Yo era joven durante la guerra de las Malvinas. Tenía 29 años. Pero hacía seis años que trabajaba de periodista. Era parte de la Oficina de Washington para América Latina: WOLA9, que monitoreaba (aún existe) la política exterior de EEUU hacia América Latina. Pero para parar la olla necesitaba otro ingreso. Y siendo periodista en Washington, llegó la Guerra.
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Había empezado como corresponsal de El Día de México, de La Voz de Buenos Aires y desde fines del 76 de la Televisión Mexicana (Canal 13). La Guerra hizo que mi vida se topara con las Malvinas. Mi primer esfuerzo como profesional fue explicar por qué no debía confundirse estar de acuerdo con la Guerra de Galtieri con dos cosas muy importantes: los jóvenes que dejaron su vida en la Islas y la soberanía de las mismas.
Luego, la tragedia humana dio paso en mi vida a una mayor comprensión del tema, del que oía hablar de pequeño. Mi padre estaba exiliado en Londres, y colgó, quizás por única vez en su vida, una bandera argentina sobre su balcón frente al Támesis. El entonces presidente del Perú, Fernando Belaúnde Terry, le invitó, a pesar de no ocupar cargo oficial alguno en esos tiempos, a redactar lo que después fue el borrador de la Declaración de Lima, que marcó un jalón.
De la cobertura diplomática que se libraba en Washington, pasé a producir el único documental de mi vida: “Después de las Malvinas”, con la dirección técnica de mi joven amigo José P. Varela. El documental se exhibió en toda América Latina (incluso Argentina misma), menos en Uruguay. Fue premiado en México.
La idea de la película surgió de que EEUU usó primero la “shuttle diplomacy” haciendo viajar a su secretario de Estado, el gral,. Haig, a Londres y Buenos Aires tratando de “negociar” la soberanía argentina. Al no haber humo blanco tuvo que optar. No solo lo hizo por el Reino Unido y no por Argentina, sino que hubo una definición mucho más elocuente, aunque no debería haber llamado la atención.
La decisión era de fondo. No era Reino Unido y Argentina. Era por la OTAN contra el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Este sirvió para derrocar a Jacobo Arbenz, en Guatemala; a Juan Bosch, en Dominicana. Era el brazo armado del panamericanismo de la Doctrina Monroe. Pero la Guerra Fría les impedía apuntalar el reclamo contra la última expresión colonial del continente.
El documental que hicimos pareció proféticp. Hablaba del rol de la OEA el día después. Recuerdo la complicidad (gratificada) de un funcionario del viejo edificio de la Unión Panamericana, sede de la OEA. Mientras que José Pedro filmaba las flamantes banderas del hemisferio, él bajaba y tiraba en un carro la de EEUU. La metáfora no dista mucho del planteo de López Obrador en la Celac, de ver morir la OEA y presenciar el nacimiento de un mecanismo propio de los pueblos latinoamericanos y del Caribe.
Hace poco se dio a conocer un documento con la firma de Felipe González, Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, Aznar y creo que algún otro expresidente del gobierno de España. Como se verá, cubre el abanico de tendencias políticas en España. Apoyaban el reclamo argentino. Me hizo pensar mucho.
España tiene su propio dolor de cabeza con el Reino Unido en Gibraltar. Pero estaba atada de manos por la presencia del Reino Unido en la Unión Europea. El brexit abre toda una realidad nueva. Nos imaginamos que al secretario de Malvinas Antártida y Atlántico Sur, hombre de experiencia y compromise, se le abre un abanico de opciones diplomáticas después del brexit.
Es imposible pensar en nuestro exilio, sin recordar que “Malvinas Argentinas” era un deber como pelear contra las dictaduras y cortarles el apoyo desde el exterior. Pero, tras el regreso, el tema siguió en nuestra agenda.
Redactamos un capítulo para el libro “Malvinas: Una Causa de la Patria Grande”, editado por la Universidad de Lanús, que recordó el apoyo de Wilson en el exilio. En 2009 recibimos el Premio Malvinas, de la Unión Sudamericana. La tengo a mi vista en mi escritorio: una hermosa medalla con el mapa de las islas, realizado por el célebre platero argentino Carlos Pallarols, de prestigio internacional y famoso por ser quien hace el bastón presidencial en Argentina.
Hasta la OEA (con muchos estados integrantes del “Commonwealth”) aprobó por aclamación una resolución a favor de Argentina. El propio Bolsonaro se ha expresado a favor de Argentina. No va a ser un tema de gobierno vs. oposición. Es un tema de Estado.