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Mundo

Antes China, Irán, Corea del Norte, Venezuela

México: Trump y su nuevo «eje del mal»

Es sabido que el modus operandi del empresario y exmanipulador de reality shows Donald Trump consiste en distraer a su país y al mundo con enemigos reales o ficticios mientras continúa con sus negocios privados y sus aspiraciones reeleccionistas. Su «eje del mal» fueron China, Irán, Venezuela y Corea del Norte. México y sus emigrantes también fueron de sus primeros blancos, y ahora, a meses de firmar el segundo Tlcan, vuelve a castigarlo con aranceles. No sabemos si es otra maniobra distractiva, pero para México significa una tragedia socioeconómica y un elemento de desestabilización.

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Parece oportuno, cuando se trata este tema, recordar que México no es una nación del mundo más para nosotros, los uruguayos. Es una nación hermana que recibió con los brazos, la protección, y los empleos abiertos a miles de compatriotas en nuestra última dictadura, que luchó por nuestra democracia y que reconoció con honores merecidos a ilustres uruguayos entre los que solamente voy a nombrar al Dr. Carlos Quijano, quien pudo continuar allí con sus cátedras y sus publicaciones, preparando un retorno que por desgracia para todos no se pudo concretar en vida.

Cuando México es humillado y vejado en sus pobres, sus migrantes o su comercio, es humillada toda América Latina, pero particularmente deberían sentirse humillados y comprometidos con su causa nuestros compatriotas.

En algún momento deberemos considerarlo.

Donald Trump, el increíble presidente de Estados Unidos que está retirando del mundo a la superpotencia, que la enfrenta a sus aliados históricos como la Unión Europea y el G7, y a la que con sus medidas está provocando una «próxima e inevitable recesión» (como escribió el Premio Nobel de Economía Paul Krugman en The New York Times), ya tuvo varios «ejes del mal»: Irán, Corea del Norte y Siria, país este último que luego salió para que entrara en pleno China y se agregaran Cuba, Venezuela y Nicaragua.

En la selección de los «enemigos» ha tenido más influencia el asesor de Seguridad Nacional, el neoconservador John Bolton, que el secretario de Estado, Mike Pompeo, que no entienden que la estabilidad del mundo reposa sobre la alianza entre Estados Unidos y China desde 2007.

Mientras tanto, Trump ofende al Reino Unido en visita oficial con insultos al alcalde de Londres, e interviniendo en asuntos internos al elogiar al líder separatista Nigel Farage (titular del Partido del brexit) y al excanciller Boris Johnson, mientras sigue con sus negocios personales y políticos.

Pero, conocedor de sus limitaciones, Trump también presiona a la Reserva Federal (presidida por un Jerome Powell que ha sorprendido favorablemente al mundo entero) pidiéndole una nueva «expansión cuantitativa» y que rebaje las tasas de interés (actualmente fijadas entre 2,25% y 2,50%) para sostener el crecimiento de 3,2% y la baja tasa de desempleo de EEUU, mirando sin duda su campaña reeleccionista para 2020, que comenzará oficialmente el 18 de junio en Orlando, Florida.

En materia comercial, todo el diluvio de mensajes histéricos de Twitter, mediante los cuales se dirige al mundo, se concretó en una suba de aranceles al acero y el aluminio a China (“Estados Unidos pierde cada año entre 600.000 y 800.000 millones de dólares al año en comercio, y con China perdemos 500.000 millones de dólares. ¡Lo siento, pero eso ya no va a pasar más!”, afirmó entonces), la Unión Europea, Canadá y una extensa lista de países que fue disminuyendo a golpes de capricho del primer mandatario de la primera superpotencia mundial.

Según la Oficina de Análisis Económico, EEUU tuvo con China un déficit de  US$ 419.000 millones en 2018. En esa lista estaban México y Canadá pero, como con Corea del Norte, nunca se sabe para dónde irá Donald Trump.

México: el nuevo mejor enemigo de Trump

A pocas semanas de haber firmado en el G20 la segunda versión del North American Free Trade Agreement (Nafta, el acuerdo de libre comercio que une a EEUU, México y Canadá, ahora llamado T-MEC​ (United States–Mexico–Canada Agreement), y tras la presentación del Plan de Desarrollo Integral de Andrés Manuel López Obrador y la Cepal (con el objetivo de realizar un gigantesco plan de infraestructuras para radicar a  los migrantes en sus hogares), el 31 de mayo, Trump anunció un arancel del 5% en todos los productos importados de México a partir del 10 de junio, gravamen que irá aumentando gradualmente al 10% a partir del 1º de julio; 15% a partir del 1º de agosto; 20% desde setiembre y 25% a partir de octubre, mientras no tenga «evidencias suficientes» de una mejora en la lucha de dicho país contra sus inmigrantes indocumentados.

Naturalmente, el anuncio supone un tremendo golpe al comercio de los dos países vecinos, y a la economía del gran país latinoamericano.

Alguien insospechable de simpatías hacia Andrés Manuel Martínez López Obrador (AMLO), como Andrés Oppenheimer, comentó así la medida: «Trump tuiteó el 30 de mayo que impondrá un arancel de 5% a los productos mexicanos a partir del 10 de junio, y que lo aumentará a 25% a menos que México reduzca el flujo de inmigrantes centroamericanos que pasa por su territorio para llegar a Estados Unidos. La decisión de Trump, probablemente destinada a desviar la atención pública de los crecientes llamados a un juicio político en su contra en Washington, sería un golpe mayúsculo para la economía mexicana, y haría aumentar la migración de indocumentados a Estados Unidos».

Esta medida, propia del «modo Trump», tuvo lugar el mismo día que el Congreso se aprestaba a aprobar el nuevo tratado trilateral, y cuatro meses después de que México se convirtiera en el primer socio comercial de la Unión, dejando atrás a China.

También ocurrió en los mismos días en los cuales se produjo la declaración del fiscal especial que investigó «la trama rusa», Robert Mueller, quien al afirmar que su informe no exonera al presidente Trump de un delito de obstrucción a la Justicia, trajo de nuevo a la palestra el tema del juicio político del presidente, o impeachment, por parte de los demócratas más radicales.

Las consecuencias para México de las medidas anunciadas serían desastrosas.

El 32% del PIB mexicano está compuesto por sus exportaciones (ver cuadro), que son el rasgo económico que la convierte en la principal potencia económica de América Latina, ya que en ese campo supera ampliamente a Brasil, a pesar de la diferencia entre los Productos Internos Brutos.

El 81% de las mismas están dirigidas a los Estados Unidos, a quien vendió bienes por US$ 328.000 millones en 2018, la mayoría automóviles, motos y componentes, seguidos por electrodomésticos y otros aparatos.

Según el FMI, el PIB mexicano iba a crecer 1,6% este año y 1,9% en 2020.

El 1º de junio, el peso mexicano se depreció 2,5% y la Bolsa cayó menos de 2%, pero las previsiones de inversores, bancos y comerciantes fueron en consonancia con la alarma desatada: pánico. La mayoría de los analistas concluyeron en que la puesta en práctica de las mismas, aún cuando se utilizara como amortiguador al tipo de cambio (devaluando la moneda mexicana, lo cual tendría a su vez efectos sobre la inflación), México terminará en una recesión que paralizará su ya débil crecimiento.

Como es habitual, Trump acompañó su anuncio con varias de sus habituales cataratas de insultos por Twitter: «México siempre abusó de los Estados Unidos. O detienen a los narcotraficantes, cárteles, traficantes de personas, coyotes e inmigrantes ilegales que invaden nuestro país, o nuestras numerosas empresas y empleos serán devueltos a EEUU a través de aranceles. ¡Hemos tenido suficiente!».

Cree que con eso basta para hacer que las empresas radicadas en México se vean perjudicadas, porque esta nueva guerra comercial tendrá efectos tan desastrosos para EEUU como la que está teniendo con China, ya que, aparte de aumentar el número de pobres y migrantes, aumentará el precio de los bienes que compra EEUU y disminuirá, obviamente, el intercambio entre ambos.

 

La carta de AMLO y su apuesta a la negociación

Una vez conocida la mala noticia y tras las primeras reacciones, AMLO procedió con su reconocida prudencia, nombrando una delegación de primer nivel encabezada por el canciller Marcelo Ebrard (quien viajó a Washington el viernes 3) y envió a Trump una carta de gran dignidad, que evidencia -con  ejemplos históricos- la búsqueda de una solución que comprenda a todos, y exige adecuada atención a sus representantes, que fueron recientemente desairados por Mike Pompeo y Jared Kushner.

La respuesta del presidente mexicano es firme, y es cierto todo lo que dice sobre los esfuerzos de su gobierno para resolver el problema de los migrantes centroamericanos que pasan por territorio mexicano a los EEUU. Desde su asunción, hace seis meses, México lucha contra la corrupción local, deportó 45.000 migrantes ilegales (15.000 solamente en abril), e impulsa el Programa de Desarrollo Integral, comentado en Caras y Caretas.

Al cierre de esta edición, a la prevista reunión entre los cancilleres Marcelo Ebrard y Mike Pompeo se sumó nada menos que el vicepresidente Michael Pence, lo cual abrió renovadas esperanzas en una salida racional.

Pero Trump decidirá, y es imprevisible.

Según The New York Times y The Washington Post, varios senadores republicanos estudian tomar medidas para bloquear las medidas contra México.

AMLO no estará presente en el próximo G20 en Osaka, Japón, los días 28 y 29 de junio, que tendrá como primer punto de su agenda la desaceleración de la economía global por efecto de las «guerras comerciales» de Estados Unidos, pero con  China y la Federación Rusa como adalides del libre comercio, y la Unión  Europea y América Latina, en plena desaceleración económica, sin duda tendrán quienes los representen.

El FMI  y el Banco Mundial contra las «guerras comerciales»

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, que hace meses viene alertando sobre los peligros que conlleva la guerra comercial entre EEUU y China, realizó en vísperas de la reunión de ministros de finanzas de los países del G20, en Fukuoka, Japón, un llamado a «terminar de inmediato las tensiones por las guerras arancelarias», advirtiendo que el alza de precios de las importaciones afectará el crecimiento global y las rentas más bajas. También advirtió que provocará «un daño autoinfligido» (obvia advertencia a Trump), y que restará en principio medio punto al crecimiento mundial, previsto para este año en 3,3%.

También señaló como factor de vulnerabilidad al crecimiento de las deudas públicas y a una creciente desigualdad social.

En el mismo sentido se pronunció el flamante presidente del Banco Mundial, David Malpass, quien advirtió que el crecimiento global podría disminuir este año por la guerra comercial, del previsto 2,6% a 1,7%.

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