los pacientes refieren dolor en el pecho, inquietud, nerviosismo y trastornos del sueño».

Según la profesional, también se están observando algunas señales vinculadas a lo afectivo y a la depresión. «En la mayoría de los casos no configuran depresión, pero presentan el ánimo en baja y desgano, sobre todo los adolescentes».

Para García, el hecho de que niñas, niños y adolescentes no estén asistiendo a las instituciones educativas implica una «pérdida de oportunidades que son externas al núcleo familiar y que son el pilar de su desarrollo». Esto es, explicó la psicóloga, socializar y vincularse con otros, «experiencias que no se sustituyen con nada».

Por otro lado, García explicó que también es importante que los niños, niñas y adolescentes vuelvan a las instituciones educativas porque «necesitan tener sus rutinas». «Asistir a clases implica tener un motivo para levantarse, sentirse útil, realizar una actividad que genera emociones positivas, encontrarse con amigos», agregó.

Según la profesional, a las infancias les cuesta comprender el concepto de la educación virtual y comprometerse. «Para los más chicos la escuela existe si van. No pueden entender que en el living, a través de una computadora, les llega la escuela, por más que hagan las tareas. Ir a la escuela es vivirla».

Otro de los problemas que afecta a la niñez en épocas de pandemia es que al pasar más cantidad de horas en la casa quedan expuestos a situaciones del mundo adulto y, en muchos casos, a la violencia intrafamiliar. «A nivel estadístico, desde el año pasado hasta ahora, se registró un aumento de las denuncias de violencia doméstica. Los niños se ven más expuestos porque al estar mucho tiempo en la casa están en contacto permanente con la problemática adulta».

«Todo el factor de la inestabilidad económica que viven las familias agrava muchos de los conflictos que observan y repercuten en el ánimo de niños y niñas. Las discusiones por problemas económicos, la falta de trabajo o la frustración de los cuidadores a cargo, son problemas que los niños absorben. También sucede que las personas adultas se sienten desbordadas por  la educación en el hogar, porque no pueden ayudarlos o guiarlos de la mejor manera debido a la falta de tiempo o recursos. Todas esas situaciones contribuyen a que niños y niñas sientan que no están cumpliendo», agregó la psicóloga.

La exposición a las noticias es otra consecuencia del encierro que contribuye en el ánimo de los más chicos, quienes comienzan a experimentar miedo al contagio del virus. «El peligro de contraer la enfermedad de coronavirus, las cifras de casos, la necesidad de cuidar a los abuelos o familiares de riesgo que pueden morir, son temas recurrentes en los medios y en las conversaciones adultas. Frente a estos discursos los niños y niñas comienzan a sentir temor al contagio y a salir de la casa».

 

«La educación ya hizo su parte»

El colectivo Familias Organizadas por la Escuela Pública está realizando la campaña «Regreso a clases entre familias» con el objetivo de reivindicar la importancia que tiene para la niñez volver a las instituciones educativas.

«A los niños, niñas y adolescentes de este país, se les está dando la responsabilidad de bajar los contagios de una pandemia. La única perilla que maneja el gobierno vulnera sus derechos», expresó el colectivo en su red social Facebook.

El colectivo también señaló que al momento de suspenderse las clases presenciales los casos en centros educativos representaban el 3,3% del total, de acuerdo a información del Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos (Guiad).

En un comunicado que emitió la organización tras el anuncio del gobierno sobre el proceso «gradual» de retorno a la presencialidad, previsto para el próximo 3 de marzo, cuestionaron el accionar del gobierno. “¿Qué se hizo o se está haciendo para que ese retorno sea sostenible en un contexto más adverso que cuando se suspendieron las clases el 23 de marzo? ¿Se tomarán otras medidas para reducir la movilidad y así reducir los contagios o dentro de poco volverán a cerrar las escuelas nuevamente como variable de ajuste? ¿Se incrementaron los recursos humanos y financieros para que las escuelas puedan efectivamente cumplir los protocolos sanitarios?”.

Mariana Romanelli, una de las integrantes de la organización, contó que el colectivo surgió en 2019 con el objetivo de hacer efectiva la participación de la ciudadanía en la escuela pública y de colectivizar experiencias y problemas.

Romanelli explicó que si bien los objetivos fundacionales se mantienen vigentes, actualmente se enfocaron en el reclamo por el retorno de a las escuelas. «Nos basamos en la comunidad científica y la académica, no es solo una postura de las familias. Está dicho a nivel internacional y nacional, mediante el GACH, que la escuela debe ser una de las últimas cosas a cerrarse».

«La escuela no solo implica aprendizaje, sino que forma parte de la red de contención social de niñas y niños. Garantiza sus derechos, los protege, es un lugar donde los niños juegan, interactúan con otro pares y con personas adultas diferentes a las de sus hogares».

En tal sentido, insistió en que mantener la escuela cerrada tiene una implicancia para el desarrollo de las infancias mucho mayor que la afectación por covid-19. Está científicamente comprobado que los niños son los que menos se enferman y menos contagian», agregó.

Desde el colectivo entienden que existen otras medidas que se pueden tomar para disminuir la movilidad sin desproteger la educación. «Hace 38 días que no escuela, ¿no será tiempo de tomar otras medidas y devolverle los espacios de infancia a niños y niñas?», cuestionó Romanelli.

«No hay que olvidar que no solo se cerró la escuela, sino que también se cerraron otros espacios como clubes de deporte, talleres, merenderos, plazas. Necesitamos devolverle a la infancia sus espacios y proteger sus derechos. Sabemos que la coyuntura es muy complicada, pero la educación ya hizo su parte».

 

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