Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Columna destacada |

Luce mal

Por Celsa Puente.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Después de haber cosechado un sinfin de sentimientos que abarcan una amplia gama de variedades entre la preocupación y la curiosidad, se realizó el pasado 22 de enero la presentación por parte del gobierno electo de la famosa LUC, Ley de Urgente Consideración. El revuelo era esperable porque se insistió durante toda la campaña electoral en aludir a ella como si fuera una pócima mágica que contendría la solución a todos los “males” del país –en palabras de la oposición– y, al mismo tiempo, en eludir dar cuenta de su contenido. Por otra parte, el presidente electo la definió como el “contrato sobre el cual se va a jurar la coalición”, con la intención de sellar seguramente una unión de partidos que impresiona demasiado frágil y transitoria como para sostenerse al menos los primeros años del quinquenio. Uruguay tiene malos antecedentes en relación a las coaliciones previas entre blancos y colorados, y todos sabemos que la actual coalición multicolor se generó a partir de un único deseo común: sacar al Frente Amplio del gobierno. Más allá de este deseo compartido parece haber muy poca cosa que los convoque a permanecer unidos.

Sin lugar a dudas, esta ley se constituye en un fenómeno nuevo. En realidad, no hago esta aseveración porque el mecanismo no tenga antecedentes de uso, ya que solo mirando los últimos treinta y tantos años del Uruguay encontramos que –en distintos momentos y en diversos gobiernos– se realizó la propuesta de proyectos de ley de urgente consideración en trece ocasiones con bastante éxito, pues solo naufragaron cuatro de los proyectos presentados por el Poder Ejecutivo en su tiempo. Es un mecanismo que está vigente desde la Constitución del año 1967 y que los distintos presidentes usaron en general en temas específicos. Así que es claro que hay antecedentes y que ese no es el origen de tanta vuelta y revuelta. La diferencia es que el revuelo tiene relación directa con la expectativa generada sobre todo, porque los proyectos anteriores no fueron tan variadamente abarcativos y especialmente tan extensos.

Precedida por un título ambicioso, “Uruguay transparente, seguro y de oportunidades”, se trata de una ley multitemática: todo aparece allí expresado en 457 artículos. Desde el aumento de penas y la represión en lo que refiere a seguridad, la libre importación de combustibles, la disolución de los consejos de educación de cada uno de los subsistemas dependientes de la ANEP y la modificación de la ley de inclusión financiera hasta la elaboración de chorizos. Todo en esta ley recuerda a la mítica caja griega de Pandora. Y es esa cualidad de la ley la que genera muchas dificultades. En principio, porque impide reconocer fácilmente qué es lo esencial y qué es lo secundario. En proyectos de gobiernos anteriores siempre se utilizó este recurso para resolver problemas sustantivos de la agenda, no había casi nada para discernir, se discutía sobre el tema y se llevaba a votación. En este caso, el emporio de las variedades está abierto y cada uno deberá sustraerse a las distracciones que pueden provocar temas menores para atender lo esencial.

Y parte de la cuestión se juega en no dar lugar a los temas que yo calificaría como “distractores”, cuestiones menores que se intercalan intencionalmente y que producen la materia central de las conversaciones en las redes y en otros espacios de intercambio, como por ejemplo la propuesta de obligatoriedad de recoger la materia fecal de las mascotas (Artículo No 338 literal K). Muchas veces se usa la estrategia de entretener porque mientras se discuten temas menores, se cristalizan los temas centrales. Es esta una estrategia más vieja que el mundo y, por lo tanto, es necesario advertir cuáles son los grandes ejes en los que se quiere operar desde el gobierno, para atender con precisión, intentando evitar verdaderos males futuros. Existe un agravante que conspira y es el tiempo. Es importante tener en cuenta que de no haber modificaciones a la propuesta del Poder Ejecutivo en noventa días –y en ese plazo debe pasar por las dos cámaras e incluso volver a la primera si la otra cámara hiciera cambios– el Poder Ejecutivo podrá considerarla tácitamente aprobada, en toda su extensión, tal como la envió. Quizás este extenso, tedioso y enmarañado modo de presentarla tenga que ver con una vocación de fondo de apostar a hacer lo que se quiere con la apariencia más democrática posible. Y en este sentido es importante señalar que las dimensiones y la densidad del contenido son limitaciones reales que restringen la posibilidad de generar, por ejemplo, comisiones que estudien y analicen las propuestas en profundidad. Es necesario elegir bien las batallas a dar…

Seguramente, al igual que a Pandora, nos queda en el fondo de la caja la esperanza. Ojalá que al menos todo este movimiento nos sirva para reflexionar, aprender de nosotros mismos, valorar y discutir los modos de actuar. Allí está latiendo la esperanza, que siempre, siempre, es lo último que se pierde.

 

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO